lunes, 19 de abril de 2021

Los Componentes del Catolicismo Liberal, por J.C. Fenton, (I de V)

 Los Componentes del Catolicismo Liberal, por J.C. Fenton 

Nota del Blog: A título de curiosidad personal, no podemos dejar de señalar que este trabajo de Mons. Fenton fue el primero que leímos, allá lejos y hace tiempo. 

Cualquiera puede ver que los errores condenados por los Papas, y que describe aquí el docto Teólogo estadounidense, están a la orden del día desde el Vaticano II. 

El texto está traducido del American Ecclesiastical Review, CXXXIX (1958), pag. 36-53. 

 

*** 

La aparición del libro El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos, de Robert Cross[1], junto con las cautelosas críticas favorables que recibió en algunos periódicos Católicos, debe decirse que produjo al menos un efecto favorable en el mundo del estudio Católico. A pesar de la atrozmente pobre calidad de erudición manifestada en el libro, al menos mostró la existencia, hoy en día, de un movimiento dentro de la Iglesia que los observadores de afuera se sienten libres de designar como Catolicismo liberal. Indirectamente, el Dr. Cross al menos abrió el camino para un estudio sobre la naturaleza de este movimiento. 

Su contribución para alcanzar este fin solamente puede ser llamada indirecta, porque su explicación, aunque deliciosamente simple, es completamente errónea. Las primeras dos frases del primer capítulo de El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos contienen su descripción fundamental de la divergencia entre los defensores del Catolicismo liberal y sus oponentes dentro de la Iglesia. 

“La Cristiandad occidental, debido a su ambición para volverse una iglesia verdaderamente católica, tenía que desarrollar estrategias con las cuales tratar con las instituciones y creencias – es decir, la “cultura”- de aquellos fuera de la Iglesia. Mientras todos los portavoces de la Iglesia Católica Romana han estado firmemente convencidos que la Iglesia está protegida por Cristo de un definitivo fracaso de su deber, algunos se acercaron a la cultura con gran precaución; otros, se aventuraron a salir con una sublime confianza”[2]. 

Para el Dr. Cross, los miembros de la Iglesia Católica que confiaban en ponerse en camino en su misión por adquirir la ambición del Cristianismo occidental eran y son los Católicos liberales. Aquellos que se mostraron precavidos en su acercamiento a las instituciones y creencias de aquellos fuera de la Iglesia son los “conservadores”. 

El Dr. Cross escribe teniendo como presupuesto fundamental que la institución por la cual trabajaban estos portavoces se volvió “una iglesia verdaderamente católica” por medio de la ambición del “Cristianismo occidental”. Este presupuesto fundamental no es, por supuesto, de ninguna manera cierto. La enseñanza divina objetivamente verdadera propuesta por el Concilio Vaticano señala la unidad católica de la Iglesia como uno de los factores por los cuales la Iglesia es reconocida “como un grande y perpetuo motivo de credibilidad y testimonio irrefragable de su divina legación[3]. El mismo Concilio insiste que los motivos de credibilidad son facta divina, hechos causados por Dios mismo, que actúa como causa principal[4]. El reino sobrenatural de Dios en la dispensación del Nuevo Testamento, la sociedad religiosa sobre la cual preside el Obispo de Roma como cabeza visible, es en realidad y claramente “una iglesia verdaderamente católica”, no en razón de ninguna ambición por parte del “Cristianismo occidental”, sino por el poder del mismo Dios, que actúa como causa principal. La Iglesia Católica es así un milagro en el orden social, un genuino factum divinum, precisamente desde el punto de vista de su unidad católica. 

El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos considera al liberalismo y conservadurismo Católicos como dos estrategias desarrolladas dentro del ámbito del Cristianismo occidental para gobernar los esfuerzos hechos por esa comunidad para alcanzar su “ambición”. Las actitudes que expresa están muy en consonancia con la suposición fundamental del autor sobre la Catolicidad de la verdadera Iglesia. Si la sociedad religiosa sobre la cual preside el Obispo de Roma como cabeza visible y Vicario de Jesucristo sobre la tierra fuera simplemente una unidad social que debe su verdadera catolicidad a la ambición de la Cristiandad occidental, entonces la posición de aquellos a los que Cross designa como Católicos liberales sería ciertamente preferible a la de aquellos que disputaron contra ellos en la Iglesia. Al rechazar como verdadero el contenido de la revelación pública divina, en autor de El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos se ha limitado a un punto de vista en el cual la actitud de quienes insisten sobre la enseñanza del mensaje Católico esencial parece, al menos, injustificado. Pero no debemos perder de vista que el juicio fundamental sobre el cual descansa la visión del Dr. Cross es completamente erróneo. Lo que Dios reveló sobre su Iglesia dentro del ámbito del dogma Católico es de hecho la verdad sobre la Iglesia. 

Algunos críticos Católicos de El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos han observado que su enseñanza que clasifica a los portavoces Católicos “precavidos” como Católicos conservadores y a los “seguros” como Católicos liberales es más bien una simplificación. En realidad, es algo peor que una simplificación. Es un error grave en el campo del criticismo histórico. 

Siempre ha habido Católicos que han respondido con algo menos que un entusiasmo completo a la enseñanza de la Iglesia, sobre todo en tiempos turbulentos. Una observación hecha por el brillante y leal Cardenal De Lai en una de sus cartas al Cardenal Maffi es pertinente: 

En la Iglesia y en la sociedad han estado, están y siempre estarán los celosos y los tibios, como los buenos y los malos. Miremos la historia de la Iglesia, el tiempo de los Arrianos y de los Pelagianos y las amarguísimas polémicas de San Jerónimo (y era Santo). Dejando de lado diez siglos, vengamos a las disputas sobre el probabilismo, el Jansenismo y otros parecidos y siempre se encontrará esta división. La derecha y la izquierda, con sus diversos grados de mutua oposición siempre van a existir debido a las condiciones de la mentalidad del hombre y a sus emociones[5]. 

Es completamente obvio por el contexto de la carta del Cardenal De Lai que, al menos aproximadamente, colocaría a los Católicos “precavidos” del Dr. Cross entre los zelati y los caracterizados en El Surgimiento del Catolicismo Liberal en los Estados Unidos como Católicos “confiados” son clasificados como tepidi por el Cardenal. Esta contrariedad en la clasificación depende, por supuesto, de una profunda y fundamental división en los puntos de vista. Mientras que el Dr. Cross se imagina que estaba tratando con portavoces de una institución que estaba intentando volverse una Iglesia verdaderamente Católica a fuerza de sus propios esfuerzos en el mismo momento en que reclamaba la catolicidad como nota que indicaba su origen divino, el Cardenal De Lai tuvo en cuenta que estaba escribiendo sobre los portavoces de la sociedad que Nuestro Señor mismo había fundado y dentro de la cual continúa viviendo y gobernando. Los hombres que estaban completamente seguros que el mensaje que la Iglesia Católica predica como divinamente revelado es de hecho el cuerpo de verdades sobrenaturales que la Iglesia recibió de Nuestro Señor, simplemente estaban siendo coherentes con la certeza de su fe cuando reaccionaron en contra de cualquier intento de pasar por alto, ignorar o negar cualquier parte de la enseñanza oficial de la Iglesia. Por otra parte, era de esperarse que de parte de Católicos cuya fe no era tan fuerte, buscaran o al menos aceptaran lo que parecían oportunidades para moldear y modificar su convicciones Católicas de forma de ponerlas en mayor consonancia con las opiniones favorecidas en las sociedades intelectuales de moda. Y dado que el contenido de la fe Católica es soberana y triunfantemente verdadero, la influencia de los tepidi ha sido siempre desafortunada para la Iglesia.


 

[1] Robert D. Cross, The Emergence of Liberal Catholicism in America (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1958). Pag. XIII + 328. Aunque en apariencia es una disertación de Harvard, la obra carece por completo de objetividad. En dos ocasiones (pag. 209 y 212 sig.), Cross representa al autor de este artículo como habiendo “afirmado” a favor de cosas muy distintas y opuestas a las que se encuentran en los artículos del AER a los que se refiere. 

[2] Cross, op. cit., p. 1. 

[3] Denz. 1794. 

[4] Cf. Denz. 1790. 

[5] Sacra Rituum Congregatio: Sectio Historica. Romana Beatificationis et Canonizationis Servi Dei Pii Papae X, Disquisitio circa quasdam obiectiones modum agendi servi Dei respicientes in Modernisni debellatione una cum Summario additionali ex oficio compilato (Typis Polyglottis Vaticanis, 1950), pp. 64 sig.