viernes, 26 de marzo de 2021

Una demostración de la Divinidad de Cristo en la fiesta de los Tabernáculos, por Bartomeu Pascual (VIII de VIII)

   Pero todavía más. En busca de un tercer argumento que sería el de la tradición exegética, cabe ahora preguntar: ¿y tiene esa interpretación apoyo alguno en los antiguos comentaristas? 

Casi creíamos que no. Conocíamos las citas de San Agustín y de San Ambrosio que contienen una leve referencia al legislador, torcida luego a místicas contraposiciones del escribir en tierra y en el cielo, en piedra dura o en tierra fructuosa; e, independientemente de tales textos, habíamos desarrollado ya todo nuestro trabajo, siempre con el justo recelo de si pensábamos en nuevas soluciones para las cuestiones viejas, cuando una breve nota del P. Knabenbauer puesta en párrafo secundario y con evidente desvío 

“Otros opinan que Cristo quiso indicar con esa inscripción que la ley fue escrita por Él” (Cfr. Rup. Bon. Cai.).[1] 

Nos llevó a consultar a Ruperto de Deutz (1135), a San Buenaventura (1214), y al Cardenal Cayetano (1535). ¿Por qué, en este punto, no tuvieron para ellos ni una palabra siquiera los dos máximos exégetas del siglo de oro, Toledo y Maldonado? Los textos son interesantes, pues sobre las primeras y vacilantes referencias, aportan una afirmación más directa, y el de Ruperto el sugestivo detalle de la doble escritura de las tablas. Por eso los recogemos nosotros con honor y los ponemos aquí por extenso, como una confirmación antigua, aunque todavía incompleta, de lo que llevamos expuesto con mayor copia de datos, y probado con nuevos y peculiares argumentos. 

Así comenta Ruperto: 

"Inclinándose Jesús escribía con el dedo sobre la tierra. ¿Qué significaba que, al ser interrogado por los presentes, se pusiera a escribir con el dedo sobre la tierra, lo cual no solía hacer? 

En efecto, debido a que tenían preparado el lazo para cazar al manso y misericordioso, estrechando el lazo, inmediatamente después de la primera proposición de la autoridad de Moisés, junto con la menor, diciendo: “Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó lapidar a tales mujeres”, pero él no solamente sabía que era mayor que Moisés, como se puede ver dado que con su espíritu o (lo que hace ahora más a propósito para nuestro tema) con su dedo, como se vé en el Deuteronomio, Moisés recibió la ley escrita en tablas de piedra. Por lo tanto, a fin de mostrar que no debía ni podía atarse a la autoridad de Moisés, congrua y oportunamente inclinándose, escribía con el dedo en la tierra, señalando tan sabia como humildemente que era señor de la ley mayor que Moisés. Al perseverar interrogándolo, se levantó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella”. E inclinándose de nuevo, se puso otra vez a escribir en el suelo”. Conocida y célebre en todo el mundo es la sentencia que dictaminó no cualquier senador principal o cónsul, sino el mismo rey y emperador de la curia celestial; tienes tanto de verdad como de mansedumbre, ni más aliviada con la suavidad de la compasión que agravada con el peso equilibrado de la sentencia. 

¿Pero por qué escribió con el dedo en tierra antes de dar la sentencia, y después de darla escribió de nuevo? Debido a que él es el que (como lo predijo) escribió con el dedo, es decir, con su precepto, los preceptos de la ley en tablas de piedra, y destruidas las primeras tablas a causa del pecado del becerro, escribió de nuevo otras. Allí y aquí son signos diferentes de cosas grandes, mientras que las cosas que significan son las mismas. ¿Qué significaron las primeras tablas, que fueron destruidas y arrojadas a causa del pecado sino los duros corazones de los judíos que debían ser arrojados a causa de la incredulidad? Y lo mismo, ¿qué significa la primera inclinación para escribir, e inmediatamente después, dada la sentencia, decir: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella”, sino la ley misma y a los judíos prevaricadores de ella, cuyas bocas son cerradas con razón para que no se gloríen contra los gentiles ya que los acusó de no haber conservado la ley recibida? (Comm. Lib. VII)"[2]. 

Más brevemente San Buenaventura: 

"Escribía con el dedo para significar que había escrito la Ley en Deut. IX, 10 y Ex. XXXI, 18. ¿Por qué escribió con el dedo? La razón es… alegórica para mostrar que fue él quien escribió con el dedo la Ley en Éx. XXXI” (In Joan 8, 6 etc.)[3]. 

Dice el Cardenal Cayetano: 

"No se sabe lo que escribió. Creo que al escribir quiso mostrar que el Dios que antiguamente había escrito con el dedo en las tablas de piedra los mandatos del decálogo. No escribió en las piedras sino en la tierra, y no con una pluma sino con el dedo, para significar que por el modo de escribir era el mismo Dios, con la diferencia que lo hizo en tierra y no en piedra para mostrar el diferente estado del nuevo testamento con respecto al antiguo. Si no lo hubiese hecho para significar esto, parecería haber sido inútil”[4]. 

Si las sutilezas exegéticas de Cayetano, mucho mejor teólogo que comentarista, han sido miradas con no siempre injusta desconfianza; la nota de alegorismo, que pesa sobre Ruperto de Deutz y San Buenaventura, puede haber sido prejuicio para desestimar aquí el valor literal de sus explicaciones. Algo de verdad hay que reconocer, por lo general, en esta censura (Cornely), pero son espurios o interpolados los escritos que más la motivaron contra el santo; y precisamente los catorce libros de Ruperto, expositivos del Evangelio de San Juan, constituyen una de las dos obras en que el Tuitiensis más se modera y más procura conservar lo que él, glosando la stropha simplicis Jacob, llama la viriditas litterae. 

 

*** 

Por lo demás, si no podemos presentar testimonios de exégetas más prestigiosos, queden firmes y en todo su valor las dos pruebas arriba aducidas: hemos confrontado cuatro secciones de textos bíblicos y hallado nuevas y ciertamente no casuales coincidencias; hemos visto cómo, en este sentido, la perícopa resultaba bien entrañada, y casi reclamada por el mismo Evangelio de San Juan. 

Consideración es esta última que deseamos subrayar, porque con ella se contestaría definitivamente a una sinrazón de la moderna crítica, negativa de la autenticidad juanística del pasaje VII, 53-VIII, 11; ante la cual se van mostrando vacilaciones y benevolencias injustificadas. 

Véase lo que dice Godet: 

"Por último, existe una completa desarmonía entre el espíritu de este recitado y el de toda la narración joánica. Este nos presenta en esta parte el testimonio que Jesús da de sí mismo y la posición de fe o incredulidad que toman sus auditores en esta ocasión. En este sentido, el recitado de la mujer adúltera, no puede ser visto en nuestro evangelio más que como algo superfluo. Como lo dice muy bien Reuss: “las anécdotas de esta clase que dan lugar a una enseñanza esencialmente moral son extrañas al IV Evangelio”. Tan pronto como se suprime este pasaje, la ligazón entre el testimonio precedente y el que sigue, salta a los ojos”[5]. 

Y tomando lo de la anécdota, prosigue Loisy: 

"La anécdota de la mujer adúltera se separa de todo lo que la rodea, como un trozo de tradición histórica, al mismo título que tal anécdota sinóptica, sobre la cual la glosa joánica no se ha ejercido. El recitado no puede ser joánico porque no significa nada en el cuarto Evangelio”[6]. 

Y para no más alargar no multiplicaremos citas de otros textos. 

En resumen: se objeta por estos y por otros autores, como razón de orden interno, que el pasaje es de carácter exclusivamente moral y no dogmático; que el hecho no tiene ni puede tener significación doctrinal relacionada con el fin del cuarto Evangelio; que es un escrito netamente sinóptico, y no del género de San Juan; que es un fragmento desprendido de los evangelios canónicos, o de otros evangelios o historias primitivas, un bloc érratique que ha parado sobre terrenos de diferente composición geológica. 

Esa objeción interna queda ya por nosotros refutada. A todo esto, se opone desde un principio, resuelta y evidentemente nuestra explicación. 

Si para terminarla y resumir nos es permitido recoger la frase adversa, digamos aquí con mejor razón que, a pesar de las supresiones de unos códices y de las dislocaciones de otros, la perícopa examinada no es bloque errante, sino piedra escogida y bien labrada y, dentro del plan del cuarto Evangelio, bien fija en su lugar y perfectamente alineada en su orden. Así estaría, en el pavimento del templo, la noble losa, sobre la cual escribió el Señor. 

Octava de la Fiesta de San Juan Evangelista, 3 de enero de 1926.


 [1]Alii ea scriptione Christum indicare voluisse opinantur ab ipso esse legem scriptam”. 

[2] Jesus autem inclinans se deorsum digito scribebat in terra. Quid hoc ad rem pertinebat, ut vocibus praesentium interrogatus, digito scriberet in terra, quod facere solitus non erat? Videlicet quia laqueo parata intenti erant, mansuetum et misericordem capere, nodum stringentes, statim post primam propositionem Mosaicae authoritatis, subiuncta assumptione, dicendo: In lege autem Moyses mandavit nobis huiusmodi lapidare. At ille non paulo maiorem se Moyse esse noverat, quippe cuius spiritu, vel (quod manifestius nunc ad rem attinet) cuius digito, sicut in Deuteronomio habes, scriptam in tabulis lapideis legem accepit Moyses. Igitur ut se non debere vel posse Moysi authoritate constringi significaret, congrue nunc et oportune sese inclinans, dígito scribebat in terra, innuens tam sapienter quam humiliter, quod dominus legis quod maior esset quam Moyses. Cum autem perseverarent interrogantes eum, erexit se, et dixit eis: Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat, et iterum se inclinans scribebat in terra. Nota sententia est et celebris universo orbi quam edixit hic non quilibet archisenator aut consul, sed ipse rex et imperator curiae coelestis, tantum habens veritatis, quantum mansuetudinis, nec plus alleviata suavitate miserationis, quam aggravata librato pondere iudicii. Sed quare et sententiam daturus prius in terra dígito scripsit, et data sententia denuo scripsit? Utique quia ipse est, qui (ut praedixit) digito, id est, praecepto suo, praecepta legis in tabulis scripsit lapideis, et prioribus tabulis propter peccatum vituli confractis, alias denuo scripsit. Hic et illic magnarum signa rerum diversa sunt, res autem quae significant eadem sunt. Quid enim tabulae priores, quae propter peccatum tum confractae et proiectae sunt nisi dura iudaeorum corda propter incredulitatem proiicienda, significaverunt? Item quid nunc prima ad scribendum inclinatio, et protinus data significat sententia dicentis: Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat, nisi legem eandem, et iudaeos praevaricatores eius quorum os ex eo recte obstruitur, ne adversus gentes glorientur quia legem acceptam non custodisse convincuntur" (Comm. Lib. VII) 

Ruperti Abbatis Monasterii Tuitiensis... commentariorum in Evangelium Joannis libri XIV (Colon. 1533). 

[3] Digito scribebat, ut innueret, quod Legem digito scripserat, Deuteronomii nono (v. 10) et Exodi trigesimo primo" (v. 18). "Quare scripsit dígito? Ratio est... allegorica, ut significaret, quod ille erat, qui digito scripserat Legem Exodi trigesimo primo" (In Joan 8, 6 etc.). 

S. Bonaventura opera omnia. Quaracchi.  t. VI. Es la única edición crítica. 

[4] Rdmi.  D. Thomae a Vio Card. Cajetani... in quatuor evangelia... commentarii... ad sensum  litteralem quam maxime accomodata (Lugduni, 1558). 

[5] Commentaire sur l'Évangile de Saint Jean, vol. II, p. 57. 

[6] Le quatrième Évangile, p. 535.