martes, 6 de agosto de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VIII, 3


3. Y otro ángel vino y se puso de pie ante el altar, teniendo un incensario de oro y se le dio muchos perfumes para que diese a las oraciones de todos los santos sobre el altar, el de oro, el que (está) delante del trono.

Notas Lingüísticas:

Zerwick: "προσευχαῖς: oraciones; dativo de relación (commodi); por las oraciones".


Comentario:

Estos Santos son los mártires del Anticristo. Ver el Excursus XIII.

Todo este pasaje está íntimamente relacionado con V, 8:

“Y cuando hubo recibido el libro, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo cada cual una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos”.

El altar del incienso (que está en el Santo), debe distinguirse del altar del holocausto de VI, 9 que está fuera del Santo.

Altar de los holocaustos (Ex. XXVII, 1 ss) = oraciones de los mártires del 5 Sello.

Altar de los inciensos (Ex. XXX, 1 ss) = oraciones de los mártires del Anticristo.

Arroja el fuego a la tierra (e.e. Babilonia) = 4 primeras trompetas.

Straubinger: “Los perfumes que el ángel recoge aquí son las oraciones de los santos que piden la venganza de su sangre en VI, 9 s. Sin ellos sería difícil explicarse cómo las oraciones de los santos de la tierra pueden producir tales calamidades sobre ella”.


Steinmueller[1]: "El ritual era el siguiente: un sacerdote tomaba una brasa encendida del altar de los holocaustos y la llevaba en un receptáculo de oro al tabernáculo, mientras otro llevaba el incienso. El primer sacerdote echaba la brasa sobre el altar y el segundo dejaba caer incienso sobre ella. Entretanto la gente estaba de pie en el patio rezando y luego recibía la bendición del sacerdote. El incienso constaba de cuatro ingredientes: estacte (hebr. nataf), uña aromática, gálbano e incienso puro (Ex. XXX, 34-38), que eran llamado en conjunto sammim (e.d. perfumes suaves). Debía tener sabor salado y ser limpio y sagrado (e.d. se esparcía un poco de sal sobre él, como sobre todo lo que se ofrecía en sacrificio); no debía contener ingredientes extraños, y después de mezclados podía usarse solamente en el santuario. Estaba prohibido, bajo pena de muerte, usar el incienso mezclado en esta forma particular para algún propósito profano".

Lo mismo vemos aquí: el ángel va al altar de los holocaustos con un incensario de oro, de donde saca fuego para luego arrojar sobre la tierra.

4 ingredientes = ¿4 primeras trompetas?

Sabor salado = ¿Ajenjo?

Allo: "λιβανωτὸν (incensario): no tiene aquí el sentido ordinario de "incienso" sino de instrumento para incensar; servía para transportar el fuego del altar de los holocaustos sobre el altar de los perfumes donde se hacía la oblación del incienso. Cfr. Ex. XXVII, 1-7; XXX, 1-10".

Allo: "Creemos que es preciso, a pesar de la autoridad de Swete, Calmes y Charles, que no admiten aquí más que un solo altar, el de oro, representarse este ángel primero de pie sobre el ancho altar de los holocaustos (VI, 9), sobre el cual se ha visto reunidas las almas de los mártires; si se tratara del pequeño altar de los perfumes, la imagen sería más bien bizarra (Bousset). No se habló hasta ahora de un altar de perfumes en el cielo, por lo menos de una manera explícita, sino de un altar de los holocaustos antes del capítulo VI. Es que los capítulos IV y V no suministraron todavía más que lo esencial de la descripción; en realidad el Profeta ve en el cielo toda una decoración y mobiliario del templo que uno no suponía, con un "Santo" donde está el altar de los perfumes (que las "copas" de los Ancianos ya presuponían), y un "Santo de los Santos" que se abrirá más tarde (XI, 19; XIV, 17; XV, 5 ss; XVI, 17)".

Wikenhauser: “Durante el silencio de media hora las oraciones de los santos son llevadas a la presencia de Dios. Estos santos son los fieles de la tierra que, al recibir el sello de Dios, acaban de ser armados de fuerza sobrenatural en previsión de la prueba que se avecina. Dirigen a Dios sus fervientes oraciones. Según los conceptos que sirven de fondo a la descripción, las oraciones de los santos llegan ante todo al altar del cielo, dónde, con el perfume del incienso, se ven purificadas de toda imperfección y convertidas en ofrenda agradable a Dios. En efecto, la oración humana está siempre viciada de egoísmo y de intereses terrenos, y tiene necesidad de purificarse; por esto se acerca el ángel al altar, próximo al trono de Dios, llevando en su mano el incensario, y pone en él incienso en abundancia. para unir su perfume a las oraciones de los santos, o para purificarlas y hacerlas aceptas a Dios. Este altar, el único que el Apocalipsis parece conocer en el cielo, corresponde al altar de los perfumes que existía en el templo de Jerusalén, pero, en parte, tiene también el carácter y la función del altar de los holocaustos, ya que en él se hace como el ofrecimiento de las almas de los mártires a Dios (Apoc. VI, 9). Desde el altar se elevan ahora las oraciones como densas nubes de humo perfumado hasta Dios, y son recibidas por él como sacrificio acepto (en V, 8 las oraciones están simbolizadas en las nubes de humo, Sal. CXL, 2). La escena busca dar a los cristianos que combaten y resisten con paciencia la seguridad de que sus oraciones llegan hasta Dios y son por él escuchadas”.

Bartina: "Sigue una escena admirable. Ante el trono de Dios hay dos altares: el de los holocaustos y el de los perfumes, donde se quema incienso al estilo del templo de Jerusalén. Un ángel va con una pala de oro, que es a la vez braserillo e incensario; toma fuego del altar de los holocaustos y lo coloca sobre el altar de los perfumes. Le fueron dados copiosos aromas combustibles o mezclas de inciensos (…) Coloca el incienso sobre las brasas, como Aarón el gran día del Kippur (Lev. XVI, 12-13)".

Salguero: "Pero antes de que los siete ángeles comiencen a hacer su oficio, llega otro ángel con un incensario o más propiamente, con una paleta que servía para transportar las brasas del altar de los holocaustos sobre el altar de los perfumes. El ángel se acerca al altar de los holocaustos, bajo el cual estaban los mártires (VI, 9), y recibe muchos perfumes, que simbolizan las oraciones de los santos, los cuales ha de ofrecer sobre el altar de oro (v. 3). El autor sagrado concibe el templo celeste exactamente como el templo de Jerusalén. En él hay un altar de los holocaustos, un altar de los perfumes y un santo de los santos".



[1] Introducción general a las Sagrada Escritura, Desclée (1947), pag. 307.