viernes, 10 de enero de 2020

Algunas Notas a Apocalipsis X, 3-4


3. y clamó con voz grande, como león que ruge y cuando clamó hablaron los siete truenos sus voces.

Comentario:

Straubinger: “Los truenos, que según la Biblia indican la voz de Dios (Sal. XXVIII, 1 ss; Jn. XII, 28 s.), suenan como para ratificar la autoridad del ángel, que tal vez se dirigió a ellos, pero además expresan algo inteligible, puesto que Juan se disponía a escribirlo (v. 4), según se le ordenó al principio (I, 11 y 19). La prohibición de hacerlo esta vez, cosa excepcional en todo el Apocalipsis (cfr. I, 3; XXII, 10; Dan. XII, 4 y 9), no le es dada por la misma voz de los truenos ni por la del ángel, sino por una voz del cielo, la misma del v. 8. “¿Qué misterio encierra esta reserva absoluta, inesperada para los desaprensivos?”.

Gelin: "Esta última expresión supone una concepción muy conocida de los lectores (cfr. XII, 4: el águila grande). Los truenos son la voz de Dios (Sal. XXIX) y Jn. XII, 28-30 parece ofrecer un excelente paralelo de este pasaje".

Allo: “αἱ (los)… debe ser conservado antes de βρονταὶ (truenos) y este artículo muestra que se trata de una entidad conocida, tradicional”.

Scío: “Las voces de los siete truenos, son las predicaciones terribles y espantosas de lo que debe suceder a los enemigos de la Iglesia. San Juan tuvo orden de no escribirlas y de guardarlas en su pecho hasta que Dios se sirviese revelarlas”.

Vigoroux: “Como cuando ruge un león: símbolo de las amenazas que iba a proferir y de los castigos que anunciaba”.

Caballero Sánchez: “¿De qué naturaleza son estos siete Truenos?


- Son “personas”, puesto que “hablan voces” perceptibles que pueden ser escritas.

- Son personas conocidas, no sólo de la Tradición, sino en el mismo Apocalipsis[1], puesto que Juan les antepone el artículo (…)

“Textos hay en la Escritura que se refieren al misterio de los siete Truenos. “El Trueno, dícese en Job (XXXVI, 33), anuncia acumulación de ira sobre el que se eleva… Y en ese mismo lugar, a continuación, se anuncia el “estruendo de la voz” del león rugiente, seguido por el trueno divino:

Después de bramado el rugido, truena Él con la voz de su magnificencia. Y aunque sea oída su Voz, no los detiene… Truena Dios maravillosamente con su Voz: Él hace grandes cosas que nosotros no entendemos (Job XXXVII, 3-5)[2].

“En ese pasaje de Job, como en el texto apocalíptico, se distinguen: a) el rugido del León que viene como relámpago del Oriente al Occidente… b) el trueno de Dios que amenaza “al que se eleva” y a sus secuaces, sin lograr detenerlos… c) el designio de Dios de que no se comprendan exactamente sus conminaciones. Los “sabios” no quieren ver en este pasaje de Job más que una descripción poética de la tempestad física. Pero, hay en él, como en todo el libro, detalles que obligan a entenderlo como un marchal de alcance escatológico y apocalíptico.

En ese mismo horizonte escatológico, David también oyó los siete truenos. Voces de Dios que braman sobre las muchas aguas, y que los sabios reducen también a simple descripción poética de la tempestad (Sal. XXIX) (…)”.

“Estas “Voces” de los Truenos son voces de amenazas contra los enemigos del Señor, y voces de esperanza confortante para sus amigos… Juan las comprendió perfectamente pues nos dice: “cuando hubieron hablado los siete Truenos, yo iba a escribir”. No escribió, sin embargo, las cosas que había oído, porque una voz del cielo se lo prohibió: “Sella las cosas que los siete truenos han hablado y no las escribas”. La Voz que habla desde el cielo es la Voz del Padre a quien pertenecen los truenos. Cuando Jesús pidió a su Padre que le glorificara, fue también “voz del cielo” la que le respondió, voz que la muchedumbre tomó por un “trueno”.

La prohibición tiene dos aspectos: primero, “sellar” las cosas oídas, esto es, no divulgarlas, ni siquiera en familiar conversación con los “ancianos del Asia”; segundo “no escribirlas” en el libro, aún cuando revistieran formas enigmáticas”.

Alápide: “En sus Revelaciones, lib. VI, cap. X, Santa Brígida refiere que al rogarle por el significado de los siete truenos que Juan dice que escuchó en Apoc. X, respondió que supo por divina revelación que los siete truenos eran amenazas para los perseguidores de la Iglesia de parte del cielo”.

Iglesias: “Los siete truenos profieren un mensaje (dieron: lit. hablaron)”.


4. Y cuando hablaron los siete truenos, iba a escribir y oí una voz del cielo diciendo: “Sella lo que hablaron los siete truenos y no lo escribas”.

Comentario:

Wikenhauser: “La figura de los siete truenos viene quizá del Salmo XXVIII, que describe la manifestación de la gloria de Dios como una tempestad, donde por siete veces se habla de “la voz de Yahvé (que retumba)”. Cuál haya sido el contenido de los truenos, y por qué el vidente recibe orden de mantenerlo sellado, es decir, secreto, no podemos precisarlo; sólo es dado suponer que la voz de los truenos haya revelado algún secreto destinado sólo a la persona del vidente. Para algunos comentaristas los siete truenos serían comienzo de otras tantas plagas, como en el caso de los sellos y de las trompetas, pero, por ser terriblemente graves, no debían darse a conocer, para no llenar de espanto a los hombres antes de tiempo. Contra esta opinión se puede objetar que al vidente le quedan aún por contemplar y describir siete plagas mucho más espantosas que las descritas hasta aquí (cap. XVI). Por eso en la actualidad ha venido cobrando fuerza la opinión de que los juicios de Dios simbolizados en los siete truenos deben mantenerse “sellados” porque ya no llegarán a realizarse, puesto que la historia ha sido acortada (cfr. Apoc. X, 6-7; Mt. XXIV, 22; Mc. XIII, 20)”.

Esta última explicación no convence puesto que, de ser así, ¿para qué se le hace oír estas voces y se narra toda esta sección?

Parecería, pues, que lo que hablan los siete truenos se refiere a otras tantas plagas que tendrán lugar entra la sexta y séptima trompeta y que o se conocerán recién a su debido tiempo o, por razones que Dios sabe, han de permanecer ignoradas por todos.

San Andrés de Cesarea: “Por medio de estas palabras se nos indica también que hay ahora cosas ocultas que han de ser interpretadas a través de la experiencia misma y del resultado de los acontecimientos, de los cuales, por medio de una voz del cielo, el evangelista aprendió que las voces de los truenos han de entenderse con la mente humana, pero que la comprensión completa y la inteligencia de los mismos está reservada a los últimos tiempos”.



[1] Nota del Blog: Que estén en el Apocalipsis no consta necesariamente como así tampoco constan las dos águilas con las cuales la Mujer huye al desierto. Basta que conste o en la Tradición o en otra parte de las Escrituras.

[2] Straubinger in loco:

Figura usada por Jesús en Mt. XXIV, 27 para indicarnos cómo será su Retorno. Cfr. Sal. XVIII, 7”.