domingo, 30 de septiembre de 2018

Algunas Notas a Apocalipsis V, 13-14


13. Y a toda creatura que (está) en el cielo y sobre la tierra y bajo la tierra y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí diciendo: “Al sentado sobre el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”.

Comentario:

Cfr. Fil. II, 9-11; Sal. CXLIV, 21; CL, 6.

Allo: “Esta doxología tiene cuatro miembros; la precedente tenía siete, y la de IV, 9.11, tres. Todo esto es intencional: 4 es la cifra que es propia a la naturaleza, con sus cuatro partes (cielo, tierra, infiernos y mar) o sus cuatro regiones (norte, sur, este, oeste), cuando alaba a su Creador; 3 conviene a la alabanza del cielo, tal vez porque allí reside la Trinidad; por último 7 está reservado a la alabanza del Dios encarnado, que repara y completa la obra creada, y dispensa los 7 dones del Espíritu Santo”.

Caballero Sánchez: “En el canto que todas las criaturas del mundo renovado entonan, cuatro cosas resaltan: “la bendición, el honor, la gloria y la dominación por los siglos de los siglos”, ya porque el himno sale de un cosmos tripartito, ya porque va dirigido a Dios Uno y Trino y al Cordero. Efectivamente, las tres primeras aclamaciones: “bendición, honor y gloria son, como antes, las que respectivamente tocan al Espíritu, al Hijo y al Padre; y la cuarta: “la dominación por los siglos de los siglos” es la apropiada al Cordero “dominator terrae”, Rey del siglo futuro…”.

Wikenhauser: “La creación prorrumpe en exclamaciones de alegría porque, con la apertura del libro sellado, llegará el momento en que también ella se verá libre de la antigua maldición y tendrá parte en la revelación de los hijos de Dios (Rom. VIII, 18 ss; Apoc. XX, 11; XXI, 1.4 s; XXII, 2). Con este grandioso homenaje de toda la creación a Dios y al Cordero termina la liturgia celestial".

Bover: "Con los cuatro órdenes de seres creados que se enumeran, guarda consonancia la doxología igualmente cuaternaria".


14. Y los cuatro Vivientes decían “Amén” y los Ancianos cayeron y se postraron.

Notas Lingüísticas:

Iglesias: “Se postraron adorando: lit. se postraron y adoraron (endíadis)”.


Comentario:

Tener presente el final del capítulo IV que dice:

9. Y cuando den los Vivientes gloria y honor y acción de gracias al sentado sobre el trono, al Viviente por los siglos de los siglos,
10. caerán los veinticuatro Ancianos ante el sentado sobre el trono y se postrarán ante el Viviente por los siglos de los siglos.

Sales: "Los cuatro animales… los veinticuatro señores, que habían comenzado la alabanza (vv. 8-9), la terminan ahora, unos respondiendo amen, y los otros adorando en silencio la majestad de Dios".

martes, 25 de septiembre de 2018

Ezequiel, por Ramos García (V de XXI)


6. Paz externa y Paz interna.

Tras el anuncio de la caída de Tiro y Sidón añade el profeta: “y no habrá ya para la casa de Israel espina que punce, ni aguijón que lacere, entre todos sus circunvecinos que la desprecian” (Ez. XXVIII, 24). Y dice luego, en una nueva revelación, de la tranquilidad con que habitarán en su tierra, construyendo casas y plantando viñas, y acerca de esa tranquilidad el autor comenta: “Vueltos a la patria, trabajarán tranquilamente en la reconstrucción (cf. Is. LXV, 2; Am. IX, 13: Miq. VII, 4). Es el primer fruto de la piedad—cuando se confía en Dios—, el que no se tema, ni se tengan sorpresas desagradables; el auxilio divino nunca falta” (pág. 223, col. 1º). Como parenesis no está mal, pero estamos en plan de exégesis seria[1].

Y dista mucho de serlo la exégesis espiritual alegorista, con su euforia inagotable, a que nos tienen acostumbrados tantos comentadores. Con ello se resuelven fácilmente todas las dificultades de sentido. ¿Se resuelven, he dicho? No, que se palían. Porque si el texto profético me habla claramente de la paz externa, como Ezequiel aquí y en otras partes, yo no tengo el derecho de cambiarla por la interna: eso sería un truco. Si nuestra exégesis ha de ser sincera —y la verdad no necesita de oficiosidades—, hemos de ser más deferentes con el sagrado texto. Contra la formal protesta del Maestro (Mt. X, 34, y par.) y la terrible experiencia de la historia, aún se nos quiere persuadir que Cristo trajo ya el desarme universal, anunciado por Miqueas e Isaías. Pues ya, basta leer a Esdras, Nehemías y los libros de los Macabeos, para ver cuán tranquilamente vivieron y laboraron los israelitas repatriados en la restauración de sus valores nacionales.

Se olvida con harta frecuencia que aquella restauración histórica imperfectísima no era más que el presagio (Zac. III, 8) de la perfecta restauración escatológica que los profetas contemplaron, como en una imagen y no como en un principio a través de la restauración histórica y en la restauración escatológica se cumplirá la letra del sagrado texto, a tenor de la teoría antioquena, sin las glosas oficiosas del alegorismo alejandrino, que no deberían traspasar nunca los límites de la parenesis.


7. El “tsémah” (retoño) de la dinastía davídica.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Algunas Notas a Apocalipsis V, 10-12


10. Y los has hecho para nuestro Dios, reino y sacerdotes y reinan sobre la tierra”.

Notas Lingüísticas:

Iglesias: “Reino de sacerdotes: lit. reino y sacerdotes (endíadis)”.


Comentario:

Sobre el presente "reinan" seguimos el Codex Alejandrino, al igual que en el v. 9, pero el sentido es futuro como se ve por XX, 6 y XXII, 5.

Además, A está corrompido ya que no trae "para nuestro Dios".

De todas formas, hay que tener en cuenta lo siguiente: San Juan está hablando exclusivamente de los (futuros) mártires del Anticristo al comienzo de la 70º Semana, con lo cual, aún si fuera presente, podría interpretarse como que entonces los “santos” (v. 8), es decir, los mártires del Anticristo, comienzan a reinar sobre la tierra.

Allo trae el presente “reinan” y admite que, si se acepta el futuro, sería “sin dudas una alusión al milenio del cap. XX”.

Fillion: “super terram: sobre la tierra transformada y renovada al fin de los tiempos. Cfr. XXI, 1. Si uno adopta la lección “reinan”, entonces esta realeza no existe todavía más que “de iure” y no “de facto”.


11. Y vi y oí voz de ángeles muchos alrededor del trono y de los Vivientes y de los Ancianos y era su número miríadas de miríadas y millares de millares

sábado, 15 de septiembre de 2018

Ezequiel, por Ramos García (IV de XXI)


3) El desierto de las gentes.

El desierto de las gentes, adonde reunirá el Señor a Israel al sacarlo de entre las naciones (Ez. XX, 35), creemos que es el mismo del que habla Oseas, cuando dice: Por eso Yo la atraeré y la llevaré a la soledad y le hablaré al corazón (Os. II, 14; cf. Jer. XXXI, 2; Ap. XII, 6). Ahora bien, que esta soledad sea el desierto siro-arábigo, entre Babilonia y Palestina no es fácil admitirlo en Oseas y por lo mismo tampoco en Ezequiel. Ese desierto no sería otro que la propia Palestina hecha un desierto por obra de las gentes, mientras dure el destierro de sus antiguos poseedores, y en ese desierto se dejará oír algún día la voz del gran restaurador Elías (Mc. IX, 10-12, y par.; cf. Act. III, 21), en funciones de heraldo del gran Rey (Is. XL, 3 ss.), del que fué sólo un anticipo Juan el Bautista (Lc. I, 17; cf. III, 4 ss, y par.)[1].

La comparación entre Ezequiel y Oseas, aquí como en otros puntos, nos pone en la pista del verdadero alcance de ese retomo a la tierra prometida que no es sólo del resto de Jerusalén, sino también del de Samaria, ni parte precisamente de la Babilonia del Éufrates, sino de las varias regiones, a donde Israel fué disperso entre los gentiles. Tenemos así otra vez el retorno escatológico de todo Israel (Judá y Efraím), visto a través del retorno histórico de sola una parte (Judá), que es la cabeza y primera a moverse. Achicar estas grandiosas profecías al cuadro mezquino de la vuelta del cautiverio babilónico, nos parece que es algo así como confundir con el cliché de la cámara oscura su proyección en el telón.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Algunas Notas a Apocalipsis V, 8-9


8. Y cuando hubo recibido el libro, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo cada cual una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.

Notas Lingüísticas:

Zerwick: "αἵ (que): se refiere a θυμιαμάτων (perfumes) pero coincide con el predicado".

Esto es: "perfumes" está en genitivo, neutro, plural.

            "que" y "las oraciones" está en nominativo, femenino, plural.


Comentario:

Esta escena está relacionada con VIII, 3-4.

Allo: “ἔχοντες ἕκαστος (teniendo cada cual) sin dudas que no se refiere sino a los Ancianos; la ambigüedad es debida a la negligencia del estilo. Mismo juego de escena en VII, 11 y XIX, 4”.

Allo: “… (Los Ancianos) tienen copas en sus manos, lo cual supone en el cielo la presencia de un “altar de los perfumes”, del cual se hará expresa mención en VIII, 3; todas estas escenas se completan; no habiendo Juan descrito primero más que en grandes líneas el hábitat de Dios. Estos perfumes simbolizan las oraciones de la Iglesia, destinadas a asegurar el porvenir que se va a develar; los Ancianos aparecen aquí claramente como ángeles intercesores, cfr. VIII, 3 y nada es más natural que distinguirlos de los "santos" mortales cuyas oraciones ofrecen".

Alápide: "Cada cual: a saber, de los 24 Señores".

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Ezequiel, por Ramos García (III de XXI)


I. EXAMEN DE LOS PASOS MÁS SALIENTES DE EZEQUIEL

Según el autor del comentario, la interpretación de la profecía de Ezequiel ha de ser necesariamente alegórica. Así lo afirma en términos en la página 12, y lo practica luego con mucho desenfado. En sus páginas ni aun se percibe bien la distinción que hay entre parábola y alegoría, puesto que, en ésta, lo mismo que en aquélla, se toman muchísimos pormenores como meros complementos de la figura, a los que nada correspondería en lo figurado.

El nuevo Israel es el resto vaticinado por Isaías, que no es otro que el grupo de los repatriados del cautiverio babilónico, el cual estaría integrado no sólo por descendientes de Judá, sino también de las restantes tribus; y así se verificaría la fusión de los dos reinos en uno, tantas veces anunciada.

El nuevo pacto es el antiguo pacto del Sinaí, renovado por el nuevo Israel cuando entró de nuevo en la tierra prometida a sus padres (Neh. IX). Llámase nuevo porque renovado, y perpetuo, además, porque impreso, no como el antiguo, en tablas de piedra, sino en el corazón del pueblo, moral y religiosamente mejorado.

Donde esto no parece bastar para justificar los apremios de la letra nótase de cuando en cuando que toda esa novedad viene a desembocar en el Evangelio, y de él se invita a tomar cuanto pueda bastar a colmar y a calmar las exigencias de la letra, que por otra parte no son para turbar a nadie, pues se trata de meras alegorías.

Al proponer nuestro leal parecer acerca de estos extremos y de otros en conexión con ellos, opondremos casi siempre a la alegoría alejandrina la llamada teoría antioquena, más ponderada y respetuosa con la letra. Planeará nuestro pensamiento sobre el propio libro de Ezequiel, pero trayendo a confirmación e ilustración abundancia de lugares paralelos de la Biblia misma, harto más luminosos y decisivos que los tímidos pareceres de sus comentadores, cuando prescinden de ellos o los consideran tal vez aisladamente.


1. El nuevo Israel.