jueves, 28 de noviembre de 2019

La Restauración del Reino de Israel a la Luz de la Sagrada Escritura, por Mons. Straubinger (III de IV)


III

Aun en el Nuevo Testamento encontramos profecías alusivas a la restauración de Israel (no sólo a su conversión, como en Rom. XI). Recordamos la misteriosa palabra del sermón escatológico de Cristo:

“Caerán (los habitantes de Jerusalén) a filo de espada y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se haya cumplido” (Lc. XXI, 24).

Si tomamos hollar en el sentido de dominar, se anunciará aquí su liberación del dominio de los gentiles, que en el lenguaje bíblico significa a los no-judíos. La Catena Aurea agrega en paréntesis: y es de esperar que volverán a su patrio suelo, claro está cuando Israel alcance la salud prometida, o sea, cuando se convierta, lo cual coincide con Rom. XI, 25, donde el Apóstol fija la conversión de los judíos para el tiempo en que la plenitud de los gentiles haya entrado (en la Iglesia).

También en los Hechos de los Apóstoles podemos descubrir una idea de un nuevo reino de Israel. Los Apóstoles, que mejor que nosotros conocían los pensamientos de Jesús, esperaban con ansias que Él mismo inaugurara ese reino, y la última pregunta que le dirigieron antes de su Ascensión al cielo fué precisamente ésta: Señor, ¿es éste el tiempo en que restableces el reino para Israel?

Dejemos de acusar a los Apóstoles de un falso mesianismo como si no hubiesen comprendido la doctrina del reino de Dios que Cristo vino a fundar sobre la tierra. No hay duda de que la conocían, pero pensaban también en las profecías sobre la restauración de Israel y no sabían combinar las dos cosas. El Espíritu Santo no tardará en revelarles el misterio de la Iglesia. Cf. Ef. III, 9; Col. I, 26.

En Hech. III, 21, habla San Pedro de la restauración de todas las cosas de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas. Ahora bien, Dios habló también de la restauración de Israel. ¿No se cumplirá acaso en la restauración de todas las cosas?

Sea de ello como fuere, en todo caso tenemos en Hech. XV, 16, un precioso testimonio de cómo los Apóstoles pensaban sobre el tema de la restauración. En dicho pasaje, que forma parte del discurso de Santiago, en el Concilio de Jerusalén, el Apóstol, fundándose en Am. IX, 11 ss., alude a la restauración del tabernáculo de David (Hech. XV, 16), que en el fondo no es otra cosa que la restauración de Israel. El exégeta francés Boudou comenta esta palabra de Santiago de la siguiente manera:

Según la profecía de Amós, Dios realzará el tabernáculo de David, reconstruirá el reino davídico en su integridad y le devolverá su antiguo esplendor”.

Más aún, que la restauración de Israel es la imagen de la futura gloria de Jerusalén, la que inspira las visiones de los profetas. Remitimos al lector a Is. II, 2-4; XXIV, 23; LIV, 1-3; LX, 3-9; LXV, 19-22; LXVI, 10-11; Ez. XXXVII, 28; Miq. IV, 1 ss; Zac. VIII, 22; XII, 10; XIV, 8-11; Sal. XLVII, 2 s.; LXVII, 29 ss.; LXXXVI, 4 ss; CI, 5 ss.; Tob. XIII, 11. En todos estos y muchos otros pasajes contemplamos a Jerusalén bañada en la luz lejana de las esperanzas mesiánicas e inundada de gentes de todas las naciones y razas, rebosantes de júbilo y trayendo regalos.

La misma gloria divina, dice Cales, está interesada en la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y que parecían, perdidos sin esperanzas”.

lunes, 25 de noviembre de 2019

El Anticlericalismo y la Unidad Católica, por Mons. J.C. Fenton (I de VII)


El Anticlericalismo y la Unidad Católica,
por Mons. J.C. Fenton

Nota del Blog: El siguiente texto está traducido del American Ecclesiastical Review 116 (1947), pp. 51-67.


***

Aunque la actitud común y correctamente conocida como anticlericalismo parece que no es ni poderosa ni prevalente en nuestro país [Estados Unidos] hoy en día, y aunque no hay indicios ciertos que vaya a influir en un futuro inmediato, existen amplias e importantes razones por las cuales nuestro sacerdotes y fieles deben considerar este tema con cuidado. El anticlericalismo es, en sí mismo, un mal absoluto e injustificado ya que trabaja para disminuir o incluso impedir la unidad que Nuestro Señor quiso que su Iglesia posea. Además, conduce a males incluso peores que él. Aquel que es engañado en adoptar la actitud del anticlericalismo está en grave peligro de desechar su pertenencia a la Iglesia de Cristo. En la historia, el anticlericalismo ha sido frecuentemente un preludio de la apostasía.

Si bien la actitud no muestra signos de volverse común entre los Católicos en los Estados Unidos en un futuro próximo (y lo que se llama anticlericalismo en sentido estricto solamente puede existir entre Católicos o entre los que pretenden ser miembros de la Iglesia), existe un peligro real de que la negligencia en resaltar la verdad en este tema pueda resultar en un fracaso de parte de los Católicos en apreciar la maldad inherente del anticlericalismo. El libro extranjero con tinte anticlerical que ocasionalmente aparece en este país y el aún más infrecuente artículo o crítica de libros estadounidenses que muestran simpatías con el anticlericalismo puede hacer, si no se les explica cada tanto la verdad sobre esta materia, que los Católicos no instruidos imaginen que el anticlericalismo es compatible con una expresión completa y leal de la vida Católica. Aquellos que caigan en este engaño estarían, por el mismo hecho, enceguecidos con respecto a la espléndida y sobrenatural unidad de su Cuerpo Místico.

Es muy extraño que el tema del anticlericalismo haya sido tratado muy poco en los escritos Católicos de habla inglesa. El tratado más conocido sobre anticlericalismo en inglés se encuentra en una sección del admirable libro de H. Belloc Sobrevivientes y recién llegados. Este libro, de una apologética popular e histórica, consideraba al anticlericalismo como uno de los tres movimientos o actitudes que, juntos, formaban la principal oposición al Catolicismo en 1929, cuando apareció por primera vez.

viernes, 22 de noviembre de 2019

La Restauración del Reino de Israel a la Luz de la Sagrada Escritura, por Mons. Straubinger (II de IV)


II

Gran luz arrojan sobre nuestro problema las profecías del Antiguo Testamento. Sean ellas la antorcha que nos ilumine en el estudio de tan oscura y compleja materia.

¿Quién no conoce los grandiosos cuadros proféticos en que los vates de Israel pintan el regreso de su pueblo al país de sus padres? Cuadros que a primera vista parecen haberse cumplido y realizado en la repatriación de los cautivos después del regreso de Babilonia; pero sin negar que algunas profecías se refieren solamente a aquel acontecimiento histórico hay, sin embargo, otras muchas que sobrepasan el estrecho marco de aquel período de la historia de Israel y apuntan a una repatriación completa y definitiva, porque abarcan a todas las tribus de Israel y no solamente a las dos tribus de Judá y Benjamín que volvieron del destierro.

Abriendo el Libro Sagrado hallamos ya en el Deuteronomio (XXX, 1-6), una hermosa profecía de Moisés, relativa al retorno de Israel. Moisés profetiza a los Israelitas no solamente el destierro sino también, para el caso de arrepentirse ellos de la apostasía, el regreso a su patria y a la vez la circuncisión del corazón, de modo que esta profecía encierra ambos aspectos, el nacional y el religioso, que al parecer siempre están entre-lazados en el pueblo judío. Dice Moisés:

“Cuando te sobrevengan todas estas cosas, la bendición y la maldición que hoy te he expuesto, si las tomas a pecho en medio de las naciones a las que Yahvé, tu Dios, te haya desterrado, y te vuelves hacía Yahvé, tu Dios, y escuchas su voz conforme a cuanto hoy te ordeno, tú y tus hijos, con todo tu corazón y toda tu alma, Yahvé, Dios tuyo, cambiará tu destino, se compadecerá de ti y volverá a juntarte de en medio de todos los pueblos, entre los cuales te habrá dispersado. Aunque estuviesen tus proscriptos en el extremo de los cielos, de allí te juntará Yahvé, tu Dios, y de allí te recogerá, te conducirá a la tierra que tus padres poseyeron, y la poseerás, y Él te favorecerá y te multiplicará más que a tus padres. Yahvé, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu prole para que ames a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón y toda tu alma por amor de tu vida”.

Sobre el destino del pueblo judío no hay vaticinio más claro que éste, que le profetizara su profeta más grande. Nadie dirá que ya se haya cumplido del todo. Sobre el sentido de la circuncisión del corazón véase Jer. XXXII, 39; Ez. XI, 19; Hech. VII, 51.

El Profeta Isaías nos ha dejado el siguiente cuadro:

martes, 19 de noviembre de 2019

¿El Salmo CIX, clave del Apocalipsis? (VII de VII)


Conclusión.

Creemos que esta interpretación tiene la no despreciable ventaja de explicar las cosas más fácilmente y en concordancia con las palabras de las Escrituras.

Jesús es aquel:

“Hombre de noble linaje que fue a un país lejano a tomar para sí posesión de un reino y volver” (Lc. XIX, 12).

Es decir, Jesús subió a los cielos (país lejano), para abrir el testamento que lo hace heredero de todo (tomar posesión del reino) y venir (volver) en su segunda Venida, a reinar, obviamente.

Por lo demás, algunas de las citas que dimos más arriba parecen afirmar que Cristo se sentará recién en su trono de gloria al momento de su Parusía y no antes.

Será bueno traer aquí de nuevo las citas:

Mt. XIX, 28: “En verdad os digo, vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, os sentaréis, vosotros también, sobre doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel”.

Mt. XXV, 31-32: “Pero cuando venga el Hijo de Hombre en su gloria y todos los ángeles con Él, entonces se sentará sobre su trono de gloria, y se congregarán delante de Él todas las naciones…”.

sábado, 16 de noviembre de 2019

La Restauración del Reino de Israel a la Luz de la Sagrada Escritura, por Mons. Straubinger (I de IV)


La Restauración del Reino de Israel
a la Luz de la Sagrada Escritura, por Mons. Straubinger

Nota del Blog: Un lector tuvo la amabilidad de señalarnos este estudio de Mons. Straubinger, que en sustancia es muy parecido al que ya publicamos AQUI.

En los tiempos que corren, no estamos como para andar desperdiciando una sola de las palabras salidas de la pluma del magnífico exégeta alemán, así que, a pesar de ser muy parecidos, hemos decidido publicarlo de todas formas.

El texto está tomado de la Revista de Teología, La Plata, Año 1 (1951), Número 4, pp. 52-60.

I

La creciente infiltración de los Judíos en otros pueblos, incluso los de América, ha dado nueva importancia a un viejo problema, cuya solución ha inspirado una multitud tan inmensa de libros, que apenas caben en los estantes de las bibliotecas. Hasta revistas hay cuyo único tema es el problema judío; mas a despecho de todos los esfuerzos literarios y periodísticos, el problema queda en pie y aqueja a la Humanidad; y ciertamente conmoverá al mundo mientras vivan Judíos entre los pueblos cristianos.

Nos limitamos en este estudio al aspecto bíblico-religioso del problema; y dentro del mismo, al sector más pequeño y prácticamente olvidado, que podemos circunscribir con la pregunta: ¿Qué dice la Biblia sobre la restauración del reino de Israel y el actual retorno de los Judíos al país de Abrahán, Isaac y Jacob, sus padres, que vivieron hace tres mil años en la tierra de Palestina? A tal pregunta y su posible solución nos estimulan los acontecimientos modernos que han mostrado que se reconoce a Judá derechos, si bien parciales, sobre el suelo de Palestina.

En la historia del género humano no existe un caso semejante de que un pueblo hubiese reclamado el derecho al territorio donde moraron sus antepasados en la antigüedad; los habitantes de ese territorio y todas las naciones se hubieran opuesto y considerado a ese pueblo como agresor e invasor. Con toda razón, porque es imposible reconstruir el mundo antiguo sin destruir el moderno.

Sin embargo, precisamente en esta argumentación consiste el error principal de quienes ven un acto de injusticia en la ocupación judía de Palestina y el consiguiente desplazamiento de la población árabe residente allí desde muchos siglos.

Es porque el pueblo judío es un pueblo especial, el único que tiene un título divino e irrenunciable a su tierra. De ahí que triunfe siempre sobre las leyes de la historia y el derecho internacional.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

¿El Salmo CIX, clave del Apocalipsis? (VI de VII)


5 Objeción:

El Mesías va a estar sentado por siempre en el mismo trono en que ahora está.

Prueba de lo dicho.

En la Biblia de Straubinger leemos:

Heb. X, 11-13: “Todo sacerdote está ejerciendo día por día su ministerio, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, los cuales nunca pueden quitar los pecados; Éste (Jesús), empero, después de ofrecer un solo sacrificio por los pecados, para siempre “se sentó a la diestra de Dios”, aguardando lo que resta “hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies”.

Respuesta:

1) Todos los textos que hemos dado hasta aquí y especialmente aquel tomado de Apoc. III, 21, prueban inequívocamente que hay dos tronos y creemos que este pasaje a los Hebreos se debe interpretar a la luz de los demás y no viceversa, sobre todo cuando se le puede dar fácilmente otra interpretación, lo cual nos lleva al siguiente punto.

2) El texto original del v. 12 es el siguiente:

οὗτος δὲ μίαν ὑπὲρ ἁμαρτιῶν προσενέγκας θυσίαν εἰς τὸ διηνεκὲς ἐκάθισεν ἐν δεξιᾷ τοῦ Θεοῦ

Crudamente literal: “Éste, en cambio, una (vez) por los pecados habiendo ofrecido sacrificio a perpetuidad sentóse a la diestra de Dios”.

Y la pregunta obvia es ¿a qué modifica a perpetuidad? ¿A lo que sigue o a lo que precede? En otras palabras: ¿dónde colocar la coma: después de sacrificio o de a perpetuidad?

Y, a priori, tan lícito es lo uno como lo otro. No nos vamos a poner a citar las diversas versiones ni los comentarios ya que no es necesario, pues al poco que se analiza el texto, la balanza se inclina decididamente por la segunda opción.

En primer lugar, notemos que san Pablo está contraponiendo los sacrificios antiguos con el de Cristo, y una de las diferencias es que los sacerdotes de la Antigua Ley ofrecían muchas veces, con lo cual es lógico pensar que el a perpetuidad alude al sacrificio de Cristo ofrecido una vez y no a su sesión a la diestra del Padre.

En segundo lugar, el adverbio es usado 4 veces en el Nuevo Testamento y siempre en nuestra epístola. Bastará recorrer los otros tres casos para ver que tienen un denominador común.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis IX, 18-21


18. De las tres plagas estas, fueron muertos la tercera parte de los hombres: del fuego y del humo y del azufre, el que salía de sus bocas.

Concordancias:

πληγῶν (plagas): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 20; XI, 6; XIII, 3.12.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9; XXII, 18.

πυρὸς (fuego): cfr. Lc. IX, 54; XII, 49; XVII, 29; Hech. II, 19; Apoc. I, 14; II, 18; III, 18; IV, 5; VIII, 5.7-8; IX, 17; X, 1; XI, 5; XIII, 13; XIV, 10.18; XV, 2; XVI, 8; XVII, 16; XVIII, 8; XIX, 12.20; XX, 9-10.14-15; XXI, 8. Ver Apoc. IX, 17a.

καπνοῦ (humo): cfr. Hech. II, 19; Apoc. VIII, 4; IX, 2-3.17; XIV, 11; XV, 8; XVIII, 9.18; XIX, 3. Ver Apoc. IX, 17a.

θείου (azufre): cfr. Lc. XVII, 29; Apoc. IX, 17; XIV, 10; XIX, 20; XX, 10; XXI, 8. Ver Apoc. IX, 17a.

ἐκ τοῦ πυρὸς... τοῦ ἐκπορευομένου ἐκ τῶν στομάτων αὐτῶν (del fuego..., el que salía de sus bocas): cfr. Apoc. IX, 17; XI, 5.


Comentario:

Esta parece ser la plaga mortal que recibe la Bestia y de la cual es sanada.


19. En efecto, el poder de los caballos en su boca está y en sus colas; en efecto, sus colas (son) semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas dañan.

Comentario:

Ver en el v. 3 las semejanzas con Lc. X, 19.


20. Y los restantes de los hombres, los que no fueron muertos con las plagas estas, no se arrepintieron de las obras de sus manos, para no adorar a los demonios y los ídolos, los de oro y los de plata y los de bronce y los de piedra y los de madera, los cuales ni ver pueden, ni oír, ni caminar.

jueves, 7 de noviembre de 2019

¿El Salmo CIX, clave del Apocalipsis? (V de VII)


4 Objeción:

Jesús es visto de pie por san Esteban y, por lo tanto, o el cap. IV del Apocalipsis comenzó a cumplirse ya en época de los Apóstoles o la imagen de Jesús sentado o de pie no sirve para nada a la hora de interpretar el Apocalipsis. En cualquier caso, la tesis central del artículo es errónea.

Prueba de lo dicho.

Hech. VII, 54-56: “Como oyesen esto, se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él. Mas, lleno del Espíritu Santo y clavando los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, y exclamó: “He aquí que veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios”.

Esta objeción va de la mano con otra no menos clara.

Mt. XXVI, 62-64: “Entonces, el sumo sacerdote se levantó y le dijo: “¿Nada respondes? ¿Qué es eso que éstos atestiguan contra Ti?” Pero Jesús callaba. Le dijo el sumo sacerdote: “Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Y Yo os digo: desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo”.

Lc. XXIII, 69: “Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”.

Donde vemos que el Hijo del hombre se iba a sentar inmediatamente en el trono de gloria, con lo cual, tenemos que ambos tronos significan lo mismo.

Respuesta:

Esta objeción parece ser concluyente contra nuestra tesis, con lo cual, debemos ir de a poco.

Tal vez será mejor comenzar por la segunda.

Famosa escena que le valió la condena a muerte a Nuestro Señor y que presenta algunos rasgos difíciles: la partícula “desde ahora” ha dado mucho que hablar y hay dos escuelas divididas: la de quienes ven en esta escena una visión escatológica y los que creen se trata de un tiempo mucho más largo[1]. La primera es básicamente la de los Padres y exégetas hasta el siglo XIX, mientras la segunda cobró fuerza en el siglo XIX y se hizo bastante general en el XX.

El P. Segarra combate esta última y con razón.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis IX, 15-17


15. Y fueron liberados los cuatro ángeles, los preparados a la hora y día y mes y año, a fin de matar la tercera parte de los hombres.

Comentario:

¿Este “hora, día, mes y año” fijo, coincide con el terremoto de XI, 13?

Fillion: "Preparados para la hora y el día y el mes y el año, es decir, para el momento preciso que Dios había fijado en sus designios".

Alápide: "Ut occiderent tertiam partem hominum: No de los signados, como se ve por lo dicho en VII, 3 y IX, 4, sino de los impíos y réprobos. Lo mismo se vé por el hecho de que si aquí fueran muertos los píos y justos, entonces no quedaría ningún justo sobre la tierra. Pues, como se dice luego, los demás que no son muertos, serán idólatras. Por lo tanto, se habla solamente aquí de los no signados e impíos (contra quienes van dirigidas estas venganzas y penas), de los cuales dice que ha de morir la tercera parte; los demás permanecerán en su idolatría y crímenes".

Charles: "τὸ τρίτον τῶν ἀνθρώπων (la tercera parte de los hombres). Los siervos de Dios están exentos de este "Ay", IX, 4.20. Solo los "habitantes de la tierra" (VIII, 13), han de ser destruidos".

Jünemann: “Para matar en tiempos y momentos fijos”.


16. Y el número de los ejércitos de la caballería, dos veces miríadas de miríadas (doscientos millones); oí su número.

Comentario:

Allo: "Estas miríadas de miríadas (200.000.000) son una cifra parecida a la de los ángeles de la corte celeste (V, 11), lo que nos lleva ya a creer que se trata de ángeles del Abismo".

Garland: "Tener en cuenta que el pasaje dice "dos miríadas de miríadas" que indica una incontable multitud más que precisamente "200 millones".


17. Y así vi los caballos en la visión y a los sentados sobre ellos: teniendo corazas (de color) ígneas y jacínticas (azul violáceo) y sulfúreas (amarillo) y las cabezas de los caballos como cabezas de leones y de sus bocas sale fuego y humo y azufre.

Citas Bíblicas:

Nah. II, 1-4: “Está ya delante de ti el devastador; guarda la plaza fuerte, observa los caminos; fortalece tus lomos, aumenta mucho tus fuerzas. Pues Yahvé restaura la gloria de Jacob, así como la gloria de Israel; porque los saquearon saqueadores que destruyeron sus vástagos. Los escudos de sus guerreros están teñidos de rojo, sus valientes vestidos de púrpura; sus carros centellean como acero en el día de la reseña, y vibran sus lanzas. Los carros se precipitan por las calles, atraviesan veloces las plazas; parecen antorchas, corren como relámpagos”.


Comentario:

Fillion: “In visione: El escritor sacro inserta este detalle a fin de explicar el carácter alegórico de los combatientes y de sus caballos”.

Wikenhauser: "Las proporciones de este ejército y el espectáculo que ofrece son completamente fantásticos. Consta de doscientos millones de caballos con sus jinetes, protegidos estos últimos con corazas de color de fuego, de jacinto y azufre; el color de las corazas corresponde exactamente al fuego, humo y azufre que arrojan las bocas de los caballos".

Sales: "Los tres colores del fuego, del jacinto (violeta oscuro) y del azufre corresponden a las tres materias fuego, humo y azufre, que salen de la boca de los caballos".

viernes, 1 de noviembre de 2019

¿El Salmo CIX, clave del Apocalipsis? (IV de VII)


Contra nuestra tesis, surgen no pocas objeciones que trataremos de ir analizando una a una.

1 Objeción:

Aun suponiendo que la exégesis sobre los dos tronos y el estar sentado o de pie sea correcta, no se puede probar que Jesús siga sentado en este momento en el trono de su Padre, con lo cual cae todo el argumento al estar basado en un supuesto no demostrado.

Respuesta:

1) En primer lugar, como ya lo indicamos, sabemos por la fe que Jesús se sentó a la diestra de Dios, con lo cual hay que suponer que sigue sentado allí a menos que se pruebe lo contrario. En otras palabras, la carga de la prueba no es nuestra.

Instabis:

Pero ya se han cumplido cosas del capítulo IV en adelante, por lo tanto, el Cordero ya tiene que haberse puesto de pie.

Respuesta:

Se han cumplido en sentido literal metafórico, transeat; en sentido literal propio, niego.

A las pruebas nos remitimos: basta leer cualquier comentario de las segunda y tercera posición enumeradas más arriba por Cornely para ver la violencia que se les hace a los textos. Castellani es un claro ejemplo al respecto[1].

2) En segundo lugar, no faltan indicios para creer que el Hijo sigue sentado a la diestra del Padre; piénsese, por ejemplo, lo que la Iglesia implora en la Misa al momento del Gloria:

Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis”.

Pareciendo suponer que sigue allí sentado.

3) Por otra parte, el Sal. II, paralelo al nuestro, termina con estas misteriosas palabras (vv. 11-12):

“Servid a Yahvé con temor y alegraos, temblando rendidle homenaje. No sea que se aíre y perezcáis del camino cuando se encienda pronto su ira. Bienaventurados los que en Él confían”.