martes, 21 de julio de 2020

La Disputa de Tortosa (VI de XXXVIII)


VI. Contenido Doctrinal y Valoración de los Argumentos.

Siguiendo al P. Pacios, vamos a dividir la Disputa en tres cuestiones:

1) Si el Mesías ya vino o no

Citemos siempre a Pacios:

“Abarca toda la disputa oral (ses. 2-9) y, ya en la escrita, desde la ses. 10 hasta la 22.

Resultado final de la argumentación: silencio judío, pero no aquiescencia, ya que todas las concesiones que habían hecho en la disputa oral las revocaron en la escrita.

Resultado práctico: numerosas conversiones. En la ses. 22 se habla de 250 judíos convertidos; y ya antes se habían convertido 10 en la ses. 12 (incluidas las mujeres y familiares, 30), y 13 en la ses. 14”.


a) Pruebas Extrabíblicas

Son siete los testimonios con los que Jerónimo busca probar no sólo la venida del Mesías sino también su manifestación.

Citemos a nuestro Autor[1].

1) “Léese en el estudio (o escuela) de Elías: la duración del mundo es de seis mil años: dos mil de vanidad, dos mil de la ley y dos mil los días del Mesías” (Sanedrín, 91 a)[2].

2) “Dijo Elías a rabí Yéhudá, hermano de rabí Sela, llamado el bueno: El mundo no durará menos de 85 jubileos, y en el último de ellos vendrá el hijo de David.


- Preguntóle (rabí Yéhudá a Elías): ¿Vendrá al principio o al fin de ese jubileo?

- Respondió Elías: Al fin de él” (Sanedrín 97 b).

Y comenta rabí Shélomó (Rashi):

“Esto suma cuatro mil doscientos cincuenta años, pues cada jubileo son cincuenta años; y en el último jubileo vendrá el Hijo de David”.

3) “Halló una vez rabí Josué, hijo de Leví, a Elías y a rabí Yéhudá junto a la sepultura de rabí Simeón. Y dijo R. Josué a Elías: ¿Cuándo vendrá el Mesías?

— Respondióle Elías: Ve, y pregúntaselo a él.

— Díjole: ¿Dónde está?

— Respondióle Elías: Le encontrarás a las puertas de Roma, entre los que sufren enfermedades.

— Fuese R. Josué y encontróle según le había sido dicho por Elías. Y díjole: Señor, contigo sea la paz.

— Respondióle el Mesías: La paz sea contigo, hijo de Leví.

— Y entonces preguntó (R. Josué): ¿Cuándo vendrá el Señor?

— Respondióle el Mesías: Hoy.

— Volvióse R. Josué a Elías, el cual le preguntó: ¿Lo encontraste?

— Ciertamente, respondió R. Josué.

— Y ¿qué te dijo?, le interrogó Elías.

— Díjome: La paz sea contigo, hijo de Leví.

— Díjole Elías: Seguridad os dio con eso a ti y a tu padre de que tendréis parte en el siglo futuro[3].

— Díjole R. Josué: ¿Y qué haremos?, pues me dijo que vendría hoy, y no vino, y parece que me dijo falsedad.

— Respondióle Elías: “Hoy, si oyereis su voz” (Sal. XCIV, 7) (Sanedrín 98 a).

4) “Encontró R. Josué, hijo de Leví, a Elías y a R. Simeón a la puerta del paraíso, y díjoles: ¿Cuándo vendrá el Mesías?

— Respondiéronle: Cuando este Señor nuestro quisiere.

— Dice R. Josué: Veía sólo dos hombres, y oía la voz de tres” (Sanedrín 98 a).

Y declara R. Salomón (Rashi) que el tercero era el Mesías”.

5) “Dice R. Yodan: En el mismo día en que fué destruido el templo, nació el Mesías. Aconteció que, arando un judío y habiendo mugido uno de sus bueyes, díjole un árabe que pasaba por allí y oyó el mugido del buey: Hebreo, hijo de hebreo, desunce tus bueyes, porque nació el Rey Mesías.

— Díjole el judío: ¿Cómo se llama?

— Replicóle el árabe: Ménahem, es decir, Consolador.

— Preguntóle el judío: ¿Cuál es el nombre de su padre?

— Respondióle el árabe: Ezequías, esto es, Fortaleza de Dios.

— Inquirió aún el judío: ¿Dónde nació?

— Respondióle el árabe: En Belén de Judá.

— Y dijo R. Abon (= Bun): ¿Y para qué hemos de ir a aprender de los árabes, cuando está claro el texto de Isaías (X, 34): “Y el Líbano caerá con los altos”, y continúa (Is. XI, 1): “Y saldrá una vara de la raíz de Jessé?” (Tal. Yer. Bérakot, 5 a).

6) Dice R. Samuel, hijo de Naamán: Caminaba en cierta ocasión Elías el mismo día de la destrucción del templo, y oyó una revelación que le decía: El templo santo tiende a la destrucción. Al oír esto, Elías pensó en cómo podría destruir el mundo; y siguiendo su camino, topó con unos hombres que araban y sembraban, y díjoles: Dios está airado contra el mundo, y quiere destruir su casa y llevar cautivos a sus hijos entre las naciones, ¿y vosotros os preocupáis y trabajáis en las cosas temporales?

— Y vínole nueva revelación diciéndole: Déjales, porque ha nacido para Israel su Salvador.

— Preguntóle Elías a la voz: Y ¿dónde está él?

— Díjole la voz: En Belén de Judá.

— Yendo, pues, Elías, encontró una mujer sentada a la puerta de su casa, con su hijo ensangrentado delante de ella. Díjole Elías: Hija, ¿pariste un hijo?

— Y ella: Así es, señor.

— Dícele Elías: Y ¿qué le pasa que así está ensangrentado?

— Respondió la mujer: Gran desgracia porque en el mismo día en que nació fué destruido el templo.

— Y dijo Elías: Levántate y tómale, porque por su mano se hará salvación grande.

La madre entonces, levantándose, lo tomó en sus brazos, y Elías la dejó y se marchó.

Pasados cinco años, dijo Elías:

- Iré y veré al Salvador de Israel, para informarme si se cría como un rey o como un ángel. Y yendo, halló a la mujer a la puerta de su casa, y díjole: Hija, ¿qué es de aquel niño?

— Respondió ella: Rabí, ya te dije que se criaba con desgracia, porque el mismo día en que nació fue destruido el templo; aunque tiene pies, no anda; dotado de ojos, no ve; tiene oídos y no oye, boca y no habla, y así es como una piedra.

Mientras que así hablaban, sopló un viento desde los cuatro puntos cardinales y arrojó el niño al mar. Entonces Elías, rasgando sus vestiduras y mesándose los cabellos, dijo: ¡Ay de mí, que se ha perdido la salvación de Israel!

Vínole entonces una revelación, diciéndole:

- Elías, no es como tú piensas, sino que vivirá en el mar grande durante cuatrocientos años, y durante ochenta en las regiones hacia donde sube el humo según el rito de los hijos de Coré; pasará otros ochenta a la puerta de Roma, y el resto de ellos, hasta el fin, los distribuirá por todas las grandes ciudades” (Béreshit Rabbá Rabbati le-rabi Mosbé Ha-Darshán, Gen. XXX, 38, par. 73 (ed. Brierre Nabonne, París, 1939, pp. 78-81).

7) La translación caldea del texto de Is. LXVI, 7: “Antes de que le llegare la angustia, fué salvada; y antes de sobrevenirle los dolores del parto, fué descubierto o revelado el Rey Mesías” (Targum de Jonatán, Is. LXVI, 7). Con la declaración de R. Samuel, hijo de Naamán:

En la misma hora de la destrucción del templo, clamó Israel cual parturienta, y en el mismo instante nació el Mesías” (Béreshit R. de Ha-Darshán, in Gen. XXX, 38, par. 73 (ed. B.N. p. 80-81).



[1] I.232-235. El Autor indica seis testimonios, pero sin dudas es una errata.

[2] En nota al pie el Autor resalta la importancia que este argumento tenía en los Padres de los primeros siglos, dando al respecto una larga cita del P. Alcañiz en su reconocida tesis “Ecclesia Patristica et Millenarismus”. En la misma nota no deja de citar autores como Hugo Wast e incluso, como curiosidad, a Ana Catalina.

[3] No deja de ser interesante esta explicación, sobre todo para los Milenaristas.