lunes, 29 de marzo de 2021

El Tetragrama o Nombre de Dios, por P. Drach, Rabino converso (II de VII)

   2. Hè (ה): Esta letra está fundada sobre el poder divino, como así también sobre la majestad real de Dios. De ella proceden los resplandores que están debajo de ella, así como ella misma procede de los resplandores que están sobre ella. Si en lugar de su figura ordinaria, ה, se mueve el punto a la derecha, entonces se forma el nombre yad, יו, la mano; es la mano del Señor. La Escritura dice, Gen. II, 4: 

“Este es el origen del cielo y de la tierra, cuando fueron creados, בְּהִבָּֽרְאָ֑ם”. 

Separad la palabra y leed: בְּהִ בָּֽרְאָ֑ם, Él las creó por la letra . 

La configuración de esta letra ofrece una abertura por abajo y otra por arriba, más estrecha y sobre el costado, para indicar que los hombres cuyos pecados los llevan al infierno pueden, en virtud de esta letra, evitar la perdición que los amenaza y ascender a la morada celestial de la eterna gloria[1]. Pero se desciende fácilmente y se asciende con dificultad. La misma letra desciende hasta el infierno y lleva a su cautividad hasta el cielo. 

Esto no necesita explicación. ¿Quién no reconocerá en primer lugar al Verbo eterno, la segunda Hipóstasis, engendrada por el Padre y del que proceden, al mismo tiempo que del Padre, esos otros esplendores que llamamos Espíritu Santo? Ya hemos visto[2] que el mundo fue creado por Él. No solamente el Verbo eterno se humilló hasta la muerte de la cruz para librarnos del pecado, sino que, unido a su alma humana, mientras estaba separada del cuerpo divino, descendió a los infiernos para ascender al cielo con los Justos que el príncipe del pecado había tenido cautivos hasta entonces; o más bien, para servirnos de las sublimes palabras del gran Apóstol: 

“Subiendo hacia lo alto llevó a cautivos consigo, y dio dones a los hombres.” Eso de subir, ¿qué significa, sino que (antes) bajó a lo que está debajo de la tierra? (Ef. IV, 8-9). 

viernes, 26 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (VIII de VIII)

   Pero todavía más. En busca de un tercer argumento que sería el de la tradición exegética, cabe ahora preguntar: ¿y tiene esa interpretación apoyo alguno en los antiguos comentaristas? 

Casi creíamos que no. Conocíamos las citas de San Agustín y de San Ambrosio que contienen una leve referencia al legislador, torcida luego a místicas contraposiciones del escribir en tierra y en el cielo, en piedra dura o en tierra fructuosa; e, independientemente de tales textos, habíamos desarrollado ya todo nuestro trabajo, siempre con el justo recelo de si pensábamos en nuevas soluciones para las cuestiones viejas, cuando una breve nota del P. Knabenbauer puesta en párrafo secundario y con evidente desvío 

“Otros opinan que Cristo quiso indicar con esa inscripción que la ley fue escrita por Él” (Cfr. Rup. Bon. Cai.).[1] 

Nos llevó a consultar a Ruperto de Deutz (1135), a San Buenaventura (1214), y al Cardenal Cayetano (1535). ¿Por qué, en este punto, no tuvieron para ellos ni una palabra siquiera los dos máximos exégetas del siglo de oro, Toledo y Maldonado? Los textos son interesantes, pues sobre las primeras y vacilantes referencias, aportan una afirmación más directa, y el de Ruperto el sugestivo detalle de la doble escritura de las tablas. Por eso los recogemos nosotros con honor y los ponemos aquí por extenso, como una confirmación antigua, aunque todavía incompleta, de lo que llevamos expuesto con mayor copia de datos, y probado con nuevos y peculiares argumentos. 

Así comenta Ruperto: 

"Inclinándose Jesús escribía con el dedo sobre la tierra. ¿Qué significaba que, al ser interrogado por los presentes, se pusiera a escribir con el dedo sobre la tierra, lo cual no solía hacer? 

En efecto, debido a que tenían preparado el lazo para cazar al manso y misericordioso, estrechando el lazo, inmediatamente después de la primera proposición de la autoridad de Moisés, junto con la menor, diciendo: “Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó lapidar a tales mujeres”, pero él no solamente sabía que era mayor que Moisés, como se puede ver dado que con su espíritu o (lo que hace ahora más a propósito para nuestro tema) con su dedo, como se vé en el Deuteronomio, Moisés recibió la ley escrita en tablas de piedra. Por lo tanto, a fin de mostrar que no debía ni podía atarse a la autoridad de Moisés, congrua y oportunamente inclinándose, escribía con el dedo en la tierra, señalando tan sabia como humildemente que era señor de la ley mayor que Moisés. Al perseverar interrogándolo, se levantó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella”. E inclinándose de nuevo, se puso otra vez a escribir en el suelo”. Conocida y célebre en todo el mundo es la sentencia que dictaminó no cualquier senador principal o cónsul, sino el mismo rey y emperador de la curia celestial; tienes tanto de verdad como de mansedumbre, ni más aliviada con la suavidad de la compasión que agravada con el peso equilibrado de la sentencia. 

martes, 23 de marzo de 2021

El Tetragrama o Nombre de Dios, por P. Drach, Rabino converso (I de VII)

 El Tetragrama o Nombre de Dios,

por P. Drach, Rabino converso 

Nota del Blog: El siguiente texto está traducido de un libro verdaderamente monumental escrito por Paul Drach, Rabino converso, intitulado “De l`Harmonie entre l'Église et la Synagogue”, (1844) tomo 1, pag. 385-412. 

Drach prueba, con su acreditada competencia, que los judíos conocieron desde siempre los dos principales misterios del Catolicismo: la Santísima Trinidad y la Encarnación de una de las tres Personas divinas. En verdad, sólo es posible explicar la ceguera de Israel como un castigo, pues no hay otra manera de vislumbrar tamaño misterio. Al leer estas páginas, es difícil escapar a la impresión de aquellas palabras de Bloy y no pedirle a la Sinagoga “sollozando a sus pies, que tenga piedad del Dios doliente”. 

Tampoco es que los Católicos tengamos mucho de qué gloriarnos pues, y tal como ya lo dijo el mismo Bloy hace un siglo, “el velo ha pasado de Israel a la Iglesia Católica”.

Ambos volúmenes pueden leerse AQUI y AQUI. 

Los Salmos son citados según la numeración del hebreo.


*** 

El Tetragrama Divino

   Tenemos que resolver ahora una cuestión que sin dudas se ha presentado al espíritu de más de un lector. ¿Por qué el nombre Jehová es llamado tetragrama, nombre de cuatro letras (יהוה), con preferencia a tantos otros nombres de Dios que están compuestos también de cuatro letras, tales como Adonaï, אֲֽדֹנָ֗י, Adón, דוֹןָ א, Elohaï, יִ הָ לֱא, Eloha, אלוה, Ehyé, אהיה, Schaddaï, שַׁדַּי ? La razón es que cada una de las cuatro letras del nombre llamado por excelencia venerable, tiene un misterioso y sublime significado.

El nombre inefable tetragrama no contiene, como es fácil ver, más que tres letras diferentes; la cuarta es la misma que la segunda. Vamos a examinar el valor de cada una de estas letras, según la doctrina de la más alta teología de la sinagoga, llamada tradición secreta, cábala[3]. 

1. Yod (י): Esta letra designa el primer principio[4] y se relaciona al grado de la realeza de Dios. En sí misma es un simple punto que no tiene figura determinada, y nada puede parecérsele, porque nadie puede concebir ni escrutar la Esencia eterna que designa. La derivación de su nombre es Yodu,'ןדן , que significa que alaben, pues todas nuestras alabanzas y bendiciones deben desembocar en este punto divino. Tal era la intención de David cuando, en un santo éxtasis, repitió esta palabra cuatro veces, diciendo: 

“Que alaben ('ןדן) a Jehová[5]”. 

Además, el Salmo CXL, 14 dice: 

“Sólo los justos alaban ('ןדן) (dignamente) tu nombre”. 

sábado, 20 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (VII de VIII)

 d) 

La revelación de la misericordia de Cristo 

La revelación de la misericordia de Jahvveh 

"Y dijo Jesús: Ni yo tampoco te condenaré: vete y de ahora en adelante no peques más" (11). 

"Moisés dijo: Haz que vea tu gloria. Jahvveh contestó: Yo haré pasar por delante de ti toda mi bondad, y pronunciaré delante de ti el nombre de Jahvveh, porque yo hago gracia a quien hago gracia, y misericordia a quien hago misericordia" (Ex. XXXIII, 18-19). 

"Jahvveh bajó en la nube… pasó por delante (de Moisés) y clamó: (Yo soy) Jahvveh, Jahvveh, Dios de misericordia y compasivo, lento a la cólera, rico en bondad y en fidelidad, que conserva su gracia hasta mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado; mas no los deja sin castigo, visitando la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación" (Ex. XXXIV, 5-8). 

Seguimos el texto hebreo en estos bellísimos capítulos, relativos a la preparación de las segundas tablas de piedra. Cual el pasaje del Evangelio, son también ellos páginas del corazón de Dios, o mejor diríamos, de los corazones de Jahvveh y de Moisés en una como competencia de amor a su pueblo. Pasando por delante de Moisés, que ha subido ya al monte y tiene en sus manos las nuevas tablas todavía sin escritura, Jahvveh hace la solemnísima revelación y proclamación de su misericordia, da las leyes del llamado Código de la Alianza[1] y acaba por escribir otra vez el Decálogo en las tablas de piedra, que Moisés había cortado. La última parte del segundo pasaje, aquí transcrito, no desvirtúa la revelación de la misericordia, sino que, salvando la justicia, pone aquélla más de manifiesto: si a veces la justicia llega hasta la tercera y cuarta generación, la gracia se extiende "hasta mil generaciones con perdón de la iniquidad, de la rebeldía y del pecado". Y de tal manera la gracia es preponderante, que el mismo Jahvveh, al anunciar esta teofanía, nada dice de las sanciones de su justicia. Antes, al contrario, Moisés le había pedido que Él se le mostrara y le responde que efectivamente le mostrará la plenitud de su bondad: 

"Yo haré pasar ante tu faz toda mi bondad". 

La frase suena como una suavísima definición del Ser divino, adelantada y equivalente a la de "Dios es amor", escrita más tarde por el discípulo amado, que, en este caso de la mujer adúltera y en tantos otros, fué testigo de la inmensa caridad de Cristo. Sin duda alguna, pues, tenemos aquí paralelas dos magníficas revelaciones del amor y misericordia de Cristo y de Jahvveh, hechas ambas en las similares ocasiones de escribir sobre las piedras: otra nueva, de otro orden, notabilísima coincidencia. 

miércoles, 17 de marzo de 2021

Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García (IV de IV)

    En los capítulos XVII-XVIII se describe la destrucción de Roma, llamada Babilonia, pero se trata de una Roma futura, idólatra y apóstata, y arrastrará a todos los pueblos. 

Las cinco primeras cabezas son cinco reyes que reinan en Roma, el quinto de los cuales es el Anticristo, mientras que el sexto reinará después de expulsarlo, y el séptimo lo hará por poco tiempo. El Anticristo, una vez expulsado de Roma, irá a Jerusalén a reinar y desde allí gobernará a todo el mundo. Será el octavo y uno de los siete (el quinto, como quedó dicho). 

Los diez cuernos son los reyes del Oriente a los que llamará el Anticristo tras las sexta Copa para pelear contra el Cordero y odiarán a Roma por haber expulsado al Anticristo y por eso le prenderán fuego. 

Roma será destruida definitivamente (y de aquí que sea un suceso todavía futuro), y no sólo como ciudad sino como cabeza política del Occidente. 

Sigue a continuación la alegría en el cielo por dos motivos: destrucción de Babilonia y las Bodas del Cordero. 

Existen tres grupos: el Esposo, la Esposa y “los llamados” (viadores), es decir, el Cordero, la Iglesia Triunfante y la Iglesia Militante. La Iglesia Triunfante será la de los Santos resucitados y asuntos que estarán invisiblemente con Cristo en el mundo. 

Los vv. 11-21 narran el Juicio Universal de vivos y sobre todo contra las naciones. Ahora el reino pertenece a los enemigos de Cristo, el cual evacuará toda potestad y purificará al mundo y será entonces “el día del Señor”. 

El Anticristo será destruido fácilmente por Nuestro Señor, pues bastará una palabra y también aniquilará a los impíos que estén junto al Anticristo en la batalla del Harmagedón. 

El cap. XX narra el reino de mil años y Nuestro Señor castigará de menor a mayor: impíos, Anticristo y Pseudoprofeta y, por último, al Dragón, que era la principal causa de la rebelión. 

Los mil años son un largo período en el cual no se sentirá el influjo de Satanás en el mundo. La opinión de San Agustín no es conforme al texto pues el influjo de Satanás se siente hoy en día y además porque anda vagando por el mundo y el reino comienza después de la ligadura. 

Este reino corresponde a las promesas de Cristo a los Apóstoles de sentarse “sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel” y también a las promesas a los vencedores de las cartas a las Iglesias. Los Apóstoles tendrán un cuidado especial sobre el pueblo de Israel y algunos santos presidirán sobre otros pueblos, pero siempre de manera invisible. 

La primera Resurrección trata de los cuerpos y no es una simple figura como quieren los alegoristas, pues el término “resurrección” (anástasis) se usa siempre en la Biblia sobre los cuerpos y nunca sobre las almas (Lc. XX, 35-36). 

Tras los mil años, Satanás será liberado y habrá una rebelión (Gog-Magog) que será aniquilada por el fuego, tras lo cual seguirá habiendo vida en la tierra (Ezequiel habla de siete años). 

Sin embargo, todos morirán para ser juzgados (vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos) en el Juicio Final (XX, 11 ss); son los que no tuvieron parte en la primera resurrección y se trata tanto de buenos como de malos. 

La Jerusalén Celeste que desciende del cielo lo hace entre el Juicio Universal y el Final y es la mejor parte de la Iglesia Triunfante que descenderá para ser el tabernáculo de Dios entre los viadores y no se la debe confundir con la Jerusalén terrestre. 

Tras esta descripción, San Juan cierra el libro con un epílogo y una salutación final. 

 

*** 

Hasta aquí, pues, un corto repaso por las principales opiniones del docto sacerdote español; ciertamente, tenemos no pocas diferencias, pero como no es nuestra intención polemizar sino simplemente exponer, creemos mejor cerrar esta reseña sin mayores comentarios, sobre todo, teniendo en cuenta que lo más importante aquí es, como lo dice el mismo Autor, “la existencia futura del reino pacífico, sea lo que sea sobre su naturaleza, sobre la cual puede haber diversidad de opiniones, entre las que está la milenaria”.

domingo, 14 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (VI de VIII)

a) 

El caso por infracción del Decálogo 

"Y traen los escribas y fariseos una mujer sorprendida en adulterio y, habiéndola puesto en medio, le dicen: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante, cometiendo adulterio…" (3-4). 

"No adulterarás" (Ex. XX, 14).

"No adulterarás" (Deut. V, 18).

Cfr. Deut. XX, 22; Levítico XX, 10.

 Se plantea el caso. Las palabras del Éxodo y del Deuteronomio, que transcribimos, expresan el mandamiento, quebrantado por la mujer del Evangelio, cuya sanción de pena de muerte se indica en el Deuteronomio XX, 22 y Levítico XX, 10; sin que, en estos lugares, ni en ningún otro de las Escrituras, como suponen los escribas, se diga la manera de infligir tal castigo, que debía de ser ordinariamente por lapidación (Jn. VIII, 5) y más tarde, en otros no raros casos, por estrangulación (Mischna. trat. Sanh.). El precepto fundamental, como se ve, está puesto en los dos libros en forma idéntica, verdaderamente lapidaria, pertenece a las "diez palabras" escritas sobre las tablas de piedra, y suscita naturalmente la memoria de estas tablas, y nos introduce en su consideración. 

b) 

Cristo escribe con su dedo sobre las piedras 

Jahvveh escribe con su dedo sobre las piedras 

"Jesús inclinándose escribía con el dedo en el suelo" (6). 

“Luego que Jahvveh hubo acabado de hablar a Moisés sobre el monte Sinaí le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios" (Ex. XXXI, 18). 

"Moisés descendió del monte teniendo en su mano las dos tablas del testimonio, tablas escritas sobre los dos lados, ellas estaban escritas sobre una y otra cara. Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas" (Ex. XXXII, 15-16). 

"… y Jahvveh me dio las dos tablas de piedra escritas del dedo de Dios" (Deut. IX, 30). 

jueves, 11 de marzo de 2021

Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García (III de IV)

   Así como el ángel de VII, 1 era Elías, el de X, 1 es Enoc y son los dos Testigos del cap. XI. 

San Juan (o alguien que lo represente) viene al fin de los tiempos y el Templo del que habla el cap. XI es el de Salomón reconstruido y no una mera alegoría; el Templo de Ezequiel nunca se ha edificado y deberá serlo algún día y se ofrecerá allí la Santa Misa, y el hecho de tener forma de Cruz es un signo más que claro que estará destinado al culto Católico. 

El Libro que se le da a comer a San Juan se refiere a sucesos escatológicos y recibe una doble misión: predicar a los gentiles y medir el templo de Dios, los cuales parecerían tratarse de una acción simbólica e incluso sería tal la persona misma de san Juan. Existen dos misiones, la de Enoc a los paganos y la de Elías a los judíos. 

La Mujer del capítulo XII es la legítima esposa de Cristo, la Iglesia. Algunos dicen que es la Sinagoga, y podría ser siempre y cuando se tratara de la Sinagoga conversa al fin de los tiempos, pero a fin de cuentas sería la mismo, ya que sería parte de la Iglesia. Ciertamente es una persona moral, con lo cual no puede tratarse de Nuestra Señora. 

El Dragón rojo será un organismo político en el cual se encarnará la antigua serpiente, tres de las siete cabezas nos son conocidas: Lenin, Trotsky, Stalin (sic) y causarán un gran cisma. 

El hijo de la Mujer es una persona física pero no es Nuestro Señor sino un miembro insigne de la Iglesia que la defenderá contra los poderes adversos y obtendrá un gran triunfo después de la cuarta Trompeta. Es el precursor del Mesías en la segunda Venida. 

La Mujer huye de Roma a Jerusalén auxiliada por Enoc y Elías. 

Los judíos se convierten durante el gobierno del hijo varón, en cuyo tiempo comenzarán a predicar los dos Testigos. 

Haciendo un paralelismo con Zacarías, concluye que habrá 4 “constructores”: un Pontífice, el hijo másculo y los dos Testigos. 

Esquema de los sucesos futuros: 

lunes, 8 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (V de VIII)

 III

 SIGNIFICACION DEL ACTO DE ESCRIBIR

CRISTO EN EL SUELO (Jn. VIII, 6.8)

 Tres explicaciones. - El texto de Jeremías. - El gesto de disimulo. - Un hecho de significación histórico-dogmática. Dos argumentos fundados en la comparación del pasaje evangélico can el Pentateuco y con el Evangelio mismo. Algunas incompletas indicaciones antiguas. Una consecuencia importante para la moderna crítica del texto Jn. VII, 53-VIII, 11. 

 

*** 

No consta que Cristo escribiera, a no ser en la ocasión de presentarle la mujer adúltera. La singularidad del caso y el laconismo del evangelista estimularon desde antiguo el ingenio de los comentaristas, y, para averiguar el fin de ese escribir en tierra o el contenido de la inscripción, vinieron multiplicando opiniones, algunas de ellas tan nimias y tan extrañas que Maldonado hubo de recordar cuán estimable es en exégesis bíblica la norma de intelectual sobriedad: sobrii ingenii sententia. Entre tantas soluciones intentadas, son dos las que han prevalecido, y que por de pronto tomamos en consideración. 

Una, apoyada en palabras de San Jerónimo, ve aquí alusión al texto de Jeremías (XVII, 13): 

"Esperanza de Israel eres tú, Señor; todos los que te abandonan serán confundidos; los que se separan de ti en tierra serán escritos, porque abandonaron la fuente de aguas vivas, que es el Señor". 

Esa es la que escogió Toledo en el siglo XVI, y la que en nuestros días es citada por muchos y propuesta más completamente por el P. Murillo: 

"¿Qué es lo que escribió? No lo sabemos; pero la circunstancia del tiempo en que tuvo lugar la escena, puede darnos alguna luz. El día anterior había Jesús invitado solemnemente a la concurrencia que se hallaba en el templo a reconocer en su persona la fuente de agua viva predicha por Isaías, y los príncipes del pueblo, lejos de acoger su invitación habían tratado de cogerle. Cuadrábales, pues, a maravilla el pasaje de Jeremías "los que se separan de ti serán escritos en tierra"[1]. 

Mas, estas últimas palabras, que al fin y al cabo han sido la razón potísima de asociar los versículos del profeta y del evangelista, ¿es tan indiscutible, como antes se pensó, que primitivamente se leyeran así en el profeta Jeremías, cuyo texto ya en general, por sus notables diferencias entre el griego y el masorético, suscita a la crítica bíblica tantas y tan graves cuestiones? Se ha advertido que en este verso el paralelismo no es bien limpio, que la frase es insólita y que resulta inadecuada para expresar el grave castigo merecido por los apóstatas. Según eso, el pasaje presenta alguna anomalía, y parece legitimar la intervención reparadora de una sana crítica textual; dabiturque licentia sumpta prudenter... 

viernes, 5 de marzo de 2021

Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García (II de IV)

 Los siete Sellos son como el índice del libro e indican aquellas cosas que luego van a ser dichas de manera más claras. 

Caballo blanco: cristianismo, la Iglesia militante es el triunfador pacífico. 

Caballo rojo: guerra. 

Caballo negro: hambre. 

Caballo pálido: muerte. 

Sin embargo, afirma nuestro Autor, puesto que el primero es de orden espiritual y todos son del mismo orden, los otros tres son también de orden espiritual.

 Los mártires del quinto Sello que claman venganza incluye a los confesores y parecerían ser del tiempo del Anticristo, el cual reinará en Roma (Babilonia), de la cual será expulsado, para luego reinar por poco tiempo en Jerusalén. 

El sexto Sello (VI, 12-17) corresponde a los sucesos que tendrán lugar antes del Juicio Universal. Se trata de un juicio de vivos, pues la sociedad permanece y está organizada (reyes, etc.). 

Tras el sexto Sello tiene lugar, como quedó dicho, un interludio. 

Los 144000 sellados indican la conversión, no de todos sino de muchos judíos. 

La “gran tribulación” corresponde a un tiempo breve, hacia el fin y es grande debido a la intensidad; es un evento escatológico y no meramente histórico, como quieren los antimilenistas. 

El silencio de media hora en el cielo tras la apertura del séptimo Sello se debe al estupor cuando se abre el libro y leen su contenido. 

 

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martes, 2 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (IV de VIII)

  Jesús, apropiándose las varias teofanías del Horeb y otras intervenciones estrictamente divinas del desierto, representadas en la liturgia de esas fiestas o descritas en las lecciones que se hacían de la ley, demostró que él era no tan sólo un enviado de Dios que ya entonces preexistía, sino el mismo Jahvveh plasmador y salvador de Israel en los días más antiguos y memorables de su historia. 

La argumentación es grandiosa y de circunstancias nobilísimas, y debió de ser impresionante. ¡Cómo notaría ya entonces San Judas, apóstol pariente de Jesús, el contraste de esta manifestación auténticamente divina con aquella otra manifestación humana, pocos días antes soñada por los parientes que subían a Jerusalén! Treinta años más tarde la recordaba y, al introducirse en las comunidades judeo-cristianas de Palestina y sus contornos, errores por lo menos prácticamente atentatorios a la divinidad de Cristo, la repitió y la condensó en un solo trazo de su breve y valiente epístola: 

Cristo es quien salvó a Israel de la tierra de Egipto” (Jud. v. 5), 

Expresión gráfica que semeja atrevida y que ofendería a copistas asustadizos o igualadores (א CKL, etc.), pero lección difícil y exacta que han conservado óptimos códices (BA) en versiones antiguas (Vulg., Copt., Aeth), y que no vacilamos en afirmar auténtica reconociendo en ella un eco fiel de esta argumentación de Jesús, resonante aquí y en otros lugares de los escritos apostólicos (I Cor. X, 4-9; I Petr. I, 11; Heb. III, 3; XI, 26). 

Quien a todo eso atendiere, pensamos podrá reconocer sin esfuerzo que en la perícopa de San Juan VII-IX, 34, un argumento de peculiar contextura, mole sita stat, sobre un propio fondo histórico y litúrgico con íntima convergencia de los textos, y bien independientemente de todo detalle conjetural que en su engaste hayamos añadido, y aún de la interpretación de los versos 6 y 8 del capítulo octavo. 

Está esa verdaderamente abonada por el fácil y general contexto de todo el pasaje; mas, siendo algo nueva, como que requiera una detenida y especial consideración, se la dedicamos en el capítulo siguiente. Antes, empero, nos place insertar aquí con agradecimiento, la preciosa nota de crítica textual que, en apoyo de la lección adoptada en el verso de la epístola de San Judas, nos facilita con su amabilidad y acreditada competencia el Rdo. P. Bover, S. J.: