jueves, 11 de marzo de 2021

Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García (III de IV)

   Así como el ángel de VII, 1 era Elías, el de X, 1 es Enoc y son los dos Testigos del cap. XI. 

San Juan (o alguien que lo represente) viene al fin de los tiempos y el Templo del que habla el cap. XI es el de Salomón reconstruido y no una mera alegoría; el Templo de Ezequiel nunca se ha edificado y deberá serlo algún día y se ofrecerá allí la Santa Misa, y el hecho de tener forma de Cruz es un signo más que claro que estará destinado al culto Católico. 

El Libro que se le da a comer a San Juan se refiere a sucesos escatológicos y recibe una doble misión: predicar a los gentiles y medir el templo de Dios, los cuales parecerían tratarse de una acción simbólica e incluso sería tal la persona misma de san Juan. Existen dos misiones, la de Enoc a los paganos y la de Elías a los judíos. 

La Mujer del capítulo XII es la legítima esposa de Cristo, la Iglesia. Algunos dicen que es la Sinagoga, y podría ser siempre y cuando se tratara de la Sinagoga conversa al fin de los tiempos, pero a fin de cuentas sería la mismo, ya que sería parte de la Iglesia. Ciertamente es una persona moral, con lo cual no puede tratarse de Nuestra Señora. 

El Dragón rojo será un organismo político en el cual se encarnará la antigua serpiente, tres de las siete cabezas nos son conocidas: Lenin, Trotsky, Stalin (sic) y causarán un gran cisma. 

El hijo de la Mujer es una persona física pero no es Nuestro Señor sino un miembro insigne de la Iglesia que la defenderá contra los poderes adversos y obtendrá un gran triunfo después de la cuarta Trompeta. Es el precursor del Mesías en la segunda Venida. 

La Mujer huye de Roma a Jerusalén auxiliada por Enoc y Elías. 

Los judíos se convierten durante el gobierno del hijo varón, en cuyo tiempo comenzarán a predicar los dos Testigos. 

Haciendo un paralelismo con Zacarías, concluye que habrá 4 “constructores”: un Pontífice, el hijo másculo y los dos Testigos. 

Esquema de los sucesos futuros: 

El hijo varón aparece después de la cuarta Trompeta y el Dragón reacciona, surge el Anticristo que comienza a reinar en Babilonia (Roma) pero es expulsado de allí y va a Jerusalén. Gracias a San Miguel, el hijo varón obtiene una gran victoria contra el dragón y reinará en Jerusalén durante un tiempo. 

Al convertirse los judíos, reconstruyen el Templo según la visión de Ezequiel y será dedicado al culto Católico, de allí que tenga forma de cruz. El dragón vuelve a obrar y esta vez vence, tanto al Oriente (tierra) como al Occidente (mar) y mata al hijo varón. Establece su trono en Roma, pero luego lo cede a la Bestia. 

La Iglesia huye al desierto durante tres años y medio, es decir, mientras dure la gran tribulación. En el cap. XII se distinguen dos fugas de la Mujer, la del v. 6 es la segunda y tiene lugar después de la muerte del hijo varón, a diferencia de la del v. 14. 

 

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Las siete cabezas de la Bestia son personas sucesivas y los diez cuernos son naciones que la ayudan, y la plaga mortal que recibe corresponde a la sexta Trompeta. 

A veces “Bestia” indica el organismo y a veces, la persona física. 

El Anticristo es la quinta cabeza de la Bestia que reinará en Babilonia (Roma), pero después de ser herido, reaparecerá en Jerusalén, tras la sexta y séptima cabeza, como octavo. 

Casi todo el cap. XIII se refiere a este reino del Anticristo en Jerusalén, tiempo en el cual estarán los dos Testigos en el Templo (el Tabernáculo del v. 6) como último refugio de la Iglesia. El reino de la Bestia será universal y habrá entonces una gran apostasía, casi hasta extinguirse la fe (Lc. XVIII, 8). 

La Bestia de la tierra será un eclesiástico, engañará a todo el mundo haciendo los mismos milagros que los dos Testigos y gracias a ella triunfará el Anticristo haciendo que lo adoren. 

La marca de la Bestia implica idolatría y parecería que la mejor lección no es “666” sino “616”[1], y significaría “Dios César” (kaisar theos). 

 

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En el cap. XIV se narran dos escenas, una en el cielo y otra en la tierra y el Mesías ya ha descendido, por lo tanto, la escena tiene lugar después del Anticristo. Los 144.000 son los mismos raptados de los que habla san Pablo en I Tes. IV, 16-17. 

Los tres ángeles no son predicadores sino verdaderos ángeles y lo que allí se dice, sucede después de la muerte de Enoc y Elías. 

El cuarto ángel no es Cristo, tanto por el hecho de que ya vino (vv. 1 ss), como porque no le corresponde obedecer al quinto ángel. 

La siega corresponde a los buenos y la vendimia a los malos y son separados para poder ser juzgados. 

 

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Las siete Copas indican una nueva serie de visiones, parecerían mirar el último período del reino de la Bestia (en Jerusalén), señalan los hechos principales, son castigos contra los malvados y pueden entenderse casi literalmente. 

La sexta Copa la explica de esta manera: la Bestia resucitada estará en Jerusalén, y a ella seguirán los reyes del Oriente, pero será contradicha por el poder romano (los 4 ángeles de la sexta Trompeta). El rey Romano (la séptima cabeza) será enemigo del Anticristo, pero aun así malvado. Occidente luchará contra el Oriente, pero será destruido. 

La batalla del Harmagedón será entre Cristo y el Anticristo para ver quién es el verdadero Mesías.


 [1] Ya San Ireneo protestaba en su tiempo contra la nueva lectura “616” y críticamente no tiene prácticamente ningún respaldo. Parecería que se acepta simplemente en razón de una exégesis preconcebida.