Magdalena Chasles, El reino del miedo
(Reseña)
CJ Traducciones, 2025, pp. 231
“El reino del miedo, estudio bíblico y psicológico”, es el título completo de esta obra, cuya autora apenas si precisa presentación (ver ACÁ lo que hemos publicado de la autora y ACÁ el resto de sus libros).
Para presentarlo, nada mejor que dejar hablar a la autora, gran conocedora de la naturaleza humana, como también de las Sagradas Escrituras, y que nos lleva, sin mayores problemas, a través de un tema tan importante como actual, el del miedo, causa de tantas caídas a través de la historia humana.
Después de trazar la historia del miedo a través de la Biblia y de describirla en la modernidad (¿qué diría hoy en día con todo lo que ha avanzado la tecnología y sus infinitas aplicaciones?), dedica la tercera parte de su obra a darnos el remedio para luchar contra este formidable enemigo.
Baste con citas sus palabras tomadas de la introducción para hacerse una idea de la obra:
“Cuando llegó la hora de dejar a sus discípulos, Cristo Jesús les
dirigió estas palabras: «No se turbe vuestro corazón» (Jn. XIV, 1).
Sin embargo, unos días antes, había dicho: «Mi alma está turbada» (Jn.
XII, 27) y, durante la última cena, al señalar a Judas, quien lo traicionaría,
«Jesús se turbó en su espíritu» (Jn. XIII, 21). Unas horas más tarde, en
Getsemaní, la turbación, la angustia y el temor cayeron sobre Él (Mc. XIV,
33-34).
¿Cómo explicar la sorprendente contradicción que parece desprenderse de
estos textos evangélicos: la turbación de Cristo y la paz que ofrece a sus
discípulos? ¿El espanto que se apodera de todo su ser, mientras proclama: «No
se turbe vuestro corazón»?
Es para intentar arrojar alguna luz sobre el misterio de estas
contradicciones –que se encuentran en diversos grados en toda la Biblia– y
sobre las de nuestras propias vidas, que buscaremos el origen del Reino del
Miedo.
Seguiremos entonces el «hilo negro» de la angustia a través del Libro
sagrado, así como en nuestro mundo moderno...
Si Jesús fue turbado en los últimos días de su vida es
porque aceptó, por amor, llevar nuestra inquietud humana para absorberla en su
victoria.
Es porque quiso sufrir la prueba de la fuerza
satánica, del «príncipe de este mundo», el príncipe del miedo.
Es porque aceptó la muerte, para triunfar
definitivamente de todas las potestades malvadas aliadas contra nosotros, y
hacer de sus redimidos vencedores junto con Él: vencedores del pecado, de la
muerte, de Satanás, pero también, y por ello mismo, de todos los miedos, de
todas las ansiedades que nos importunan y paralizan.
La derrota aparente de Jesucristo en el Calvario es
nuestra victoria.
Su muerte venció a la muerte.
El miedo que quiso conocer mató al miedo.