domingo, 9 de abril de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 14

 14. Y engaña a los que habitan sobre la tierra a causa de los signos que se le dio hacer delante de la Bestia, diciendo a los que habitan sobre la tierra hacer una imagen a la Bestia que tiene la plaga de la cuchilla y vivió. 

Concordancias: 

Πλανᾷ (engaña): cfr. Mt. XVIII, 12-14 (los pequeños, engañados, tal vez, por los Falsos Profetas del primer Sello); XXII, 29; Mc. XII, 24 (sobre la resurrección); Mt. XXIV, 4-5.11; Mc. XIII, 5-6; (Falsos Profetas del primer Sello); Mt. XXIV, 24; Mc. XIII, 22; II Jn. 7-8; Apoc. XIX, 20 (Bestia de la Tierra – Falso Profeta); I Cor. VI, 9-10. (Sobre los herederos del Reino de los Cielos, cfr. Apoc. XXI, 8 y XXII, 15); Lc. XXI, 8 (falsos profetas antes de la destrucción de Jerusalén); II Tim. III 13 (hombres malos); Heb. III, 10 (generación perversa del desierto); Sant. I, 16; I Jn. II, 26 (tradición); Apoc. XII, 9; XX, 3.8.10 (Dragón); XVIII, 23 (Babilonia) (Parecería haber una relación entre Babilonia y los dos grupos de falsos Profetas). Ver I Cor. XV, 33; Gal. VI, 7; Tito III, 3; Heb. XI, 38; Sant. V, 19; I Ped. II, 25; II Ped. II, 15; I Jn. I, 8; III, 7; Apoc. II, 20.

Jesús es acusado de engañador: cfr. Mt. XXVII, 63; Jn. VII, 12.47. 

τοὺς κατοικοῦντας ἐπὶ τῆς (los que habitan sobre la tierra): cfr. Apoc. III, 10; VI, 10; VIII, 13; XI, 10; XIII, 8.12; XIV, 6; XVII, 2.8. 

σημεῖα (signos): cfr. Mt. XXIV, 3.24.30; Mc. XIII, 4.22; XXI, 7.11.25; Hech. II, 19; II Tes. II, 9; Apoc. XII, 1.3; XIII, 13; XV, 1; XVI, 14; XIX, 20. Ver Apoc. I, 1.

 ἐνώπιον (delante): cfr. Apoc. I, 4; II, 14; III, 2.5.8-9; IV, 5-6.10; V, 8; VII, 9.11.15; VIII, 2-4; IX, 13; XI, 4.16; XII, 4.10; XIII, 12-13; XIV, 3.5.10; XV, 4; XVI, 19; XIX, 20; XX, 12. 

θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

Εἰκόνα (imagen): Cfr. Mt. XXII, 20; Mc. XII, 16; Lc. XX, 24 (el César); Rom. I, 23 (los ídolos); Apoc. XIII, 15; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2; XIX, 20; XX; 4 (la Bestia). 

πληγὴ (plaga): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 18.20; XI, 6; XIII, 3.12; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9; XXII, 18. 

Μαχαίρῃ (cuchilla): cfr. Mt. X, 34; Lc. XXI, 24; Apoc. VI, 4; XIII, 10. 

ἔζησεν (vivió): cfr. Apoc. I, 18; II, 8; III, 1; IV, 9-10; V, 14; VII, 2; X, 6; XV, 7; XIX, 20; XX, 4-5. 

 

Notas Lingüísticas: 

Caballero Sánchez: “Nótese un detalle gramatical. “Bestia”, en griego, es neutro; pero si habla esa Bestia, siendo su boca, por necesidad, un Doctor, es preciso que el participio “diciendo”, esté en masculino”. 

Iglesias: “Que tenía: lit. que tiene; ese “que”, en el texto griego, es masculino, a pesar de que “Bestia”, en griego, es del género neutro; esa “Bestia” aparece personificada”. 

Zerwick: “καὶ ἔζησεν: y sin embargo vivió, sobrevivió o si no revivió”. 

 

Comentario: 

Si la plaga mortal con que se hiere la cabeza de la Bestia corresponde a la sexta Trompeta, entonces la “plaga de la espada” son las tres plagas de “fuego y humo y azufre” de IX, 17-18. 

Swete: “Engañar a la humanidad es un poder característico de Satanás (XII, 9) y ha descendido hasta el falso Profeta”. 

San Victorino: “También hará que la imagen de oro del Anticristo sea colocada en el Templo de Jerusalén y entre en ella el ángel rebelde y ofrezca, además, oráculos y sortilegios (…) “Y se establecerá, dice, en su templo, entre el monte del mar y los dos mares (Dan. XI, 45), esto es, en Jerusalén; y entonces colocará allí la estatua de oro, como había hecho el rey Nabucodonosor. El Señor, recordando esto, dice a todas las iglesias acerca de los últimos tiempos… (Mt. XXIV, 15)”. 

Drach: “Que tiene la plaga de la cuchilla y vivió: estas palabras muestran claramente que no se trata aquí del Paganismo muerto, y luego resucitado. Esta plaga por medio de la espada y la curación se relacionan con dos hechos que se seguirán de cerca, y cuya vista producirá sobre los contemporáneos, un efecto muy desastroso para sus almas. Esto indica uno de los “grandes signos” de los que habla el v. 13”. 

Bauckham: “Si XIII, 3 subraya, por la alusión a V, 6, el paralelo de la bestia con la muerte de Cristo, XIII, 14 subraya, por el uso de ἔζησεν (vivió), el paralelo de la bestia con la resurrección de Cristo. Se hace eco de II, 8, donde Cristo es "el primero y el último, que estaba muerto y volvió a la vida (ἔζησεν)" (cf. I, 18). Existe una interesante complementariedad entre XIII, 3 y XIII, 14. En XIII, 3 la muerte de la bestia se describe en términos que aluden a la del Cordero (ὡς ἐσφαγμένην εἰς θάνατον [como degollado para muerte]), pero su "resurrección" se describe en términos que la distinguen de la del Cordero ("su herida mortal fue curada"). En XIII, 14 la "resurrección" de la bestia se describe en términos que aluden a la de Cristo (ἔζησεν), pero su muerte se describe en términos que la distinguen de la de Cristo ("había sido herido por la espada"). De este modo, Juan puede sugerir que la muerte y la resurrección de la bestia son y no son como la de Cristo. En otras palabras, son una imitación engañosa 

(…)

 La adoración universal de la bestia (XIII, 4.8), tras la representación de su cabeza como ὡς ἐσφαγμένην (XIII, 3), es paralela a la adoración universal del Cordero (V, 8-14), tras su representación como ὡς ἐσφαγμένην (V, 6). El hecho de que el dragón conceda a la bestia su poder, su trono y su autoridad (XIII, 2) es paralelo al don de la autoridad del Padre y de un lugar en su trono a Cristo (II, 28; III, 21) 

(…) 

La introducción de la segunda bestia (XIII, 11) es inteligible, al menos en parte, a través del tema de la parodia cristológica (…) Juan bien puede haber hecho esta distinción en base a la tradición. Es posible que conociera la tradición apocalíptica sinóptica que predecía "falsos cristos" y "falsos profetas" (Mt. XXIV 24; Mc. XIII, 22). Pero la distinción también le permite crear una trinidad satánica: el dragón del cielo, la bestia del mar y la bestia de la tierra. El dragón se relaciona con la primera bestia, así como Dios Padre con Cristo. La segunda bestia se relaciona con la primera bestia no como el Espíritu Santo con Cristo, sino como los profetas cristianos, inspirados por el Espíritu, se relacionan con Cristo. La segunda bestia actúa en nombre de (ἐνώπιον) la primera bestia (XIII, 12-14), así como los profetas están de pie ante (ἐνώπιον) el verdadero Señor de la tierra (XI, 4). Atestigua la divinidad de la bestia con signos (XIII, 3-4), así como los profetas acompañan su testimonio de Cristo con milagros (XI, 6). Finalmente, la misteriosa marca de la bestia, su nombre o su número en la mano derecha o en la frente de los que la adoran (XIII, 16-17) es paralela al sello (VII, 3; IX, 4) o al nombre (XIV, 1; XXII, 4) en la frente de los seguidores del Cordero”.