Demos el texto ya no sólo de San Mateo sino también de los otros
sinópticos, concordantes con el primer Evangelio.
Mateo XII
24 Pero los fariseos, oyendo, dijeron:
«Este no lanza los demonios sino en Beelzebub, príncipe de los demonios». 25 Y
conociendo los sentimientos de ellos, díjoles: «Todo
reino dividido contra sí mismo, es desolado, y toda ciudad o casa dividida
contra sí misma no estará de pie. 26 Si
Satanás a Satanás lanza, contra sí mismo está dividido: ¿Cómo, pues, estará de
pie su reino? 27 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios, vuestros
hijos ¿en quién le lanzan? Por esto ellos jueces serán vuestros. 28 Pero si en el
Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, por cierto, ha llegado a vosotros el
reino de Dios. 29 ¿O cómo puede alguno entrar en la
casa del fuerte, y arrebatar sus enseres si primero no atare al fuerte; y
entonces saqueará su casa? 30 El que no es conmigo, contra mí es, y el
que no recoge conmigo, desparrama. 43 «Y cuando el
inmundo espíritu ha salido del hombre, va al través de inacuosos lugares
buscando reposo, y no halla. 44 Entonces dice: «A mi casa volveré de donde
salí»; y, viniendo, hállala reposando y barrida y adornada: 45 Entonces va y
toma consigo siete otros espíritus peores que él y entrando habitan allí; y se
hace lo postrero de aquel hombre peor que lo primero. Así sucederá también a
esta generación, la mala.»
Marcos III
22 Y los escribas, los de Jerusalén
descendidos, decían: que «a Beelzebub tiene»; y que, «en el príncipe de los
demonios lanza los demonios». 23 Y llamándoles a sí, en parábolas hablóles:
«¿Cómo puede satanás a satanás lanzar? 24 Y, si un
reino contra sí mismo se dividiere; no podrá estar de pie aquel reino. 25 Y, si
una casa contra sí misma se dividiere, no podrá aquella casa estar de pie.
26 Y si Satanás se alzare contra sí mismo y se
dividiere, no puede estar de pie, sino que fin tiene. 27 Empero, no puede nadie, en la casa del fuerte entrando,
sus enseres saquear, si primero al fuerte no atare; y entonces su casa saqueará.
Lucas XI
15 Mas algunos de entre ellos dijeron: «En
Beelzebub, el príncipe de los demonios, lanza los demonios»; 16 y otros,
tentando, señal desde cielo buscaban de él. 17 Y él, sabiendo sus pensamientos,
díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es
desolado, y casa sobre casa cae. 18 Y si también Satanás contra sí mismo está
dividido ¿cómo estará de pie su reino? porque decís que en Beelzebub
lanzo yo los demonios. 19 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios, vuestros
hijos ¿en quién lanzan? Por esto ellos vuestros jueces serán. 20 Pero, si, en
dedo de Dios, lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de
Dios. 21 Cuando el fuerte armado guardare su atrio, en
paz está, lo que posee; 22 pero, tan pronto como uno más poderoso que él,
sobreviniendo, le venciere, toda su armadura alza, en la que fiado estaba, y
sus despojos reparte. 23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que no
recoge conmigo, desparrama. 24 Cuando el inmundo
espíritu saliere del hombre, atraviesa, por inacuosos lugares, buscando reposo,
y no hallando dice: «Retornaré a mi casa de donde salí»; 25 y viniendo, halla
barrida y adornada. 26 Entonces va y toma consigo otros espíritus peores que
él: siete, y entrando, establécense allí; y hácese lo postrero de aquel hombre
peor que lo primero».
El Reino
que Satanás le promete a Cristo lo aceptará, sin dudas, el Anticristo.
Mt.
IV, 8-9: “De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo
y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo
esto si postrándote me adoras”.
Después de la 7º Trompeta vemos que el reino del mundo pasa a Cristo:
Apoc.
XI, 15: “Y el séptimo ángel trompeteó y se hicieron voces grandes
en el cielo, diciendo: “Se hizo el reino
del mundo de nuestro Señor y de su Cristo y reinará por los siglos de los
siglos”.
Por su parte, la quinta Copa hace que el reino de la Bestia se oscurezca:
Apoc.
XVI, 10: “Y el quinto derramó su copa
sobre el trono de la Bestia y fue su reino oscurecido…”.
El reino del Anticristo estará formado por diez Reyes:
Apoc.
XVII, 12: “Y los diez cuernos que
viste, diez reyes son, los que reino aún no han recibido, mas autoridad,
como reyes, (por) una hora reciben
con la Bestia”.
Y estos diez Reyes son los que destruirán Babilonia:
Apoc.
XVII, 16-17: “Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera
y desierta la harán y desnuda; y sus carnes comerán y a ella incendiarán con
fuego. En efecto, Dios ha dado en sus corazones hacer Su propósito y hacer un
propósito y dar su reino a la Bestia, hasta que sean consumadas las palabras de
Dios”.
Ver también Mt. XXIV, 7 y Mc.
XIII, 8.
El reino del Anticristo estará dividido porque es lo contrario del Cuerpo
Místico de Cristo que se caracteriza por su unidad interna en la fe y en la
caridad y por su triple unidad externa de fe, régimen y comunión y que ya
estaba simbolizada en la túnica inconsútil (Mt. XXVII, 35; Mc. XV, 24; Lc. XXIII, 34; Jn. XIX, 24; I Cor. I, 13).
Además, este reino ha de quedar desolado y desierto.
Apoc.
XVII, 16: “Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera
y desierta la harán y desnuda; y sus
carnes comerán y a ella incendiarán con fuego”.
Apoc.
XVIII, 17-19: “Porque en una hora fue
desierta tanta riqueza!”. Y todo piloto y todo el que a lugar navega y
marineros y cuantos el mar trabajan, desde lejos, se pusieron de pie, y
clamaban viendo el humo de su incendio, diciendo: “¿Quién semejante a la
ciudad, la grande?”. Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y clamaban, llorando y
lamentándose, diciendo: “¡Ay, ay, la ciudad, la grande, en la cual se
enriquecieron todos los que tienen las naves en el mar a causa de su opulencia,
porque en una hora fue desierta!”.
Ni puede maravillar tampoco que uno de los nombres del Anticristo sea la
abominación de la desolación.
Mt.
XXIV, 15 – Mc. XIII, 14: "Cuando, pues, viereis “la abominación de la
desolación”, de la que habló Daniel,
el profeta, estando de pie en lugar santo…”.
Babilonia es, además, una ciudad.
Apoc.
XVII, 18: “Y la Mujer que has visto es
la ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los reyes de la tierra”.
Apoc.
XVIII, 10: “Desde lejos, estando
de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad, la fuerte,
porque (en) una hora vino tu juicio”.
Apoc.
XVIII, 16: “¡Ay, ay la ciudad, la grande,
la vestida de lino fino y púrpura y escarlata y dorada en oro y piedra preciosa
y perla porque en una hora fue desierta tanta riqueza!”. Y todo piloto y todo
el que a lugar navega y marineros y cuantos el mar trabajan, desde lejos, se
pusieron de pie, y clamaban viendo el humo de su incendio, diciendo: “¿Quién semejante a la ciudad, la grande?”.
Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y clamaban, llorando y lamentándose,
diciendo: “¡Ay, ay, la ciudad, la grande,
en la cual se enriquecieron todos los que tienen las naves en el mar a causa de
su opulencia, porque en una hora fue desierta!”. ¡Alégrate sobre ella, cielo y
los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio
contra ella! Y alzó un ángel fuerte una piedra como un molino grande, y (la) arrojó al mar, diciendo: “Así con ímpetu será arrojada Babilonia, la
gran ciudad y no será hallada ya”.
Y una casa,
la cual corresponde a la que será edificada
sobre la arena:
Mt.
VII, 24-27: “Así, pues, todo el que oye estas palabras mías y las pone en
práctica, se asemejará a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la
roca: Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se
arrojaron contra aquella casa, pero ella no cayó, porque estaba fundada sobre
la roca. Y todo el que oye estas
palabras mías y no las pone en práctica, se asemejará a un varón insensato que
ha edificado su casa sobre la arena: Las lluvias cayeron, los torrentes
vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, y cayó, y su
ruina fue grande”.
Ver Lc. VI, 48-49.
El reino de Satanás no puede mantenerse en pie:
Apoc.
XIV, 8: “Y otro, un segundo
ángel, siguió diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que del
vino del furor de su fornicación abrevó a todas las naciones”.
Apoc.
XVIII, 2: “Y clamó con fuerte voz,
diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia
la grande y se hizo habitación de demonios y prisión de todo espíritu
impuro y prisión de toda ave impura y odiada”.
La casa del fuerte será destruida por otro más fuerte:
Apoc.
XVIII, 8-10: “A
causa de esto, en un día vendrán sus plagas: muerte y luto y hambre y con fuego
será incendiada, porque fuerte (es) Yahvé Dios, el que la ha juzgado.
Y
llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella
fornicaron y vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio. Desde
lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad,
la fuerte, porque (en) una hora
vino tu juicio”.
Y luego, el enemigo será atado:
Mt.
XIII, 30: “Dejadlos crecer juntamente hasta la siega. Y al momento de la siega,
diré a los segadores: Recoged primero la
cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en mi
granero”.
Apoc.
XX, 1-3: “Y ví un ángel descendiendo del cielo, teniendo la llave del abismo y
una cadena grande sobre su mano. Y se
apoderó del Dragón, la serpiente, la antigua, que es Diablo (Calumniador) y el Satanás (Adversario) y lo ató por mil años y lo
arrojó en el abismo y cerró y selló sobre él para que no engañe ya a las
naciones, hasta que se hayan consumado los mil años; después de esto debe ser
liberado poco tiempo.
Ver Mt. XXII, 13 y Apoc. IX, 14.
Y recién entonces podrá arrebatarle sus cosas, como antes habían hecho
los enemigos de Dios:
Mt.
XI, 12: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los
cielos padece fuerza, y los que usan la
fuerza lo arrebatan”.
Mt.
XIII, 19: “Sucede a todo el que oye la palabra del reino y no la comprende, que
viene el maligno y arrebata lo que ha
sido sembrado en su corazón: éste es el sembrado a lo largo del camino”.
Jn.
X, 12: “Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias
las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque
es mercenario y no tiene interés en las ovejas”.
Ver Jn. X, 28-29.
El final de la parábola es un tanto enigmática: a la
generación perversa le sucede lo mismo que al poseso; teniendo esto en cuenta,
¿será que la generación perversa (ver ACA)
de los últimos tiempos va a ser siete veces peor que la de la época de Cristo?
Los otros siete espíritus ¿son una alusión a las otras siete cabezas de la
Bestia?
Dejamos planteadas estas dudas.
Lo que sí parece claro es que los últimos tiempos pueden
alumbrar muchos pasajes bíblicos, de los cuales hemos dado nada más que un
ejemplo.
No es difícil encontrar otros casos como este en los
Evangelios.