XIII
COMO SUCEDIO EN LOS DIAS DE NOE
Y EN LOS DIAS DE LOT
Lc. XVII, 26-30
Los hombres que en los últimos tiempos se dejarán seducir y se agruparán
en masa alrededor del "Dictador" continuarán, sin embargo, llevando
su vida, su pequeña vida cotidiana, con un descuido sorprendente y una quietud
perfecta.
En la enseñanza que da en
el curso de la última semana, el Señor Jesús cita el ejemplo de los tiempos que
precedieron inmediatamente al DILUVIO
y a la destrucción de SODOMA, para
llamar nuestra atención y ponernos en
guardia contra la tendencia natural a vivir nuestra vida, sin pensar en la
proximidad del retorno.
"Y COMO FUE EN LOS DÍAS DE NOÉ,
así será también en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban
(los hombres), y eran dadas en matrimonio (las mujeres), hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el
diluvio y los hizo perecer a todos. Asimismo, como fué en los días de Lot: comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del
cielo una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos. De la misma manera será en el día en que el Hijo del hombre sea revelado (Lc. XVII, 26-30).
Justamente, en medio de la vida más corriente, "el
ladrón" horadará la casa.
Pero decía el apóstol
Pedro: "Sabe entonces el Señor
librar de la tentación a los piadosos " (II Ped. II, 9).
Entonces los justos, a ejemplo de Lot, serán puestos en salvo.
Dios en su misericordia dió entonces señales, como las da ahora.
La construcción del arca duró cien años, era un signo para todo aquél
que hubiese querido considerar el estado de la sociedad de entonces "llena de violencia". El envío de
dos ángeles a Sodoma fué también una advertencia para toda la ciudad. Pero mientras
Noé "condenaba al mundo"
construyendo el instrumento de salvación que era el arca "con un piadoso temor" (Heb. XI, 7)
sus contemporáneos se burlaban de él. Los yernos de Lot, a quienes éste dió aviso
en la víspera de la catástrofe de Sodoma, no le creyeron tampoco: "Más era
a los ojos de sus yernos como quien se burlaba" (Gén. XIX, 14).
Parecen burlarse todos
aquéllos que anuncian el fin de los tiempos. No creemos posible que acontezca
durante nuestra vida. Sin embargo, no tenemos seguridad que esto será así.
Hasta la víspera de ese día los hombres comerán, beberán, venderán y comprarán.
Si no velamos, si sólo nos atraen las vanidades de la tierra,
¿lograremos escapar? "Acordaos de la mujer de Lot", decía
Jesús (Lc. XVII, 32).
Fué dejada como serán dejados
del mismo modo: la mujer que muele, el hombre en el campo, uno de los dos
esposos:
“Yo os digo, que en aquella noche, dos hombres estarán reclinados en una
misma mesa: EL UNO SERÁ TOMADO, EL OTRO DEJADO; dos mujeres estarán moliendo juntas:
LA UNA SERÁ TOMADA, LA OTRA DEJADA” (Lc. XVII, 34-35).
Habrá, pues, en esta hora
trágica UNA SEPARACION de los fieles y de los infieles: Así como Dios pone a Noé al abrigo en el arca y a Lot sobre la montaña,
Jesús vendrá a poner al abrigo a los suyos. Tal es el parecer de San Jerónimo:
"En el momento en que la noche se acaba, al fin de los tiempos, es cuando
Jesucristo vendrá a poner en seguridad a los suyos" (Comentario sobre
San Mateo, C. XIV, 25).
Los justos serán puestos
en salvo. "Seremos arrebatados juntamente con ellos en
nubes hacia el aire al encuentro del Señor" (I Tes. IV, 17).
Con todo, permanecemos
delante de un gran misterio.
Interroguemos a San Pablo.