Tipología
Verbal, por el P. Bover
Nota del
Blog: El siguiente texto
está tomado de la XIII Semana Bíblica Española, Madrid, 1953, pp. 325-337.
A modo de nota personal: cuando leímos hacer un par de años los trabajos
sobre el famoso “sensus plenior” y las dos escuelas en que se habían dividido
los exégetas, a favor y en contra, era imposible no coincidir con aquellos que
rechazaban este sentido bíblico debido a la unicidad del sentido literal, pero
por otra parte, algunos de los ejemplos que daban sus defensores, parecían
presentar buenas razones en favor de un “algo más”, pero aun así,
constantemente pensábamos: “esta objeción se responde fácilmente si se acepta
el “sentido espiritual de las palabras” del gran P. Patrizi”, pero curiosamente
nadie lo mencionaba (de hecho, es difícil verlo citado en este tema incluso
entre los manuales de SSEE).
De más está decir que este estudio del P. Bover terminó siendo un
hallazgo muy importante dado que puso de relieve, y desarrolló con su reconocida
capacidad, este tema tan interesantísimo como poco estudiado.
***
Introducción.
Con el título de Sentido espiritual de las palabras proponía
hace ya más de un siglo el jesuita romano Francisco Javier Patrizi una teoría
singular que hoy denominamos tipología
verbal. La paradoja de fundir en uno
los dos sentidos tradicionales, verbal y real, al parecer irreductibles, fué
tal vez la causa de que esta teoría, quizás no comprendida, cayera en el olvido. Cornely, en su magna obra introductoria no la
menciona siquiera, a pesar de que conocía muy bien la obra de Patrizi.
Recientemente la han revalorizado algunos partidarios del llamado sensus plenior, singularmente el
profesor de Lovaina J. Coppens. Como la teoría de Patrizi puede contribuir a
esclarecer el debatido e intrincado problema del sensus plenior, si no para solventarlo, por lo menos para limitarlo
y orientarlo, creemos no será inútil estudiarla y, si es posible, remozarla con
nuevas precisiones inspiradas en la moderna Lingüística.
La tipología verbal está, en
la teoría de Patrizi, tan íntimamente ligada a la tipología real, que comprendiéndolas
ambas bajo la común denominación de sentido
espiritual, da de éste la siguiente
definición:
“Llamamos sentido espiritual a aquel que, oculto
bajo el sentido literal, el Espíritu Santo quiso enunciar directa, aunque
remotamente y que, sin embargo, las palabras exponen oblicuamente, si,
digo, se cotejan con otros pasajes de las Escrituras, no están (enunciados) sino remotamente por las
cosas interpuestas, significadas por las palabras” (n. 2)[1].
No
todos admirarán la claridad y nitidez de esta definición. Más llana es y más
clara esta otra que da de paso en el decurso de sus algo ampulosos
razonamientos:
"El sentido Espiritual de las palabras no es
más que el sentido espiritual mismo de las cosas enunciado veladamente”[2] (n.
343) .
Semejante
tipología verbal se funda en el sentido literal y se deriva de la tipología
real.
Escribe
Patrizi:
“El sentido espiritual de las palabras depende de
su sentido literal, sobre el cual está como su fundamento…, en este
sentido, en cuanto el sentido literal lo produce, de cuyo significado típico
deriva el sentido espiritual en las palabras”[3] (n. 343).
“Digo que el sentido espiritual deriva del autor
de las Escrituras a las palabras por medio del significado espiritual de las
cosas, significadas por el sentido literal”[4] (n. 360).
Para que la tipología real
pueda repercutir o reflejarse en las palabras, exige Patrizi, una condición,
que consideramos de capital importancia.
Dice:
“Las palabras pueden producir algo en cuanto puede
su mismo sentido literal; por lo cual, a fin de que puedan producir lo que
llamamos sentido espiritual, es necesario que, separadas del resto de las
palabras y del contexto y tomadas de manera separadas, puedan tener sentido al
menos en sentido literal trasladado”[5] (n. 344).
“Las palabras de las sentencias y oráculos que
también tienen sentido espiritual deben ser tales de forma que, tomadas
individualmente y separadas de toda la oración, y en sí mismas consideradas,
correspondan a la cosa a la que pertenece el sentido espiritual, que la pueda
significar también según el sentido literal, sea propio sea trasladado”[6] (n.
86).
Y
lo declara con algunos ejemplos, que después estudiaremos.
“Pues aquello de: No le quebraréis ningún hueso; Yo
seré su Padre y él será mi hijo; De
Egipto llamé a mi hijo, y otros parecidos, son tales que, tomados en
sí mismos y no según el sentido que tienen en el Antiguo Testamento,
corresponden óptimamente a Cristo, y de Él puede decirse según el sentido
literal”[7] (ib.).
Esta atinada observación de Patrizi
queda notablemente corroborada y esclarecida en la moderna Lingüística, que
destaca el doble sentido de palabra,
en cuanto puede significar o la acción de hablar, o el producto verbal. Escribe el P. Ramón Ceñal:
"Toda palabra, en cuanto hablada, puede y debe
ser considerada sub especie einer Menschlichen
Handlung (de acción humana). En
virtud de este carácter de acción propiamente dicha, el lenguaje esta como encardinado
en la vida de todo hombre íntimamente, vitalmente ligado con todas las demás
esferas de su actividad. El hablar tiene su sede propia, surge y vive en ese
medio de acción… Y en esto, precisamente, según Bühler, consiste una de las
características de la noción Sprechhandlung
(la acción de hablar) más digna de
tenerse en cuenta… Y con esto queda también definida la diferencia esencial
que hay entre la acción verbal, y su producto, das Sprachwerk. Este, en cuanto tal, puede ser considerado
desligado del momento y situación vital en que es producido: en sí mismo
constituye una unidad con sentido propio e independiente; no así la acción de
hablar, que sólo tiene sentido en la situación concreta en que se realiza"
(La teoría del lenguaje de Carlos Bühler,
p. 77).
Salta
a la vista la importancia de esta distinción en los problemas referentes a los sentidos
de la palabra bíblica. La acción de hablar, vital, está esencialmente ligada
a la instrumentalidad del hagiógrafo, de la cual no es lícito ni posible
desentenderse. No así el producto verbal que, una vez fijado y como
estereotipado, adquiere vida propia e independiente. El sentido de la palabra,
cuando fluye vitalmente del hagiógrafo, está determinado por el pensamiento y
por la intención del que habla; el sentido del producto verbal, fruto desprendido
del árbol que lo ha producido, queda sometido a las leyes generales de la
lengua, dentro de las cuales está en condición de desarrollar virtualidades o
valencias semánticas, antes inhibidas por la acción del hagiógrafo.
Otra
consecuencia, esencial para que pueda concebirse como posible una tipología
verbal, es la capacidad de la palabra para ser considerada como cosa según se considere como acción
o como producto. Evidentemente, la acción misma de hablar, fluente, carece de
la consistencia necesaria para ser tratada como una cosa. En cambio, el producto verbal en que la acción ha cuajado,
tiene la suficiente solidez para pasar a la categoría de cosa.
No todas las palabras poseen
la misma capacidad de cuajar y convertirse en cosas. Es mayor, a no dudarlo, en las palabras ajenas o prestadas,
que simplemente se citan; es menor en las que proceden vitalmente del mismo que
habla. En las ajenas hallaremos los ejemplos más claros y seguros de tipología
verbal. Por ellas comenzaremos.
[1] "Sensum spiritualem id nominamus, quod sub sensu litterali
delitescens enuntiare Spiritus sanctus directe quidem intendit, etsi remote,
verba tamen obliq ue praeferunt, si,
inquam, conferantur cum aliis quibusdam Scripturarum capitibus, nec nisi
remote, rebus, quas ipsa significant interpositis".
[2] “Sensus Spiritualis verborum nihil est aliud, quam ipse spiritalis
sensus rerum verbis occulte enuntiatus”.
[3] “Sensus spiritalis verborum dependet ab horum sensu litterali, quo
veluti fundamento superstructus est…, ex ea parte, quatenus sensus litteralis
illud prodit, ex cujus typica significatione spiritalis sensus in verba
derivatur”.
[4] “Sensus, inquam, spiritalis in Scripturarum verba ab earum auctore
derivatus est e spiritali significatione rerum, quas ipsa significant sensu
litterali".
[5] “Verba eatenus aliquid exhibere possunt, quatenus is esse potest
ipsorum sensus litteralis; quare, ut exhibere id possint, quod yocamus sensum
spiritalem, necesse est talia ea esse, quae a reliquo sermone contextuque
orationis divulsa ac seorsum usurpata idem hoc ipsum possint, in sensum
litteralem saltem translatum accepta, significare”.
Nota del Blog: Raro. A menos que estemos entendiendo mal,
fuerza es reconocer que los Padres y teólogos afirman claramente que el sentido
literal trasladado no puede servir nunca
de base al sentido típico.
[6] “Verba enim sententiarum et, oraculorum, quae
spiritalem quoque sensum continent, talia sint oportet, ut seorsum sumpta,
atque a tota oratione divulsa, ac per se ipsa spectata, ita rei, ad quam sensus
spiritalis pertinet, congruant, ut illa significare possint etiam secundum
litteralem suam significationem, sive propria haec sit, sive translata".
[7] “Nam illa: Nec os illius confringetis; Ego ero ei
in patrem, et ipse erit mihi in Filium; Ex Aegypto vocavi filium meum, aliaque
huiusmodi, talia sunt, ut eorum quodlibet, si per se ipsum spectemus, non autem
secundum significatum, quem habet in Vetere Testamento, optime congruat Christo,
deque eo dici possit secundum sensum litteralem".