viernes, 7 de diciembre de 2012

Las admoniciones a las Iglesias del Apocalipsis: "Vengo" - "Vengo a tí"


Al comentar el vers. 1 del II capítulo Straubinger dice: “nótese también... la fórmula cada vez más apremiante en que Jesús anuncia su Venida: Vengo a tí (II, 5); vengo a tí presto (II, 16); hasta que Yo venga (II, 25); vendré como ladrón (III, 3); mira, pronto vengo (III, 11); estoy a la puerta y golpeo (III, 20)”.
Por su parte Castellani al comentar la Iglesia de Tiatira dice en II, 25: “La Parusía aparece en el horizonte: primera mención de ella en estas cartas”.

¿Qué decir al respecto? Creemos que Castellani tiene razón y que lo que se dice en II, 5 y II, 16 no se refiere a la Parusía sino a un juicio particular a la Iglesia que va a implicar el fin de la época y el comienzo de la siguiente.

Poirier en su tesis doctoral “Les septes Églises”, pag. 27 ss comenta:

“El examen de conciencia que instituye Cristo en cada una de las Iglesias termina con una exortación seguida de una amenaza o una promesa en la cual anuncia su venida. He aquí, en resumen, los pasajes paralelos:

Éfeso (II, 5) : arrepiéntete; si no, vengo a ti.
Esmirna: (Nada)
Pérgamo (II, 16): Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti.
Tiatira (II, 25): Lo que tenéis, tenedlo bien hasta que Yo venga.
Sardes (III, 3): arrepiéntete. Si no velas vendré a ti como ladrón.
Filadelfia (III, 11): Pronto vengo.
Laodicea (III, 20): He aquí que estoy a la puerta y golpeo.

Fácilmente podemos distinguir en estos textos dos fórmulas diferentes que anuncian la venida de Cristo: “vengo a ti” y “vengo”. El primer grupo se refiere a un juicio particular e “implica visiblemente un castigo para temer”[1]. Pero estos castigos individuales no pueden referirse al fin del mundo[2]. En Tiatira, por ejemplo, el castigo de Jezabel y sus hijos quedará como un testimonio ante todas las otras iglesias que Cristo escudriña riñones y corazones y da a cada uno según sus obras (II, 23). Lo mismo en Éfeso cuyo único castigo será el cambio de lugar del candelabro. Por el contrario, la otra expresión “Vendré” o “Vengo” es el anuncio de la Parusía, y no una amenaza. Al cuarto ángel no se le anuncia el retorno como algo inminente: simple exhortación a tener hasta que venga, lo que supone dificultades por venir antes del retorno definitivo. Evidentemente que el sexto ángel, que no merece reproche alguno, no es amenazado con ningún juicio particular. El “Vengo pronto” no puede referirse sino al fin del mundo, más cercano en la sexta que en la cuarta Iglesia. “En cuanto al séptimo ángel, aunque (Cristo) le reprende y amenaza casi con la misma severidad que al quinto, sin embargo no le dice: “Si no te conviertes, vengo a ti”. Le habla como al sexto ángel, pero acentuando aún más la proximidad de su Venida: “He aquí que estoy a la puerta y golpeo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”.[3]
¿Esta gradación puede ser fortuita? Es bastante difícil admitirlo; sobre todo cuando se considera que el “vengo” a Filadelfia se coloca después del anuncio de la gran prueba que todo el mundo debe esperar. Si se admite con la tradición que se trata de la persecución del Anticristo, encontramos exactamente el pensamiento de San Pablo: el Señor no vendrá antes que haya tenido lugar la apostasía y que se manifieste el hombre de pecado (II Tes II, 3).”
“… la fórmula parecida “sobre todo el mundo habitado” (III, 10), muestra bien que se trata de una cierta universalidad en contraste con el caso particular de Filadelfia. Pero, al mismo tiempo, salta a la vista la desproporción. ¿Qué puede significar esta promesa de Cristo en recompensar la fidelidad desta pequeña iglesia de protegerla de una calamidad universal?
Los modernos, como Swete y Allo, interpretan la promesa divina diciendo que se trata de “la preservación de todos los trastornos que deben preceder la Parusía, en general, todo el tiempo futuro que se confunde en la misma perspectiva profética”. Du Plessis se opone a causa de la precisión del texto: “Yo te guardaré de la hora de la tentación” y no simplemente “yo te guardaré de la tentación”; “lo cual se relaciona manifiestamente con una tentación especial, cuya hora está fijada por adelantado y que se extenderá al mismo tiempo a toda la Ciudad del mundo”. Sea lo que sea deste argumento, todo el contexto supone, en sentido literal propio, y Allo no debería dejar esto de lado, que los habitantes de Filadelfia serán los testigos salvados de una persecución general, lo cual se opone a toda probabilidad histórica, tanto pasada como futura. No queda más que una salida, por el sentido literal simbólico: la Iglesia de Filadelfia representa todos los cristianos fieles de una época determinada, presumiblemente la del Anticristo”.[4]



[1] Du Plessis, Les derniers temps, t. 2, pag. 63.
[2] Nota nuestra: A través de todo este pasaje el autor confunde Parusía con fin del mundo.
[3] Du Plessis, Les derniers temps, t. 2, pag. 63. El autor continúa: “Esta doble alusión a la profecía evangélica (Mc. XIII, 29; Mt XXIV, 33) y a la parábola de las vírgenes (Mt. XXV) es significativa: permite considerar a la séptima iglesia, la de Laodicea, como una figura de la Iglesia Católica cercana al fin del mundo”.
[4] Esta conclusión se confirma por la mención de la conversión de los judíos; lo cual pone todo el contexto en armonía con San Pablo (Rom XI).
Nota nuestra: Creemos que el autor confunde aquí dos cosas: primero la conversión parcial, de la cual se habla en la Iglesia de Filadelfia, con la conversión total a la cual alude San Pablo cuando dice: “todo Israel será salvo” (Rom. XI, 26) y en segundo lugar que lo que se le promete a la Iglesia en la época de Filadelfia es la preservación de la persecución que tendrá lugar bajo el Anticristo, es decir, en la iglesia siguiente: la de Laodicea.