11. Vengo pronto; mantén firme lo que tienes para que nadie tome tu corona.
Comentario
Sobre la corona, ver la misma promesa a Esmirna en II,
10.
Jesucristo viene pronto, es decir dentro de muy poco
tiempo, ya que la sexta y séptima Iglesias suman, juntas, siete años.
Straubinger: “Para que
nadie te arrebate la corona”. La idea es de un robo, es decir, de perder
el premio prometido y no que otro tomará su premio en su lugar.
Castellani:
"Mantén lo que tienes, otra vez la consigna del tradicionalismo, de la
Iglesia anterior".
12. Al que venciere lo haré columna en el templo de mi Dios y no saldrá más y
escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la
nueva Jerusalén, la que desciende del cielo desde mi Dios y el nombre mío, el
nuevo. 13. El que tiene oído oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias.
Comentario
Sobre la Jerusalén nueva cfr. Apoc. XXI-XXII;
Gal. IV, 26 y Heb. XII, 22.
Sobre el nombre nuevo cfr. Apoc. II, 17; XIV, 1; XIX, 12-13; Is.
LVI, 5; LXII, 2; LXV, 15.
Sobre el nombre, cfr. Apoc. VII, 3; XIV, 1 y XXII, 4.
Sobre el nombre de la Jerusalén Terrena cfr. Ez.
XLVIII, 35.
Straubinger: “Columna…
aquí se trataría, no ya de la formación de esa Iglesia (la Iglesia Católica)… ni
de la Jerusalén celestial, pues su Templo será Dios mismo (XXI, 22), sino
de sostener la verdadera fe en tiempos de apostasía (cfr. Mt. XXIV, 24; Lc.
XVIII, 8; II Tes. II, 3).”
Esto no parece posible porque todos los premios se
refieren al Milenio y a la Jerusalén Celeste. La objeción de Straubinger
subsiste, sin embargo. Tal vez esto podría hacer referencia al Templo que está
en el Cielo y del cual el de Salomón fue un simple modelo y formaría
parte de las visiones que luego tendrá San Juan en el cielo.
Templum = ναῷ (palabra con la que se designaba la parte más santa del
Templo: el Santuario y que constaba de tres partes: el vestíbulo, el Santo y el
Santo de los Santos. Cfr. Crampon, voz: Templo).
La mención al templo de Dios es pertinente ya que habría
una alusión al Templo de Salomón reconstruido en la tierra bajo la sexta
Iglesia.
Charles: "τὸ ὄνομα τοῦ Θεοῦ (el
nombre de mi Dios): El nombre de Dios impreso en la frente de los
vencedores muestra que son posesión de Dios; ver nota a VII, 3".
Charles: "τὸ ὄνομα τῆς πόλεως τοῦ Θεοῦ μου (el
nombre de la ciudad de mi Dios): Estas palabras denotan que Dios dará al vencedor el derecho a la ciudadanía
en la Jerusalén Celeste. Cfr. Gal.
IV, 26; Fil. III, 20; Heb. XI, 10; XII, 22; XIII, 14".
Charles: "τὸ ὄνομά μου τὸ καινόν (el nombre mío, el nuevo): Cfr. XIX, 12.16. Pero el nombre nuevo más
probablemente se revele en Su Segunda Venida. Y de la misma forma que Cristo ha de tener un nombre nuevo en esta
Venida, así también Sus fieles servidores (II, 17). Gressmann ha remarcado aptamente: "Así como en el principio del mundo presente todas las cosas recibieron
su nombre definitivo, así han de ser nombradas de nuevo en el mundo futuro".
Un pasaje parcialmente paralelo a todo este verso se
encuentra en Baba Bathra, 75b:
"Rabí Samuel, hijo de Nachmani dijo en nombre de Rabí Johanan que tres son nombrados después del Santo,
bendito sea Él: el justo (Is. XLIII, 7), el Mesías (Jer. XXIII, 6) y Jerusalén
(Ez. XLVIII, 35)".
Allo: “ἐκ (del cielo…) designa el lugar de origen y ἀπὸ (de mi Dios) la persona que envía”.
Caballero Sánchez: “Y Jesucristo
adorna sus “columnas” santificadas en la Verdad para ponerlas a la altura de la
nueva economía litúrgica de la Iglesia milenaria. Graba sobre ella tres nombres
en caracteres áureos e indelebles: “el nombre de mi Dios, el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que baja del cielo viniendo de mi
Dios, y el nombre mío nuevo”.- Fiesta de la Dedicación del Santuario
restaurado. Para la glorificación del Dios uno y trino, cuyo “Nombre
será entonces santificado” como lo pedimos en la oración dominical. Para la
glorificación de los habitantes de la Jerusalén celestial, cuyas alabanzas
serán celebradas con todo esplendor en la nueva Liturgia milenaria. Para la
glorificación, en fin, del Cordero, pero no ya en la forma anterior a la
Parusía, como “degollado”, que sólo perdura “donec
veniat”, sino en la forma triunfal de resucitado vencedor de
la muerte.
La nueva Jerusalén “que baja” de lo alto es la ciudad de
los glorificados en cuerpo y alma (…) ella no tiene “templo”.- Hay otra
Jerusalén, ciudad del pueblo de Dios que vive viadora a la sombra de su
“templo” restaurado por el cual “sube” hacia arriba”.
Wikenhauser: "La
metáfora de la columna en el templo de Dios indica su posición destacada en el reino".