Ya pasando a la respuesta
en sí, afirmamos:
Lo primero que tenemos que decir es que la secuencia VI, 12 - VII, 17 forma un todo homogéneo.
Pero hay un segundo punto no menos importante y es
que entre el quinto Sello y el comienzo
del castigo media poco tiempo.
Por lo tanto, toda exégesis, para ser verdadera, deberá
tener presente y explicar estos dos puntos.
Comencemos por el primero.
La unidad del pasaje VI, 12 -
VII, 17, se vé por el hecho de que VI,
11 termina con el quinto Sello mientras que VIII, 1 da comienzo al séptimo.
Sin embargo, tenemos tres escenas entre el quinto y el
séptimo Sello: el oscurecimiento del sol,
etc. (VI, 12-17), la signación de los 144.000 judíos (VII, 1-8) y los mártires de la gran Tribulación (VII, 9-17).
Por lo tanto, debería
haber algo que una estos tres
sucesos.
A su vez, el segundo de los puntos no es menos
cierto.
Durante el quinto Sello
los mártires piden venganza por su sangre derramada a manos de los habitantes de la tierra y por toda
respuesta se les dice (VI, 11):
“Que descansen todavía un poco de tiempo hasta que se completen también los consiervos
suyos y los hermanos suyos, los que están por ser matados como ellos”.
Con lo cual tenemos que entre esta oración y el castigo ha de
mediar poco tiempo.
Veamos ahora cómo puede
explicar estos dos puntos la opinión mayoritaria que vé en el sexto Sello todos
los acontecimientos narrados hacia el fin del capítulo VI.
Castellani, acaso el más claro en este punto particular (por
caso, Allo y Bover son un misterio), dice que son dos visiones de consuelo[1].
La respuesta no está mal
pero no deja de ser un poco vago el asunto, pues la primera pregunta que viene
a la mente es ¿a quién se consuela?
¿A los 144.000 Judíos? (primera visión del capítulo VII) ¿A los Mártires de la
gran Tribulación? (segunda visión del capítulo VII) ¿A ambos?
Además, y esto ya lo
habíamos notado en otra oportunidad, este
pasaje no es la Parusía y por si
fuera poco, dato sed non concesso, se supone que es el último de los Sellos, Trompetas y Copas el que desemboca en la
Parusía y aquí todavía estamos en el sexto.
El segundo punto presenta aún mayores dificultades.
Aún suponiendo, como
quiere Castellani, que VI, 12-17 sea
“la Parusía comenzada” (?)[2] y las dos visiones del capítulo VII, sendas visiones de
consuelo, todavía queda por analizar el problema de la duración de estos
acontecimientos.
En VI, 10 los mártires claman por venganza y se les dice que aguarden
poco tiempo hasta que comience el castigo contra los habitantes de la tierra. Ahora bien, o ese castigo corresponde a las seis primeras Trompetas o es preciso
renunciar a encontrarlo en el Apocalipsis.
Y peor aún si vemos con
Castellani en los mártires del quinto Sello “una prolongación del cuarto, pues
son los mártires que están por venir de la gran Tribulación” (sic), pues en
este caso la primera Trompeta comenzaría después de la gran Tribulación[3], que es de suponer
Castellani identifica con la persecución del Anticristo.
Enigmas sobre caos.
No es muy agradable hacer
leña del árbol caído, pero la verdad que Castellani al menos intenta explicar
algo. Los demás son iguales o peores.
Incluso un Alápide que
combate (?) el alegorismo y la recapitulación al llegar acá hace aguas, pues
dice que desde VI, 12 hasta el fin del capítulo VII estamos en presencia del
sexto Sello, a pesar de reconocer que el capítulo VII es anterior a los sucesos
con que termina el capítulo VI, que narra sucesos próximos inmediatos al fin del mundo.
[1] El Apokalypsis, Excursus
C.
[2] No importa que San Pablo
diga en I Cor. XV, 52 que todo
tendrá lugar:
“En un momento, en un abrir y cerrar de ojos”.
pues todo tiene que acomodarse al sistema.
[3] Esto es así ya que las Trompetas son posteriores al séptimo Sello,
como se vé por las siguientes razones:
a) El sentido natural de la narración donde se aprecia una secuencia
cronológica: apertura del séptimo sello, silencio de media hora y ángeles con
las siete Trompetas.
b) En VIII, 3 el ángel recoge las oraciones
de los santos, en clara alusión a los mártires del quinto Sello, y las
presenta ante Dios. El castigo de las
Trompetas son la respuesta natural a esas oraciones.
c) Ciertamente la quinta Trompeta (IX, 4) es posterior ya que se habla
explícitamente de los 144.000 signados del capítulo
VII:
“Y se les dijo que no dañasen la hierba de
la tierra, ni nada verde, ni ningún árbol, sino a los hombres, los que no tienen el sello, el de Dios,
en las frentes”.
Y hay una obvia razón para nombrar a los
sellados recién ahora: las primeras cuatros Trompetas no afectan a los hombres
directamente sino a la naturaleza.