martes, 28 de enero de 2020

Algunas Notas a Apocalipsis X, 9-11


9. Y fui al ángel diciéndole me diera el libro. Y me dice: “Toma y devóralo y amargará tu vientre, pero en tu boca será dulce como miel”. 10. Y tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré y fue en mi boca como miel dulce y cuando lo comí se amargó mi vientre.

Comentario:

Notar el quiasmo: Amargar el estómago (A) - Endulzar la boca (B) - Endulzar la boca (-B) - Amargar el estómago (-A).

Wikenhauser: “… El profeta (Ezequiel, cf. II, 8 ss) devora el libro que en su boca tiene la dulzura de la miel. También para Juan el gesto de comer el librito significa que habrá de recibir una nueva revelación y profecía para transmitirla. Es al mismo tiempo dulce y amarga, es decir, motivo de alegría y de dolor, porque simultáneamente anuncia la gracia y el juicio de Dios. Los comentaristas no están de acuerdo en indicar cuál sea el contenido del librito abierto; para unos corresponde sólo al actual capítulo XI; para otros, abarca además toda la sección hasta el capítulo XXII…[1]”.

Preferimos la segunda opción, sea hasta el capítulo XXII, sea hasta el XIX.


11. Y me dijo: “Debes tú de nuevo profetizar sobre pueblos y naciones y lenguas y reyes numerosos”.

Concordancias:

προφητεῦσαι (profetizar): cfr. Mt. VII, 22; XI, 13; XV, 7; Mc. VII, 6; Lc. I, 67; Hech. II, 17-18; XIX, 6; I Cor. XIV, 1.3-5.39; I Ped. I, 10; Jud. I, 14; Apoc. XI, 3.


Notas Lingüísticas:

Allo, Abel, Bover, Bartina, Crampon, Wikenhauser, Gelin, Alápide: “sobre”.

Castellani, Vulgata, Caballero Sánchez, Berry: “a”.

Fillion, Allioli: “ante”.

Biblia de Jerusalén, Straubinger: “contra”.


Comentario:


Estos “reyes” parecen ser no sólo los diez cuernos sino “los reyes de la tierra”.

Notar que el mismo Ángel (San Gabriel) que en IV, 1 le da las revelaciones en el cielo sobre la primera mitad es el que le da ahora en la tierra el libro para que profetice sobre la segunda mitad. Si esto es así, entonces el contenido del librito parecería ser todo lo que sigue (¿hasta el cap. XX ó el XXII?).

Si tiene que profetizar “de nuevo” es porque ya ha profetizado, y hasta aquí lo único que ha profetizado son los cap. IV-IX, de lo cual se sigue que lo que debe profetizar de nuevo es lo que sigue.

Allo: “ἐπὶ λαοῖς καὶ ἔθνεσιν καὶ γλώσσαις καὶ βασιλεῦσιν πολλοῖς”: como en V, 9; VII, 9; XI, 9; XIII, 7; XIV, 6, característica del estilo del Apocalipsis, pero aquí los βασιλεῖς (reyes) reemplazan a los φυλαὶ (tribu) sin duda debido a los capítulos XVI y XVII”.

Allo: “El verdadero sentido (de este versículo) es que Juan, habiendo llegado al fin de las trompetas, deberá, antes de cerrar su Apocalipsis, publicar todavía visiones que se identifican con el contenido del βιβλαρίδιον (librito). Ya que se le dice esta frase debido a que ha comido el libro, y que se le da este nuevo mandato, este versículo nos ayuda mucho a precisar el sentido del episodio. Se trata de las escenas de los capítulos XII a XVIII (Calmes, Bousset, Swete) (…) de ahí la mención de “reyes” en lugar de “tribus”.

Gelin: “El contenido del libro es detallado, sin dudas, por Cristo; comprende toda la seguidilla de visiones del Apocalipsis que tienen un color político de XI a XX; en particular, los reyes nombrados no pueden ser sino los del capítulo XVII, 10.12. La materia deste libro corresponde prácticamente al contenido de la séptima trompeta”.

Swete: “Δεῖ σε (debes): recuerda el mandato dado a los profetas de Israel, sobretodo a Jeremías (I, 10), Ezequiel (IV, 7, VI, 2; XI, 4 etc.)”.

Swete: “Después de la séptima Trompeta (XI, 15) comienza una segunda profecía (XII, 1) en la cual se revelará más completamente el destino de las naciones y sus gobernantes.      El vidente no es enviado a profetizar ni en la presencia de ellos (ἐπὶ con gen. Mc. XIII, 9), ni en contra de ellos (ἐπὶ con acus. Ez. loc. cit.), sino simplemente con miras a todos esos casos”.

Biblia de Sacy: “Se le ordena aquí al santo Apóstol profetizar ante las naciones, etc.- Es lo que va a comenzar a hacer en el capítulo siguiente, donde explica a los Reyes y pueblos el detalle del libro abierto que había comido, es decir, meditado”.





[1] El autor se inclina por la primera opción pero no nos convence esta opinión.