lunes, 18 de mayo de 2020

Tipología Verbal, por el P. Bover (I de IV)


Tipología Verbal, por el P. Bover

Nota del Blog: El siguiente texto está tomado de la XIII Semana Bíblica Española, Madrid, 1953, pp. 325-337.

A modo de nota personal: cuando leímos hacer un par de años los trabajos sobre el famoso “sensus plenior” y las dos escuelas en que se habían dividido los exégetas, a favor y en contra, era imposible no coincidir con aquellos que rechazaban este sentido bíblico debido a la unicidad del sentido literal, pero por otra parte, algunos de los ejemplos que daban sus defensores, parecían presentar buenas razones en favor de un “algo más”, pero aun así, constantemente pensábamos: “esta objeción se responde fácilmente si se acepta el “sentido espiritual de las palabras” del gran P. Patrizi”, pero curiosamente nadie lo mencionaba (de hecho, es difícil verlo citado en este tema incluso entre los manuales de SSEE).

De más está decir que este estudio del P. Bover terminó siendo un hallazgo muy importante dado que puso de relieve, y desarrolló con su reconocida capacidad, este tema tan interesantísimo como poco estudiado.

***

Introducción.

Con el título de Sentido espiritual de las palabras proponía hace ya más de un siglo el jesuita romano Francisco Javier Patrizi una teoría singular que hoy denominamos tipología verbal. La paradoja de fundir en uno los dos sentidos tradicionales, verbal y real, al parecer irreductibles, fué tal vez la causa de que esta teoría, quizás no comprendida, cayera en el olvido. Cornely, en su magna obra introductoria no la menciona siquiera, a pesar de que conocía muy bien la obra de Patrizi. Recientemente la han revalorizado algunos partidarios del llamado sensus plenior, singularmente el profesor de Lovaina J. Coppens. Como la teoría de Patrizi puede contribuir a esclarecer el debatido e intrincado problema del sensus plenior, si no para solventarlo, por lo menos para limitarlo y orientarlo, creemos no será inútil estudiarla y, si es posible, remozarla con nuevas precisiones inspiradas en la moderna Lingüística.

La tipología verbal está, en la teoría de Patrizi, tan íntimamente ligada a la tipología real, que comprendiéndolas ambas bajo la común denominación de sentido espiritual, da de éste la siguiente definición:

“Llamamos sentido espiritual a aquel que, oculto bajo el sentido literal, el Espíritu Santo quiso enunciar directa, aunque remotamente y que, sin embargo, las palabras exponen oblicuamente, si, digo, se cotejan con otros pasajes de las Escrituras, no están (enunciados) sino remotamente por las cosas interpuestas, significadas por las palabras” (n. 2)[1].

No todos admirarán la claridad y nitidez de esta definición. Más llana es y más clara esta otra que da de paso en el decurso de sus algo ampulosos razonamientos:

"El sentido Espiritual de las palabras no es más que el sentido espiritual mismo de las cosas enunciado veladamente[2] (n. 343) .

Semejante tipología verbal se funda en el sentido literal y se deriva de la tipología real.

Escribe Patrizi:


El sentido espiritual de las palabras depende de su sentido literal, sobre el cual está como su fundamento…, en este sentido, en cuanto el sentido literal lo produce, de cuyo significado típico deriva el sentido espiritual en las palabras”[3] (n. 343).

“Digo que el sentido espiritual deriva del autor de las Escrituras a las palabras por medio del significado espiritual de las cosas, significadas por el sentido literal[4] (n. 360).

Para que la tipología real pueda repercutir o reflejarse en las palabras, exige Patrizi, una condición, que consideramos de capital importancia. Dice:

“Las palabras pueden producir algo en cuanto puede su mismo sentido literal; por lo cual, a fin de que puedan producir lo que llamamos sentido espiritual, es necesario que, separadas del resto de las palabras y del contexto y tomadas de manera separadas, puedan tener sentido al menos en sentido literal trasladado[5] (n. 344).

“Las palabras de las sentencias y oráculos que también tienen sentido espiritual deben ser tales de forma que, tomadas individualmente y separadas de toda la oración, y en sí mismas consideradas, correspondan a la cosa a la que pertenece el sentido espiritual, que la pueda significar también según el sentido literal, sea propio sea trasladado[6] (n. 86).

Y lo declara con algunos ejemplos, que después estudiaremos.

“Pues aquello de: No le quebraréis ningún hueso; Yo seré su Padre y él será mi hijo; De Egipto llamé a mi hijo, y otros parecidos, son tales que, tomados en sí mismos y no según el sentido que tienen en el Antiguo Testamento, corresponden óptimamente a Cristo, y de Él puede decirse según el sentido literal[7] (ib.).

Esta atinada observación de Patrizi queda notablemente corroborada y esclarecida en la moderna Lingüística, que destaca el doble sentido de palabra, en cuanto puede significar o la acción de hablar, o el producto verbal. Escribe el P. Ramón Ceñal:

"Toda palabra, en cuanto hablada, puede y debe ser considerada sub especie einer Menschlichen Handlung (de acción humana). En virtud de este carácter de acción propiamente dicha, el lenguaje esta como encardinado en la vida de todo hombre íntimamente, vitalmente ligado con todas las demás esferas de su actividad. El hablar tiene su sede propia, surge y vive en ese medio de acción… Y en esto, precisamente, según Bühler, consiste una de las características de la noción Sprechhandlung (la acción de hablar) más digna de tenerse en cuenta… Y con esto queda también definida la diferencia esencial que hay entre la acción verbal, y su producto, das Sprachwerk. Este, en cuanto tal, puede ser considerado desligado del momento y situación vital en que es producido: en sí mismo constituye una unidad con sentido propio e independiente; no así la acción de hablar, que sólo tiene sentido en la situación concreta en que se realiza" (La teoría del lenguaje de Carlos Bühler, p. 77).

Salta a la vista la importancia de esta distinción en los problemas referentes a los sentidos de la palabra bíblica. La acción de hablar, vital, está esencialmente ligada a la instrumentalidad del hagiógrafo, de la cual no es lícito ni posible desentenderse. No así el producto verbal que, una vez fijado y como estereotipado, adquiere vida propia e independiente. El sentido de la palabra, cuando fluye vitalmente del hagiógrafo, está determinado por el pensamiento y por la intención del que habla; el sentido del producto verbal, fruto desprendido del árbol que lo ha producido, queda sometido a las leyes generales de la lengua, dentro de las cuales está en condición de desarrollar virtualidades o valencias semánticas, antes inhibidas por la acción del hagiógrafo.

Otra consecuencia, esencial para que pueda concebirse como posible una tipología verbal, es la capacidad de la palabra para ser considerada como cosa según se considere como acción o como producto. Evidentemente, la acción misma de hablar, fluente, carece de la consistencia necesaria para ser tratada como una cosa. En cambio, el producto verbal en que la acción ha cuajado, tiene la suficiente solidez para pasar a la categoría de cosa.

No todas las palabras poseen la misma capacidad de cuajar y convertirse en cosas. Es mayor, a no dudarlo, en las palabras ajenas o prestadas, que simplemente se citan; es menor en las que proceden vitalmente del mismo que habla. En las ajenas hallaremos los ejemplos más claros y seguros de tipología verbal. Por ellas comenzaremos.





[1] "Sensum spiritualem id nominamus, quod sub sensu litterali delitescens enuntiare Spiritus sanctus directe quidem intendit, etsi remote, verba tamen obliq ue praeferunt, si, inquam, conferantur cum aliis quibusdam Scripturarum capitibus, nec nisi remote, rebus, quas ipsa significant interpositis".


[2] “Sensus Spiritualis verborum nihil est aliud, quam ipse spiritalis sensus rerum verbis occulte enuntiatus”.

[3] “Sensus spiritalis verborum dependet ab horum sensu litterali, quo veluti fundamento superstructus est…, ex ea parte, quatenus sensus litteralis illud prodit, ex cujus typica significatione spiritalis sensus in verba derivatur”.

[4] “Sensus, inquam, spiritalis in Scripturarum verba ab earum auctore derivatus est e spiritali significatione rerum, quas ipsa significant sensu litterali".

[5] “Verba eatenus aliquid exhibere possunt, quatenus is esse potest ipsorum sensus litteralis; quare, ut exhibere id possint, quod yocamus sensum spiritalem, necesse est talia ea esse, quae a reliquo sermone contextuque orationis divulsa ac seorsum usurpata idem hoc ipsum possint, in sensum litteralem saltem translatum accepta, significare”.

Nota del Blog: Raro. A menos que estemos entendiendo mal, fuerza es reconocer que los Padres y teólogos afirman claramente que el sentido literal trasladado no puede servir nunca de base al sentido típico.

[6] “Verba enim sententiarum et, oraculorum, quae spiritalem quoque sensum continent, talia sint oportet, ut seorsum sumpta, atque a tota oratione divulsa, ac per se ipsa spectata, ita rei, ad quam sensus spiritalis pertinet, congruant, ut illa significare possint etiam secundum litteralem suam significationem, sive propria haec sit, sive translata".

[7] “Nam illa: Nec os illius confringetis; Ego ero ei in patrem, et ipse erit mihi in Filium; Ex Aegypto vocavi filium meum, aliaque huiusmodi, talia sunt, ut eorum quodlibet, si per se ipsum spectemus, non autem secundum significatum, quem habet in Vetere Testamento, optime congruat Christo, deque eo dici possit secundum sensum litteralem".