Conclusión.
A través de este pequeño estudio
hemos procurado conocer con mayor detalle algo más sobre esa misteriosa y no
menos famosa Mujer del capítulo XII del Apocalipsis. Hemos intentado seguirla a
través de su recorrido, primero desde Jerusalén hacia Babilonia, luego en su
huída hacia Petra, al sur de Jordania, pasando antes por el Monte Nebo y al
final, tras los tres años y medio de protección divina, la hemos visto hacer su
entrada triunfal en la ciudad Santa junto a Nuestro Señor.
Por último, hemos indagado las
razones que la llevaron a Babilonia como así también hemos visto su angustia
expresada en muchos Salmos al verse perseguida por sus enemigos, pero también
hemos sido testigos de la poderosa protección de Dios en favor de su muy amada.
Ya para terminar, actualicemos un
poco la tipología bíblica.
Salida de Egipto:
1.- Egipto –
Persecución Interna – Signación (Dinteles de las casas) – Castigo (muerte de
los primogénitos) – Salida – Columna de
nube y de fuego - Dos Alas - Persecución Externa (Faraón envía ejércitos) –
Destrucción de los ejércitos enemigos (el mar se abre y se cierra) – Cántico de
los salvados[1] - Desierto – Penitencia[2]
- Entrada en la tierra Prometida.
Capítulo XII del Apocalipsis:
2.- Babilonia –
Persecución Interna – Signación (sexto Sello) – Castigo (Primeras cinco
Trompetas) – Salida – Columna de nube y de fuego[3]
- Dos Alas - Persecución Externa (Satanás envía ejércitos) – Destrucción de los
ejércitos enemigos (la tierra se abre y se cierra) – Cántico de los salvados -
Desierto – Penitencia - Entrada en la Tierra Prometida.
Es curioso notar cómo Israel, pueblo de dura cerviz, recién se
doblega ante Dios a la segunda
oportunidad, como el primero de los hijos de la parábola de Mt. XXI, 28-32.
Por ejemplo, Abrahám, antes de trasladarse a Canaán por mandato divino, se detiene
en Harán (Hech. VII, 2-4) y Dios
tiene que decirle por segunda vez que
se traslade a la tierra prometida.
Los hermanos de José recién lo
reconocen la segunda vez (Gen. XLII-XLV, citado por San Esteban en Hech. VII, 12-13.
Ver la nota de Straubinger).
Israel recién entrará convertido a la Tierra prometida, la segunda vez[4], etc.
etc.
Seguramente se podrán encontrar
muchos ejemplos más, pero todos se resumen en esta gran verdad:
Israel
no aceptó al Mesías en la Primera Venida y lo hará recién en la Segunda.
Para lo cual será preciso que
Dios la saque de nuevo de la Tierra Santa, la lleve al desierto, le hable al
corazón y la prepare para entrar de nuevo triunfalmente en la Tierra Prometida,
según lo vemos profetizado en uno de los versos más hermosos de los Salmos (CXXV, 5-6):
“Los
que siembran con lágrimas
Segarán
con júbilo.
Yendo, iban llorosos,
Llevando la semilla para la
siembra;
Volviendo, vendrán con
exultación,
trayendo sus gavillas”.
[1] Aquí tenemos una nueva similitud con la huída
a Egipto (Ex. XV), y según Lacunza (Tercera Parte, cap. VIII) se trata de El Cantar de los Cantares.
Cfr. Sal. XXXII, 3; XXXIX, 4; XLI, 9;
XCV, 1; XCVII, 1; CXLIII, 9; CXLIX, 1; Is. XXXV, 10; XLII, 10-11; Ver
también Apoc. V, 9; XIV, 3 y XV, 3.
[2] Lo que debía haber sido una purificación o prueba
terminó siendo un castigo. La rebelión
de los judíos impidió que la entrada en la tierra de promisión diera lugar “al
descanso sabático para el pueblo de Dios” (Heb. IV, 9) y desde entonces todo lo
que le sucedió a Israel fue una figura
de lo que realmente hubiera ocurrido si hubieran sido fieles.
[3] La columna de nube y fuego que protegía a
Israel en su travesía por el desierto (cfr. Ex. XIII, 20; Sal. LXXVII, 14; CIV, 39; Sab. X, 17; XIX, 7; I Cor. X, 1)
parece que se repetirá en los tiempos de que venimos hablando como leemos en el
Sal. CXX, 5-6:
Es Yahvé quien te custodia;
Yahvé es tu umbráculo
y se mantiene a tu derecha.
De
día no te dañará el sol,
ni de
noche la luna.
Y el v. 8 termina el Salmo diciendo:
Yahvé custodiará tu salida y tu llegada,
ahora y para siempre.
Lo cual se
aplica sin problemas a la salida de
Babilonia y llegada a Petra de que
venimos hablando.
[4] Lo que debió haberse cumplido la primera vez tras la salida de Egipto,
debe cumplirse alguna vez, pues ese es el plan de Dios, y de ahí que haya tantas similitudes entre la huída de Egipto y la de
Babilonia.