viernes, 30 de diciembre de 2022

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 4

 4. Y se postraron ante el Dragón porque dio la autoridad a la Bestia y se postraron ante la Bestia diciendo: “¿Quién (es) semejante a la Bestia?” y “¿Quién puede guerrear contra ella?”. 

Concordancias: 

Προσεκύνησαν (se postraron): cfr. Apoc. III, 9; IV, 10; V, 14; VII, 11; XI, 16; XIII, 15; XIV, 7; XVI, 2; XIX, 4.10.20; XXII, 8-9. 

Latría: Apoc. IX, 20; XIII, 8.12; XIV, 9-11; XX, 4 (Parecería que siempre en sentido peyorativo de idolatría). 

Duda: Apoc. XI, 1; XV, 4. 

Cfr. Apoc. XIX, 10. 

δράκοντι (Dragón): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 3-4.7.9.13.16-17; XIII, 2.11; XVI, 13; XX, 2. 

ἐξουσίαν (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XII, 10; XIII, 2.5.7.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14. 

ὅμοιος (semejante): cfr. Apoc. I, 13.15; II, 18; IV, 3.6-7; IX, 7.10.19; XI, 1; XIII, 2.11; XIV, 14; XVIII, 18; XXI, 11.18. 

θηρίῳ (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-3.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

Τίς ὅμοιος τῷ θηρίῳ (¿quién semejante a la Bestia?): cfr. Ex. XV, 11; Sal. LXX, 19; LXXXVIII, 9; Apoc. XIII, 4. 

Δύναται (puede): cfr. Apoc. II, 2; III, 8; V, 3; VI, 17; VII, 9; IX, 20; XIII, 17; XIV, 3; XV, 8. 

πολεμῆσαι (guerrear): cfr. Apoc. II, 16; XII, 7; XVII, 14; XIX, 11. Ver Mt. XXIV, 6; Mc. XIII, 7; Lc. XIV, 31; I Cor. XIV, 8; Apoc. IX, 7.9; XI, 7; XII, 7.17; XIII, 7; XVI, 14; XIX, 19; XX, 8. Ver Lc. XXI, 9. 

 

Notas Lingüísticas: 

lunes, 26 de diciembre de 2022

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (X de XVIII)

 Artículo 2. - Diversas formas de liberalismo en el campo religioso (pp. 44-63) 

Junto con Liberatore (cf. La Chiesa e lo Stato), podemos reducirlos a tres: el liberalismo absoluto, el liberalismo moderado y el liberalismo que podríamos llamar de los católicos liberales. Las tres formas tienen en común que quieren emancipar el orden civil del orden religioso, es decir, el Estado de la Iglesia. Pero la primera forma quiere la dominación del Estado sobre la Iglesia; la segunda, la plena independencia del Estado de la Iglesia, y de la Iglesia del Estado; en cuanto a la tercera, busca también esta independencia, no como una verdad de derecho, sino como, en la práctica, la mejor condición de existencia y de vida. 

§ 1. La primera forma de liberalismo, el liberalismo absoluto, nos lleva al materialismo y al ateísmo (pp. 44-48). 

Concibe el Estado como el más alto poder al que le es dado ascender a la humanidad en su progreso social. El Estado no sólo no tiene nada por encima de él, sino que no tiene nada que sea igual a él o que no esté sujeto a él. Es el poder supremo y universal, al que nada puede resistirse, al que todo debe obedecer.

Esta teoría es la que rige más o menos las constituciones modernas de Europa, resultantes de la "Declaración de los Derechos del Hombre". La Iglesia no sólo ha perdido su preeminencia sobre el Estado, sino que ni siquiera tiene ya el carácter de una sociedad perfecta e independiente.

Pero esto es la negación implícita de la espiritualidad e inmortalidad del alma; es, en definitiva, materialismo. El Estado, en efecto, sólo puede concebirse como poder supremo a condición de reducir todo el destino del hombre a su vida orgánica y material.

Además, es la negación de Dios; porque, si Dios existe, es necesario reconocer que es el amo supremo y el legislador universal; es necesario reconocer que no son ni el Estado ni la opinión pública, sino los principios inmutables de la moral impresos por Dios en el alma humana, los que son la regla suprema de la acción, tanto en el orden privado como en el público; hay que reconocer, en fin, que los más altos poderes no tienen más que un derecho de mando subordinado, de modo que sólo gobiernan a los hombres según la voluntad de Dios, a la que son los primeros en someterse. 

§ 2. El liberalismo moderado es la emancipación del orden civil del orden religioso, del Estado de la Iglesia, de modo que el dominio del Estado y el de la Iglesia se consideran plenamente separables y separados, y la Iglesia y el Estado se consideran en sus respectivos dominios como plenamente independientes. 

Tal sistema, ya bastante incoherente, es:

jueves, 22 de diciembre de 2022

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 3

 3. Y (vi) una de sus cabezas como degollada para muerte y la plaga de su muerte se curó y maravillóse toda la tierra detrás de la Bestia. 

Concordancias: 

κεφαλῶν (cabeza): cfr. Apoc. I, 14; IV, 4; IX, 7.17.19; X, 1; XII, 1.3; XIII, 1; XIV, 14; XVII, 3.7.9; XVIII, 19; XIX, 12.

 ἐσφαγμένην (degollada): cfr. I Jn. III, 12; Apoc. V, 6.9.12; VI, 4.9; XIII, 8; XVIII, 24. 

θάνατον - θανάτου (muerte): cfr. Apoc. I, 18; IX, 6 (?); XX, 13.14 (muerte y hades); II, 11; XX, 6; XXI, 8 (segunda muerte); II, 23; VI, 8; XVIII, 8 (?) (peste); II, 10; XI, 17; XIII, 12; XXI, 4 (muerte). 

πληγὴ (plaga): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 18.20; XI, 6; XIII, 12.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9; XXII, 18. 

ἐθεραπεύθη (se curó): cfr. Apoc. XIII, 12. 

ἐθαυμάσθη (se maravilló): cfr. Jud. I, 16; Apoc. XVII, 6-8. 

ὅλη (toda): cfr. Apoc. III, 10; VI, 12; XII, 9; XVI, 14. 

γῆ (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; III, 10; V, 3.6.10.13; VI, 4.8.10.13.15; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX 1.3-4; X, 2.5-6.8; XI, 4.6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 8.11-14; XIV, 3.6-7; 15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 2.5.8.18; XVIII, 1.3.9.11.23-24; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. 

ὀπίσω (detrás): cfr. Apoc. I, 10; XII, 15. 

θηρίον (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1.2-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “μίαν (acusativo) parecería depender de εἶδον (y vi, v. 2)”. 

Jünemann: “Y vi una de sus cabezas…”. 

Zerwick: “ἡ πληγὴ τοῦ θανάτου αὐτοῦ (la plaga de su muerte) es un hebraísmo que significa “su plaga mortal”. 

αὐτοῦ (sus): gen., neutro, 3 persona singular. Depende de “cabezas” que es gen., fem., 3 persona plural. 

 

Comentario: 

domingo, 18 de diciembre de 2022

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (IX de XVIII)

 § 1. Crítica a este principio en sí mismo 

Este principio fundamental del liberalismo es absurdo, antinatural y quimérico (pp. 22-30).

1. Absurdo (Incipit ab absurdo), ya que pretende que el bien principal del hombre está en la ausencia de cualquier vínculo capaz de obstaculizar o restringir su libertad. En efecto, el bien del hombre debe ser considerado o bien como un fin, o bien como medio para alcanzar este fin. Ahora bien, la libertad no puede ser un fin en sí misma y el fin supremo, ya que no es otra cosa que un poder o potencia operativa, puesto que todo poder o potencia es en vista a la operación, y que toda operación en esta vida consiste completamente en la búsqueda de un bien real o aparente. Por lo tanto, la libertad no puede ser para el hombre su bien considerado como fin. Por otra parte, tampoco es un bien considerado como medio para un buen fin, a no ser que esté contenido por ciertas restricciones, lo cual es la ruina misma del principio del liberalismo… a no ser que se admita o bien que la libertad, en la vida presente, es indefectible, o bien que hay que dejarla actuar siempre, sean cuales sean sus defectos. 

2. Contrario a la naturaleza (in ea progreditur quæ evidentiori naturæ intentioni contraria sunt), en cuanto pretende que todo debe ceder al bien de la libertad individual, que las necesidades sociales han multiplicado los obstáculos a esta libertad, y que el régimen ideal para el hombre es aquel en el que reine la ley del individualismo puro y perfecto; pues este individualismo es absolutamente contrario a la naturaleza humana. Si hay algo que es obvio y manifiesto, es que el estado social es la ley de la vida humana, como lo prueban las necesidades de su propia existencia corporal.

"A los demás animales, la naturaleza les ha preparado comida, ropa de piel, medios de defensa, como dientes, cuernos, garras, o, al menos, velocidad en la huida. El hombre, en cambio, fue creado sin que la naturaleza le proporcionara ninguna de estas cosas; pero, a cambio, se le dotó de la razón, que le permite preparar todas estas cosas por medio de sus manos; y como un solo hombre no es suficiente para prepararlo todo, y como, debido a su soledad, no puede procurarse los bienes que le permitirían mantener su vida, se deduce que, por su naturaleza, el hombre debe vivir en sociedad. Además, en otros animales existe una capacidad natural para discernir lo que es útil o perjudicial para ellos. Así, la oveja percibe instintivamente al lobo como enemigo. En virtud de una capacidad similar, algunos animales son capaces de distinguir de forma natural entre las plantas curativas y todo lo demás que necesitan para vivir.

El hombre sabe lo que necesita para vivir, pero sólo en general. Puede así, por medio de su razón, llegar al conocimiento de las cosas particulares necesarias para su vida por medio de principios universales. Pero no es posible que un solo hombre alcance con su razón todas las cosas de este orden. Es, pues, necesario que los hombres vivan en comunidad para ayudarse mutuamente, para dedicarse a diversas investigaciones según la diversidad de sus talentos: uno, por ejemplo, a la medicina, otro a esto, otro a aquello" (Santo Tomás de Aquino, De Regimine principum, Lib. I, cap. 1).

"¡Oh insensati sophistæ, escribe el P. Billot, quis vos ita dementavit, ut ad naturam continuo appellantes, contra naturam talia et tam enormia peccetis! [¡Oh incensatos sofistas, ¿quién os enloqueció de tal forma, que, apelando continuamente a la naturaleza, pequéis contra ella tanto y en forma tan grande!] 

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 2

 2. Y la Bestia que vi, era semejante a leopardo y sus pies como de oso y su boca como boca de león. Y le dio el Dragón su poder y su trono y autoridad grande. 

Concordancias: 

θηρίον (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1.3-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

πόδες (pies): cfr. Apoc. I, 15.17; II, 18; III, 9; X, 1-2; XI, 11; XII, 1; XIX, 10; XXII, 8. 

Στόμα (boca): cfr. Mt. IV, 4; XV, 11.17-18; II Tes. II, 8; Apoc. I, 16; II, 16; III, 16; XIX, 15.21 (Verbo); IX, 17-19 (sexta Trompeta); XI, 5 (dos Testigos); XII, 15-16 (serpiente); XII, 16 (tierra - suelo); XIII, 5-6 (Bestia); XIV, 5 (144.000 sellados); XVI, 13 (Dragón - Bestia del Mar – Falso Profeta). 

λεόντων (leones): cfr. I Ped. V, 8; Apoc. IV, 7; V, 5; IX, 8.17; X, 3. 

δράκων (Dragón): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 3-4.7.9.13.16-17; XIII, 4.11; XVI, 13; XX, 2. 

Δύναμιν (poder): cfr. Mt. XXIV, 30; XXVI, 64; Mc. IX, 1; XIII, 26; XIV, 62; Lc. XXI, 27; XXII, 69; II Tes. I, 7; II, 9; Apoc. III, 8; IV, 11; V, 12; VII, 12; XI, 17; XII, 10; XV, 8; XVII, 13; XVIII, 3; XIX, 1. 

θρόνον (trono): cfr. Lc. I, 52; Apoc. I, 4; II, 13; III, 21; IV, 2-6.9-10; V, 1.6-7.11.13; VI, 16; VII, 9-11.15.17; VIII, 3; XI, 16; XII, 5; XIV, 3.5; XVI, 10.17; XIX, 4-5; XX, 4.11-12; XXI, 3.5; XXII, 1.3. 

ἐξουσίαν (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XII, 10; XIII, 4-5.7.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14. 

ἐξουσίαν μεγάλην (autoridad grande): cfr. Apoc. XVIII, 1. 

 

Comentario: 

Straubinger: “Pantera, oso, león: son las tres primeras Bestias de la visión de Daniel (VII, 3-7). Esta Bestia del Apocalipsis recuerda también la cuarta de Daniel por los diez cuernos. Además, reúne en sí el total de las siete cabezas de aquellas cuatro bestias. Sobre otros paralelismos con Daniel, cf. V, 7 y nota”. 

En realidad, las siete cabezas no están compuestas por las tres (o cuatro) Bestias de Daniel. 

San Juan y Daniel se complementan mutuamente y así vemos que las tres primeras Bestias que ve Daniel son las que forman la cuarta, es decir la del Mar que acá ve San Juan. 

Allo: “Esta Bestia, dice Swete, condensa en sí el poder y los vicios de las tres primeras de Daniel: la ágil ferocidad de la pantera (Dan. VII, 6), la fuerza masiva del oso (Dan. VII, 5), el orgullo del léon (Dan. VII, 4) y también la insolencia de la Bestia innominada, con diez cuernos (Dan. VII, 7 ss)”.

sábado, 10 de diciembre de 2022

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (VIII de XVIII)

 VI. - LIBERALISMO 

Siguiendo a León XIII, el cardenal Billot concebía el liberalismo como una herejía, como un bloque de herejías (Encíclica sobre la Constitución Cristiana de los Estados). En su opinión, el liberalismo puro y doctrinal, al igual que el liberalismo en sus formas mitigadas y en sus compromisos, deriva de la obra de la Revolución, cuya marca lleva. Lo ve como una contradicción al principio de autoridad y de jerarquía social, halagándose de encontrar la solución de todos los conflictos en los principios opuestos de libertad e igualdad, en una concepción del derecho y de la sociedad que se permite prescindir de Dios. La autoridad reside esencialmente en el pueblo, única fuente de soberanía. La ley es la expresión de la voluntad general, de la mayoría de los ciudadanos; es el derecho.

Existe una clara contradicción, una oposición irreductible, entre el Estado que aplica los principios de la nueva ley, y la Iglesia, que exige la independencia del poder espiritual.

Los conciliadores tratan de disipar este antagonismo a toda costa. Mezclan a Jesucristo con Belial, cosen la tela vieja con la nueva en contra de las prescripciones del Evangelio (Mc. XI, 21). Los católicos liberales creen haber encontrado para la religión, en sus relaciones con la Revolución, el verdadero y definitivo modus vivendi, pidiendo a la Iglesia que transija con los errores modernos y que asuma los costes de la conciliación. Distinguen entre tesis e hipótesis, afirmando teóricamente la doctrina, pero aceptando, en el campo de la acción, la libertad en el derecho común. No formulan voluntariamente los principios y los substituyen por sentimientos y verdades disminuidas. Su actitud no es tanto una doctrina como una tendencia. 

"En medio de estos errores, debemos, dice el Cardenal, restaurar los derechos de Dios, el reino de la verdad, la verdad por sí misma, la verdad libre de todo compromiso con el error, la verdad integral" (Elogio del Cardenal Pie, pág. 21). 

No era un hombre al que el desprecio de los falsos sabios, las sonrisas de los llamados diplomáticos o los encogimientos de hombros de los políticos sin alma pudieran detener en su exposición de la doctrina. Para dar una idea de su enseñanza sobre el liberalismo, nada mejor que presentar aquí un breve resumen de las enérgicas y luminosas páginas que le dedicó en el Tratado sobre la Iglesia (De Ecclesia, vol. II, pp. 19-63). Primero critica el principio fundamental del liberalismo, considerado en sí mismo y en sus aplicaciones; luego expone sus diferentes formas. 

RESUMEN DE LA DOCTRINA DEL CARDENAL BILLOT SOBRE EL ERROR DEL LIBERALISMO Y SUS DIFERENTES FORMAS SEGÚN LA EXPOSICIÓN DEL TRATADO DE LA IGLESIA 

martes, 6 de diciembre de 2022

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 1

Capítulo XIII 

1. Y vi del mar una Bestia que sube, teniendo cuernos diez y cabezas siete y sobre sus cuernos, diez diademas y sobre sus cabezas, nombres de blasfemia. 

Concordancias: 

θαλάσσης (mar): cfr. Apoc. VII, 1-3; VIII, 8-9; X, 2.5.8; XII, 12.17; XVI, 3; XVIII, 21; XX, 13 (?); XXI, 1 (?). Ver Apoc. IV, 6; V, 13; X, 6 XIV, 7; XV, 2; XVIII, 17.19; XX, 8. 

θηρίον (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 2-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

ναβαῖνον (sube): cfr. Apoc. IV, 1; VII, 2; VIII, 4; IX, 2; XI, 7.12; XIII, 11; XIV, 11; XVII, 8; XIX, 3; XX, 9. 

κέρατα (cuernos): cfr. Lc. I, 69; Apoc. V, 6; IX, 13; XII, 3; XIII, 11; XVII, 3.7.12.16. 

δέκα (diez): cfr. Apoc. II, 10; XII, 3; XVII, 3.7.12.16. 

κεφαλὰς (cabezas): cfr. Apoc. I, 14; IV, 4; IX, 7.17.19; X, 1; XII, 1.3; XIII, 3; XIV, 14; XVII, 3.7.9; XVIII, 19; XIX, 12. 

διαδήματα (diademas): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 3; XIX, 12. 

ὀνόματα (nombres): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

βλασφημίας (blasfemia): cfr. Apoc. II, 9; XIII, 5-6; XVII, 3. 

 

Notas Lingüísticas: 

Ὀνόματα βλασφημίας (nombres de blasfemias): Hebraísmo: “nombres blasfemos”. cfr. Apoc. XVII, 3 y Ver VD 12, pag. 298. 

 

Comentario: 

viernes, 2 de diciembre de 2022

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (VII de XVIII)

 V. - EL PROFESOR 

Maravilloso maestro de la disciplina intelectual, el P. Billot tenía el don supremo de enseñar, en una exposición majestuosa, llena de claridad, precisión y calor. Alrededor de su cátedra magisterial se agolpaba una élite de estudiantes que se contaba por centenares, ex omni tribu et natione: italianos, franceses, españoles, alemanes, polacos, americanos, algunos pertenecientes al clero secular, otros a diversas órdenes religiosas. Iluminó a toda la Iglesia con los rayos de su ciencia y podemos aplicarle el texto de Isaías de que, por él, "la tierra se llenó del conocimiento del Señor": Repleta est terra scientia Domini. Hablaba a sus oyentes con una profunda convicción que se reflejaba incluso en sus rasgos, con todo el prestigio de un líder incomparable, y sus discípulos, extendidos ahora por las diócesis del viejo y del nuevo mundo, así como en las misiones lejanas, dan gracias a Dios por haber vislumbrado su alma rica en virtudes, por ser hijos de la sublime doctrina de un hombre inspirado, que supo poner en su enseñanza ese espíritu de fuerza y amor del que hablaba San Pablo a Timoteo: Spiritum virtutis et dilectionis (II Tim. I, 7).

Sus alumnos se dieron cuenta de que el amor a Dios, a la Iglesia y a las almas fecundaba el conocimiento que brotaba de sus labios como las aguas de un río majestuoso: Et impletus est quasi flumen, sapientia (Eccl. XLVII, 15-17).

Su enseñanza oral iba más allá de la palabra escrita. No trataba de simplificar las cuestiones difíciles ni de complicar las cosas sencillas. En la apertura de las clases, entraba en escena con soberana dignidad, recapitulando la enseñanza ya impartida, mostrando el lugar de la tesis o del tratado en cuestión en el conjunto de la doctrina, enlazando las ideas madres, los principios generadores, entrando en las profundidades del dogma, derribando las objeciones, horadando los equívocos, despejando las dudas, persiguiendo el error hasta sus pliegues más secretos, y fijando la solución definitiva no en la arena movediza, sino en la solidez de la piedra con las pruebas decisivas y luminosas.

Lleno de consideración y cuidado por sus alumnos, la mayoría de los cuales estaban destinados a ser maestros, pretendía crear en ellos un sentido teológico, una intuición de lo verdadero, esa visión superior que les permite ver con una luz trascendente y evitar el error. Les hacía comprender que las verdades divinas no sólo se aprenden con el intelecto, sino que se sienten con el corazón y se buscan con la voluntad, y que, para que el estudio no obstaculizara la piedad, disipara la fuerza mental o secara el corazón, era necesario unir la oración a la aplicación del espíritu. Nos enseñaba, dice uno de sus alumnos, "a pensar bien, a querer con fuerza, a golpear en el lugar adecuado".