El Tetragrama o Nombre de Dios,
por P. Drach, Rabino converso
Nota del Blog: El siguiente texto está traducido de un libro verdaderamente monumental escrito por Paul Drach, Rabino converso, intitulado “De l`Harmonie entre l'Église et la Synagogue”, (1844) tomo 1, pag. 385-412.
Drach prueba, con su acreditada competencia, que los judíos conocieron desde siempre los dos principales misterios del Catolicismo: la Santísima Trinidad y la Encarnación de una de las tres Personas divinas. En verdad, sólo es posible explicar la ceguera de Israel como un castigo, pues no hay otra manera de vislumbrar tamaño misterio. Al leer estas páginas, es difícil escapar a la impresión de aquellas palabras de Bloy y no pedirle a la Sinagoga “sollozando a sus pies, que tenga piedad del Dios doliente”.
Tampoco es que los Católicos tengamos mucho de qué gloriarnos pues, y tal como ya lo dijo el mismo Bloy hace un siglo, “el velo ha pasado de Israel a la Iglesia Católica”.
Ambos volúmenes pueden leerse AQUI y AQUI.
Los Salmos son citados según la numeración del hebreo.
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Tenemos que resolver ahora una cuestión que sin
dudas se ha presentado al espíritu de más de un lector. ¿Por qué el nombre Jehová es llamado tetragrama, nombre de cuatro
letras (יהוה), con preferencia a tantos otros nombres de Dios
que están compuestos también de cuatro letras, tales como Adonaï, אֲֽדֹנָ֗י, Adón, דוֹןָ א,
Elohaï, יִ הָ לֱא,
Eloha, אלוה, Ehyé, אהיה, Schaddaï, שַׁדַּי ? La razón es que cada
una de las cuatro letras del nombre llamado por excelencia venerable, tiene un misterioso y sublime significado.
El nombre inefable tetragrama no contiene, como es fácil ver, más que tres letras diferentes; la cuarta es la misma que la segunda. Vamos a examinar el valor de cada una de estas letras, según la doctrina de la más alta teología de la sinagoga, llamada tradición secreta, cábala[3].
1. Yod
(י): Esta
letra designa el primer principio[4] y se
relaciona al grado de la realeza de
Dios. En sí misma es un simple punto que no tiene figura determinada, y nada puede parecérsele,
porque nadie puede concebir
ni escrutar la Esencia eterna que designa. La derivación de su nombre es Yodu,'ןדן , que significa que alaben,
pues todas nuestras alabanzas y bendiciones deben desembocar en este punto
divino. Tal era la intención de David cuando, en un santo éxtasis, repitió esta
palabra cuatro veces, diciendo:
“Que alaben ('ןדן) a Jehová[5]”.
Además, el Salmo CXL, 14 dice:
“Sólo los justos alaban ('ןדן) (dignamente) tu nombre”.
La misma letra es llamada también punto intelectual y formal, incomprensible para cualquier creatura, punto que se oculta a los ojos de la inteligencia de todos los seres vivos, de tal manera que no está permitido al hombre someterla a su meditación. Debe creer sin comprender; pues la naturaleza, la esencia del punto principio permanece incomprensible al alma inteligente, mientras no esté en el cielo en presencia de Dios.
Esta letra es llamada en el lenguaje místico, el misterio, o más bien, la ocultación de la sabiduría, sobre la cual dicen los sabios:
“No profundices lo que está oculto para ti, y no busques penetrar lo que está escondido para ti”[6].
Es llamada también las cosas escondidas de la Sabiduría (celestial)[7], de la cual Job dijo:
“Se oculta a los ojos de todo viviente” (XXVIII, 21).
Es llamada también la voluntad ilimitada, el pensamiento, del cual se dice en el Sal. XCII, 6:
“¡Cuán profundos tus pensamientos!”.
Y en Eclesiastés VII, 25:
“Profundo, profundo, ¿quién podrá alcanzarlo?”.
R. Simeón-ben-Yohhaï, el redactor del Zohar[8], enseña: El punto primitivo de la yod es la corona suprema. En nuestra escritura, se extiende de manera de tener debajo suyo un cuerpo, que es la Sabiduría celestial; este cuerpo termina con otro punto, י, que es la Prudencia celestial: sin embargo, estos tres no forman juntos más que una letra única, un punto único.
El punto primordial, formal, intelectual, etc. de donde emanan, es decir, proceden, otras dos Esencias misteriosas, de las cuales una, la Sabiduría celestial, es un cuerpo, y el otro, la Prudencia celestial, es un punto y que, sin embargo, no forman entre ellas tres esencias, sino un punto único, el punto primordial, decimos, es lo que los teólogos cristianos llaman el Principio, el Padre, que existe por sí mismo (ingenitus), la primera Hipóstasis, etc.
[1] Nota del Blog: Después de afirmar que es una pérdida de tiempo ponerse a averiguar cuál es la verdadera pronunciación del Nombre inefable, ¡Drach dedica nada menos que 25 páginas (tomo 1, pag. 473-498) para probar que el nombre se debe decir Jehová y no Adonaï o Yahvé!
Las pruebas nos parecen abrumadoras y con todo el respecto que nos merece Straubinger (ver nota a Ex. III, 14), el cual parece no conocer ni el libro ni el autor pues, ni fallimur, no los cita ni una sola vez en su Biblia, nos permitimos disentir del docto Monseñor alemán y quedarnos con los argumentos de Drach.
[2] Esta palabra, de la raíz שַׁדַּדַּ, es de cuatro letras, pero en lugar de escribir dos veces la dalet, se pone una con el daghesch fuerte, que la dobla.
[3] Nota del Blog: Tema complejo si los hay, pero ¿no es acaso una razón de más para basarse en autores serios y competentes?
El mismo Drach escribió un pequeño opúsculo defendiendo la cábala de la acusación de panteísmo; librito que contó con la aprobación y alabanzas del P. Perrone, uno de los mejores teólogos de la época.
El libro puede descargarse AQUI.
[4] San Jerónimo, en la Epist. XXX ad Paulam, y en el libro De nominibus hebraïcis, dice:
“Yod, principio o Dominador”.
Ciertamente no es el significado del nombre de la letra, sino su sentido cabalístico.
[5] Sal. CVII, 8.15.21.31 (texto hebreo).
[6] El Talmud, tratado Hhaghiga, fol. 13 recto, cita esta sentencia como siendo un versículo del libro Ben-Sira (el Eclesiástico), que los griegos llaman Jesús, hijo de Sirac.
La antigua sinagoga da una vez más aquí un desmentido a los protestantes que tienen el atrevimiento de rechazar este libro santo del cuerpo de la Escritura.
Nota del Blog: Parece una alusión al cap. III, vv. 22-24.
[7] Se traduciría mejor en latín como absconsiones Sapientiae.
[8] Nota del Blog: Sobre este libro, dice el mismo Drach en pag. 304:
“El Zohar, libro eminentemente cristiano…”.
Lo cual no quita
que, tal como lo indica en el tomo 2, pag. XXVII, nota 2, a pesar de ser un
libro muy antiguo, los rabinos hayan agregado blasfemias contra Nuestro Señor y
su Iglesia con el paso del tiempo; pero hay que decir terminantemente que al
principio no fue así.