sábado, 27 de febrero de 2021

Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García (I de IV)

 Explicación esquemática del Apocalipsis, por Ramos García 

Nota del Blog: Sobre la vida y obra de este interesantísimo sacerdote puede consultarse lo que ya habíamos publicado AQUI y AQUI.  


El verdadero título de esta pequeña pero substanciosa obra es, en realidad, “Apocalypsis schematica explanatio ex profesoris praelectionibus excerpta, a Rev. Roberto Alford, sac. Australiano. Romae 1938 (ad ususm privatum), pag. 73” y trata sobre las notas de las clases que dio el P. Ramos García como profesor explicando el Apocalipsis a sus alumnos de la Propaganda Fide, las cuales fueron tomadas por su alumno Roberto Alford, un sacerdote australiano. 

Indica Ramos García en el prefacio que se trata del curso que dio en el año 1935-1936. 

Como no puede ser de otra manera al tratarse de apuntes tomados en clase, en líneas generales tenemos resumidas en pocas palabras el pensamiento del autor en cada versículo o sección, con lo cual no siempre es fácil seguir el hilo. 

Ya en el prefacio nos da su visión general del Apocalipsis: 

“Para entender más fácilmente nuestra explicación, ayudará saber que, en lo que atañe al orden de los novísimos, hemos seguido el esquema de los milenistas (Justino, Ireneo, Tertuliano, y otros), según el cual se distinguen dos Juicios escatológicos, uno Universal o de vivos y el otro Final o de muertos; y de la misma manera, dos resurrecciones de muertos, la primera de los santos antes del Juicio Universal, y la otra de los buenos y malos para el Juicio Final; entre ambos transcurre el reino de los mil años (Apoc. XX) el cual, quienes quitan de en medio o lo colocan en otro lugar, consecuentemente confunden erróneamente ambos Juicios en uno solo. En efecto, el Señor “vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”, pero sin embargo vendrá una sola vez, puesto que los Juicios Universal y Final no son más que dos actos diversos de una misma venida. 

Sobre todo, en lo que respecta al orden de la existencia futura del reino pacífico, seguimos a los Padres milenistas; no en cuanto a la naturaleza de ese reino, no muy bien definida, en la cual ya no sostenemos la presencia visible de Cristo y de los santos, la cual con toda razón fueron reacios en admitir los Padres posteriores y los teólogos. Por lo tanto, decimos que el Señor estará visible en el juicio, pero invisible en el reino”. 

Con respecto al valor de la doctrina milenaria de los Padres, que nunca fue ni aprobada ni reprobada por la Iglesia, la cual debe ser cuidadosamente distinguida de los errores de los milenarios herejes (…) Puesto que sobre la naturaleza del reino diferimos no poco de esa doctrina, no sin injuria se nos llamaría Milenaristas, los cuales serían mejor llamados Milenistas. Milenistas somos quienes defendemos la existencia futura del reino pacífico, sea lo que sea sobre su naturaleza, sobre la cual puede haber diversidad de opiniones, entre las que está la milenaria”.

Notemos de estas palabras algunas cosas. En primer lugar, tenemos en plena Roma y en pleno siglo XX, la enseñanza del Reino futuro de Cristo de mil años después de la Parusía, señal más que inequívoca que no había sido condenado, al menos hasta entonces. 

En segundo lugar, vemos aquí trazadas en líneas generales las mismas ideas que luego Ramos García habría de desarrollar en diversos artículos, varios de los cuales ya hemos publicado aquí. 

Señalemos, por último, un detalle sobre el cual insistirá en el transcurso de esta obra y es la distinción entre Milenarismo y Milenismo, el primero de los cuales propugna un reino visible de Cristo y los Santos, a diferencia del segundo. Distinción que no parecen sustentar los famosos decretos del Santo Oficio, pero, de todas formas, parecería tratarse más que nada de una cuestión de nombres, sobre lo cual no vale la pena detenerse, pues lo importante es el significado de las cosas. 

 

*** 

Ya entrando en el análisis del comentario, indica el Autor en la introducción que el Apocalipsis trata sobre la Parusía y que puede llamarse “el libro de la segunda Venida del Señor”, y que existe una clara división entre el siglo presente y el futuro, separados ambos por la Parusía. 

Rechaza también la interpretación espiritual de los antimilenaristas afirmando que el reino de Cristo debe ser externo y que una mera renovación espiritual no basta para cumplir las profecías bíblicas. 

De los tres enemigos de la paz: el demonio, el mundo y la carne, solo permanecerá este último, pues los dos primeros, que son los enemigos externos del hombre, serán derrotados por Cristo en su segunda Venida y sólo quedará el fomes peccati, como llaman los teólogos a la concupiscencia. 

Después de una introducción, el libro se divide en dos grandes secciones: por un lado, las 7 cartas (cap. II y III) y por el otro, los temas escatológicos (cap. IV en adelante). En lo que respecta a las 7 Iglesias, parecería, dice Ramos García, que representan la Iglesia universal y, además, las promesas al vencedor conllevan una participación tanto en la vida como en la potestad de Nuestro Señor. 

Divide así los siete períodos de las Iglesias: 

1) Éfeso: Iglesia Apostólica. 

2) Esmirna: 10 persecuciones romanas. 

3) Pérgamo: Alta Edad Media (s. V-VIII). 

4) Tiatira: Edad Media (s. IX-XIII).

5) Sardes: Renacimiento (s. XIII-XVIII). 

6) Filadelfia: Protestantes (s. XVI-XVIII). 

7) Laodicea: Desde la Rev. Francesa. 

La segunda parte del Apocalipsis, la que va de los capítulos IV en adelante, la divide de la siguiente manera: 

1) Visión introductoria. 

2) Tres partes: 

a) Siete Sellos. 

b) Siete Trompetas. 

c) Siete Copas. 

Y en cada uno de estos tres, tenemos: un preludio, un interludio después del sexto Sello, Trompeta y Copa, y un excurso después del séptimo. 

Con respecto a la angelología, sostiene la misma idea que mantendrá después en su trabajo sobre la jerarquía angélica[1], donde distingue solamente cinco coros de ángeles y no nueve y cree que su conclusión es cierta y no así la “tradicional”, por darle un nombre. 

Es por demás interesante la observación que hace sobre la septiforme doxología de V, 12, pues dice que corresponde a cada uno de los Arcángeles y a sus respectivas Virtudes y, si tenemos en cuenta que originariamente los Arcángeles eran 8, contando a Satanás, se entendería así (y esto ya es nuestro), que la otra doxología septiforme, la de VII, 12, dice acción de gracias en lugar de riqueza. Es decir, serían ocho las alabanzas originales, una por cada Arcángel[2].


 [1] Ver AQUI 

[2] ¿Se puede ir más allá? Si la doxología de V, 12 es la que corresponde a los 7 Arcángeles que no cayeron, y en VII, 12 se dice “acción de gracias” en lugar de “riqueza”, ¿quiere decir que “acción de gracias” correspondía a Lucifer? Dicho con otras palabras, ¿la razón de la caída de Lucifer fue no haber reconocido en Dios la fuente de sus perfecciones y en lugar de agradecer al Creador se vanaglorió de ellas como si fueran propias? 

Sabido es que esta es una de las razones que traen los teólogos del famoso non serviam.