martes, 31 de enero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 8

 8. Y lo adorarán (a la Bestia) todos los que habitan sobre la tierra; de los cuales no está escrito el nombre en el libro de la vida del Cordero (del degollado) desde la fundación del mundo. 

Concordancias: 

Προσκυνήσουσιν (adorar): cfr. Apoc. IX, 20; XIII, 12; XIV, 9-11; XX, 4. (Parecería que siempre en sentido peyorativo de idolatría). 

Veneración: Apoc. III, 9; IV, 10; V, 14; VII, 11; XI, 16; XIII, 4.15; XIV, 7; XVI, 2; XIX, 4.10.20; XXII, 8-9. 

Duda: Apoc. XI, 1; XV, 4. 

Cfr. Apoc. XIX, 10. 

οἱ κατοικοῦντες ἐπὶ τῆς γῆς (los que habitan sobre la tierra): cfr. Apoc. III, 10; VI, 10; VIII, 13; XI, 10; XIII, 12.14; XIV, 6; XVII, 2.8. 

Γέγραπται (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIV, 1; XVII, 5.8; XIX, 12.16; XX, 12.15; XXI, 12.27. 

Ὄνομα (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

βιβλίῳ (libro): cfr. Mt. I, 1; XII, 26; Lc. III, 4; XX, 42; Hech. I, 20; VII, 42; Fil. IV, 3; Apoc. XVII, 8; XX, 15. Ver Lc. IV, 17.20; Jn. XX, 30; XXI, 25; Gal III, 10; Heb. IX, 19; X, 7; Apoc. I, 11; III, 5; V, 1-5.8-9; VI, 14; X, 8; XX, 12; XXI, 27; XXII, 7.9-10.18-19. 

ἐν τῷ βιβλίῳ τῆς ζωῆς (en el libro de la vida): cfr. Sal. LXVIII, 29; Fil. IV, 3; Apoc. III, 5; XVII, 8; XX, 12.15; XXI, 27. Ver Dan. XII, 1. 

Ἀρνίου (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 11; XIV, 1.4.10; XV, 3; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3. 

ἐσφαγμένου (degollado): cfr. I Jn. III, 12; Apoc. V, 6.9.12; VI, 4.9; XIII, 3; XVIII, 24. 

καταβολῆς κόσμου (fundación del mundo): cfr. Mt. XIII, 35; XXV, 34; Lc. XI, 50; Jn. XVII, 24; Ef. I, 4; Heb. IV, 3; IX, 26; I Ped. I, 20; Apoc. XVII, 8. 

 

Notas Lingüísticas: 

viernes, 27 de enero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XIV de XVIII)

IX. - ADVERSARIOS Y DETRACTORES 

Al ayudar a Pío X a conjurar el peligro modernista, al luchar contra los errores del liberalismo y los errores de Le Sillon, el P. Billot prestó un servicio incomparable a la Iglesia. Pero uno no se levanta contra los profetas de la mentira y los púlpitos de la seducción, no se restablece la doctrina escolástica en su forma más pura sin levantar un clamor impío o una crítica astuta.

Dos ilustres maestros retomaron con mano vigorosa la vacilante antorcha del tomismo, uno en el campo de la filosofía, en forma crítico-científica, el otro en el campo de la teología, iluminado por la metafísica. El primero sería el Cardenal Mercier, el otro el Cardenal Billot. En ninguno de los dos bandos, ni en Roma ni en Lovaina, el regreso a Santo Tomás se produjo al principio en un ambiente de simpatía. No es de extrañar que el propio Ángel de la escuela tuviera que sufrir los golpes de los doctores retrógrados del agustinismo y platonismo para establecer su doctrina. Contra él se alzaron no sólo los teólogos seculares, sino toda la orden franciscana y, en su propia familia religiosa, muchos partidarios de la vieja escuela, por no hablar de la censura del obispo de París.

Los sistemas teológicos, en especial el suarezianismo y el molinismo, y las escuelas de filosofía moderna pronto se mostraron contrariados por la dirección que el nuevo profesor de la Gregoriana pretendía dar a su enseñanza. Se encontró con las opiniones heredadas y la actitud defensiva de otros teólogos. Les sorprendió que su voz no coincidiera con la de los demás. El resultado fue que el P. Billot renunció a su cátedra y regresó a Francia en silencio y sin quejarse. El eclipse fue breve, la desgracia duró poco. Un gesto oficial de León XIII, informado de su partida, hizo que volviera a su cátedra al año siguiente.

¡Singular similitud de destinos! En una época en la que los movimientos filosóficos y científicos tendían a realizarse fuera de la Iglesia, el ilustre profesor, que devolvía a la Universidad de Lovaina un tomismo rejuvenecido, en fidelidad al espíritu de Aristóteles, del Ángel de la Escuela y de los escolásticos de la gran época, ampliando el campo de conciliación entre la metafísica y la ciencia, pasaba por pruebas semejantes, más crueles aún, como atestiguan sus biógrafos. 

"Su persona y su acción, escribe Mons. Laveille, se presentaron al Santo Padre León XIII tan desfiguradas y disfrazadas que éste dejó ver, por signos evidentes, que su confianza estaba sacudida. En nombre del Papa, el Cardenal Mazella, Prefecto de la Congregación de Estudios, escribió una carta extremadamente severa al Presidente del Instituto de Filosofía, con la orden de distribuirla a todos los profesores a la salida del aula. Repudiado, deshonrado y culpado, Mons. Mercier permaneció dos años en este calvario, en silencio y humillado, antes de que se diera la orden de revisar el lamentable expediente de la denuncia" (Mons. Laveille, El cardenal Mercier). 

lunes, 23 de enero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 7

 7. Y se le dio hacer guerra contra los santos y vencerlos y se le dio autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. 

Concordancias:

 πόλεμον (guerra): cfr. Mt. XXIV, 6; Mc. XIII, 7; Lc. XIV, 31; I Cor. XIV, 8; Apoc. IX, 7.9; XI, 7; XII, 7.17; XVI, 14; XIX, 19; XX, 8. Ver Lc. XXI, 9. Ver Apoc. II, 16; XII, 7; XIII, 4; XVII, 14; XIX, 11. 

ἁγίων (santos): cfr. Mt. XXVII, 52; Hech. IX, 13; XXVI, 10; I Cor. VI, 2; Ef. I, 18; II, 19; III, 18; IV, 12; Col. I, 12; I Tes. III, 13; II Tes. I, 10; Apoc. V, 8; VIII, 3-4; XI, 18; XIII, 10; XIV, 12; XVI, 6; XVII, 6; XVIII, 20.24; XIX, 8; XX, 9; XXII, 11.21. Ver Apoc. XX, 6. 

νικῆσαι (vencer): cfr. Apoc. II, 7.11.17.26; III, 5.12.21; V, 5; VI, 2; XI, 7; XII, 11; XV, 2; XVII, 14; XXI, 7. 

ἐξουσία (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XII, 10; XIII, 2.4-5.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14. 

φυλὴν (tribu): cfr. Mt. XXIV, 30; Apoc. I, 7; V, 5.9; VII, 4-9; XI, 9; XIV, 6; XXI, 12. 

λαὸν (pueblo): cfr. Apoc. V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 9; XIV, 6; XVII, 15; XVIII, 4; XXI, 3. 

γλῶσσαν (lengua): cfr. Apoc. V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 9; XIV, 6; XVI, 10; XVII, 15. 

ἔθνος (nación): cfr. Apoc. II, 26; V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 2.9.18; XII, 5; XIV, 6.8; XV, 3-4; XVI, 19; XVII, 15; XVIII, 3.23; XIX, 15; XX, 3.8; XXI, 24.26; XXII, 2. 

Φυλῆς καὶ γλώσσης καὶ λαοῦ καὶ ἔθνους (tribu y lengua y pueblo y nación): cfr. Apoc. V, 9; VII, 9; XI, 9; XIV, 6. 

λαὸν καὶ γλῶσσαν καὶ ἔθνος (pueblo, lengua, nación): cfr. Apoc. X, 11; XVII, 15. 

 

Citas Bíblicas: 

Daniel VII, 21: “Pues estaba yo viendo cómo este cuerno hacía guerra contra los santos y prevalecía sobre ellos”. 

 

Comentario: 

Cfr. XI, 7 y XII, 17 donde los santos son llamados “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”. 

Allo: “Hacer la guerra a los Santos y vencerlos”, como en Dan. VII, 21, hablando del “pequeño cuerno”; cfr. también Apoc. XI, 7”. 

Ramos García (Apoc.): “El Reino de la Bestia será universal y su centro será Jerusalén”. 

Torres Amat: “Y vencerlos: en cuanto al cuerpo”.

jueves, 19 de enero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XIII de XVIII)

 VIII. - LE SILLON 

Desde el punto de vista de la doctrina católica, el cardenal Billot consideraba que Le Sillon era una transposición, en el orden social, de los errores doctrinales de la época, penetrados por el inmanentismo y el pragmatismo. Le Sillon le parecía cercano al modernismo en su origen y contenido, así como en el reclutamiento de sus seguidores. La inmanencia social que, a sus ojos, resumía la doctrina de Le Sillón, no era en realidad más que una transcripción de la inmanencia religiosa que constituye la base de la tesis modernista. El error social se basaba en un error dogmático. El cristianismo de Le Sillon está siempre en función de su democratismo, y este democratismo "cristiano" es una distorsión del Evangelio en la ideología revolucionaria.

Todo lo que el cardenal Billot pensaba al respecto está contenido en la Carta del 25 de agosto de 1910, y hay una fuerte presunción de que participó en la redacción de este grave documento pontificio.

El punto de partida de los errores de Le Sillón fue que sus fundadores no estaban dotados de ciencia histórica, filosofía sólida, teología fuerte, y que no habían sido capaces de preservarse de las infiltraciones liberales y protestantes.

Los errores especulativos de este movimiento han sido, en general, adoptar un programa y una enseñanza diferentes a los de León XIII. Los sillonistas rechazaron abiertamente el programa establecido por ese Papa y adoptaron uno diametralmente opuesto, en contradicción con los principios esenciales de la sociedad, situando la autoridad en el pueblo y apuntando a la nivelación de las clases.

Los errores prácticos de espíritu y conducta se resumen en el desprecio del pasado, la desconfianza en la jerarquía, la manía de subordinar la Iglesia a la democracia, la neutralidad que, frente a la Iglesia perseguida, se cruza de brazos; una extraña y peligrosa promiscuidad y, finalmente, conexiones blasfemas entre el Evangelio y la Revolución.

El cardenal representa tanto al cura modernista como al cura sillonista trabajando juntos para realizar sus sueños, para elaborar sus quimeras, como si fueran a hacer florecer de repente la justicia, la virtud y la felicidad en la raza humana. 

"… ¿Cuántos de los nuestros, o bien arrastrados por la corriente de la opinión triunfante, o bien deslumbrados e hipnotizados por el brillo exterior de una civilización que se ha vuelto pagana, o incluso influidos por la generosa, pero falaz idea de recuperar, a cambio de transacciones, el terreno perdido, cuántos, digo, aportan a la secularización universal la más inesperada y a la vez la más eficaz de todas las contribuciones? He aquí ahora un nuevo tipo de sacerdote, un sacerdote laico, desanimado de su carácter divino, adaptando su predicación, su enseñanza, su ministerio y su conducta en el siglo, lleno de una admiración sin límites por la ciencia profana, no teniendo más que el más absoluto desprecio por la del santuario. He aquí el sacerdote demócrata, ocupado en formar ciudadanos conscientes y responsables, a la espera de que la Iglesia, que, según él, ha llevado al límite la expansión del principio de autoridad, se vea obligada por fin, como él espera, a encontrar procedimientos más acordes con los derechos del hombre, los principios inmortales, la igualdad fundamental y la dignidad personal de todos los cristianos. Es la laicización de las cosas divinas: Laicización de la exégesis, que se reducirá a un método de interpretación de los textos sagrados según las únicas reglas que ahora se acostumbra a aplicar a todos los textos humanos, sin otra consideración que la debida al movimiento del pensamiento contemporáneo en el orden filosófico. Laicización de la teología, que ya no será como la definía San Anselmo, la fe que busca la inteligencia, la inteligencia de los misterios de Dios, de sus armonías profundas, de sus bellezas sobrenaturales, de su sentido admirable, sino que se convertirá ni más ni menos que en la historia de los sistemas, en el censo de las opiniones, en la nomenclatura de las teorías de los hombres sobre la verdad de Dios, lo cual es otra forma de substituir a Dios por el hombre. Por último, laicización de la moral cristiana, me refiero a las virtudes, algunas de las cuales, las de la vida interior, que están relacionadas con el espíritu de oración, penitencia, humildad, que nos mantienen en continua dependencia de Dios nuestro Maestro, de Dios nuestro creador, de Dios nuestro fin último, reciben su despido por ser virtudes del antiguo régimen, mientras que las otras, que llaman activas, y que consideran las únicas dignas del hombre adulto, emancipado, libre y consciente de sí mismo, deben tener en lo sucesivo precedencia y primacía" (Elogio del cardenal Pie, pág. 20). 

domingo, 15 de enero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 6

 6. Y abrió su boca para blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Tabernáculo: los que en el cielo tienden sus tabernáculos. 

Concordancias: 

ἤνοιξεν (abrió): cfr. Apoc. III, 7-8.20; IV, 1; V, 2-5.9; VI, 1.3.5.7.9.12; VIII, 1; IX, 2; X, 2.8; XI, 19; XII, 16; XV, 5; XIX, 11; XX, 12. 

Στόμα (boca): cfr. Mt. IV, 4; XV, 11.17-18; II Tes. II, 8; Apoc. I, 16; II, 16; III, 16; XIX, 15.21 (Verbo); IX, 17-19 (sexta Trompeta); XI, 5 (dos Testigos); XII, 16 (suelo); XII, 15 (serpiente); XIII, 2.5 (Bestia); XIV, 5 (144.000 sellados); XVI, 13 (Dragón - Bestia del Mar – Falso Profeta). 

βλασφημίας (blasfemias): cfr. Apoc. II, 9; XIII, 1.5; XVII, 3. 

βλασφημῆσαι (blasfemar): cfr. Mt. XXVII, 39; Mc. III, 28-29; XV, 29; Lc. XII, 10; XXII, 65; XXIII, 39; II Ped. II, 10.12; Jud. I, 8.10; Apoc. XVI, 9.11.21. 

Ὄνομά (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

Σκηνὴν (tabernáculo): cfr. Mt. XVII, 4; Mc. IX, 5; Lc. IX, 33; XVI, 9; Hech. VII, 44; XV, 16; Heb. VIII, 2.5; IX, 2-3.6.8.11.21; XI, 9; XIII, 10; Apoc. XV, 5; XXI, 3. 

οὐρανῷ (cielo): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 1.3.7.8.10.12; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10. 

Σκηνοῦντας (tienden sus tabernáculos): cfr. Jn. I, 14; Apoc. VII, 15; XII, 12; XXI, 3. Ver Apoc. XVIII, 20 donde los que tienden los tabernáculos en los cielos parecen identificarse con los Santos, Apóstoles y Profetas. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “σκηνοῦντας: habitantes; aposición de σκηνὴν (tabernáculo)”. 


Citas Bíblicas: 

XII, 12: “A causa de esto ¡alegráos cielos y (¿esto es?) los que en ellos tendéis los tabernáculos! ¡Ay de la tierra y del mar porque descendió el diablo (el Calumniador) a vosotros, teniendo furor grande, sabiendo que poco tiempo tiene!”. 

XIII, 6: “Y abrió su boca para blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Tabernáculo: los que en el cielo tienden sus tabernáculos”. 

XVIII, 20: “¡Alégrate sobre ella, cielo y (¿esto es?) los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio contra ella!”. 

 

Comentario: 

Es decir: el Tabernáculo de Dios es el Templo Celeste que está formado por los Santos (recordar el premio al vencedor de la iglesia de Filadelfia: “El que venciere, lo haré columna en el santuario de mi Dios y no saldrá más y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo desde mi Dios y mi nombre, el nuevo”). Los que moran en este Templo son llamados “los que tienden su tabernáculo en el cielo” y son los que forman la Jerusalén Celeste que descenderá del Cielo. 

“Los que tienden sus tabernáculos en el cielo” se oponen a “los habitantes de la tierra”. 

Straubinger: “Los que habitan en el cielo: cf. VI, 9 ss.; VII, 14 s. Mas la victoria final será de éstos (XI, 15; XIX, 20)”. 

Fillion: “Teniendo los plenos poderes de parte de Satán, la Bestia pone manos a la obra. El objeto de su odio fanático es, antes que nada, Dios mismo, su nombre sacro, su templo celeste (tabernaculum…), junto con todos los habitantes del cielo (habitant: el griego σκηνοῦντας trae a la memoria la imagen de una tienda, como más arriba en XII, 12, etc)”. 

Sales: “Se observa cómo lo que San Juan dice de la Bestia corresponde perfectamente a lo que Daniel dice del último cuerno (VII, 24-26), lo que demuestra que las dos profecías se refieren al mismo suceso, y ambas conciernen a la persecución del Anticristo”. 

Charles: “Es posible que nuestro autor, por τὴν σκηνὴν αὐτο (su Tabernáculo) signifique “Su Shekinah”. 

Iglesias: “Su tabernáculo: su “Tienda del encuentro” (Ex. XXXIII, 7-11), su morada”.

miércoles, 11 de enero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XII de XVIII)

 § 2. Breve resumen de la refutación del modernismo en los tratados teológicos del cardenal Billot

 

El Papa Pío X, en su encíclica Pascendi, señaló estos dos grandes principios del modernismo: la inmanencia vital y la evolución entendida en el sentido de verdadera variación.


Si "el agnosticismo, en la enseñanza de los modernistas, ha de tenerse sólo como parte negativa; la positiva, según dicen, la constituye la inmanencia vital. El paso de una a otra se realiza así: la religión, sea natural, sea sobrenatural, como otro cualquiera hecho, tiene que tener una explicación. Pero borrada la teología natural, cerrado el paso a la revelación por haber rechazado los argumentos de credibilidad, más aún, suprimida de todo punto cualquier revelación externa, en vano se busca fuera del hombre la explicación. Hay que buscarla, pues, dentro del hombre mismo, y como la religión es cierta forma de vida, se ha de encontrar necesariamente en la vida del hombre. De ahí la afirmación del principio de la inmanencia religiosa".


Con respecto a

 

"La fe y sus varios brotes, los modernistas establecen en primer lugar el principio general de que en una religión viva no hay nada que no sea variable, nada que no deba cambiar. A partir de ahí, pasan a lo que puede considerarse el punto principal de su sistema, es decir, la evolución. Consiguientemente, el dogma, la Iglesia, el culto, los libros que veneramos como santos, y hasta la fe misma, si no queremos que todo eso se cuente entre lo muerto, tiene que someterse a las leyes de la evolución" (la cita entera es de la Encíclica Pascendi).

 

Estos son los principios fundamentales del Modernismo.


El P. Billot muestra cómo se oponen a la verdadera razón y a la fe católica.


Contra el principio de la inmanencia vital, establece (Tratado De Virtutibus Infusis, tesis 17, pág. 300 y ss.) toda una tesis para demostrar que

 

"El juicio de credibilidad previo al acto de fe -son sus propias palabras- no debe tener como fundamento un vago sentimentalismo, ni las aspiraciones o la indigencia de un alma religiosa, como piensan los partidarios del método de la inmanencia, todos más o menos imbuidos de espíritu protestante; sino que debe estar necesariamente fundada en las razones que dan a conocer el hecho mismo de la Revelación".

 

El autor se detiene más en el principio de la evolución (que, por otra parte, no es más que una consecuencia del primer principio), pensando sin duda que esto le ayudará a descubrir el virus de la inmanencia mostrando sus desafortunados efectos.


sábado, 7 de enero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 5

 5. Y se le dio una boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para hacer, meses cuarenta y dos. 

Concordancias: 

Στόμα (boca): cfr. Mt. IV, 4; XV, 11.17-18; II Tes. II, 8; Apoc. I, 16; II, 16; III, 16; XIX, 15.21 (Verbo); IX, 17-19 (sexta Trompeta); XI, 5 (dos Testigos); XII, 15-16 (serpiente); XII, 16 (tierra - suelo); XIII, 2.6 (Bestia); XIV, 5 (144.000 sellados); XVI, 13 (Dragón - Bestia del Mar – Falso Profeta). 

λαλοῦν (hablaba): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XIII, 11.15; XVII, 1; XXI, 9.15. 

βλασφημίας (blasfemias): cfr. Apoc. II, 9; XIII, 1.6; XVII, 3. 

ἐξουσία (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XII, 10; XIII, 2.4.7.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14. 

μῆνας (mes): cfr. Apoc. IX, 2.5.10.15; XXII, 2.

 μῆνας τεσσεράκοντα δύο (meses cuarenta y dos): cfr. Apoc. XI, 2. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “ποιῆσαι (obrar): “Aquí o en sentido absoluto, y significa obrar, o con objeto de tiempo, y significa vivir. 

 

Citas Bíblicas: 

Dan. VII, 8.11.20.25: “Estaba yo contemplando los cuernos, cuando divisé otro cuerno pequeño, que despuntaba entre ellos; y le fueron arrancados tres de los primeros cuernos. Y he aquí que había en este cuerno ojos como ojos de hombre y una boca que profería cosas horribles (…) Miraba yo entonces a causa del ruido de las grandes palabras que hablaba el cuerno (…) ese cuerno que tenía ojos, y una boca que profería cosas espantosas, y parecía más grande que los otros (…) Proferirá palabras contra el Altísimo, oprimirá a los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la Ley…”. 

Dan. VII, 21.25: “Pues estaba yo viendo cómo este cuerno hacía guerra contra los santos y prevalecía sobre ellos (…) Proferirá palabras contra el Altísimo, oprimirá a los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la Ley…”. 

Dan. VII, 25: “Proferirá palabras contra el Altísimo, oprimirá a los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la Ley; y ellos serán entregados en su mano hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo”. 

Dan. XI, 36: “Aquel rey hará lo que quiera, se ensoberbecerá y se engrandecerá sobre todo dios. Hablará cosas espantosas contra el Dios de los dioses, y prosperará hasta que se cumpla la ira; porque lo decretado ha de cumplirse”. 

Cfr. Sal. XI, 5-6. 

 

Comentario: 

martes, 3 de enero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XI de XVIII)

VII. – EL MODERNISMO 

Cuando el ilustre teólogo, en el Tratado de las Virtudes infusas, llega al objeto de la fe, se enfrenta al error del modernismo y, sin querer entrar en una refutación científica, hecha en otro lugar sobre "lo absurdo de este error, su incurable falta de lógica y sus conceptos contradictorios", se contenta con dar de paso una idea simbólica de su "monstruosidad". Para ello pide a San Juan, el profeta de Patmos, que le preste sus inspirados oráculos. Se remite al capítulo IX del Apocalipsis, donde ve "abierto el pozo del abismo, que obscurecen el sol y el aire. Y del humo salió un ejército de langostas que se extendió sobre la tierra; y se les dio el mismo poder que a los escorpiones de la tierra. Y se les ordenó no dañar la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, sino sólo a aquellos hombres que no tuvieran el sello de Dios en sus frentes. Estos tipos de langostas eran como caballos preparados para la batalla; tenían en sus cabezas como coronas que parecían de oro; sus rostros eran como rostros de hombres. Sus cabellos eran como los de una mujer, y sus dientes como los de un león. Sus colas eran como colas de escorpiones con aguijones. Su jefe era el ángel del abismo, cuyo nombre era "el Exterminador", es decir, el espíritu maligno, homicida desde el principio, la antigua serpiente". 

"En esta visión, continúa el teólogo, los comentadores han visto la descripción profética de las grandes herejías como el arrianismo y el protestantismo. El error del modernismo está representado a su vez por el humo que sale del pozo del abismo, por las langostas que brotan del seno de este humo y por la forma extraordinaria de estas langostas.

En su humo, el pozo del abismo vomita el agnosticismo, principio fundamental del modernismo y de todos los errores que lo acompañan. El humo produce naturalmente dos efectos: intercepta la luz, obscureciendo los objetos externos; luego irrita los ojos, obscureciendo la propia vista e impidiendo ver lo que de otro modo sería visible. La obscura doctrina modernista produce en los espíritus los efectos del humo en el mundo material. Obscurece el sol de las inteligencias, que es Dios, y con él todas las cosas divinas. Sobre todo, obscurece la visión de los inventores y partidarios de esta doctrina.

Las langostas son un tipo de insecto que no puede volar como los pájaros, ni avanzar por el suelo como los animales terrestres. Es un animal barrigón, dice Belarmino en alguna parte; casi todo el cuerpo de las langostas es, de hecho, barrigón, y, como están privados de pies capaces de sostenerlas, no les es posible caminar por el suelo. También son incapaces de volar porque nada más estar en el aire el peso del vientre les tira hacia abajo. Prácticamente sólo pueden saltar aquí y allá, a la derecha y a la izquierda, en una marcha desordenada. Las herejías son las langostas de la visión apocalíptica. La característica de todas las herejías es tener opiniones incoherentes y pasar de una a otra, sin enlace lógico, a saltos, como las langostas. Y este es el caso del modernismo". 

En este capítulo damos una visión de conjunto del modernismo, basada en los escritos del cardenal Billot, y se concluye con una breve reseña de la refutación de este error en sus tratados teológicos (De Virtutibus infusis. De objecto fidei, pp. 264 a 272). 

§ 1. Vista de conjunto del modernismo según los escritos del cardenal Billot