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jueves, 23 de julio de 2015

De los Evangelios en General, por el P. Bover

DE LOS EVANGELIOS EN GENERAL

Nota del Blog: Sirva esta pequeña introducción del P. Bover como un complemento (o tal vez, mejor aún introducción) del excelente trabajo del mismo Padre sobre la Cuestión Sinóptica cuya primera parte puede verse AQUI

NOMBRE.

Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, “el mensaje de la salud” humana (Ef. I, 13).


TRIPLE FASE DEL EVANGELIO.

La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas; 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito.

Conviene determinar lo que fué el Evangelio oral, que tiene por objeto el Evangelio realizado y es la base del Evangelio escrito.


EL EVANGELIO ORAL.

La Predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: habían de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus hechos y sus dichos, sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: “Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron” (Mt. XIII, 16). Tal fué el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla.

En cuanto a la selección, Pedro, hombre perspicaz, pronto vió que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto.

El orden fué el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Esta serie de viajes, ya de suyo fácil de retener, la conservaba Pedro en su tenaz memoria. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico.

Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquía y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos y latinos.  De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos.

domingo, 6 de abril de 2014

Notas a la Escritura Santa, IV. Las Particularidades de los Evangelios y una interesante aplicación al Discurso Parusíaco

   Sabido es que cada Evangelio tiene su rasgo propio, el de su autor, el cual puede ser o sobre la forma en que está estructurado el evangelio o sobre el uso de ciertas palabras o frases. En este pequeño estudio nos centraremos principalmente en algunas particularidades de San Mateo.

   El P. Leal, en su conocida e interesante obra nos da esta división en cuanto a los rasgos de los Evangelistas[1]:

San Juan es el primero en orden y cronología. Testigo presencial de los hechos. Escribe al final del siglo I y ha trazado con precisión y claridad el cauce por donde corre la actividad pública de Jesús.

San Lucas es el menos sinóptico de los Sinópticos. Se acerca mucho a San Juan. No se contenta con el ministerio público de Galilea. Dedica una parte muy importante al ministerio de los viajes a Jerusalén. Helénico de lengua y espíritu, se ha interesado mucho por el orden cronológico y literario de la historia.

San Marcos, fiel discípulo de San Pedro, omite la infancia, y el ministerio público lo centra en el lago de Galilea, que tenía tan hondos recuerdos para su maestro Pedro, natural de Betsaida.

San Mateo es un escritor de grandes ideas. Va siempre a la sustancia, a la médula y nervio de la verdad. Para él no cuentan los detalles ni los individuos. Ha escrito una suma evangélica. Esencialmente sistemático, sirve menos que sus sucesores para la ordenación cronológica de los hechos y sentencias.

Esto en cuanto al cuadro general, mientras que por lo que hace a algunas particularidades en el lenguaje nos encontramos con otras cualidades.

Será bueno dejar hablar al P. Joüon[2]:

viernes, 17 de agosto de 2012

¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?, por el P. Bover (IV de IV)


¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?


Autor: José María Bover, S.J.
Fuente: Estudios Bíblicos, tomo III, 1944, pag. 55 ss.


IV. Versión Griega de San Mateo


Es un fenómeno raro y curioso que los críticos, tan pródigos generalmente en lanzar las más atrevidas conjeturas, hayan estado tan parcos en aventurar hipótesis sobre el autor de la versión griega de San Mateo. En Bernabé especialmente nadie ha pensado. Y esto que parece que su nombre se había de venir a la pluma. Las condiciones personales del traductor las expresó acertadamente Cornely, al decir: ''Primum quidem interpretem… inter Iudaeos conversos esse quaerendum... translationem apostolica aetate factam esse,… Quare minime erraverunt, qui Apostolum aliquem vel apostolicum saltem virum interpretem esse coniecerunt” (Hist. et crit. introd. in U. T. libros sacros, vol. 3, introd. spec. in singulos N. T. libros, ed. 2, n. 15, p. 42). Versión hecha en la edad apostólica por un judío converso, probablemente Apóstol o varón apostólico: esto es todo lo que suele decirse. En cuanto al nombre del traductor es frecuente acogerse al dicho de San Jerónimo: ''Non satis certum esse, quis illud in graecum transtulerit'' (ML 23. 613). Veamos si en la tradición hallamos algunos datos que nos pongan en la pista. Las condiciones señaladas por Cornely cuadran admirablemente a Bernabé; pero esto sólo prueba que él pudo ser el autor de la versión. ¿Lo fue en realidad?
No pocos habrán reparado en el final de la sexta lección de Maitines de la fiesta de San Bernabé, en que se dice: ''Eius corpus Zenone imperatore repertum est in insula Cypro; ad cuius pectus erat Evangelium Matthaei, Barnabae manu conscriptum''. Coincide con el Martiroilogio Romano a 11 de junio: ''Cuius corpus tempore Zenonis imperatoris ipso revelante repertum est una cum codice Evangelii Matthaei sua manu descripto''. Esta doble autoridad, del Breviario y del Martirologio, no es despreciable; pero no suele dejar satisfechos a los críticos. Además, no se ve cómo de este hecho pueda colegirse haber sido Bernabé el autor de la versión de San Mateo. Convendrá, pues, examinar atentamente estos dos puntos.

lunes, 13 de agosto de 2012

¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?, por el P. Bover (III de IV)

Autor: José María Bover, S.J.
Fuente: Estudios Bíblicos, tomo III, 1944, pag. 55 ss.

San Marcos


 III. Predicación Romana y Evangelio de San Marcos


1. Bernabé y la predicación oral romana.

En la predicación oral de San Pedro en Roma, de donde se derivó directamente el segundo Evangelio, hemos de distinguir dos elementos: el contenido y la forma.
En el contenido, no tuvo, naturalmente, ninguna parte activa Bernabé; mas no hay que olvidar que este mismo contenido evangélico, histórico y doctrinal es el que recibió Bernabé ya desde los primeros momentos, y que él fue quien lo transplantó fielmente a Antioquía. Ese contenido era sustancialmente el mismo que el de la predicación oral de Bernabé.
En cuanto a su forma, es decir, su expresión griega, hay que recordar lo establecido anteriormente, es decir, que, según todas las probabilidades, Bernabé fue quien ya en Jerusalén helenizó la catequesis de San Pedro. De todos modos, al ser enviado oficialmente a Antioquía, allí predicó en griego lo que en Jerusalén predicaba en arameo. Y esta catequesis helenizada, con la recurrente repetición, había adquirido suficiente fijeza cuando San Pedro fue a Antioquía, y a ella naturalmente se acomodó, como que, en definitiva, no era otra cosa que su propia predicación aramea. Pedro, humilde como era, y menos helenista que Bernabé, se apropió la forma griega de Antioquía, que, continuada después entre los gentiles, cristalizó por fin en la forma romana, que fue la que Marcos transcribió en el segundo Evangelio.


sábado, 11 de agosto de 2012

¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?, por el P. Bover (II de IV)

¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?


Autor: José María Bover, S.J.
Fuente: Estudios Bíblicos, tomo III, 1944, pag. 55 ss.


II. Predicación Antioquena y Evangelio de San Lucas

Mucho más patente y decisiva es la acción de Bernabé en la predicación oral antioquena y su influencia en el tercer Evangelio: que serán los dos puntos que preferentemente vamos a estudiar. Otro punto, de suyo no menos interesante, pero más obvio y conocido, cual es la relación de Bernabé con San Pablo, que tanta parte tuvo en la predicación antioquena y cuya catequesis oral es la base del Evangelio redactado por su discípulo San Lucas, lo omitiremos casi en absoluto, contentos con conocer las relaciones directas de Bernabé con la predicación oral y con la redacción escrita.

1. Bernabé y la predicación oral antioquena

Oigamos la narración de los Hechos Apostólicos: “Los (fieles) que habían sido dispersados por la tribulación acaecida con motivo (de la muerte) de Esteban, pasaron hasta Fenicia y Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra sino a sólo los judíos. Había alguno de entre ellos, ciprios y cirenenses, que, venidos a Antioquía, hablaban también a los griegos, anunciando al Señor Jesús. Y andaba con ellos la mano del Señor. El rumor de esto llegó a oídos de la Iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé hasta Antioquía; el cual como llegó y vio la gracia de Dios, se gozó y exhortaba a todos a perseverar en el propósito del corazón, fieles al Señor; porque era hombre bueno y lleno de Espíritu Santo y de fe. Y se agregó crecida muchedumbre al Señor. Y salió para Tarso con el objeto de buscar a Saulo; y habiéndole hallado, le condujo a Antioquía. Y fue así que durante un año entero estuvieron ellos juntos en la Iglesia y enseñaron a notable muchedumbre, y en Antioquía, por primera vez fueron los discípulos llamados cristianos” (11, 19-26). Detengámonos unos momentos.

sábado, 4 de agosto de 2012

¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?, por el P. Bover (I de IV)

   Nota del Blog: sigue a continuación un trabajo fascinante del P. Bover sobre la cuestión sinóptica, tema difícil si los hay. El autor, que no es santo de nuestra devoción en lo que respecta a las profecías bíblicas, tiene sin embargo, trabajos súmamente interesantes en otros ámbitos de la exégesis bíblica y parece estar dotado de una rara habilidad para ver el trasfondo psicológico de las narraciones bíblicas. 
   La solución expuesta aquí nos parece muy natural y sencilla, y creemos que supera incluso a la del P. Jousse, tan cara a Castellani.
   Hemos decidido dividir este largo estudio en cuatro partes que serán publicadas poco a poco. 

San Bernabé


¿Bernabé, clave de la solución del problema sinóptico?
I Parte
Autor: José María Bover, S.J.
Fuente: Estudios Bíblicos, tomo III, 1944, pag. 55 ss.
  
 Introducción

 Pocos problemas escriturísticos habrán hecho correr más ríos de tinta que la llamada cuestión sinóptica. La historia de esta cuestión, que la crítica racionalista no ha logrado sino enmarañar lastimosamente, ha venido a ser un panteón de hipótesis muertas y sepultadas. El “requiescat Urmarcus” que sin titubear pronunció Swete[i], puede igualmente pronunciarse sobre tantas otras hipótesis no menos fantásticas. La raíz de este ruidoso fracaso está en haber considerado los Evangelios poco menos que como aerolitos caídos del cielo, como la Artemis Efesina[ii], sobre los cuales nada hubiera dicho la primitiva tradición cristiana. A esta tradición, pues, hemos de volver, para ver si entre los datos por ella suministrados hallamos alguno que nos dé la clave para la solución del enojoso problema. No vamos a aventurar nuevas hipótesis, sino a explorar el terreno firme de la historia.
Precisemos el punto concreto que deseamos investigar.