jueves, 27 de febrero de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XX, 14-15

 14. Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Ésta, la muerte, la segunda, es el lago de fuego.

 Concordancias:

 Ὁ Θάνατος, καὶ ὁ Ἅιδης (la Muerte y el Hades): cfr. Apoc. I, 18; (¿IX, 6?); VI, 8; XX, 13. Ver Apoc. II, 11; XX, 6.14; XXI, 8 (segunda muerte – Lago fuego y azufre).

 Ἐβλήθησαν (fueron arrojados): cfr. Mt. III, 10; V, 25.29; VI, 30; VII, 19; XIII, 42.48.50; XVIII, 8-9.30; XXI, 21; Mc. IX, 42.45.47; XI, 23; Lc. III, 9; XII, 49.58; Jn. XV, 6; Apoc. XIV, 16.19; XVIII, 21; XIX, 20; XX, 3.10.15. Ver Apoc. II, 10; VI, 13; VIII, 5.7-8; XII, 9-10.13.

 Τὴν λίμνην (el lago): cfr. Lc. VIII, 33; Apoc. XIX, 20; XX, 10.15; XXI, 8.

 τοῦ πυρὸς (de fuego): cfr. Lc. IX, 54; XII, 49; XVII, 29; Hech. II, 19; Apoc. I, 14; II, 18; III, 18; IV, 5; VIII, 5.7-8; IX, 17-18; X, 1; XI, 5; XIII, 13; XIV, 10.18; XV, 2; XVI, 8; XVII, 16; XVIII, 8; XIX, 12.20; XX, 9-10.15; XXI, 8. Ver Apoc. IX, 17a.

  θάνατος δεύτερός (la muerte, la segunda): cfr. Apoc. II, 11; XX, 6; XXI, 8 (Lago de fuego y azufre). Ver Apoc. I, 18; (II, 23); VI, 8; (IX, 6); XX, 13-14 (Primera Muerte - Hades).

 

 Comentario:

 Straubinger: “Sólo aquí se ve que no habrá más muerte sobre la tierra. Por eso San Pablo dice que "la muerte será el último enemigo destruido" para que todas las cosas queden sujetas bajo los pies de Jesús (I Cor. XV, 26; Ef. I, 10) y Él pueda entregarlo todo al Padre (I Cor. XV, 24 y 28)”.

 Straubinger: “La muerte y el Hades: parecen personificar a los muertos que había en ellos (v. 13)”.

 Allo: “La destrucción de la muerte, idea que se encuentra en Is. XXV, 8 y IV Esd. VII, 31 recuerda justamente a Andrés (sic) el pasaje de San Pablo, I Cor. XV, 26 (cf. 54.55): “El último enemigo que será destruido será la muerte”.

 Wikenhauser: “También la muerte y los infiernos (Hades), presentados aquí como monstruos diabólicos, son arrojados al abismo de fuego, es decir, eliminados definitivamente. En Pablo se halla la misma afirmación: “El último enemigo en ser destruido será la muerte” (I Cor. XV, 26). Habiendo entrado en el mundo a través del pecado (Rom. V, 12), la muerte es elemento tan extraño al mundo futuro como lo era en el paraíso (Apoc. XXI, 4). Con la supresión de la muerte pierde también razón de ser el reino de los muertos (los infiernos o hades). El nombre de segunda muerte con que se designa el abismo de fuego, quiere decir que sólo el hombre que ha caído en él ha de considerarse definitivamente muerto, porque allí estará eternamente separado de Dios y de la vida divina”.

 Gelin: “Los últimos poderes del mal, o por lo menos sus últimos vestigios, personificados, Muerte y Hades, son destruidos (cfr. I Cor. XV, 24)”.

 Caballero Sánchez: “Las tres categorías de pecadores juzgados: La primera categoría la constituyen “los muertos que estaban de pie ante el trono”; la segunda la forman “los muertos que dio el mar”; la tercera “los muertos que dieron la Muerte y el Hadés”.

 Vander Heeren: “Por medio de una atrevida figura, se presenta a la muerte como una persona vencida por Cristo. En efecto, por voluntad de Cristo, la muerte debe devolver a todos los que venció. Esta derrota es representada simbólicamente como si la muerte fuera arrojada en el estanque de fuego y es llamada segunda muerte, así como también el hecho de que los malos sean sepultados en el estanque de fuego es llamado por ellos segunda muerte”.

  

15. Y si alguno no se halló en el libro de la vida escrito, fue arrojado al lago de fuego.

 Concordancias:

 Εὑρέθη (se halló): cfr. Dn. II, 35; Apoc. II, 2; III, 2; V, 4; IX, 6; XII, 8; XIV, 5; XVI, 20; XVIII, 14.21-22.24; XX, 11.

 Ἐν τῇ βίβλῳ τῆς ζωῆς (en el libro de la vida): cfr. Sal. LXVIII, 29; Fil. IV, 3; Apoc. III, 5; XIII, 8; XVII, 8; XX, 12; XXI, 27. Ver Dan. XII, 1.

 Γεγραμμένος (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XIV, 1; XVII, 5.8; XIX, 12.16; XX, 12; XXI, 12.27.

 Ἐβλήθη (arrojado): cfr. Mt. III, 10; V, 25.29; VI, 30; VII, 19; XIII, 42.48.50; XVIII, 8-9.30; XXI, 21; Mc. IX, 42.45.47; XI, 23; Lc. III, 9; XII, 49.58; Jn. XV, 6; Apoc. XIV, 16.19; XVIII, 21; XIX, 20; XX, 3.10.14. Ver Apoc. II, 10; VI, 13; VIII, 5.7-8; XII, 9-10.13.

 Τὴν λίμνην (el lago): cfr. Lc. VIII, 33; Apoc. XIX, 20; XX, 10.14; XXI, 8.

 τοῦ πυρὸς (de fuego): cfr. Lc. IX, 54; XII, 49; XVII, 29; Hech. II, 19; Apoc. I, 14; II, 18; III, 18; IV, 5; VIII, 5.7-8; IX, 17-18; X, 1; XI, 5; XIII, 13; XIV, 10.18; XV, 2; XVI, 8; XVII, 16; XVIII, 8; XIX, 12.20; XX, 9-10.14; XXI, 8. Ver Apoc. IX, 17a.

  

Comentario:

 Vaccari: “En el libro llamado de la vida están registrados los nombres de los que han alcanzado o alcanzarán la salvación eterna; en los otros libros están escritas las obras de cada uno, según las cuales tendrá que darse la sentencia de su suerte eterna”.