sábado, 22 de diciembre de 2018

El Acto del Cuerpo Místico, por Mons. Fenton (V de V)


Réplica de Mons. Fenton

Tanto la tesis cuestionada por el P. Brosnan como las dificultades que alega son demasiado importantes como para exigir una precisa reflexión. Para este fin voy a citar cuatro destacadas objeciones del eminente teólogo inglés y luego adjuntar a cada una su propia respuesta.

Primera objeción del P. Brosnan:

“Su argumento es ingenioso, pero no está libre de ambigüedad. Por ejemplo, dice: “La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo”. Esto es, por supuesto, muy cierto.
Pero la Iglesia consiste de un “alma” y de un “cuerpo”. No sería cierto decir que todos los que pertenecen al “alma”, pertenecen también al “cuerpo” o viceversa. En esta o similares ambigüedades parecen radicar las dificultades y debilidades que entran en su argumento”.

Respuesta.

La sentencia a la que se refiere el P. Brosnan puede parecer ambigua sólo a aquel que considera al “alma” y al “cuerpo” como dos iglesias o grupos diferentes, a alguna de las cuales se le puede aplicar el nombre “Cuerpo Místico de Cristo”. Así manifiesta Felder la verdad que aclara el fundamento de esta dificultad.

El alma y el cuerpo de la Iglesia no son dos Iglesias, una invisible y la otra visible, sino que constituyen una Iglesia tanto visible como viva[1].

Esta única Iglesia puede designarse como el Cuerpo Místico de Cristo sin ambigüedad o equivocación.

Segunda dificultad del P. Brosnan:

“Cuando el P. Fenton escribe: “

“La cualidad permanente que nos constituye como miembros de la Iglesia es el carácter del Bautismo”

Las dificultades surgen inmediatamente. Difícilmente puede mantenerse que el carácter del Bautismo nos hace miembros de la Iglesia. Muchos de los que no tienen el carácter bautismal, puesto que están en estado de gracia, pertenecen al alma de la Iglesia y son por lo tanto miembros de la Iglesia. Muchos también que tienen carácter bautismal no pertenecen al “cuerpo” de la Iglesia, como los herejes, cismáticos, vitandi excommunicati; si éstos no están en estado de gracia, no son miembros de la Iglesia en modo alguno”.

Respuesta.

Esta es la décima tesis en el De Ecclesia de Billot:


Lo que se requiere en primer lugar y principalmente para que alguien sea miembro de la Iglesia es el carácter bautismal, el cual no meramente putativo sino recibido realmente. De hecho, es tanta la virtud de este carácter, que a menos que algún bautizado impide en acto su eficacia, agrega siempre al hombre a la unidad del cuerpo de la Iglesia católica. Por lo tanto, todos aquellos que todavía no tienen el uso de razón, de cualquier manera y por cualesquiera personas que hayan recibido realmente el sacramento del bautismo, por el mismo hecho están numerados entre los verdaderos miembros del cuerpo[2].

Los teólogos tradicionales reservan la designación “miembro de la Iglesia” para aquellos que poseen el carácter del Bautismo, excluyendo incluso los catecúmenos.

Así Herrmann escribe:

“Los catecúmenos, aunque crean de corazón y profesen externamente la fe y se sometan a los legítimos pastores, no son enumerados entre los miembros de la Iglesia”[3].

Tercera objeción del P. Brosnan:

“No parece correcto afirmar, como lo hace el P. Fenton, que “aquel que posee el carácter bautismal pertenece a una organización que rinde culto a Dios como instrumento de Cristo” ni que “la doctrina tomista sobre el carácter sacramental nos da las bases para un concepto propiamente dinámico del Cuerpo Místico” – Es digno de notar que Santo Tomás no menciona “carácter sacramental” en su hermoso tratamiento del Cuerpo Místico de Cristo en la Summa Theologica, en la tercera parte, cuestión octava, artículo tercero. Por lo tanto, es muy difícil ver cómo las afirmaciones del P. Fenton son ora correctas, ora que correctamente expresen la enseñanza de Santo Tomás”.

Respuesta:

Negar que la Iglesia viva y visible, la organización de la cual son miembros sólo los que poseen el carácter bautismal, es una organización que rinde culto a Dios como instrumento de Cristo, es ciertamente expresar una eclesiología inconsistente con la del artículo en cuestión. La preocupación del P. Brosnan para acentuar la distinción e incluso la separación entre el “cuerpo” y el “alma” de la Iglesia parece haber obscurecido en este caso su apreciación de la Iglesia como una organización visible, alcanzando un fin determinado a través de un procedimiento muy determinado. A propósito, el tratamiento de Santo Tomás del Cuerpo Místico de ninguna manera se reduce al artículo que se refiere el P. Brosnan.

Cuarta dificultad del P. Brosnan.

“Es muy difícil ver, pues, que las afirmaciones del P. Fenton representen fundamentalmente la enseñanza de Santo Tomás o incluso la enseñanza básica de Trento. Dicho sea de paso, no parece usar correctamente las palabras del Concilio en el siguiente pasaje.- Es difícil, pues, ver que el P. Fenton le da el correcto significado a esta cita. Trento parece contradecir también la visión del P. Fenton”.

Respuesta.

El pasaje en cuestión es aquel en que se usaron las palabras del Concilio de Trento (Sesión 22, capítulo 6) en el artículo. La dificultad del P. Brosnan no es más que su mala traducción de las palabras del Concilio. Lee el texto de tal forma que supone que los Padres urgen al pueblo a comulgar espiritualmente en la Misa, y al sacerdote a celebrar como ministro público, no sólo para él mismo sino por todos los fieles que pertenecen al Cuerpo de Cristo. En realidad, el Concilio aprueba y recomienda las Misas en las que solamente el sacerdote comulga, dado que deben ser consideradas comunes, “en parte porque el pueblo comulga espiritualmente en ellas, y en parte porque son celebradas por un ministro público de la Iglesia, no sólo para él mismo, sino por todos los fieles que pertenecen al Cuerpo de Cristo”. Una ojeada al texto del canon muestra evidentes pruebas que toda Misa es, de hecho, ofrecida a favor de todos los miembros de esa Iglesia, de la cual el acto propio y perfectivo es el sacrificio Eucarístico[4]. Podemos admitir tranquilamente que la traducción que el P. Brosnan hace de Trento parece contradecir la doctrina presentada en “El Acto del Cuerpo Místico”.



[1]Anima et corpus ecclesiae non sunt duae ecclesiae, altera invisibilis, altera visibilis, sed constituunt unam ecclesiam visibilem simul et vivam”. Felder Hilarinus: Apologetica sive Theologia Fundamentalis, Paderborn 1923, Vol. II, pag. 40.

[2]Id quod primo et principaliter requiritur ut quis sit Ecclesiae membrum est character baptismalis, isque non putative tantum, sed in rei veritate susceptus. Porro tanta est vis huius characteris, ut nisi aliquo ipsius baptizati actu haec eius efficacia impediatur, semper aggreget hominem unitati corporis Ecclesiae Catholicae. Ideo illi omnes qui usum rationis nondum adepti, quocumque tandem modo et a quibuscumque sacramentum baptismatis vere acceperunt, ipso facto inter vera corporis eius membra numerantur”. Billot, Ludovicus, S.I.: Tractatus de Ecclesia Christi, 5ª ed., Roma, 1927, Vol. I, p. 288.

[3] “Catechumeni, etiamsi corde credant et fidem exterius profiteantur, atque legitimis pastoribus subjicantur, inter Ecclesiae membra non sunt computandi”. Herrmann: Institutiones Theologiae Dogmaticae, 7º ed., París, 1937, Vol. I, p. 345.

[4] Como indicio de la verdadera traducción, cf. Dictionnaire de Théologie Catholique, vol. X, parte 1, col. 1138.