martes, 29 de diciembre de 2020

Una opinión de Fr. Luis de León sobre la cronología de la Pascua, por Salvador Muñoz Iglesias (VI de VI)

    Una tercera dificultad— más seria aún y en el ámbito del Antiguo Testamento-prevé Fr. Luis contra su sentencia. Proviene esta objeción del capítulo XII del Éxodo versículo 18, donde, hablando de los ácimos, dice Moisés que se coman desde el día 14 ad vesperam hasta el día 21 ad vesperam.  De aquí el angustioso dilema que se plantea Fr. Luis: 

“La otra objeción tiene algo de engañoso y está sacado del capítulo XII del Éxodo, donde se dice: Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes. No se halle levadura en vuestras casas por espacio de siete días (vv. 18-19). 

Si se cuenta, se dirá, esos siete días desde la primera noche del catorce, donde pretendo que se comió el Cordero, terminarán pues en la primera noche del veintiuno y así el veintiuno no estaría incluido en los días de la Pascua y no sería una fiesta, lo cual es falso y en contra de lo señalado en el Levítico, donde el día séptimo se empieza a contar desde el quince y por lo tanto el veintiuno es un día de fiesta que cierra la solemnidad de la Pascua. Por lo tanto, es preciso contar los siete días desde la segunda noche del catorce y por lo tanto poner allí la manducación del Cordero, pues es por ella que comienza el Ázimo”. 

Solución: Él no puede escoger la segunda parte del dilema porque daría a la expresión "día catorce a la noche” una significación contraria a la que le dio en el Lev. XXIII y en todos los textos que hablan de la Cena Pascual. Escoge, pues, como era obligado, la primera parte del dilema dando a la frase "día catorce a la noche” el significado de primeras vísperas del 14 o sea el 13 por la tarde, en la que con la cena del cordero había que comer pan ácimo, aunque en el resto del 14 fuera lícito el fermentado. No se le oculta la dificultad de que, según esto, los ácimos terminaban en las primeras vísperas del 21. Pero la soluciona ingeniosamente diciendo que la obligación de los ácimos comprendía las primeras vísperas del 21 inclusive y, por lo tanto, según la manera de computar hebrea, todo el día 21: 

Moisés ordenó en el Éxodo que se comiera pan sin levadura durante siete días, y que desde el primero no se encontrase levadura en las casas: Por siete días comeréis panes ácimos, por lo cual desde el primer día apartaréis de vuestras casas la levadura (Ex. XII, 15) y agrega que serán días de fiesta el primer y el último de estos días: El primer día tendréis asamblea santa; asimismo el día séptimo os reuniréis en asamblea santa (v.  16). 

Un par de líneas más adelante, agrega todavía estas palabras: Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes (v. 18). 

Digo, pues, en primer lugar, que los siete días de los Ázimos se deben contar desde la segunda noche del día catorce, que era el comienzo del quince, y así la última noche del veintiuno estará incluido en ella, y al mismo tiempo remarco que esto confirma mi Sistema. Pues en el libro de los Números, capítulo XXVIII, Moisés distingue el día catorce, cuando se comía el Cordero Pascual, y que no era fiesta, del día quince que sí era. El día catorce del primer mes será la Pascua de Yahvé. El día quince de este mes será día de fiesta (vv. 16-17). Pero la segunda noche del catorce era fiesta, porque era el comienzo del día quince; por lo tanto, la noche del catorce, cuando se comía la víctima Pascual que difería del quince en que no era fiesta, no es la segunda noche sino la primera, y es exactamente mi opinión. 

Agrego en segundo lugar, que el comienzo de los Ázimos se puede entender de la primera noche del catorce, fecha en que pretendo que se comió el Cordero Pascual y es así que lo tomaron los tres primeros Evangelistas, San Mateo, San Marcos y San Lucas (…) 

La razón por la que se llamaba a ese día el primero de los Ázimos, es que se comenzaba a comer pan sin levadura desde entonces, a saber, desde el festín del Cordero Pascual: Comerán la carne en aquella misma noche. La comerán asada al fuego, con panes ácimos y con hierbas amargas (Ex. XII, 8). Lo cual no impedía que se usara pan con levadura en las otras comidas. Pues la prohibición de tener pan con levadura en la casa, no era más que por los siete días llamados propiamente los días de los Ázimos según la ley: No se halle levadura en vuestras casas por espacio de siete días (Ex. XII, 19). Y esta denominación no se extendía hasta el día catorce más que por el uso fundado en el hecho que se servían desde ese día panes ázimos en el festín del Cordero Pascual”. 

 

Conclusión 

Hemos procurado exponer de la manera más objetiva posible el sistema de Fr. Luis. 

No es nuestro intento defender su posición. Para ello sería preciso estudiar más despacio las razones que en contra de ella pueden proponerse y las que a favor de sus propias sentencias han presentado los demás exegetas. 

Si el lector cree haber descubierto, a lo largo de la exposición, cierta simpatía nuestra por la opinión de Fr. Luis, le diremos que no hemos tenido el menor empeño en disimularla, si bien todavía ahora no sabríamos decir si esa simpatía es simplemente efecto de la conmiseración hacia el autor injustamente preterido o convicción producida por la solidez de su argumentación. 

Se le podrá discutir esto último a Fr. Luis. Lo que no se le puede negar es lo ingenioso de su solución y la claridad con que la expone. 

Hemos de confesar ingenuamente que al final de este trabajo la mayor dificultad que se nos ocurre en contra de su sistema es la excesiva facilidad con que resuelve las aparentes contradicciones que tanto han atormentado y atormentan al común de los exegetas[1]. 

Tal vez sería muy útil — y no queremos renunciar a intentarlo según nuestras débiles fuerzas— hacer una revisión de los principios que en él se proponen y estudiar más detalladamente la legislación mosaica sobre la Pascua, para deducir a priori cuándo celebraron la Cena Jesús y los judíos, ya que a posteriori los documentos históricos no logran darnos certeza absoluta. 

En todo caso, cabe decir de la opinión de Fr. Luis lo que ya en el año 1695 decía de ella el P. Daniel en la traducción francesa que hizo del opúsculo que nos ocupa[2]: 

"En el caso de que se quisiera hacer en nuestra lengua un cuerpo de todos los sistemas que han sido propuestos sobre la cuestión de la última Pascua de Nuestro Señor, sería necesario éste para hacerlo entero y completo. Es éste un sistema completamente diverso de los otros y no se puede negar que sea ingenioso. 

A esta opinión de mi doctor español no doy otro nombre que el de sistema y lo merece no menos que todas las demás opiniones que han venido a luz hasta ahora en tal propósito, las cuales, a la verdad, no merecen nada más" (Zaccaría; II, 89 s.). 

Podríamos resumir sus ventajas con las mismas palabras con que el citado P. Daniel, terminada la traducción, se muestra conforme con el sistema: 

“En una palabra: cuatro cosas esenciales, que no se encuentran en ningún otro Sistema, me parecen que prueban la bondad de éste: 

La primera es, como he dicho, que hace desaparecer por completo y del modo más natural, la contradicción aparente entre los pasajes de San Juan y los de los otros Evangelistas. 

La segunda, que no hace violencia alguna a los textos de San Mateo, San Lucas o San Marcos, haciendo celebrar la Pascua a Nuestro Señor un día antes que a los hebreos. 

La tercera, que no supone apresado, juzgado, condenado y crucificado al Señor por los judíos el día solemne de la Pascua. 

La cuarta, que concilia perfectamente a Josefo con la Escritura en cuanto al número de los días de los Ázimos y todo con sólo suponer conforme a la Escritura, que los días entre los hebreos comenzaban por la noche y que Moisés siguió este uso al proponer a los Israelitas la ley de la Pascua” (Zaccaría, II, 114 sig.). 

Salvador Muñoz Iglesias



 [1] Nota del Blog: En nuestra opinión, lejos de ser una objeción, esta razón probaría más bien a su favor. En los años que llevamos estudiando las Escrituras (y Lacunza es un buen ejemplo, (no el único) al respecto), hemos podido ver una y otra vez que la verdadera exégesis era no sólo la literal, sino también la más natural y sencilla. 

[2] P. Gabriel Daniel S. I. : Traduction du système d'un docteur espagnol, sur la dernière Pâque de N.S Jésus-Christ, avec des réflexions sur ce système et sur la discipline des anciens Quartodecimans par rapport à ce sujet. Paris 1695.  No he logrado tener a mano la obra francesa del P. Daniel. El P. Zaccaría la recogió, traducida al italiano, en su Racolta di dissertazioni, t. II, pp. 88-115.