martes, 13 de agosto de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XVIII, 10-11

 10. Desde lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad, la fuerte, porque (en) una hora vino tu juicio”. 

Concordancias: 

Ἀπὸ μακρόθεν στήσονται (desde lejos, estando de pie): cfr. Apoc. XVIII, 15 (mercaderes).17 (navegantes). Ver Job II, 12. 

στήσονται (estando de pie): cfr. Apoc. III, 20; V, 6; VI, 17; VII, 1.9.11; VIII, 2.3; X, 5.8; XI, 4.11; XII, 4.17; XIV, 1; XV, 2; XVIII, 15.17; XIX, 17; XX, 12. 

Φόβον (temor): cfr. Mt. XIV, 26; XXVIII, 8; Mc. IV, 41; Lc. I, 12.65; II, 9; V, 26; VII, 16; Lc. XXI, 26; Hech. II, 43; V, 5.11; IX, 31; XIX, 17; II Cor. V, 11; VII, 1; Ef. V, 21; I Ped. I, 17; Apoc. XI, 11; XVIII, 15. Ver Mt. XXVIII, 4; Lc. VIII, 37; Jn. VII, 13; XIX, 38; XX, 19. 

Βασανισμὸν (tormentos): cfr. Apoc. IX, 5; XIV, 11; XVIII, 7.15 (Babilonia); Mt. VIII, 6; XIV, 24; Mc. VI, 48; II Ped. II, 8. Ver Mt. VIII, 29; Mc. V, 7; Lc. VIII, 28 (Demonios atormentados); Apoc. XI, 10 (Dos Testigos a los habitantes de la tierra); XII, 10 (Mujer vestida de sol); XIV, 10; XX, 10 (Adoradores de la Bestia - Habitantes de la tierra en el lago de fuego y azufre). 

Οὐαὶ (ay): cfr. Apoc. VIII, 13; IX, 12; XI, 14; XII, 12; XVIII, 16.19. 

Πόλις (ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-16.18-19.21.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14. 

πόλις μεγάλη (la ciudad, la grande): cfr. Apoc. XI, 8; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 16.18-19.21. Ver Apoc. XIV, 8; XVII, 5; XVIII, 2. 

Βαβυλὼν (Babilonia): cfr. Mt. I, 11-12.17; Hech. VII, 43; I Ped. V, 13; Apoc. XIV, 8; XVI, 19; XVII, 5; XVIII, 2.21. 

Βαβυλὼν ἡ πόλις ἡ ἰσχυρά (Babilonia, la ciudad, la fuerte): cfr. Dan. IV, 27; Mt. VII, 24-27; Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 14; XVI, 12 (Éufrates); XVI, 19 (¿Babilonia?) XIV, 8; XVI, 21; XVII, 1.5.18; XVIII, 2.16.18-19.21; XIX, 2 (Babilonia). 

Ἰσχυρὸς (fuerte): cfr. Mt. III, 11; XII, 29; Mc. I, 7; III, 27; Lc. III, 16; XI, 21-22; Apoc. V, 2; VI, 15; X, 1; XVIII, 2.8.21; XIX, 6.18. 

Μίαν ὥραν (una hora): cfr. Apoc. XVII, 12; XVIII, 17.19. Ver Apoc. IX, 15; XI, 13; XIV, 7. 

Ὥραν (hora): cfr. Apoc. III, 3.10; IX, 15; XI, 13; XIV, 7.15; XVII, 12; XVIII, 17.19. 

ἦλθεν (vino): cfr. Apoc. I, 7; III, 11; V, 7; VI, 1.3.5.717; VIII, 3; IX, 12; XI, 14.18; XIV, 7.15; XVI, 15; XVII, 1.10; XIX, 7; XXI, 9; XXII, 7.12.20. 

Κρίσις (juicio): Cfr. Mt. X, 15; XI, 22.24; XII, 36.41-42; XXIII, 33; Mc VI, 11; Lc. X, 14; XI, 31-32; Jn. V, 22.24.27.29-30; XII, 31; XVI, 8.11; II Tes. I, 5; Heb. IX, 27; X, 27; II Ped. II, 4.9.11; III, 7;; I Jn. IV, 17; Jud. I, 6; Apoc. XIV, 7; XVI, 7; XIX, 2. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “ πόλις (la ciudad), en lugar del vocativo”. 

Allo: “ πόλις (la ciudad) puede ser equivalente a un vocativo…”. 

 

Concordancias:

Is. XLVII, 9: “Precisamente estas dos cosas vendrán de repente sobre ti, en un mismo día perderás los hijos y quedarás viuda. Vendrán sobre ti en toda su plenitud, a pesar de tus muchas hechicerías y de tus poderosos encantamientos”. 

 

Comentario: 

Notar que en Apoc. XIV, 8; XVI, 19; XVII, 5; XVIII, 2.21 Babilonia es llamada “la grande” y aquí “la fuerte”, identificando claramente ambos términos. Esto corroboraría lo que dijimos al identificar a san Gabriel con el ángel fuerte que habla con voz “fuerte” y “grande” (ver ACÁ). 

 

11. Y los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque su cargamento nadie compra ya: 

Concordancias:

 Ἔμποροι τῆς γῆς (mercaderes de la tierra): cfr. Apoc. XVIII, 3.15.23. Ver Mt. XIII, 45. 

γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; V, 3.6.10.13; VI, 13.15; X, 2.5-6.8; XI, 4; XIV, 7; XVII, 2.5.18; XVIII, 1.3.9; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. Ver Apoc. III, 10; VI, 4.8.10; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX, 1.3-4; XI, 6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 3.6.15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 8; XVIII, 3.9.23-24. 

Κλαύσουσιν (llorarán): cfr. Lc. VI, 25; Apoc. V, 4-5; XVIII, 9.15.19. 

Πενθοῦσιν (se lamentarán): cfr. Mt. V, 4; Lc. VI, 25; Apoc. XVIII, 15.19; XXI, 4. Ver Sant. IV, 9; Apoc. XVIII, 7-8. 

Γόμον (cargamentos): cfr. Hech. XXI, 3; Apoc. XVIII, 12. 

Οὐδεὶς (nadie): cfr. Apoc. II, 17; III, 7-8.17; V, 3-4; VII, 9; XIV, 3; XV, 8; XIX, 11. 

Ἀγοράζει (compra): cfr. Mt. XIII, 44.46; XXV, 9-10; Lc. XIV, 18-19; XVII, 28; Apoc. III, 18; V, 9; XIII, 17; XIV, 3-4. 

οὐκέτι (ya): cfr. Apoc. X, 6; XVIII, 14. 

 

Concordancias (vv. 11-19): 

Ez. XXVII, 28-36: “Al estruendo de los gritos de tus pilotos se estremecerán las playas, y todos los que manejan el remo, bajarán de sus naves; los marineros y todos los pilotos del mar, saltarán a tierra. Levantarán su voz sobre ti y se lamentarán amargamente; echarán polvo sobre sus cabezas y se revolcarán en ceniza. Por tu causa se raparán la cabeza y se ceñirán de cilicio; y te llorarán con amargura de alma, con dolor amarguísimo. En su dolor entonarán sobre ti una elegía cantando de ti: ¿Quién como Tiro? ¿Quién como la que (ahora) yace silenciosa en medio del mar? Con las ganancias de tu comercio marítimo hartabas a muchos pueblos; con la abundancia de tus riquezas y de tus mercancías enriquecías a los reyes de la tierra. Quebrantada por el mar estás ahora, sepultada en lo profundo de las aguas, ha cesado tu comercio y todo el gentío que te llenaba. Todos los habitantes de las islas se espantan de ti; sus reyes quedan atónitos, háseles demudado el rostro. Los comerciantes de los pueblos te silban; has venido a ser un objeto de pasmo y ya no existirás por los siglos”. 

Cfr. todo el cap. XXVII. 

 

Comentario: 

Wikenhauser: “La elegía de los comerciantes y de las gentes de mar se inspira en Ez. XXVII, con la diferencia de que allí no se hace distinción entre estos dos grupos. El profeta comienza describiendo el poder, la riqueza y la intensa actividad comercial del gran puerto de Tiro (1-25); en la descripción se mencionan los países y las ciudades con los cuales mantenía relaciones comerciales, y se enumera la gran cantidad de mercancías que eran objeto de intercambio; son aproximadamente las mismas que se recuerdan en el Apocalipsis (v.12-13). Casi todas las mercancías enumeradas son objetos que no usan sino las personas distinguidas, la gente entregada al boato; esta larga lista es, por tanto, una clara ilustración más del afán de placeres y de lujo, que tan caros le han venido a costar (Apoc. XVII, 4; XVIII, 3.9.16). En la elegía por la ciudad de Tiro se imagina luego la ciudad como un enorme navío cargado de valiosa mercancía (v.26-36) que, acometido repentinamente en alta mar por violento huracán, zozobra y se va a pique. A los gritos de la tripulación que naufraga, los marinos de las otras naves se llenan de terror y de angustia; se visten de luto, arrojan ceniza sobre sus cabezas y entonan una elegía: “¿Quién había en medio del mar semejante a Tiro?... ¡Con tus incontables riquezas y mercancías hiciste ricos a los reyes de la tierra!”.