El Sexto Sello
En la literatura
apocalíptica el sexto Sello ha venido a ser casi un lugar común para significar
el fin del mundo, la Parusía o algo semejante, pero en nuestra opinión no hay
base alguna para sostener semejante interpretación.
Tampoco creemos que una
correcta exégesis de este texto sea extremadamente importante para entender el
Apocalipsis pero nos parece necesario tratarlo porque si el sexto Sello fuera
lo que la gran mayoría cree que es, entonces casi que no quedaría más opción
que aceptar la teoría de la recapitulación.
En una palabra: el sexto Sello parece como el último
reducto en el cual se atrinchera la escuela de la recapitulación dado que
los demás baluartes pueden ser fácilmente atacados y vencidos.
Los que propugnan esta
teoría argumentan, básicamente, de la siguiente manera: las primeras seis
Trompetas (VIII, 7-IX, 21) son
ciertamente anteriores a lo narrado en VI,
12-17; por lo tanto no quedaría más opción que recapitular.
Está fuera de discusión que
los sucesos descriptos en VI, 12-17
son posteriores a las Trompetas, pero la pregunta es: ¿describe VI, 12-17 el sexto Sello?
Aquí está toda la
diferencia y por lo tanto toda la dificultad a resolver. No queda más opción
que analizar debidamente el texto con su
contexto.
Los capítulos IV-V, que dan comienzo a las grandes visiones del
Apocalipsis, nos describen el Trono de Dios y la toma de posesión del libro
Sellado que el Cordero se encarga de desatar.
Con los cuatro primeros Sellos
el Vidente ve aparecer en el cielo cuatro jinetes que simbolizan
acontecimientos en la tierra, mientras que en el quinto San Juan ve las almas
de los mártires bajo el altar.
Tras estos cinco Sellos el
Vidente dice (VI, 12-17):
“Y vi cuando abrió el
sello, el sexto y un gran terremoto se produjo y el sol se puso negro como un
saco de crin y la luna entera se puso como sangre. Y las estrellas del cielo
cayeron a la tierra, como la higuera arroja sus brevas, sacudida por un fuerte
viento. Y el cielo fue retirado como un
rollo que se envuelve y todo monte e isla fueron movidos de sus lugares. Y los
reyes de la tierra y los magnates y los quiliarcas y los ricos y los fuertes y
todo siervo y libre se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de los
montes. Y dicen a los montes y a los peñascos: “Caed sobre nosotros y escondednos
del rostro del Sedente en el trono y de la ira del Cordero; porque ha llegado
el día, el grande, de la ira de ellos y ¿quién puede estar de pie?”.
Primero veamos que no
todos los autores defienden la identidad de este pasaje con el sexto Sello.
Straubinger comenta VI, 12:
“Algunos consideran que este sello, el 6º en orden de colocación en el
libro, no es abierto sino después del 7º (VIII, 1), porque la gran tribulación (7º sello) es necesariamente
anterior a las catástrofes cósmicas que aquí se anuncian y que preceden inmediatamente
a la Parusía (v. 17). El Señor
dice, en efecto, que el oscurecimiento del sol, etc. se verificará
“inmediatamente después” de la tribulación (Mt. XXIV, 29; Mc. XIII, 24); que la Parusía vendrá después de aquello
fenómenos (Lc. XXI, 25); que las
persecuciones contra los justos serán “antes de todo eso” (Lc. XXI, 11-12). Es de observar
que San Juan, a diferencia de los otros sellos, dice aquí “yo vi cuando Él
abrió”, lo cual podría ser una visión anticipada del fin. Y
parece confirmarlo el hecho de que en VII,
14 (bajo el 6º sello) nos muestra ya a los elegidos y a los que vienen
de la gran tribulación, como si las calamidades del 7º sello hubiesen ya
pasado. Según esto, estas serían la respuesta de Dios a la oración clamorosa de
los santos del 5º sello (VI, 9-11),
y así lo vemos en VIII, 3-5. Quedaría también explicado así el silencio de
media hora en el cielo (VIII, 1), fenómeno que nadie aclara y que consistiría
simplemente en que cesaba de oírse aquello clamor de los santos (VI, 10).
La media hora sería el poco de tiempo de reposo que se les indicó en VI, 11. Gelin que ha observado este fenómeno (cf. VIII, 1 y nota), dice: “Juan utiliza el esquema sinóptico en el
cual parece haber querido introducir este orden general: plagas sociales (1º a
5º) y luego las cósmicas (6º). Ha encerrado varias plagas en el 6º sello para
poder derivar hacia el 7º, que está vacío, la segunda serie de calamidades”. Pero
no se entiende cómo podrían continuar estas pruebas si la Parusía tiene lugar
al fin del 6º sello. En todo caso,
los acontecimientos escatológicos de que habla San Pablo (I Tes. IV, 15 s) no
podrán ser anteriores a la gran tribulación o período del Anticristo, como dice
cierta exégesis protestante, sino que se refieren, como está anunciado,
únicamente a la Parusía, en la cual los muertos y “los que quedemos”, seremos,
cuando Él descenderá del cielo (ibid. v. 16), arrebatados a su encuentro para
estar con Él siempre (ibid. v. 17) y no sólo por un período. Esto explicaría,
finalmente, la existencia de justos sobre la tierra en tiempos del Anticristo
(cfr. XIII, 7 y XX, 4), de modo que la promesa que Jesús hace a sus amigos de
escapar a todas las calamidades (Lc. XXI, 36), repetida a la Iglesia de
Filadelfia (III, 10), ha de explicarse como una especial protección, mediante
la cual “no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza” (Lc. XXI, 18). Véase por
ejemplo XII, 6 y 14. En cuanto a los sucesos aquí anunciados, véase los vaticinios
de Jesucristo sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del siglo en Mt. XXIV
y en Lc. XXI. Cfr.
Is. XXIV, 19 ss; Os. X, 8; Joel II, 30-31; III, 12-15; Amós VIII, 9 s.”.
Lo importante para nuestro
fin es lo que hemos subrayado cuando admite la posibilidad que VI, 12-17 sea una visión anticipada y
no el sexto Sello, lo cual compartimos por completo; sin embargo su pensamiento
nos parece un tanto confuso.
Lo que dice básicamente,
si mal no hemos entendido, es que los Sellos sexto y séptimo están cambiados, o
mejor dicho, que el que es nombrado en sexto lugar ocurre después del descripto
en séptimo lugar.
Las razones no nos
convencen en absoluto.
a) Comienza diciendo que la gran tribulación es el
séptimo Sello, lo cual es falso porque el texto no dice eso.
b) Primero dice que el Séptimo Sello está en VIII, 1 y luego en VII, 9-17 (los que vienen de la gran Tribulación).
c) Por último afirma que este Sello es diferente de los
demás porque comienza diciendo: “y ví cuando abrió” en lugar de “y cuando
abrió…”.
Este último punto nada prueba
porque el primer Sello comienza igual
“Y vi cuando abrió el Cordero el primero de los siete
sellos…” (VI, 1)
Y si esta construcción
indicaría lo que sospecha Straubinger, en buena lógica podríamos decir que los
Sellos primero y segundo no están en orden cronológico.
Antes de pasar a la parte
que más nos interesa tratemos de responder esta pequeña cuestión: ¿cuál es la
razón de la diferencia entre el enunciado del primer y sexto Sellos por un lado
y los otros cinco?
La respuesta nos parece
muy sencilla.
El capítulo V termina narrando la toma de posesión del libro sellado y
la alabanza de los ángeles, es decir, San
Juan está viendo el trono y todo lo que sucede en él, y cuando se abre el
primer Sello vé al Cordero en el acto de
desatar el primer Sello, y por eso dice “y ví cuando abrió…”; ahora bien,
en el primer Sello San Juan oye a uno de los Vivientes que llama al primer
jinete, el cual hace su aparición y a
partir de entonces vuelve su vista hacia estos nuevos sucesos e incluso
parecería que “se asoma” a la tierra.
En definitiva, la historia
se repite hasta el cuarto Sello y ya con
el quinto vé a los mártires que están bajo el altar, y así al desatarse el
sexto puede volver a ver al Cordero en el acto de desatar los Sellos, razón
por la cual es de creer que el altar donde están las almas de los mártires ha
de estar cerca del altar de oro (o de los perfumes) que está “ante el trono de
Dios” (VIII, 3; IX, 13).
Lo mismo se vé en el
séptimo Sello. Cuando el Cordero abre el
último en VIII, 1, San Juan no lo vé en el acto de abrir, puesto que en VII,
13-17 uno de los Ancianos le dirigió la palabra al Vidente. La historia se
repite con lo sucedido en los primeros cuatro Sellos.