jueves, 25 de febrero de 2016

El Sexto Sello (IV de IV)

La segunda cuestión sobre el poco tiempo que media entre el fin del quinto Sello y el comienzo de las Trompetas se resuelve fácilmente con lo que acabamos de decir.

Si ni el juicio de las Naciones (VI, 12-17) ni la aparición de los mártires de la gran Tribulación (VII, 9-17) corresponden al sexto Sello bastará eliminar estas dos visiones para explicar la corta duración de todos estos acontecimientos.

El texto quedaría así:

Capítulo VI:

9. Y cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que fueron muertos a causa de "la Palabra de Dios" y a causa de "el testimonio que tenían".
10. Y clamaron con gran voz, diciendo: “¿Hasta cuándo, oh Señor, el Santo y Verdadero, tardas en juzgar y vengar nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra?”.
11. Y se les dio una túnica blanca a cada uno y se les dijo que descansen todavía un poco de tiempo hasta que se completen también los consiervos suyos y los hermanos suyos, los que están por ser matados como ellos.
12. Y vi cuando abrió el sello, el sexto y

(…)

Capítulo VII

1Vi cuatro ángeles[1] que estaban de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, teniendo los cuatro vientos de la tierra para que no sople viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno.
2. Y vi otro ángel subiendo de donde surge el sol teniendo el sello del Dios vivo y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les dio dañar la tierra y el mar
3. diciendo: “No dañéis la tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes”.
4. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de (los) hijos de Israel;
5. de la tribu de Judá doce mil sellados, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad doce mil,
6. de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí doce mil, de la tribu de Manasés doce mil,
7. de la tribu de Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu de Isacar doce mil,
8. de la tribu de Zabulón doce mil, de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce mil sellados.

(…)


Capítulo VIII

1. Y cuando abrió el sello, el séptimo, se hizo silencio en el cielo como media hora.
2. Y vi los siete ángeles que están de pie ante Dios y les fueron dadas siete trompetas.
3. Y otro ángel vino y se puso de pie junto al altar, teniendo un incensario de oro y se le dieron muchos perfumes para ofrecer (lit. dar) por las oraciones de todos los santos sobre el altar, el de oro, que está delante del trono.
4. Y subió el humo de los perfumes por las oraciones de los santos de mano del ángel ante Dios.
5. Y el ángel tomó el incensario y lo llenó del fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto.
6. Y los siete ángeles, los que tenían las siete trompetas se prepararon para tocar las trompetas.
7. Y el primero tocó la trompeta, etc.

Como puede verse, al eliminarse las dos visiones que están cronológicamente fuera de lugar, la narración se hace corrida y fluida y se aprecia la continuidad entre el quinto sello, el pedido de venganza[2], la dilación del castigo, la signación de los 144.000, la presentación de las oraciones ante Dios y por fin el comienzo de los castigos.

Para resumir este punto:

Durante el quinto Sello los Mártires claman por venganza y se les dice que aguarden poco tiempo.

En ese poco tiempo suceden el fin del quinto Sello, el sexto y séptimo Sellos y el toque de la primera Trompeta que da comienzo a la venganza que pedían los Mártires del quinto Sello y que Dios había prometido.

Ahora bien, cuánto haya de durar ese poco tiempo no nos es dado saber. Sólo nos ha sido revelado que entre el séptimo Sello y la primera Trompeta hay nada más que media hora.

Y de esta forma creemos poder explicar sin mayores dificultades las dos condiciones requeridas para una correcta interpretación de este tan célebre como malentendido pasaje y echar por tierra el principal argumento de los defensores de la teoría de la recapitulación, teoría que no ha hecho más que confundir las cosas y que esperamos sea desterrada cuanto antes de la exégesis.

Vale!




[1] Sin dudas los de las primeras cuatro Trompetas.

[2] No hay que olvidar que Nuestro Señor aludió a los Mártires del quinto Sello, a su pedido de venganza y a la prontitud de la respuesta cuando dijo (Lc. XVIII, 7-8a):

“¿Y Dios no habrá de vengar a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con respecto a ellos? Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente”.

Y vemos también en los versículos anteriores (1-5) la oración de la Mujer, es decir de los 144.000 sellados en el sexto Sello, cuando pide ser librada del enemigo (ἀντιδίκου) (mismo término usado por en I Ped. V, 8, donde se aclara que es el mismo Diablo):

“Les propuso una parábola sobre la necesidad de que orasen siempre sin desalentarse: “Había en una ciudad un juez que no temía a Dios y no hacía ningún caso de los hombres. Había también allí, en esta misma ciudad, una viuda, que iba a buscarlo y le decía: “Hazme justicia librándome de mi adversario”. Y por algún tiempo no quiso; mas después dijo para sí: “Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me importuna, le haré justicia, no sea que al fin venga y me arañe la cara”.

Esta liberación de la Mujer parece estar relacionada con su huída al desierto de la cual ya hablamos en nuestro estudio citado más arriba.