Los escritores eclesiásticos griegos, siguiendo el ejemplo de los paganos, también figuraron el tetragrámaton por 'Ιαώ, Iaho.
1. Eusebio, en su Demostración
evangélica, explica el nombre Josué por salud de Iaho.
2. Ya hemos visto que
Hesiquio explica igualmente Joatam por perfección de Iaho. Este
lexicógrafo explica el hebreo עזיה = עזיהו, Vulg., Ozias y Ozia, por: fuerza de IAHO.
3. Orígenes, Comentario
a Daniel, vol. I, p. 45, edición benedictina, explica el nombre Jeremías
por elevación de IAHO.
4. Teodoreto, in
Exod. q. XV, hablando del nombre inefable, dice: "Los samaritanos lo
pronuncian Iave[1], y los judíos Iaho"[2].
5. San Ireneo, Adv.
Hæres. Lib. II, cap. LXVI, también cita entre los nombres divinos a Iahoth[3].
6. La cadena griega de
San Juan, hacia el final del cap. VIII, dice: "Entre los judíos, Dios se
llama Ioha y Eloha”.
7. En los diversos
fragmentos griegos nominum hebraicorum, y en el doble Origenianum
Lexicon græcum nominum hebraïcorum, impreso con las obras de San Jerónimo,
vol. III de la edición de Vallarsius, se explica Iaho, 'Ιαώ: invisible, Señor, Dios.
8. Tzetes, Chil. VII, hist. 126, también dice: "Iaho significa en hebreo, invisible".
Esto nos lleva a
explicar un error que se deslizó en una pieza griega, sobre los diez nombres
divinos, de un códice de la biblioteca del cardenal Colbert, insertado en el
vol. III de las obras de San Jerónimo. Fue publicado por primera vez por
Cotelier. El autor da para el primer nombre Adonai, Αδωναι (para el segundo, Ia, ια (יה); para el tercero, el tetragrámaton,
que es inefable, ανεκφωντον ων (sic); que los judíos
substituyen por ADONAI, y que nosotros[4]
substituimos por ΚΥΡΙΟΣ (Señor). Después de
decir que este nombre estaba grabado en la lámina de oro del Sumo Sacerdote, el
autor añade (si hay que creer al copista): "El cuarto nombre es Ιhao, τε 7 αρ 7". Pero aquí hay un error manifiesto. Hemos visto, por todo lo que
precede en este corolario, que el tetragrámaton y el 'Ιαώ (Iaho) de los griegos son la misma cosa. Es
indudable que el autor, después de haber hablado del tetragrámaton, lo
representó, como era costumbre, en caracteres hebreos, יהוה. Un primer copista, ignorante de
las letras de la lengua sagrada, tomó la he ה, a la izquierda, sin duda ya mal trazada, por una tau
griega con una épsilon inscrita en el cuerpo, e7 = τε. La vav, ו, se convirtió en una simple tau, 7. De la segunda he, hacia la derecha, hizo un alfa
y una rho, αρ. Finalmente, de la yod,
י, hizo otra tau,
7. El conjunto le dio la palabra griega τεταρτ, cuarto, a la que sólo hubo que añadir la terminación ov; y
es de acuerdo con esta metamorfosis que el intérprete latino la tradujo: Quartum
Ιao.
Se sabe que los
cristianos griegos y los judíos helenistas, que habitualmente se abstenían de
representar el nombre inefable en sus caracteres nacionales, lo substituían por
el término Κύριος, Señor, y
pintaban al margen las letras hebreas, yod, he, vav, he, יהוה. Así lo utilizaron especialmente
Orígenes para sus Héxaplas, y la Septuaginta para su versión. Los griegos,
engañados por el parecido de esta palabra con ΠΙΠΙ, pipi, de su lengua, acabaron leyendo pipi en todos los
lugares donde encontraban el tetragrámaton hebreo. Esto se ve claramente en el
fragmento griego de Evagrio, del que nos ocupamos. Esta pieza, que trata
principalmente del tetragrámaton, se titula: El (substantivo) pipi.
Citando Éx. XXVIII, 36, el autor lo relata así: grabado del sello, la
santidad al Señor, PIPI. Y unas líneas más abajo: "El tetragrámaton se
escribe con estos cuatro caracteres, ioth, hep, ouaü, hep[5], PIPI, Dios”. Es obvio que
las letras hebreas yod, he, vav, he no pueden dar de ninguna manera la
palabra pipi. El autor, pues, ha escrito primitivamente Yehova.
San Jerónimo, en su
carta XXV, escribió a Marcela, hablándole de los diez nombres hebreos de Dios:
“El noveno es el tetragrámaton, que lo tuvieron por inefable y que se
escribe con estas letras, Iod, He, Vav, He. Al cual, al no entenderlo, algunos
acostumbraban leerlo, debido a la similitud cuando lo encontraron en los libros
griegos, ΠΙΠΙ (pipi)".
Es poco probable que
los griegos, que ciertamente no carecían de tacto ni penetración, adoptaran, en
los primeros siglos de nuestra era, para el nombre más grande de Dios, una
palabra como Pipi, que parece no tener ningún significado, y que, de
hecho, era considerada por los orientales cultos como sin sentido[6]. Esta es la explicación que
nos parece más satisfactoria. La relación entre la lengua copta y la griega es
bien conocida, desde que esta última entró en Egipto con la dinastía macedonia
ptolemaica, y, sobre todo, desde la conversión de Egipto al cristianismo. Los
nuevos cristianos de aquel país pronto adoptaron las letras griegas para su
escritura, porque se resistían a utilizar los caracteres jeroglíficos, muchos
de los cuales no eran más que figuras de ídolos egipcios. Sólo se añadieron
caracteres al alfabeto griego para expresar sonidos que los griegos no tenían,
como schéi, que responde al hebreo ש, sch; hhéi, que
responde al hebreo ח, hh; hori, que responde al hebreo ה, h; dgiandgia, que
responde al árabe غ, dj. En
copto, ΠΙ, pi, es el artículo
definido masculino, el. Pipi, por
lo tanto, significa el el, que vale tanto como a él a él. En
griego también el artículo ὁ, el, se convirtió en un pronombre
personal relativo. Ahora bien, hemos visto más arriba que los judíos y otros
orientales, como resultado de su profunda veneración por la Divinidad, a menudo
ponen un pronombre simple en lugar del gran nombre de Dios.
1. En lugar de 'Ιαώ, Iaho, encontramos en Clemente de
Alejandría, ιαού, Ιahu. "Ιahu, dice, se traduce como el
que es y el que será"[7].
Ω y ου se intercambian con
frecuencia en griego. También podría decirse que Iahu es la forma que
adopta el tetragrámaton añadido al final de los nombres propios, como hemos
visto anteriormente. Además, los manuscritos de los Stromata varían con
respecto a este nombre. Esto da lugar a la legítima sospecha de que se ha
colado algún error de copista.
2. Otra variante del
nombre inefable, que se lee en Orígenes, es Iahoia, 'Ιαωια. Se acerca bastante a nuestra lectura Yehova.
3. En cuanto a αια, ahïa, que se encuentra en Teodoreto y
Focio, lo consideramos, junto con Bochart y Drusio, un verdadero
error de copista.
Los sirios pronuncian
el tetragrámaton Yahyah. Ponemos ante los ojos del lector el siguiente
pasaje de Gregorio Bar-Hebreo, que no carece de interés. "Y Dios dijo a
Moisés Ahyah aschar Hiya[8]. Esto significa, el que
es, y el que verdaderamente es. Los griegos lo llaman Pipi, porque
los Setenta y dos [Septuaginta], llenos de reverencia por la excelencia de este
nombre, lo escribieron en el (texto) griego con sus propios caracteres hebreos,
de esta manera ΠΙΠΙ. Y como la yod
tiene la misma figura en hebreo y en griego, y como la he hebrea se
parece a la pi de los griegos, esta palabra, leída de derecha a
izquierda, hace yahyah, que significa el que es. Si, a la manera
de los griegos, se lee de izquierda a derecha, se pronuncia pipi, nombre
que no tiene ningún significado”[9].
El mismo, en su Tesoro
de los Misterios, אוצר
ראזא, habla en los siguientes términos de la
lámina de oro del Sumo Sacerdote: "Y grabarás con grabado de sello, la
santidad al Señor. Es decir, el nombre del Señor de esta manera ΠΙΠΙ, que es yahyah".
Pero no nos engañemos,
este Yahyah de los sirios no es otra cosa que el Adonai de los
judíos, es decir, un nombre que substituyeron por el tetragrámaton, pero
que no consideraron como el venerable nombre en sí mismo.
Sin embargo, San
Jerónimo parece tomar este Yahyah por el propio tetragrámaton. En su
carta XVIII al santo Papa Dámaso, dice: “En cuanto a la palabra misma Señor,
éste es el nombre de cuatro letras, que se emplea propiamente para designar a
Dios: iod he, iod he, es decir, dos veces “IA”, que, repetidas, forman
el nombre inefable y glorioso de Dios”. Pero hay que tener en cuenta que San
Jerónimo escribió desde Constantinopla, cuando aún era joven y seguía las
lecciones de San Gregorio Nacianceno. Entonces se ocupaba más del griego que
del hebreo. Había progresado tan poco en esta última lengua que creía que el
tetragrámaton estaba compuesto por dos veces yod, he. Así lo
escribían los sirios, pero no los judíos. Ahora bien, en Constantinopla, se
encontró con más sirios que judíos. Cuando se instruyó más a fondo en la lengua
sagrada, repitió invariablemente que el nombre inefable se escribe yod, he,
vav, he. Hemos visto un
ejemplo de ello en su carta a Marcela, que acabamos de citar, y que fue sólo
unos años posterior a la escrita a Dámaso.
Pero, ¿de dónde
sacaron los propios sirios este Yahyah? Siempre hemos pensado que puede
remontarse a la práctica de la sinagoga de reemplazar el tetragrámaton, en la
escritura ordinaria, por dos yod y debajo de ellas un kamatz, ייָ, lo que da dos yah[10]. Esto es lo que los
antiguos llamaban la doble yah. Acabamos de ver en San Jerónimo el duobus
Ia. En una pieza latina muy antigua, titulada, De Deo et Nominibus ejus,
publicada por los últimos editores de las obras de San Jerónimo, encontramos el
siguiente pasaje: “Noveno, el TETRAGRÁMATON, es decir, las cuatro letras
que los hebreos colocan propiamente en Dios, es decir, dos Ia, la
cual, duplicada, da el inefable y glorioso nombre de Dios”.
[1] Los griegos utilizaban a menudo su β para representar la ו de los
hebreos y la v de los latinos: Δαβιδ (David), Λεβι (Levi), Σεβηρος
(Severos, Severο).
[2] Καλούσι δε αυτό Σαμαρείται Ιαβέ, Ιουδαίοι δε Ιαώ, lección adoptada por Bochart. Sin duda, es la verdadera.
[3] La th, o más bien la θ, es un añadido para aligerar la pronunciación de la palabra. Así encontramos, en los autores griegos, el nombre de la letra hebrea he escrito heth, ηθ (Focio), y hep, ηπ (Evagrio).
[4] Es decir, nosotros los griegos.
[5] Ver, para las letras adicionales al final de estas palabras, arriba, p. 438, nota 625.
[6] Ver lo que dice Bar-Hebreo al respecto, a quien citaremos.
[7] Strom., Lib. V, p. 666 de la ed. de Oxford.
[8] En hebreo אהיה אשר אהיה, ver más arriba p. 306.
[9] Barhebr. ms. Vaticano marcado CLXX, fol. 26.
[10] Ver más arriba, p. 339. Aprovecharemos esta referencia para
explicar nuestro pensamiento, que no expresamos con suficiente claridad en el
lugar que indicamos. Cuando dijimos que la antigua sinagoga representaba el
nombre inefable mediante tres yods, nuestra intención no era excluir la
figura compuesta sólo por dos yods, que la sinagoga moderna ha adoptado
excluyendo la primera.