Habiendo expuesto algunos comentarios y sugerencias a los
20 versículos del primer capítulo, nos parece oportuno dar un resumen del
mismo; resumen que bien puede servir de Addenda
a la Estructura del Apocalipsis (ver AQUI)
que dimos en su lugar, y que un estudio posterior nos convenció de ajustar
algunas cosas.
Los tres
primeros versículos, riquísimos en contenido y que poseen como en
germen lo esencial del Apocalipsis, nos indican las siguientes características:
I.-
Origen.
1) Es una Revelación
que Dios Padre hace a Su Hijo.
2) Esta Revelación, el
Hijo no se la da a San Juan sino a “Sus siervos”.
3) La misma Revelación
que el Hijo hace a Sus siervos, se la
da a San Juan, por medio del ángel y en
forma velada, y en esto consiste el último libro del NT.
II.-
Contenido.
El contenido principal del libro es, ni más ni menos, “lo
que debe suceder pronto”, y que se ha de identificar con lo que el Vidente ha
testificado, a saber: “la Palabra de Dios” y “el Testimonio de Jesucristo”, términos técnicos
equivalentes a los dos grandes grupos de Mártires que habremos de encontrar en
la Septuagésima Semana, a saber, los del quinto Sello y los del Anticristo.
La proximidad de los sucesos a los que alude el Apocalipsis en varios
lugares y ya desde el primer versículo, debe entenderse literalmente y corresponden a la última Semana de la profecía de
Daniel.
III.-
Bienaventuranza.
El versículo 3 contiene la primera de las siete Bienaventuranzas,
dirigidas, en este caso, a los Mártires del quinto Sello.
Por su parte, los versículos 4-8 se dividen en dos
secciones:
I.- Destinatarios.
El Apocalipsis en su conjunto
está destinado a las siete Iglesias, dato que se aclara y desarrolla más
adelante.
II.- Bendición.
De parte de Dios Padre, de
Jesucristo y de los siete Arcángeles[1],
seguido todo de una descripción del amor de Jesucristo y su Parusía.
Los versículos 9-11 indican:
I.-
Circunstancias
San
Juan nos dice que fue llevado a
Patmos a causa de “la Palabra de Dios” y de “el
Testimonio de Jesús”, es decir, para ser partícipe de
las visiones relativas a los dos grandes grupos de Mártires de la última Semana
daniélica, tal como lo dijimos más arriba.
En el v. 10 detalla aún más los tiempos al decir que es llevado a “el Día
del Señor”, término técnico que
indica los sucesos próximos antecedentes al establecimiento del Reino (de facto) de Dios.
II.-
Orden:
Se le manda a San
Juan escribir lo que vé y
enviarlo a las siete Iglesias.
Luego volveremos sobre este importante punto.
Por último, tenemos los versículos 12-20, que constan de:
1.- Descripción
de Cristo Sacerdote.
Presentado con diversas imágenes y atributos.
2.- Orden
de escribir.
3.- Explicación
de dos de los atributos de los versículos 12-18.
Teniendo este panorama general, tratemos de ordenar todo
esto un poco más.
En el v. 9 San
Juan nos dice que es llevado a Patmos a causa de “la Palabra de Dios”
(Mártires del quinto Sello) y de “el Testimonio de Jesús” (Mártires del
Anticristo) y luego especifica en el v.
10 diciendo que es llevado a “el Día del Señor”.
Mientras está viendo el
Día del Señor, es decir, la Septuagésima Semana de Daniel, San Juan oye, detrás de él, una voz que le ordena enviar a las siete Iglesias lo que vé.
Ahora bien, en todo el Apocalipsis hay dos grupos de
visiones:
a) La
de Cristo Sacerdote en los vv. 12-18.
b) La
de los capítulos IV y ss.
Los capítulos II-III no son una visión sino una audición.
De aquí se concluye, lógicamente, que tiene que haber una
relación entre las siete Iglesias y los dos grupos de visiones.
Avancemos un poco más.
Si San Juan
estaba viendo “el Día del Señor”, y luego debe girar detrás suyo y ver a Cristo
Sacerdote, entonces parecería que la visión de los vv. 12-18 tienen relación con lo que sucede antes de “el Día del Señor”.
De hecho, el simbolismo mismo de girar hacia
atrás, que nadie acierta a explicar, parecería coincidir con la exégesis.
En conclusión, tenemos en el Apocalipsis dos visiones: la
de los vv. 12-18 y la de los cap. IV ss; la primera mira lo que
sucede antes del día del Señor y la
segunda coincide con el mismo; y a su vez, ambas visiones están separadas por
las cartas a las siete Iglesias, a las
cuales van dirigidas las visiones.
En el v. 19 se
da una nueva división, que coincide con la que dimos más arriba. A San Juan se le ordena escribir:
a) Lo que ha visto,
lo cual hasta ese entonces era únicamente la visión de Cristo Sacerdote (vv. 12-18).
c) Lo que debe
suceder después de esto, lo cual se identifica con lo que se lee al
comienzo del capítulo IV:
“Después de esto ví y he aquí una
puerta abierta en el cielo y la voz, la primera, que había oído como de
trompeta hablar conmigo, decía: “Sube aquí y te mostraré lo que debe suceder después de esto”.
b) Lo que es, por descarte, tiene que
corresponder a las cartas a las siete Iglesias.
Ahora bien, la pregunta a responder es ¿cómo saber a qué Iglesias corresponde la
primera visión (vv. 12-18) y a cuáles la segunda (cap. IV y ss.)?
Un análisis detenido de las siete cartas nos muestra
diversas clases de divisiones conforme a ciertas semejanzas (algunas sólo
tienen reproches, otras sólo alabanzas, etc. etc.), pero una sóla de ellas está relacionada con las visiones.
Sabido es que las siete cartas están encabezadas por un
atributo de Jesucristo.
Veamos:
1)
Éfeso: “El que tiene
las siete estrellas en su diestra, el
que anda en medio de los siete candelabros, los dorados” (II, 1).
2)
Esmirna: “El primero y el último, que fue muerto y vivió”
(II, 8).
3)
Pérgamo: “El que tiene la
espada, la de dos filos, la aguda” (II,
12).
4)
Tiatira: “El Hijo de Dios, el que tiene sus ojos como llamas de fuego y sus pies semejante a bronce bruñido”
(II, 18).
5)
Sardes: “El que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas” (III, 1).
6)
Filadelfia: “El Santo, el
Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, y que
cierra y nadie abre” (III, 7).
7)
Laodicea: “El Amén, el
testigo, el fiel y veraz, el
principio de la creación de Dios” (III,
14).
Ahora se puede observar algo digno de atención: los
primeros cinco títulos de Cristo, se
encuentran, calcados, en la primera
visión del cap. I, 12-18, mientras
que los dos últimos se encuentran en la segunda
visión, la de los cap. IV y ss,
y así, en base a lo expuesto, tenemos:
1)
Éfeso:
El título de Cristo está tomado de:
I, 13: “Y en medio de los
candelabros, uno semejante a Hijo de hombre…”.
I, 16: “Y tenía en su
diestra siete estrellas”.
2)
Esmirna:
Este título de Cristo se encuentra en I, 17-18:
“No temas: Yo soy el primero y el último y el Viviente, y
fui muerto y he aquí que estoy vivo por los siglos de los siglos…".
3)
Pérgamo:
Este título de Cristo se encuentra en I, 16:
“De su boca salía una espada aguda de dos filos”.
4)
Tiatira:
Este título de Cristo se encuentra en I, 14-15:
“Sus ojos como llamas de fuego y sus pies semejantes a
bronce bruñido…”.
5)
Sardes:
El título de Cristo está tomado de I, 16:
“Y tenía en su diestra siete estrellas”.
6)
Filadelfia:
El título de Cristo está tomado de VI, 10:
"¿Hasta
cuándo, oh Señor, el Santo y
Veraz, tardas en juzgar y vengar
nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?".
7)
Laodicea:
El título de Cristo está tomado de XIX, 11:
"Y vi el cielo abierto y he aquí
un caballo blanco y el sedente sobre él es llamado Fiel y Veraz,
y juzga con justicia y hace la guerra".
Como se vé, sin ninguna interpretación forzada, se puede apreciar
algo obvio: las siete Iglesias están divididas en dos grandes grupos, conforme a las visiones: por un lado las
cinco primeras iglesias, que corresponden a la primera visión y por el otro las
dos últimas que corresponden a la segunda visión.
Dos argumentos más terminarán, tal vez, de convencernos
sobre esta división:
1) La primera visión,
que corresponde a la historia de la Iglesia desde la Ascensión hasta antes del
comienzo de “el Día del Señor”, tiene
como figura central a Cristo Sacerdote[2],
mientras que la segunda está
relacionada con Cristo en cuanto a Rey o
Juez, que es todo lo mismo, pues el título de la sexta Iglesia trata sobre la
venganza de la sangre de los Mártires del quinto Sello y el de la última Iglesia,
con la batalla del Harmagedón y la eliminación del Anticristo y Falso Profeta.
2) Los únicos dos misterios
de la primera visión que se le explican a San
Juan son el de los siete candelabros
y el de las siete estrellas, que
corresponden, como ya lo vimos, a la primera
y quinta Iglesia.
Esto no puede ser una
mera coincidencia.
Summa
Summarum: creemos, pues, que un atento examen nos muestra la
siguiente división:
Existen dos grupos de visiones separadas por las siete
Iglesias, cuyas cinco primeras se relacionan con la primera visión (I, 12-18), mientras las dos últimas son
descriptas, efusivamente, en la visión de los capítulos IV ss.
Lo cual podría representarse algo así:
Primera Visión (I, 12-18) – Cinco primeras Iglesias
(desde Éfeso hasta Sardes, II, 1- III, 6) – Dos
últimas Iglesias (Filadelfia y Laodicea, III, 7-22) – Segunda Visión (cap. IV ss).
Vale!
[1] No como autores o dadores sino como intercesores
y ministros. Ver el comentario.
[2] Esto no es seguro, sino solo probable. Ver el comentario.