sábado, 4 de enero de 2025

La pronunciación del Tetragrámaton, por P. Drach (VI de VI)

 Los escritores eclesiásticos griegos, siguiendo el ejemplo de los paganos, también figuraron el tetragrámaton por 'Ιαώ, Iaho.

1. Eusebio, en su Demostración evangélica, explica el nombre Josué por salud de Iaho.

2. Ya hemos visto que Hesiquio explica igualmente Joatam por perfección de Iaho. Este lexicógrafo explica el hebreo עזיה = עזיהו, Vulg., Ozias y Ozia, por: fuerza de IAHO.

3. Orígenes, Comentario a Daniel, vol. I, p. 45, edición benedictina, explica el nombre Jeremías por elevación de IAHO.

4. Teodoreto, in Exod. q. XV, hablando del nombre inefable, dice: "Los samaritanos lo pronuncian Iave[1], y los judíos Iaho"[2].

5. San Ireneo, Adv. Hæres. Lib. II, cap. LXVI, también cita entre los nombres divinos a Iahoth[3].

6. La cadena griega de San Juan, hacia el final del cap. VIII, dice: "Entre los judíos, Dios se llama Ioha y Eloha”.

7. En los diversos fragmentos griegos nominum hebraicorum, y en el doble Origenianum Lexicon græcum nominum hebraïcorum, impreso con las obras de San Jerónimo, vol. III de la edición de Vallarsius, se explica Iaho, 'Ιαώ: invisible, Señor, Dios.

8. Tzetes, Chil. VII, hist. 126, también dice: "Iaho significa en hebreo, invisible".

Esto nos lleva a explicar un error que se deslizó en una pieza griega, sobre los diez nombres divinos, de un códice de la biblioteca del cardenal Colbert, insertado en el vol. III de las obras de San Jerónimo. Fue publicado por primera vez por Cotelier. El autor da para el primer nombre Adonai, Αδωναι (para el segundo, Ia, ια (יה); para el tercero, el tetragrámaton, que es inefable, ανεκφωντον ων (sic); que los judíos substituyen por ADONAI, y que nosotros[4] substituimos por ΚΥΡΙΟΣ (Señor). Después de decir que este nombre estaba grabado en la lámina de oro del Sumo Sacerdote, el autor añade (si hay que creer al copista): "El cuarto nombre es Ιhao, τε 7 αρ 7". Pero aquí hay un error manifiesto. Hemos visto, por todo lo que precede en este corolario, que el tetragrámaton y el 'Ιαώ (Iaho) de los griegos son la misma cosa. Es indudable que el autor, después de haber hablado del tetragrámaton, lo representó, como era costumbre, en caracteres hebreos, יהוה. Un primer copista, ignorante de las letras de la lengua sagrada, tomó la he ה, a la izquierda, sin duda ya mal trazada, por una tau griega con una épsilon inscrita en el cuerpo, e7 = τε. La vav, ו, se convirtió en una simple tau, 7. De la segunda he, hacia la derecha, hizo un alfa y una rho, αρ. Finalmente, de la yod, י, hizo otra tau, 7. El conjunto le dio la palabra griega τεταρτ, cuarto, a la que sólo hubo que añadir la terminación ov; y es de acuerdo con esta metamorfosis que el intérprete latino la tradujo: Quartum Ιao.

Se sabe que los cristianos griegos y los judíos helenistas, que habitualmente se abstenían de representar el nombre inefable en sus caracteres nacionales, lo substituían por el término Κύριος, Señor, y pintaban al margen las letras hebreas, yod, he, vav, he, יהוה. Así lo utilizaron especialmente Orígenes para sus Héxaplas, y la Septuaginta para su versión. Los griegos, engañados por el parecido de esta palabra con ΠΙΠΙ, pipi, de su lengua, acabaron leyendo pipi en todos los lugares donde encontraban el tetragrámaton hebreo. Esto se ve claramente en el fragmento griego de Evagrio, del que nos ocupamos. Esta pieza, que trata principalmente del tetragrámaton, se titula: El (substantivo) pipi. Citando Éx. XXVIII, 36, el autor lo relata así: grabado del sello, la santidad al Señor, PIPI. Y unas líneas más abajo: "El tetragrámaton se escribe con estos cuatro caracteres, ioth, hep, ouaü, hep[5], PIPI, Dios”. Es obvio que las letras hebreas yod, he, vav, he no pueden dar de ninguna manera la palabra pipi. El autor, pues, ha escrito primitivamente Yehova.

San Jerónimo, en su carta XXV, escribió a Marcela, hablándole de los diez nombres hebreos de Dios: “El noveno es el tetragrámaton, que lo tuvieron por inefable y que se escribe con estas letras, Iod, He, Vav, He. Al cual, al no entenderlo, algunos acostumbraban leerlo, debido a la similitud cuando lo encontraron en los libros griegos, ΠΙΠΙ (pipi)".

Es poco probable que los griegos, que ciertamente no carecían de tacto ni penetración, adoptaran, en los primeros siglos de nuestra era, para el nombre más grande de Dios, una palabra como Pipi, que parece no tener ningún significado, y que, de hecho, era considerada por los orientales cultos como sin sentido[6]. Esta es la explicación que nos parece más satisfactoria. La relación entre la lengua copta y la griega es bien conocida, desde que esta última entró en Egipto con la dinastía macedonia ptolemaica, y, sobre todo, desde la conversión de Egipto al cristianismo. Los nuevos cristianos de aquel país pronto adoptaron las letras griegas para su escritura, porque se resistían a utilizar los caracteres jeroglíficos, muchos de los cuales no eran más que figuras de ídolos egipcios. Sólo se añadieron caracteres al alfabeto griego para expresar sonidos que los griegos no tenían, como schéi, que responde al hebreo ש, sch; hhéi, que responde al hebreo ח, hh; hori, que responde al hebreo ה, h; dgiandgia, que responde al árabe غ, dj. En copto, ΠΙ, pi, es el artículo definido masculino, el.  Pipi, por lo tanto, significa el el, que vale tanto como a él a él. En griego también el artículo , el, se convirtió en un pronombre personal relativo. Ahora bien, hemos visto más arriba que los judíos y otros orientales, como resultado de su profunda veneración por la Divinidad, a menudo ponen un pronombre simple en lugar del gran nombre de Dios.

1. En lugar de 'Ιαώ, Iaho, encontramos en Clemente de Alejandría, ιαού, Ιahu. "Ιahu, dice, se traduce como el que es y el que será"[7].

Ω y ου se intercambian con frecuencia en griego. También podría decirse que Iahu es la forma que adopta el tetragrámaton añadido al final de los nombres propios, como hemos visto anteriormente. Además, los manuscritos de los Stromata varían con respecto a este nombre. Esto da lugar a la legítima sospecha de que se ha colado algún error de copista.

2. Otra variante del nombre inefable, que se lee en Orígenes, es Iahoia, 'Ιαωια. Se acerca bastante a nuestra lectura Yehova.

3. En cuanto a αια, ahïa, que se encuentra en Teodoreto y Focio, lo consideramos, junto con Bochart y Drusio, un verdadero error de copista.

Los sirios pronuncian el tetragrámaton Yahyah. Ponemos ante los ojos del lector el siguiente pasaje de Gregorio Bar-Hebreo, que no carece de interés. "Y Dios dijo a Moisés Ahyah aschar Hiya[8]. Esto significa, el que es, y el que verdaderamente es. Los griegos lo llaman Pipi, porque los Setenta y dos [Septuaginta], llenos de reverencia por la excelencia de este nombre, lo escribieron en el (texto) griego con sus propios caracteres hebreos, de esta manera ΠΙΠΙ. Y como la yod tiene la misma figura en hebreo y en griego, y como la he hebrea se parece a la pi de los griegos, esta palabra, leída de derecha a izquierda, hace yahyah, que significa el que es. Si, a la manera de los griegos, se lee de izquierda a derecha, se pronuncia pipi, nombre que no tiene ningún significado”[9].

El mismo, en su Tesoro de los Misterios, אוצר ראזא, habla en los siguientes términos de la lámina de oro del Sumo Sacerdote: "Y grabarás con grabado de sello, la santidad al Señor. Es decir, el nombre del Señor de esta manera ΠΙΠΙ, que es yahyah".

Pero no nos engañemos, este Yahyah de los sirios no es otra cosa que el Adonai de los judíos, es decir, un nombre que substituyeron por el tetragrámaton, pero que no consideraron como el venerable nombre en sí mismo.

Sin embargo, San Jerónimo parece tomar este Yahyah por el propio tetragrámaton. En su carta XVIII al santo Papa Dámaso, dice: “En cuanto a la palabra misma Señor, éste es el nombre de cuatro letras, que se emplea propiamente para designar a Dios: iod he, iod he, es decir, dos veces “IA”, que, repetidas, forman el nombre inefable y glorioso de Dios”. Pero hay que tener en cuenta que San Jerónimo escribió desde Constantinopla, cuando aún era joven y seguía las lecciones de San Gregorio Nacianceno. Entonces se ocupaba más del griego que del hebreo. Había progresado tan poco en esta última lengua que creía que el tetragrámaton estaba compuesto por dos veces yod, he. Así lo escribían los sirios, pero no los judíos. Ahora bien, en Constantinopla, se encontró con más sirios que judíos. Cuando se instruyó más a fondo en la lengua sagrada, repitió invariablemente que el nombre inefable se escribe yod, he, vav, he. Hemos visto un ejemplo de ello en su carta a Marcela, que acabamos de citar, y que fue sólo unos años posterior a la escrita a Dámaso.

Pero, ¿de dónde sacaron los propios sirios este Yahyah? Siempre hemos pensado que puede remontarse a la práctica de la sinagoga de reemplazar el tetragrámaton, en la escritura ordinaria, por dos yod y debajo de ellas un kamatz, ייָ, lo que da dos yah[10]. Esto es lo que los antiguos llamaban la doble yah. Acabamos de ver en San Jerónimo el duobus Ia. En una pieza latina muy antigua, titulada, De Deo et Nominibus ejus, publicada por los últimos editores de las obras de San Jerónimo, encontramos el siguiente pasaje: “Noveno, el TETRAGRÁMATON, es decir, las cuatro letras que los hebreos colocan propiamente en Dios, es decir, dos Ia, la cual, duplicada, da el inefable y glorioso nombre de Dios”.



[1] Los griegos utilizaban a menudo su β para representar la ו de los hebreos y la v de los latinos: Δαβιδ (David), Λεβι (Levi), Σεβηρος (Severos, Severο).

 [2] Καλούσι δε αυτό Σαμαρείται Ιαβέ, Ιουδαίοι δε Ιαώ, lección adoptada por Bochart. Sin duda, es la verdadera.

 [3] La th, o más bien la θ, es un añadido para aligerar la pronunciación de la palabra. Así encontramos, en los autores griegos, el nombre de la letra hebrea he escrito heth, ηθ (Focio), y hep, ηπ (Evagrio).

[4] Es decir, nosotros los griegos.

 [5] Ver, para las letras adicionales al final de estas palabras, arriba, p. 438, nota 625.

 [6] Ver lo que dice Bar-Hebreo al respecto, a quien citaremos.

[7] Strom., Lib. V, p. 666 de la ed. de Oxford.

 [8] En hebreo אהיה אשר אהיה, ver más arriba p. 306. 

[9] Barhebr. ms. Vaticano marcado CLXX, fol. 26. 

[10] Ver más arriba, p. 339. Aprovecharemos esta referencia para explicar nuestro pensamiento, que no expresamos con suficiente claridad en el lugar que indicamos. Cuando dijimos que la antigua sinagoga representaba el nombre inefable mediante tres yods, nuestra intención no era excluir la figura compuesta sólo por dos yods, que la sinagoga moderna ha adoptado excluyendo la primera.