IV. Breve
resumen de las Sesiones.
Sesión 1 a 9
El
7 de febrero comenzó la Disputa con
una gran solemnidad y muchedumbre (en promedio, había entre mil y dos mil
personas por sesión), no sólo de parte de los católicos sino también de muchos
judíos que venían de todas partes del reino y que luego habían de esparcir todo
lo sucedido al volver a sus casas. Sin dudas, como lo nota el P. Pacios, esta
situación ayudó mucho a las conversiones por todo el reino que no dejaron de
multiplicarse con el correr de los meses.
Por
expreso mandato de Benedicto XIII, de
parte de los judíos debían asistir los Rabinos más sabios de cada región del
reino[1] y,
de hecho, presenciaron la disputa más de veinte.
La
Disputa comenzó, como queda dicho, el 7 de febrero, pero al principio se llevó
a cabo únicamente por vía oral.
Jerónimo
comenzó aduciendo las razones por las cuales el Mesías ya había venido, pero
los Rabinos, que no tenían un frente común, daban diversas y aun contrarias
respuestas, dificultando un tanto la discusión.
La
sesión 5 marcó un cambio muy importante porque los Rabinos concedieron, sin
ninguna condición, que el Mesías ya había nacido antes de la destrucción del
Templo, sólo que no se había manifestado. Tan importante fue esta
inesperada concesión que Jerónimo pidió quedara asentada por escrito. Allí
leemos lo siguiente:
“Entonces el Rabí Matías, confirmando la conclusión
del día anterior, confesó abiertamente que el Mesías nació y que estaba o en
Roma o en el Paraíso terrestre y que la causa de su ocultamiento fueron los
pecados del pueblo, que aunque nació sin embargo, no lo hizo público, y que nació
el día de la destrucción del Templo y que fue necesario que naciera aquel día
dado que el herido tiene inmediata necesidad del médico”[2].
A lo cual contestó Benedicto
XIII, en una de sus pocas intervenciones, que el Rabino había dicho la verdad,
porque el Mesías estaba en Roma por la autoridad (del Papa) y en el Paraíso por
su esencia.
Pronto se dieron cuanta los
Rabinos que habían ido demasiado lejos en su concesión y trataron de volver
atrás, al principio en forma velada, hasta que al final, en la sesión 9 negaron
rotundamente todo cuanto habían concedido, con lo cual Benedicto XIII tuvo que
empezar todo de nuevo.
Esto
sirvió para introducir dos modificaciones: por un lado, todas las sesiones
debían transcribirse y por el otro, los judíos tenían que unificar sus
respuestas.
Sesión 10 a 14
En
estas cinco sesiones se discutió el argumento de los 6000 años de los
que habla el Talmud; años que se dividen en tres partes iguales: 2000 años
de la ley natural, 2000 de la ley de Moisés y otros tantos del Mesías.
Tras la sesión 12 tuvieron
lugar las primeras conversiones:
“Diez judíos notables” que luego lograron convertir a sus familiares, que
sumaban unas treinta personas más.
¿El
motivo? Lo dicen ellos mismos:
“Vemos evidentemente y conocemos con claridad que
las razones del maestro Jerónimo son verdaderas, mientras que las respuestas de
los rabinos no tienen absolutamente ningún valor”[3].
Esto
no fue un hecho aislado. Inmediatamente a continuación, el P. Pacios agrega:
“Los rabinos judíos aún insistieron en la sesión
siguiente (sesión 13) acerca de la misma autoridad, replicándoles nuevamente
Jerónimo en ese mismo día. Pero en la sesión 14 (15 de marzo) renunciaron a
la discusión. No hicieron ninguna concesión; se limitaron a decir que creían
haber respondido bien, que permanecían en su fe, pero que tras haber deliberado
sobre la última réplica de Jerónimo no sabían al presente qué decir, y aun lo
que habían dicho lo habían hecho por obedecer al Papa. Este les ofreció más
tiempo para deliberar, cosa que ellos no quisieron. En realidad, habían hecho
cuanto pudieron para desvirtuar la argumentación de Jerónimo, y al no lograrlo
lo achacaron a su poco saber, no a la falsedad de la causa que defendían.
Entre tanto la fama de lo que acontecía en Tortosa
se iba extendiendo, y el crédito de los rabinos iba decreciendo entre los
judíos a la vista de su argumentación deficiente…”[4].
Y
luego de relatar la conversión de trece personas más que habían venido de lejos
a presenciar la Disputa, agrega estas importantes palabras:
“No nos ha de extrañar la insistencia con que se
advierte que son hombres notables los conversos. Que lo fueran en realidad lo
prueba el solo hecho de que se desplazaran desde tan lejos para ir a Tortosa: sólo
hombres al menos medianamente pudientes podían hacerlo. Y este fué el gran
fruto de la Controversia. San Vicente Ferrer había hecho muchas más
conversiones, pero de ordinario entre el pueblo bajo. En cambio, la
Controversia provocó esas conversiones en las clases influyentes, y así
debilitó sobre manera al judaísmo español”[5].
Sesión 15-22
A
través de todas estas sesiones Jerónimo continuó alegando diversas razones
para probar el punto en discusión: que el Mesías ya había venido, y que las
razones parecían convincentes a los oyentes se prueba porque las conversiones
continuaron: al final de la sesión 22 pidieron el bautismo 250 judíos, y la
razón alegada era la respuesta tan débil de parte de los Rabinos.
Sesión 23-45
En
estas sesiones, se pasó a discutir las condiciones del Mesías, tanto
según los cristianos, como según los judíos.
Los Rabinos dieron seis
condiciones:
1. Que los sacaría de la cautividad, los llevaría a
todos a la tierra de promisión y allí los establecería.
2. Que al tiempo de sacarlos de esa cautividad se
habían de hacer milagros como se hicieron a la salida de Egipto.
3. Que habían de ser
materialmente reedificados Jerusalén y su templo.
4. Que en tiempo del Mesías
guardaría Israel la Ley, con todas sus ceremonias y sacrificios, cual se había
hecho antiguamente.
5. Que el Mesías había de
dominar en paz a todo el universo.
6. Que en tiempo del Mesías
había de acaecer la guerra de Gog y Magog.
[1] I.52. Ver la I sesión.
[2] I. 60.
[3] I.63.
[4] Ibid.
[5] I.64.