viernes, 14 de febrero de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XX, 10

 10. Y el Diablo, el que los engañaba, fue arrojado al lago, el de fuego y azufre, donde (están) también la Bestia y el Falso Profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

 Concordancias:

 Διάβολος (diablo): cfr. I Par. XXI, 1; Sal. CVIII, 6; Mt. IV, 1.5.8.11; XIII, 39; XXV, 41; Lc. IV, 2-3.5-6.13; VIII, 12; Jn. VIII, 44; XIII, 2; Hech. X, 38; Ef. IV, 27; VI, 11; I Tim. III, 6-7; II Tim. II, 26; Heb. II, 14; Sant. IV, 7; I Ped. V, 8; I Jn. III, 8.10; Jud. I, 9; Apoc. II, 10; XII, 9.12; XX, 2.

 Πλανῶν (engaña): cfr. Mt. XVIII, 12-14 (los pequeños, engañados, tal vez, por los Falsos Profetas del primer Sello); XXII, 29; Mc. XII, 24 (sobre la resurrección); Mt. XXIV, 4-5.11; Mc. XIII, 5-6; (Falsos Profetas del primer Sello); Mt. XXIV, 24; Mc. XIII, 22; II Jn. 7-8; Apoc. XIII, 14; XIX, 20 (Bestia de la Tierra – Falso Profeta); I Cor. VI, 9-10. (Sobre los herederos del Reino de los Cielos, cfr. Apoc. XXI, 8 y XXII, 15); Lc. XXI, 8 (falsos profetas antes de la destrucción de Jerusalén); II Tim. III 13 (hombres malos); Heb. III, 10 (generación perversa del desierto); Sant. I, 16; I Jn. II, 26 (tradición); Apoc. XII, 9; XX, 3.8 (Dragón); XVIII, 23 (Babilonia) (Parecería haber una relación entre Babilonia y los dos grupos de falsos Profetas). Ver I Cor. XV, 33; Gál. VI, 7; Tito III, 3; Heb. XI, 38; Sant. V, 19; I Ped. II, 25; II Ped. II, 15; I Jn. I, 8; III, 7; Apoc. II, 20.

Jesús es acusado de engañador: cfr. Mt. XXVII, 63; Jn. VII, 12.47.

 Ἐβλήθη (fue arrojado): cfr. Mt. III, 10; V, 25.29; VI, 30; VII, 19; XIII, 42.48.50; XVIII, 8-9.30; XXI, 21; Mc. IX, 42.45.47; XI, 23; Lc. III, 9; XII, 49.58; Jn. XV, 6; Apoc. XIV, 16.19; XVIII, 21; XIX, 20; XX, 3.14-15. Ver Apoc. II, 10; VI, 13; VIII, 5.7-8; XII, 9-10.13.

 Τὴν λίμνην (el lago): cfr. Lc. VIII, 33; Apoc. XIX, 20; XX, 14-15; XXI, 8.

 τοῦ πυρὸς καὶ θείου (de fuego… y azufre): cfr. Apoc. IX, 17-18; XIV, 10; XIX, 20; XXI, 8.

 Θηρίον (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2.

 Ψευδοπροφήτης (Falso Profeta): cfr. Mt. VII, 15; Mt. XXIV, 11.24; Mc. XIII, 22; Lc VI, 26; Hech. XIII, 6; II Ped. II, 1; I Jn. IV, 1; Apoc. XVI, 13; XIX, 20.

 Βασανισθήσονται (serán atormentados): cfr. Mt. VIII, 29; Mc. V, 7; Lc. VIII, 28 (Demonios atormentados); Apoc. IX, 5 (langostas de la quinta trompeta); XI, 10 (Dos Testigos a los habitantes de la tierra); XII, 10 (Mujer vestida de sol); XIV, 10 (Adoradores de la Bestia - Habitantes de la tierra en el lago de fuego y azufre). Ver Apoc. XIV, 11; XVIII, 7.10.15 (Babilonia); Mt. VIII, 6; XIV, 24; Mc. VI, 48; II Ped. II, 8.

 Ἡμέρας καὶ νυκτὸς (día y noche): cfr. Lc. II, 37; XVIII, 7; Hech. IX, 24; XX, 31; I Tes. II, 9; II Tes. III, 8; I Tim. V, 5; II Tim. I, 3; Apoc. IV, 8; VII, 15; XII, 10; XIV, 11.

 Εἰς τοὺς αἰῶνας τῶν αἰώνων (por los siglos de los siglos): cfr. Apoc. I, 6.18; IV, 9-10; V, 13-14; VII, 12; X, 6; XI, 15; XIV, 11; XV, 7; XIX, 3; XXII, 5.

 

 Concordancias:

 Is. XXIV, 21-22: “En aquel día Yahvé juzgará a la milicia del cielo en lo alto, y aquí abajo a los reyes de la tierra. Serán juntados como se junta a los presos en la mazmorra, quedarán encerrados en el calabozo, y después de muchos días serán juzgados”

  

Comentario:

 Caballero Sánchez: “Se disputan los “sabios” sobre lo que San Pablo quiere decir a los Corintios, al hablarles de la resurrección y de la victoria de Jesús sobre la muerte: “En Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno por su orden: como primicia Cristo; luego los de Cristo en su Parusía; después el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya derribado todo principado y toda potestad y toda virtud. Porque es necesario que Él reine “hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies”. El último enemigo destruido será la muerte. Porque “todas las cosas las sometió bajo sus pies”. Mas cuando dice que todas las cosas están sometidas, claro es que queda exceptuado Aquél que se las sometió todas a Él. Y cuando le hayan sido sometidas todas las cosas, entonces el mismo Hijo también se someterá al que le sometió todas las cosas, para que Dios sea todo en todo” (I Cor. XV, 22-28).

Es patente que no habla el Apóstol sino de “justos” o “cristianos” resucitados en tres épocas distintas. Su horizonte es el del Apocalipsis. La resurrección de que trata es la Vida total, cuerpo y alma, en Cristo vencedor de la Muerte. Cristo precede, como Cabeza y Modelo, primicia de la resurrección. Después, esto es, en su Parusía, resucitan “los del Él”, los que le han confesado y dado testimonio muriendo “en Señor”; inicio del Milenio. A la postre, destruyendo por completo el poderío de la Muerte, resucita “el fin”, es decir, “los restantes muertos” de la “tierra”, cristianos también, arrancados de la influencia del enemigo último vencido para darles vida eterna: resurrección postmilenaria.

La “Muerte” debe ser totalmente vencida para que el “reino del Hijo” se vuelva “reino del Padre”.

Ordinariamente los doctores identifican el “reino del Hijo” con el “reino del Padre”; o creen, a lo más, que aquel es la Iglesia militante y éste la Iglesia triunfante. Y se contentan con esas ideas confusas. San Juan y San Pablo aclaran esos conceptos. Propiamente, el reino de Cristo comienza con la Muerte y Resurrección del Señor. Ausente Él, quedan las riendas de su gobierno sagrado en manos de sus Ministros (…) Vuelto Jesús a su corte purificada y resucitados sus “testigos”, da término a la prueba de los suyos, y manifiesta la eficacia de la redención durante el milenio de su reino sabático. Vencido el Dragón suelto después del milenio, y eliminado todo enemigo del reino, actual o potencial, complétase el número de los resucitados hijos de Dios y Jesucristo entrega su reino, consumando en la unidad, a su Padre en “apoteósis” definitiva y eterna”.

 Garland: “A la venida de Cristo, fue el instrumento del demonio el Falso Profeta, el que engañaba, pero fue capturado y arrojado al Lago de Fuego. Ahora el mismo demonio encuentra una suerte similar. El demonio había sido arrojado, en una serie de etapas, desde el punto más alto de la creación hasta el más bajo. Satán fue previamente arrojado del cielo a la tierra (XII, 9), probablemente cerca del punto medio de la Tribulación. Después de la Segunda Venida, fue atado y arrojado al abismo (XX, 2). Ahora es arrojado a su destino final, el Lago de Fuego, que fue originalmente preparado para él y sus ángeles (Mt. XXV, 41). Puesto que fue preparado para él y sus ángeles (XII, 4) podemos inferir que los ángeles caídos, que estaban encerrados durante el milenio, o son arrojados con él al Lago de Fuego (XVIII, 2; Is. XXXIV, 8-17) o se le unirán al poco tiempo después del Juicio del Gran Trono Blanco cuando no exista más la tierra (incluido el abismo)”.

 Biblia de Sacy: “Muchos intérpretes creyeron que después de la derrota del Anticristo y la precipitación de Satanás en el abismo, habrá algún espacio de tiempo o años antes de la venida de Jesucristo, para que tenga lugar la conversión de los judíos, que debe suceder al fin de los siglos. Es preciso esperar con mucho respeto los sucesos y la manera en que se deben cumplir las cosas…”.