CAPITULO
DECIMOCUARTO
EL BLOQUE
ANTIMESIANICO, DURANTE LA 70° SEMANA
V. 27: «Y hará firme la alianza con muchos durante una semana...».
El texto hebreo no ofrece dificultades. La
traducción natural es la que presentamos. Sostiénela con razón el P. Lagrange
contra Knabenbauer. Este, en efecto, prefiere entender el texto a la luz de las
versiones de Teodoción y de la Vulgata, donde « una semana» en nominativo se
toma por sujeto del verbo «hará firme»: καὶ δυναμώσει διαθήκην πολλοῖς ἑβδομὰς
μία: "y una semana corroborará el pacto con muchos".
Con todo, la primera razón en que se apoya el
P. Lagrange contra Knabenbauer nos parece exagerada. La saca de la
significación del verbo higebbir: «Giro de por sí raro —dice—, pues, si
bien hallamos en la Escritura que «un día hizo...» (Job., III, 3,10; XXX, 17, Mal.,
III, 19), no es posible atribuir a «una semana de años» lo que se hace de
ordinario con un acto único. A lo más podría decirse que siete años han
confirmado una alianza ya contraída.
Pero el sentido de «confirmabit», quizá escogido intencionalmente por la Vulgata,
no parece expresar con exactitud el verbo higebbir, que significa: «hizo
grande y sólidamente...» (p. 187). Podría responder Knabenbauer que aun
reteniendo este sentido, no muy alejado de «confirmabit», no repugna de suyo, por
más que la común experiencia demuestra lo contrario, el que siete años de
acción mancomunada, entre repetidas y solemnes declaraciones, frente a los
mismos ideales y luchando contra las mismas contradicciones, corroboren grandemente
una alianza al principio vacilante... Un tiempo de vida común, entre aliados
recelosos en el primer momento, los hará entenderse luego mejor para llevar a
cabo alguna común empresa.
Pero la verdadera razón de desechar la
construcción anormal adoptada por Knabenbauer la saca el P. Lagrange de las
mismas versiones consideradas en el inciso siguiente: «Por otra parte —dice—
las mismas versiones entendieron claramente que la rareza del giro se habría
vuelto intolerable, si se hubiese atribuído a la mitad de la semana el
haber hecho cesar los sacrificios, cosa
que debió ser objeto de un decreto con presteza ejecutado". Teodoción y la
Vulgata tradujeron desde luego: «y en la mitad de la semana…» Ahora bien, en el
hebreo, esta última construcción es absolutamente igual a la anterior. Luego es
menester traducirlas del mismo modo» (ibíd., p. 187).
Observación plenamente justificada que
comprueba, desde el punto de vista de la crítica textual, la traducción por
nosotros adoptada: "y hará firme la alianza con muchos por una semana".
Para rechazar este sentido natural, tiene
Knabenbauer un motivo muy fuerte, pero extratextual, que se refiere al sistema
de exégesis por él seguido.
Él quiere a todo trance que la Alianza de que
aquí se habla sea la Alianza santa del Nuevo Testamento, cosa en absoluto
imposible si se deja en la frase el sujeto natural que sigue siendo para todos
esos verbos....« el pueblo de un jefe que vendrá».
Salta a la vista que esa interpretación es
apriorística, sin fundamento textual.
Además, para precisar bien el concepto
escriturario de la «Nueva Alianza», hay que recordar:
a) Que la Alianza de Dios con las Gentes
mediante el Evangelio no está en la perspectiva de las 70 semanas recortadas
sobre Jerusalén e Israel.
b) Que si bien, en toda la Biblia, la realización
de la Promesa mesiánica llama «Nueva Alianza» eterna de Dios con su pueblo,
no es razón para imaginar que aquí se habla de ella. El contexto anterior lo contradice.
Según el v. 24, los bienes mesiánicos en su realidad plena son para después de
las 70 semanas. No están en la 70° sino «in fieri», como la resurrección de
Cristo está virtualmente en el mérito de su Pasión y Muerte, como la espiga
está precontenida en el germen que en la tierra se pudre…
c) Que si el Evangelio dice que el Cáliz de
la Sangre de Jesús derramada en la Cruz es el Nuevo Testamento o la Nueva
Alianza, lo es a modo de condición, precio y sello, pues sin efusión de sangre
no hay redención. Es la Alianza Nueva en su fieri vital bajo apariencia
de muerte —Inmolación del Cordero y co-inmolación de su Cuerpo místico, hasta
que terminada la 70° semana y completada la efusión de sangre, aparezca el
fruto precioso y total de esa Redención con la victoria escatológica del Emmanuel
en la Nueva Jerusalén Esposa del Cordero. Por eso, Jesucristo al profetizar los
sucesos de la última semana daniélica, decía a los discípulos: «cuando estas
cosas comiencen a verificarse, erguíos y alzad vuestras cabezas, porque se
acerca vuestra redención» (Luc., XXI, 28)[1].
La opinión de Knabenbauer es totalmente
ilusoria, y en esa ilusión caemos todos cuantos imaginarnos que la Nueva
Alianza de los textos bíblicos se refiere a los Desposorios de Cristo con la
Iglesia romana gentílica, exclusión hecha de la futura gloria de la Nueva Jerusalén
Esposa del Cordero...
Y es por lo mismo completamente falsa la
interpretación de este inciso, presentada por ese autor con tanta firmeza,
cuando dice: «es de todo punto cierto que la confirmación del Pacto de que aquí
se habla debe entenderse de la donación de los bienes espirituales hecha por
Cristo, al fundar su reino, a la Iglesia universal... Que esa es la Nueva Alianza...»
Si es inaceptable la exégesis de Knabenbauer,
no lo es menos la del P. Lagrange en cuanto a la aplicación histórica que hace
del texto, entendiéndolo del rey sirio Antíoco Epífanes, perseguidor de los
Judíos.
«Hará firme la alianza con muchos por una
semana», significa que Antíoco, por halagos seductores, atraerá en sus redes a
muchos israelitas, haciéndoles abandonar la Alianza santa de Yahvé para formar
causa común con los perseguidores.
Antíoco pensó en los desertores de la Ley,
les ayudó a paganizarse, tuvo entre ellos un partido. No cabe duda. Los libros
de los Macabeos lo declaran explícitamente (I Mac., I, 31, 45, 55; II Mac., IV,
12, ss.). ¿Es ésa la alianza firme de nuestro texto?
No es posible. Todo se opone a ello: la
naturaleza del Agente del pacto, los tiempos que se le asignan y el pacto
mismo.
a) El que promueve la alianza es «el pueblo
de un jefe que vendrá»[2]. Trátese, por consiguiente,
de «pueblos confederados», porque «un pueblo» no firma pactos solemnes con
individuos quintacolumnistas.
Los «muchos» con quienes el «pueblo» invasor
corrobora su alianza son otros pueblos que están en pie de igualdad para firmar
pactos con él.
Además, según los Libros de los Macabeos, no
es Antíoco el que toma la iniciativa de pactar con personajes judíos. Son éstos
los que buscan el apoyo de aquél para medro personal y deshonra de la religión:
«En aquellos días, salieron de Israel hijos infieles que arrastraron a muchos otros
consigo, diciendo: «vamos y hagamos alianza con las naciones que
nos rodean...», y les pareció bueno este discurso y se ofrecieron algunos para
ir a-pedir apoyo al rey (Antíoco), quien les dió licencia de vivir al modo de
los Gentiles...» (I Mac., I, 12.14).
¿Qué consonancia hay entre el promotor de ese
pacto con Antíoco y el texto de Daniel: «el pueblo de un jefe que vendrá
hará firme alianza con muchos...»?
b) Si se consideran los tiempos, se ve que
la alianza de los violadores de la Ley, encabezados por el ambicioso Jasón, que
quiere para sí el solio pontificio, comienza a raíz del advenimiento al trono
de Antíoco en 174. Lo cual no coincide con el tiempo que el P. Lagrange asigna
a la 70° semana: 171-164. Además, después de Antíoco, vemos todavía a otro
insigne intrigante en «pourparlers» con el sucesor de Antíoco... Son nuevas
tentativas de Menelao para volver al trono sacerdotal. ¿En qué quedamos del
inciso «durante una semana» hará alianza...?
c) Asimismo, la calidad del pacto de que
habla Daniel no tiene realización ninguna en los enredos y combinaciones
privadas que mediaron entre Antíoco y los violadores de la Ley.
¿Tan pronto se olvida el P. Lagrange de lo
que acaba de exponer acerca del sentido de higebbir: «hizo grande o
sólido»? ¿Qué sonada y solemne alianza es aquella que se perpetra a
escondidas por medio de artimañas y lisonjas, repetidas veces y con personas
privadas? Y ¿qué firmes resultaron las combinaciones entre Antíoco y el intruso
Jasón, jefe de los perversos, cuando, al poco tiempo, ambos se traicionan
mutuamente? Antíoco, en efecto, colocó a Menelao en lugar de Jasón sobre el
usurpado solio pontifical y éste pasó al partido egipcio, partido de la
oposición, para tentar una venganza... Y ¿qué solidez la del pacto de Menelao
con Antíoco? Aquél tuvo primero que rescatar su vida mediante una suma enorme
pagada al rey, y más tarde, cuando quiso estrechar su quebradiza alianza con
los sirios, recibió de Eupator, en respuesta, la sentencia de muerte, justo
pago de sus crímenes...
Es evidente, por lo tanto, que la grande
alianza pactada por el pueblo de un jefe que vendrá, durante una semana, no
tiene nada que ver con los tiempos macabeos.
Y es que se trata de sucesos escatológicos.
Del bloque de pueblos antisemitas y antimesiánicos contra los derechos del
Emmanuel. Promueve la confederación el pueblo que se cree elegido para regir
los destinos de la humanidad, el pueblo de los «superhombres»…
Desde el principio dela 70° semana, vuelto el
Pródigo a la casa paterna y comenzados los preparativos del regio Banquete en
su honor, murmura el hijo mayor sin querer entrar en la casa y deseoso él
también de banquetear con sus amigos. Comienza la famosa discessio, en
combinación con la formación del bloque antimesiánico, que se acentúa y se
prolonga hasta la «inundación» final.
Este bloque político-religioso aparecerá a la
visión de Juan, en el cenit de su fuerza grandiosa, como la Bestia del Mar de
diez cuernos y siete cabezas, Bestia cuarta que ha absorbido en su provecho el
poder de las tres otras, leopardo, oso, león...
Visión apocalíptica. Dejémosla para otra
ocasión.
[1] Los puntos "b" y "c" no nos terminan de convencer,
mientras que la cita de Lc. XXI nos parece a todas luces falsa, como ya lo
hemos dicho en tantas oportunidades.
[2] Nos parece que esta exégesis también es indefendible, por varias
razones. Hemos dado nuestra opinión AQUI.