DE LOS EVANGELIOS EN GENERAL
Nota del
Blog: Sirva esta pequeña introducción del P. Bover como un
complemento (o tal vez, mejor aún introducción)
del excelente trabajo del mismo Padre sobre la Cuestión Sinóptica cuya primera parte
puede verse AQUI.
NOMBRE.
Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la
misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva
por antonomasia, “el mensaje de la salud”
humana (Ef. I, 13).
TRIPLE FASE DEL EVANGELIO.
La Buena Nueva de Cristo
presentó tres fases sucesivas; 1) su realización histórica; 2) su anuncio o
divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado;
2) el Evangelio predicado; 3) el
Evangelio escrito.
Conviene determinar lo que
fué el Evangelio oral, que tiene por objeto el Evangelio realizado y es la base
del Evangelio escrito.
EL EVANGELIO ORAL.
La Predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: habían de
probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en
Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus hechos y sus
dichos, sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían
eco de aquellas palabras del Maestro: “Dichosos vuestros ojos, que vieron, y
vuestros oídos, que oyeron” (Mt. XIII,
16). Tal fué el objeto de la catequesis
evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este
ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada,
era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús
había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar
la materia y ordenarla.
En cuanto a la selección, Pedro, hombre perspicaz, pronto vió que lo que
Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa conforme a un plan premeditado,
se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el
último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio
galilaico se atuvo, por tanto.
El orden fué el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una
serie de viajes y excursiones. Esta serie de viajes, ya de suyo fácil de
retener, la conservaba Pedro en su tenaz memoria. Con sólo seguir este orden
itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico.
Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al
ser trasladada más tarde a Antioquía y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad
de los nuevos oyentes, griegos y latinos.
De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la
jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los
Evangelios escritos.