sábado, 18 de enero de 2014

El Discurso Parusíaco X: Respuesta de Jesucristo, V

Pasamos ahora a la parte más importante del Discurso. Veamos, como de costumbre, los textos y luego los sometamos a un pequeño análisis.

Tener en cuenta la exégesis de Lc XXI que ya habíamos dado AQUI.


Mateo XXIV

15 "Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel, estando (de pie) en el Lugar Santo -el que lee, entiéndalo-,
16 entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas;
17 quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa;
18 quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
20 Rogad, pues, para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado.
21 Porque habrá entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora ni la habrá más.
22 Y si aquellos días no fueren acortados, nadie se salvaría; más en razón de los elegidos serán acortados esos días.
23 "Si entonces os dicen: "Ved, el Cristo está aquí o aquí”, no lo creáis.
24 Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales grandes y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aún a los elegidos.
25 ¡Mirad que os lo he predicho!

Marcos XIII

14 "Más cuando veáis la abominación de la desolación estando él (de pie) allí donde no debe – ¡entienda el que lee!-, entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas;
15 quien se encuentre en la azotea, no baje ni entre a recoger nada de su casa;
16 quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
17 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
18 Rogad, pues para que no acontezca en invierno.
19 Porque habrá en aquellos días tribulación tal, cual no la hubo desde el principio de la creación que hizo Dios, hasta el presente, ni la habrá.
20 Y si el Señor no hubiese acortado los días, ningún viviente escaparía; más a causa de los escogidos que El eligió, ha acortado esos días.
21 Y si entonces os dicen: "Ved, el Cristo está aquí”, “ved, está allí”, no lo creáis.
22 Porque surgirán falsos  Cristos y falsos profetas, que harán señales y prodigios para descarriar aún a los elegidos, si fuera posible.
23. Vosotros, pues, estad alerta; ved que os lo he predicho todo”. 


Lucas XXI

20 "Más cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca.
21 Entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas; y los que estén en medio de ella, salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar;
22 porque días de venganza son éstos, de cumplimiento de todo lo que está escrito.
23 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran cólera contra este pueblo.
24 Y caerán a filo de es-pada, y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles se cumpla.


Notas lingüísticas:

Zerwick:

Lc (20): “ἤγγικεν” (está cerca) v. 8”.

Es decir, es como si Nuestro Señor les dijera: “en aquel entonces los falsos profetas dirán “el tiempo (del Mesías) está cerca, pero en verdad lo que estará cerca no es sino la desolación de Jerusalén”.

Notar la diferencia en Mt (21) y Mc (19): θλίψις μεγάλη (gran tribulación) – θλίψις (tribulación como nunca hubo) respectivamente y Lc (23): ἀνάγκη μεγάλη (gran apretura).

Lc. (23): “τῆς γῆς: la tierra = Palestina, Judea”.

Lc. (24): ἔθνη, ἐθνῶν, ἐθνῶν = naciones-gentiles. Misma palabra siempre.

Notar la similitud de la construcción deste versículo con el cap. XI del Apocalipsis:

Lc. (24): και πεσουνται στοματι μαχαιρης και αιχμαλωτισθησονται εις τα εθνη παντα και ιερουσαλημ εσται πατουμενη υπο εθνων αχρις ου πληρωθωσιν [και εσονται] καιροι εθνων.

Apoc. (XI, 2): καὶ τὴν αὐλὴν τὴν ἔξωθεν τοῦ ναοῦ ἔκβαλε ἔξωθεν καὶ μὴ αὐτὴν μετρήσῃς, ὅτι ἐδόθη τοῖς ἔθνεσιν καὶ τὴν πόλιν τὴν ἁγίαν πατήσουσιν μῆνας τεσσεράκοντα [καὶ] δύο.

Pirot:

Mc (20): “Κύριος, sin artículo, corresponde a Yahvé”.

Joüon:

Mt. (16): “Siendo que la Judea es un país montañoso, las ὄρη (montañas) a las que hay que huir son las del desierto. Puede pensarse en las regiones montañosas desérticas más allá del mar Muerto. Cfr. in XVIII, 12”.

Fillion:

Lc (24): “Et Jerusalem calcabitur…: el giro griego ἔσται πατουμένη es más expresiva que el simple futuro y denota un hecho permanente”.


Bien. Llegamos aquí a la parte más importante del sermón en la cual Nuestro Señor comienza a responder las preguntas de los Apóstoles.

Como indican los autores, tiene lugar aquí una nueva parte del discurso.

Como se recordará por lo dicho antes, la pregunta que le formularon a Jesús fue doble y sobre dos sucesos diversos:

1) Cuándo iba a suceder la destrucción del Templo y cuál sería la señal (Lc XXI, 7).

2) Cuándo iba a suceder la Parusía y cuál sería la señal (Mt. XXIV, 3 y Mc. XIII, 4).

Aquí Nuestro Señor indica la señal de ambos sucesos: en el caso de la destrucción del Templo la señal es el sitio de Jerusalén, mientras que la señal de la Parusía es la abominación de la desolación en el Lugar Santo.

Veamos primero las diferencias entre Mt y Mc, y luego pasemos a las de ambos con Lc.

Dejando otras diferencias menores de estilo pueden identificarse las siguientes:

1) Mt. 15 agrega “predicha por el profeta Daniel”, y especifica cuál es el lugar donde no debe estar la abominación de la desolación: “el lugar Santo”.

2) Mt. 20 agrega que debe rogarse para que la huída no suceda en sábado, cosa callada por Mc.

3) Mt. 21 indica que la tribulación será “grande”.

La razón principal de todas estas diferencias se encuentra en el hecho de los distintos destinatarios. El Evangelio de Mt forma parte de la predicación de San Pedro a los judíos (“predicación jerosolimitana”) mientras que la de Mc corresponde a la prédica a los romanos (“predicación Romana”) con lo cual se entiende la referencia al Profeta Daniel, el nombrar el Lugar Santo[1], la referencia al sábado[2] y también el calificativo de “grande” con respecto a la tribulación, término que parecería tener un sentido bien específico. Cosas todas evidentemente extrañas a los gentiles a quienes S. Marcos dirigió su evangelio, las cuales o bien podían no entender o al menos les podría resultar extraña. En todo caso es sabido que San Marcos busca evitar muchas veces todo lo que tenga sabor semita y cuando no lo hace por lo menos aclara su significado[3].
No vemos razón alguna para que estas diferencias sean debidas al agregado de Mt, sino que por el contrario nos parece que corresponden al discurso original. No hay, a priori, ningún motivo que nos fuerce a creer que aquí el texto de Mc es el original, mientras que a favor del texto de Mt militan más de una razón. La primera es que toda esta perícopa del discurso de Mc y Mt. va dirigida a los judíos, o por lo menos a los habitantes de la Judea, con lo cual el acento semita se entiende claramente. En segundo lugar no debe olvidarse que no sería esta la primera vez en la cual Mc cambia términos estrictamente judíos por su equivalente, como fue el caso del versículo 4 en el cual la pregunta de los discípulos está formulada de la siguiente manera: “Dinos ¿cuándo será esto? Y al estar esas cosas a punto de consumarse todas ¿cuál será la señal?", mientras que Mt en su versículo 3 nos trae la pregunta detallada al decir: “Dinos cuándo será esto, y cuál será la señal de tu Parusía y de la consumación del siglo”. Aquí es entendible que los Apóstoles pregunten con precisión sobre la Parusía y la consumación del siglo, como también que Mc (y por ende San Pedro en su catequesis a los romanos) en lugar de referirse a esos dos términos ignotos para sus oyentes[4] modificara las palabras. Por último, en tercer lugar, si bien podrían tomarse las alusiones de Mt. al profeta Daniel, al Lugar Santo y a la gran tribulación como meras aclaraciones, sería sin embargo muy difícil explicar por esta vía o por cualquier otra la adición del sábado.


Diferencias entre los textos de Mt-Mc y Lc.

Las diferencias entre los dos textos no son pocas ni de menor importancia. Veamos:

1) En primer lugar tenemos el signo: abominación de la desolación por un lado y sitio a Jerusalén por el otro.[5]

2) Mt y Mc no hablan para nada de los habitantes de Jerusalén mientras que Lc en su vers. 21 dice: “Entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas; y los que estén en medio de ella, salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar”.

3) Lc en su versículo 22 hace referencia a las Escrituras indicando que esos sucesos ya habían sido profetizados.

4) Mt (17 y 18) y Mc (15 y 16) indican una huida rápida, mientras que en Lc (21) no se encuentra tal precipitación.

5) Mt y Mc piden que los fieles recen para que la huida no sea ni en sábado ni en invierno.

6) La razón no es la misma en los dos casos: en Mt y Mc se indica como motivo el que habrá una gran tribulación cual nunca hubo ni la habrá mientras que Lc indica que habrá una gran cólera contra el pueblo judío.

7) La razón por la que se compadece de las embarazadas y lactantes no es la misma. En Mt. y en Mc. se habla de la dificultad de la huída, mientras que en Lc se da como razón la apretura y cólera contra Israel.

8) Sólo Lc menciona las consecuencias, a saber: muerte y dispersión del pueblo judío por todas las naciones, hasta que el tiempo de las naciones se cumpla.

9) Alusión en Mt y Mc al acortamiento de los días, por amor a los escogidos.  

10) Mt y Mc hacen referencia a los falsos cristos y falsos profetas.
  
11) Advertencia de Jesús (en Mt y Mc) de haber predicho estos acontecimientos.


Hasta aquí la primera parte de esta sección dedicada más que nada a analizar las diferencias entre los sinópticos, diferencias que no son más que indicios de dos discursos diversos.

Vale!




[1] Que no es otro que el Templo de Salomón reconstruido, como se dirá luego.

[2] Es cierto que Mc. II, 27 y III, 4 hacen referencia al sábado pero es en forma crítica.

[3] Rosadini Introductiones in Libros NT, vol. 1 indica como prueba que el Evangelio de San Marcos fue dirigido a los Romanos: “No cita muchas veces el AT (18 veces contra alrededor de 70 en San Mateo), incluso calla algunas de las profecías más importantes. Jesús nunca es llamado Hijo de David, sino Hijo del hombre o Hijo de Dios, omite algunas cosas relacionadas con las leyes mosaicas (sermón del monte, etc), omite las palabras de Nuestro Señor que dice que vino principalmente para salvar “a las ovejas de la casa de Israel” (Mt. XV, 24; X, 5 con Mc. III, 14 ss; VII, 24 ss). Describe y explica las costumbres judías (Mc. VII, 1-6.34), etc.”.

[4] Lo que podría objetarse aquí es que, si bien es entendible que Mc no usara el término “Parusía”, no se entiende por qué nunca lo usa San Lucas, sobre todo teniendo en cuenta que el término “Parusía”, aunque no existe en los LXX, se encuentra sin embargo ya en uso hacia el siglo III a. C. y con el significado preciso de “la llegada de un Rey o Emperador a una ciudad con su recibimiento triunfal” (Oñate). A esto puede agregársele que el mismo San Pablo utiliza el término en varias oportunidades a los Tesalonicenses y a los Corintios. Nos parece que la respuesta es la siguiente: Nuestro Señor no utilizó nunca el término Parusía. En los cuatro lugares en que aparece en los Evangelios (todos en Mt XXIV), la primer vez (v. 3) el término es usado por los Apóstoles, mientras que las restantes (versículos 27, 37 y 39) están tomada de Lc XVII, 24.26.30, con lo cual este pasaje no corresponde al sermón Parusíaco y al ser traído por Mt a este capítulo lo que hizo simplemente fue traducir los términos “día del Hijo del Hombre”, “días del Hijo del Hombre”, “sea revelado” en uno sólo: Parusía.

[5] Aunque no les queda otra opción, no deja de ser llamativo que algunos exégetas vean en el sitio a Jerusalén (¡y encima el primer sitio!) la abominación de la desolación predicha por el profeta Daniel en su famosa profecía de las 70 semanas (IX, 24-27). Este solo sinsentido les debería haber hecho ver que su exégesis iba por caminos errados.
Para defender la tesis que el Evangelio de S. Lucas fue escrito después del año 70 varios autores (incluso católicos) traen como prueba el hecho de que el tercer Evangelista modificó, aclarándolas, las palabras de Nuestro Señor sorbe el signo. Esto a pesar de la respuesta de la Pontificia Comisión Bíblica del 26 de Junio de 1912 que ante la duda:

 “VI. Si es lícito diferir el tiempo de la composición de los Evangelios de Marcos y de Lucas hasta la destrucción de la ciudad de Jerusalén; o a causa de hallarse más determinada en Lucas la profecía del Señor acerca de la destrucción de esta ciudad, se puede sostener que su Evangelio  al menos se escribió comenzado ya el asedio.
Resp. Negativamente a ambas partes.”

Con lo cual aquellos que no distinguen dos discursos diferentes no tienen más remedio que afirmar que Jesucristo dijo las dos cosas y que Mt y Mc tomaron una parte y Lc tomó la otra. Empresa súmamente ardua que nos daría un texto original muy raro, algo así como: "Mas cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el Lugar Santo -el que lee, entiéndalo- es decir cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que su desolación está próxima.” ¿Quién no ve cuán forzada es esta interpretación? ¿A qué viene la alusión al misterio “el que lee, entiéndalo”, si luego lo pasa a desarrollar?
Sin contar, además, con el hecho de que el Profeta Daniel no habla, en el vers. 27, de la destrucción de Jerusalén por Tito. Cfr. AQUI.