martes, 13 de abril de 2021

El Tetragrama o Nombre de Dios, por P. Drach, Rabino converso (VII de VII)

 § II 

I. El texto sagrado llama a Dios a menudo simplemente el nombre, para expresar en una sola palabra todo lo que encierra el tetragrama, Dios en su Trinidad y Unidad, en su Divinidad y humanidad a la cual asoció. Es así que leemos en Lev. XXIV, 11: 

“Y blasfemó el hijo de la israelita el nombre[1]”. 

Y en Deut. XXVIII, 58: 

“Temiendo el nombre glorioso y terrible”. 

En Ex. XXIII, 20 se dice: 

“He aquí que Yo envío un Ángel delante de ti… escucha su voz; no le desobedezcas, pues en él está mi Nombre”. 

El ángel que el Señor anuncia aquí es, tal como lo diremos en la sección II, Nuestro Señor Jesucristo, en quien se encuentra todo lo que significa el nombre tetragrama de Dios. Si se tratara del nombre en sí mismo, ¿se podría decir de una palabra hebrea, de un simple sonido de voz, que está en la persona de alguien? 

 

II. En los libros de los rabinos se encuentra a menudo el nombre para significar Dios. 

1. Aben-Ezra, Comentario a Ex. XXXIII: 

“Moisés pidió ver el nombre, y el nombre le respondió: un hombre en esta vida no puede verme”. 

El rabino había dicho algunas líneas más arriba: 

“Según mi parecer, la verdadera exposición de este pasaje, es este: El nombre, al haberle dicho a Moisés, en el v. 2: Enviaré delante de ti un Ángel, le respondió, v. 12: No me has dado a conocer a quién enviarás conmigo; si es aquel del cual está escrito: pues mi nombre está en él. Y el nombre le respondió: Es ciertamente Yo en mi propia esencia quien marchará delante de ti”. 

 

2. R. Moisés Botrel, en su comentario al Sepher Yetzira, cap. I, mischna 9, se expresa en estos términos: 

“El Espíritu del Dios vivo, es el mismo Creador, bendito sea su nombre; pues su nombre es su propia esencia, pues su nombre es Jehová que es su esencia. Es uno en virtud de la combinación del misterio de la suputación[2]. Él es la voz, el espíritu y el verbo; lo cual responde al espíritu del Dios vivo. Tres, en el misterio, responden a tres”. 

Lo que prueba que el nombre Jehová no es un simple sonido, sino que expresa la propia esencia de Dios, es que los Doctores de la sinagoga lo consideraban como identificado, en cierto sentido, con la Divinidad y eterno como Dios; es decir, que no es como los nombres apelativos inventados por los hombres para expresar las cualidades de Dios con respecto a nosotros y a su relación con el mundo, tal como Padre, Creador, Señor, Todopoderoso. 

1.En el principio, dice Maimónides, no existía más que el nombre y su sabiduría[3]. 

2. En los capítulos de R. Eliéser, libro venerado por los rabinos al igual que el Talmud, se dice al comienzo del capítulo III: 

Antes de la creación del mundo no existía otra cosa más que Dios santo, bendito sea, él y su nombre”. 

Maimónides, en su libro Moré-Nebuhhim, I parte, cap. 61, cita este pasaje de los capítulos de R. Eliéser para probar toda la santidad del tetragrama, que se lo usa siempre bajo la denominación: el nombre. 


3. Ralbag, R. Lévi-ben-Ghershon, Comentario a Ex. VI, 3: 

El texto dice literalmente: y mi nombre Jehová yo no fui conocido por ellos; ¿por qué no dice y mi nombre Jehová no fue conocido por ellos?[4]. Quiere que entendamos que su nombre es Él mismo, y Él mismo es su nombre”. 

Terminaremos nuestras observaciones sobre el valor del nombre tetragrámico con el siguiente pasaje del Médrasch-Thehillim, sobre el Salmo XCI: 

“R. Josué-ben-Lévi dijo en nombre de R. Phinéès-ben-Yaïr: ¿Por qué las oraciones de Israel no son escuchadas en este tiempo?[5] Porque ignora el nombre inefable; pero en el siglo futuro Dios santo, bendito sea, le dará la inteligencia, tal como está escrito: “Por eso mi pueblo conocerá mi Nombre” (Is. LII, 6). Y en ese tiempo las oraciones de Israel serán escuchadas, pues está escrito: “Me invocará, y le escucharé” (Sal. XCI, 15). 

Hemos mostrado en otra parte[6] que si la sinagoga conservó la antigua costumbre de pedir en sus oraciones en nombre y por los méritos de Isaac, es que antiguamente por medio de este Isaac, que no era más que una figura, entendía al futuro Mesías, en el cual tenía fe; pero después que renegó del Mesías venido, Nuestro Señor Jesucristo, sus oraciones son ineficaces, como ella misma lo confiesa. Se desprende de todas las tradiciones que hemos recogido hasta aquí que negar la Encarnación del Verbo y el dogma de la Santísima Trinidad, que es su fundamento, es ignorar realmente el nombre Jehová.


 

[1]  Ver, al fin de esta sección, la nota 30. 

[2] Sabemos que esto no es muy claro o, mejor dicho, que se trata del verdadero lenguaje de un cabalista; pero se entiende que no es nuestra intención cambiar nada al texto de los autores que citamos. 

[3] Moré-Nebuhhim. II Parte, cap. 29. 

La Sabiduría dice en Prov. VIII, 22 ss.: 

“El Señor me poseyó al principio de sus caminos, antes de sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui constituida, desde los orígenes, antes que existiera la tierra, etc.”. 

[4] El verbo debería estar en tercera y no en primera persona. 

[5] Los rabinos llaman a la época anterior a la venida del Mesías, este tiempo, o el tiempo presente. Llaman el tiempo, el siglo futuro, al tiempo que comienza con la venida del Mesías. Ver la nota 36. 

[6] Dissertation sur l'invocation des saints dans la synagogue.