§ 1
Esta explicación del nombre tetragramático está confirmada por un gran número de testimonios que se encuentran en los libros más respetados de la sinagoga. Como sería muy largo citarlos a todos, y como por otra parte los autores se repiten a menudo unos a otros, se nos permitirá hacer una selección.
I. Midrash-Rut del Zohar del Génesis, fol. 15, col. 61:
“El Santísimo, bendito sea, creó en el hombre el nombre Yehova, que es su propio nombre santo”.
La Yod (י), es el alma del alma; esta letra es llamada Adán. Su luz se extiende en tres luces que tienen una yod. Sin embargo, es una luz única, sin división alguna.
La hè (ה) es llamada alma divina[1]. Está unida a la yod, y se extiende en varios rayos; y sin embargo es una; es decir, hè, yod, sin división. Tal es el sentido del versículo:
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó” (Gen. I, 27)[2].
La vav (ו) es llamada Espíritu. Es calificado como, Hijo de yod, hè[3].
La (segunda) hè (ה) se llama alma humana[4]. Se llama también hija.
Así, tenemos padre, madre, hijo, hija[5]; y es un gran misterio.
Yod, hè, vav, hè, se llama Adán. Ese es también el valor numérico de cada una de ellas[6]. Jehová, varón y mujer los creó y les impuso sus nombres[7]. Y después de esto formó el cuerpo, pues escrito está:
“Y Jehová Dios formó al hombre (del) polvo de la tierra” (Gen. II, 7)[8].
¿Cómo podemos distinguir estos dos Adán dado que Jehová es llamado Adán y el cuerpo formado es llamado igualmente Adán? ¿Qué los diferencia?
Respuesta: En el pasaje donde leemos: “Y Dios creó al hombre a su imagen”, es Jehová[9], y en el pasaje donde no leemos a su imagen, es el cuerpo formado[10]”.
II. Daremos, a continuación de nuestra cita del Midrash-Rut, un pasaje de Thikkunè-Zohar, que explica en sentido análogo esta repetición del texto a su imagen, a la imagen de Dios.
“El pastor fiel, se dice allí, tiene dos caras (dos naturalezas), una celeste y la otra terrestre. Por eso está escrito:
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó” (Gen. I, 27)
A su imagen, es la imagen de arriba. – A imagen de Dios, es la imagen de abajo”[11].
Así, según los rabinos, se debe explicar de la siguiente manera la repetición que se señala en el v. 17 del cap. I del Génesis.
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó”.
A su imagen, a la imagen de la divinidad, dándole un alma, esencia puramente espiritual, inmortal.
A la imagen de Dios, al
crearle un cuerpo, que el Zohar llama la envoltura del alma, le dio la
similitud de la forma material, terrestre, de Dios. Ahora bien,
¿cómo se puede uno imaginar una forma cualquiera en la Esencia divina que no
está circunscripta por ningún espacio? Es preciso decir que esta explicación
supone la unión íntima de la Divinidad con un cuerpo material parecido al
nuestro, de nuestra naturaleza, en otros términos, la Encarnación del Verbo
divino.
[2] Ya hemos dicho más arriba, pag. 298, 313, una palabra sobre esta masculinidad y esta feminidad. El autor que citamos lo explica en las líneas siguientes.
[3] Dicho de otra manera, la vav, el Espíritu Santo, es hijo de yod y de hè, es decir, del Padre y del Hijo. Así, en los tiempos más antiguos, la sinagoga enseñaba el Qui ex Patre Filioque procedit (que procede del Padre y del Hijo), mucho antes que la Iglesia, por medio de varios concilios, particularmente el II de Lyon, bajo Gregorio X, hubiera definido nuestra fe en estos términos, a fin de cerrar la boca a los opositores de la procesión del Espíritu Santo por el Hijo.
[4] Naphscha, designa la naturaleza humana de Jesucristo Nuestro Señor. Ver la nota 38.
[5] El Padre, el Verbo, el Espíritu, el Verbo encarnado.
[6] Valor numérico de las letras אָדָ֛ם (adam) 1+4+40 = 45.
Valor numérico de las cuatro letras del tetragrama, escritas en pleno, יוד, 10+6+4 = 20; אה, +5+1 = 6; ואו, 6+1+6 = 13; אה, +5+1 = 6. Es decir, 20+6+13+6 = 45.
[7] Sus nombres quiere decir, el nombre que les conviene, que exprese su naturaleza.
[8] El autor, jugando con las palabras, si se puede hablar así en una materia tan grave, alude a las tres hipóstasis divinas y al Hombre-Dios.
[9] En el sentido del autor, no hay que tomar aquí el término crear en su significado estricto, ábsit! sino en el de procesión, generación, filiación divina.
[10] Ver Zohar, primera parte, fol. 16, col. 61 y el mismo texto en el Zohar-Hhadasch, fol. 61, col. 3.
[11] Thikkunè-Zohar, fol. 12 recto, de la ed. de
Tesalónica.