jueves, 13 de abril de 2023

El Reino de Cristo consumado en la tierra, vol. 2, por J. Rovira, S.J. (Reseña) (III de IV)

Por último, pasa a hablar sobre el reino de Cristo consumado en particular, donde analiza: 

1) Extensión: Será universal. Las pruebas de las Escrituras son clásicas y abundantes. 

2) Duración: Aquí distingue el Autor, distinción que sirve para resolver una vieja objeción. Dice que, absolutamente considerado, el Reino de Cristo y los santos ha de durar por siempre, pero ese reino sobre los viadores ha de durar un tiempo de mil años que abarca desde la atadura hasta el desligamiento del demonio. 

3) Súbditos: Los viadores, sino todos, al menos una totalidad moral. Aquí están incluidos los judíos junto con los gentiles, en cumplimiento de la profecía de Nuestro Señor al hablar de la existencia futura de un solo rebaño y un solo Pastor, además del derecho hereditario y de conquista de Nuestro Señor sobre todo el mundo.

Diserta el P. Rovira largo y tendido sobre la restitución de Israel y el cumplimiento de tantas profecías que aún no han tenido lugar.

Es más que interesante una larga cita que trae de Alápide a Jer. XXXI, 40: 

“Ciertamente, esta interpretación es más mística que literal. Finalmente, si alguien quiere contentar a un judío que le insiste pertinazmente, concédale que todo esto de la Jerusalén terrestre ha de entenderse literalmente, tal como suena, y añada a continuación que sucederá al fin del mundo, poco antes de la segunda Venida del Mesías o de la llegada y el juicio de Cristo. Así lo entiende Tomás Maluenda (De Antichristo, L. XI, c. 9) el cual acepta estas cosas sobre la Jerusalén terrestre tal como suenan y considera que, en tiempos del Anticristo, Jerusalén ha de ser reedificada por los judíos con tanta amplitud y con los límites que le asigna el profeta Jeremías; observa hasta dónde llega este argumento y respuesta para poder dar satisfacción a la mayoría de los argumentos de los judíos si afirmamos que las profecías y escrituras que prometen la reintegración de Israel, la restauración de Jerusalén, la redención y salvación de los judíos han de ser aceptadas y explicadas como suenan en la segunda Venida de Cristo, que los judíos consideran que será la primera, porque niegan que Cristo ya vino. Pues todo su error y separación de los cristianos consiste en negar la primera venida de Cristo y considerar que su segunda venida será la primera, y, por lo tanto, cuando las Escrituras hablan de la segunda venida de Cristo, lo refieren a la primera, ya que, negando la primera, consideran que Cristo no ha venido todavía a la tierra. Por último, que los profetas hablan de la segunda venida de Cristo está claro por las circunstancias, que dan a entender que todo esto se refiere al fin del mundo, al juicio, a la resurrección… etc.”. 

Defiende también Rovira la existencia de promesas temporales para los judíos y que no deben interpretarse espiritualmente de la Iglesia sino tal y como suenan, y que no hay nada de malo que, junto con promesas espirituales, Dios les haya prometido bienes temporales.

En cuanto a la objeción de que las promesas a los judíos son condicionales, Rovira corta por lo sano y niega resueltamente la objeción por ser afirmada gratuitamente. Si bien no es la única, creemos que es la mejor respuesta, pues no hay, en tantas y tan grandes promesas, ninguna condición para cumplir por parte de Israel, ni explícita ni implícitamente.

En cuanto a la ya clásica objeción de que las profecías del fin de la cautividad ya se cumplieron tras el fin del exilio de Babilonia con Ciro, niega resueltamente que todas las profecías puedan encajar en molde tan estrecho. 

4. Constitución y Formación: Constituido y propagado por la Pasión de Cristo y la predicación de los Apóstoles, ha de ser consumado y perfeccionado por la segunda Venida, no sin antes atravesar la apostasía y el reino del Anticristo.

Elías, precursor de Nuestro Señor en la segunda Venida, ha de convertir a los judíos, ora por él mismo, ora por sus discípulos, para que de esa manera Nuestro Señor sea propicio a las naciones tras la segunda Venida. Las pruebas escriturísticas son las de siempre: Ecli. XLVIII, 10 y Mal. III, 23-24.

Rovira defiende sólidamente la identidad individual de los dos Testigos del Apocalipsis, en contra de los que prefieren ver en ellos una persona moral.

Se inclina a pensar que el otro testigo ha de ser Enoc.

Así como Israel es convertido por Elías, las naciones, a su vez, serán evangelizadas por los judíos: Mt. XVII, 11; Rom. XI, 12-15[1].

Interesante es también la distinción entre la conversión de corazón y la conversión a la fe; defiende Rovira que con la segunda Venida tendrá lugar la primera de ellas, tanto por parte de los judíos como de los gentiles, la cual es como el requisito previo para la conversión a la fe. 

5. Propiedades: 

Asienta, en primer lugar, algo así como un principio general: 

“El reino de Cristo consumado que ha de existir después del Anticristo ha de ser, en parte, igual al reino de Cristo que existe ahora y, en parte, diferente”. 

Y luego repetirá en más de una ocasión que se nos escapan muchos detalles de lo que será ese reino consumado; sin embargo, nos es posible conocer algunas de sus características principales: 

a) El reino de Cristo consumado será sobre los viadores, y en este sentido, será como la continuación de la Iglesia actual. 

b) Cristo será rey de la Iglesia futura, después del Anticristo, aunque de modo diverso a como es ahora.

Así como el amo viene a su viña o campo recién cuando se cosecha y no cuando se siembra, lo mismo hará Nuestro Señor, el cual ahora está ausente de su viña, puesto que es tiempo de sembrar la palabra de Dios, pero después de la Parusía será la recolección y entonces estará presente, aunque invisiblemente. 

c) La ley del reino futuro será el Evangelio de Cristo. 

d) Será universal de hecho, sobre todas las naciones y sobre cada uno de los individuos. 

e) Será un reino espiritual. 

f) Será el reinado social de Cristo.



 

[1] Dicho sea de paso, Rovira trae citas de autores como Santo Tomás y San Vicente Ferrer donde claramente admiten que habrá un tiempo tras la muerte del Anticristo, y lo suficientemente largo para que las naciones puedan hacer penitencia. La idea de que la destrucción del Anticristo y el fin del mundo coinciden, no sólo no tiene base escriturística, sino que es completamente minoritaria.