4. Y subió el humo de los perfumes por las oraciones de los santos de mano
del ángel ante Dios.
Notas
Lingüísticas:
Ταῖς προσευχαῖς: según Zerwick,
Graecitas, n. 55, dativus commodi: "El humo subió en
favor de las oraciones".
Iglesias: “Como ayuda: para favorecer (Zw) las oraciones de los cristianos de la
tierra (= los santos), purificándolas de imperfecciones, presentándolas en
forma digna ante Dios. O quizás: en
representación de las oraciones... Otros piensan en un matiz temporal de
simultaneidad: a la vez que con las
oraciones...”.
Comentario:
Alápide: “Las
partes principales del templo antiguo fueron dos: el Santo y el Santo de los
Santos, separados por un velo. En el santo estaba puesto este altar de los inciensos
opuesto al Santo de los Santos, y tenía a su derecha el candelabro de oro
de siete brazos, y a la izquierda la mesa de los panes de la proposición. En el
Santo de los Santos estaba el arca con el propiciatorio y los Querubines que
con sus alas juntas formaban para Dios como un trono para que en ellas se
sentara”.
Muchos traducen “y subió el humo de los inciensos con
las oraciones de los santos, etc”, pero Alápide muestra cómo el humo de
los inciensos y las oraciones son, gramaticalmente, una misma cosa.
Allioli: “El
incienso sube hasta Dios, es decir, la oración ha sido escuchada y el castigo
va a comenzar pronto”.
5. Y recibió el ángel el incensario y lo llenó del
fuego del altar y (lo) arrojó a la tierra.
Y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto.
Citas
Bíblicas:
Lev.
XVI, 11-13: “Entonces ofrecerá Aarón su becerro por el pecado,
para hacer expiación por sí mismo y por su casa, e inmolará su becerro por el
pecado. Tomará después un incensario
lleno de brasas sacadas de sobre el altar que está ante Yahvé, y dos puñados de
incienso aromático pulverizado, y llevándolo detrás del velo, pondrá el
incienso sobre el fuego, delante de Yahvé, para que la nube del incienso
envuelva el propiciatorio que está encima del Testimonio y él no muera”.
Num.
XVI, 44-48: “Yahvé
habló a Moisés, diciendo: “Retiraos de en medio de este pueblo, que Yo voy a
consumirlo en un momento.” Más ellos se postraron rostro en tierra. Y dijo
Moisés a Aarón: “Toma el incensario,
echa en él fuego de encima del altar, y pon incienso, y corre a toda prisa
hacia el pueblo y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la faz
de Yahvé y ha comenzado ya la plaga.” Y tomó Aarón (el incensario), como Moisés le había ordenado, y corrió al medio
del pueblo, cuando ya comenzaba la plaga en el pueblo; echó incienso e hizo
expiación por el pueblo, colocándose entre los muertos y los vivos, y así se
detuvo la plaga”.
Lc.
XII, 49: "Fuego vine a arrojar a la tierra, ¿y qué quiero,
sino que ya se encienda?".
Is.
VI, 1-7: “En el año
en que murió el rey Ocias, vi al Señor sentado en un trono alto y excelso y las
faldas de su vestido llenaban el Templo. Encima de Él había serafines, cada uno
de los cuales tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos los pies,
y con dos volaban. Y clamaban unos a otros, diciendo:
“Santo, santo, santo es Yahvé de los ejércitos,
llena está toda la tierra de su gloria.”
Y los
fundamentos de los umbrales se conmovieron a la voz del que clamaba; y la Casa
se llenó de humo. Entonces dije:
“¡Ay de mí, que estoy perdido!
Pues soy hombre de labios impuros,
y habito en un pueblo de labios impuros,
y mis ojos han visto al Rey, Señor de los ejércitos.”
Y voló hacia mí uno de los serafines, que tenía en su
mano una brasa ardiente, la cual con las tenazas había tomado de encima del
altar. Con ella tocó mi boca y dijo:
“Mira, esto ha tocado tus labios;
quitada está tu iniquidad,
y expiado tu pecado”.
Ez.
X, 1-7: “Miré y vi
que en el firmamento que estaba sobre las cabezas de los Querubines, apareció
una como piedra de zafiro, que figuraba sobre ellos a manera de un trono. Y
habló Él al varón vestido de lino, diciendo: “Métete por entre las ruedas, por debajo del Querubín, y llena tus manos
de brasas de fuego de entre los Querubines, y espárcelas sobre la ciudad.”
Y él fue a vista mía. Los Querubines estaban de pie a la derecha de la Casa
cuando fue aquel varón; y la nube llenaba el atrio interior. Entonces la gloria
de Yahvé se elevó de encima de los Querubines y (se trasladó) al umbral de la Casa, la cual se llenó de la nube, y
el atrio se hinchó del resplandor de la gloria de Yahvé. El ruido de las alas
de los Querubines se oía hasta el atrio exterior, a manera de la voz del Dios
Todopoderoso cuando habla. Luego que Él hubo mandado al varón vestido de lino,
diciendo: “Saca fuego de entre las
ruedas, de en medio de los Querubines”, entró aquél y se paró junto a una
rueda. Y un Querubín alargó su mano de en medio de los Querubines, hacia el
fuego que se hallaba entre los Querubines, tomó (de él) y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino; el
cual lo tomó y se marchó”.
Comentario:
El altar del incienso (que está en el Santo),
debe distinguirse del altar del holocausto de VI, 9 que está
fuera del Santo.
Altar de los holocaustos (Ex. XXVII, 1 ss) =
oraciones de los mártires del 5 Sello.
Altar de los inciensos (Ex. XXX, 1 ss) = oraciones
de los mártires del Anticristo.
Ἔβαλεν (arrojó): estas parecen ser la imagen de
las cuatro primeras trompetas: vv. 7-8 y 10 (¿?), más el v. 12 (¿son
"arrojadas" tinieblas?).
Según el comentario de Steinmueller en el v. 3
las clases de inciensos eran cuatro, de ahí las cuatro primeras trompetas.
Straubinger: “Del
fuego del altar: de los perfumes (cfr. Is. VI, 6). Lo
arrojó: cfr. Ez. X, 2. Los truenos,
etc. marcan el final de los sellos y también el de las trompetas (XI, 19) y
el de las copas (XVI, 18)”.
Allo: “Los
versículos 3-5 son un preludio del toque de las trompetas, comparable a XV,
5-8, preludio de la efusión de las copas”.
Allo: “Remarquemos
la doble acción del mismo ángel intercesor: el mismo fuego sirve para
desprender el perfume de las oraciones de los santos, y para condenar a la
tierra al castigo”.
Esto prueba la relación causa-efecto entre la oración
de los santos y el juicio de las siete Trompetas.
Wikenhauser: "El ángel llena el incensario con fuego que
toma del altar y luego lo vierte sobre la tierra. También en Ez. X, 2, un ángel
toma carbones encendidos del carro de los querubines y los esparce sobre
Jerusalén, para significar su destrucción por el fuego. Tras el gesto del ángel
sobrevienen tempestades y terremotos, preludio de los espantosos sucesos ya
inminentes. El fuego arrojado sobre la tierra es, pues, la respuesta a las
oraciones de los santos y señal de que empieza a cumplirse la venganza del Juez
divino. La oración de los santos era, según esto, una súplica para pedir el
juicio contra los hombres enemigos de Dios".
Alápide: “Y lo
llenó del fuego del altar: a saber, con el fuego que estaba en los otros
turíbulos en los cuales se quemaban los perfumes para Dios en el mismo altar. El
fuego no estaba en el altar de los perfumes, pues el sacerdote que tenía que
incensar con perfumes, tomaba el fuego y el turíbulo del altar de los holocaustos,
y para ponerle los perfumes se iba y le ponía al turíbulo del altar de los
perfumes, y allí incensaba".
Salguero: "El
ángel, cumplida su ofrenda, vuelve al altar de los holocaustos y llena la
paleta de brasas, que arroja sobre la tierra".
Gelin: "Como
en la visión inaugural de Isaías, los carbones encendidos, cuyo
lanzamiento a la tierra simbolizará las calamidades por venir, están tomados
del altar de los perfumes; la imagen de este lanzamiento está tomado de Ez.
X, 2".
Fillion: "implevit…
de igne…: Habiéndose consumido la brasa que estaba en el incensario, el
ángel la reemplaza por carbones ardientes que toma del altar".
Parece que lo que lanza sobre la tierra son los
carbones y no el incensario, dado que los cuatro carbones simbolizan las cuatro
primeras Trompetas. De todas formas, podría decirse lo mismo, aunque fuera
arrojado el incensario.