La Armonía entre la Iglesia y la Sinagoga, vol. II (Reseña),
por
el Caballero P. L. B. Drach,
Rabino converso;
Alfa
Ediciones - CJ Ediciones, 2024
Algo más de un año después
de ver a luz el primer tomo (ver la reseña AQUI),
ya está disponible la segunda y última parte de esta monumental obra escrita
por Paul Drach, el famoso rabino converso, de quien hemos publicado también
otras reseñas (AQUI
y AQUI)
y varias secciones (AQUI).
La tesis central del
Autor, a través de sus páginas, y que desarrolla con una asombrosa erudición,
es que la antigua Sinagoga siempre conoció, sobre todo por Tradición, los
dos principales dogmas del catolicismo: la Santísima Trinidad y la Encarnación
del Verbo.
Habiendo dedicado el
primer tomo al primero de los dogmas mencionados, toda su atención se centra en
esta segunda parte en la Encarnación del Hijo de Dios.
El libro se abre con una
extensa instrucción sobre la Cábala donde deshace los prejuicios que tan
a menudo se leen sobre ella.
Después de darnos el
sentido etimológico y el triple sentido que los judíos dan al término cábala (y
que es ocasión de no pocos malentendidos), hace una distinción tan básica como
necesaria:
“Hay
que distinguir dos partes de la ciencia cabalística.
1.
La Cábala verdadera y sin mezcla, que se enseñaba en la antigua Sinagoga y cuyo
carácter es francamente cristiano, como veremos más adelante.
2.
La falsa Cábala, llena de ridículas supersticiones, y que además trata de
magia, teúrgia y goeticismo; en una palabra, tal como se ha convertido en
manos de los doctores cabalistas de la Sinagoga infiel, que se ha divorciado de
sus propios principios.
Bonfrère
y Sixto de Siena, así como un gran número de otros escritores de gran mérito,
hacen esta distinción entre la Cábala buena y la mala: Corpzovio, Pfeiffer,
Wolf, Glassio, Walther, Cuneo, Buddeo, etc.”.
Y luego la distingue del
Talmud para indicarnos que la cábala nos da el sentido místico de los textos
bíblicos, algo así como la teología espiritual nuestra.
Según la tradición hebrea, quien puso por escrito los 70 libros no fue otro más que Esdras, si bien no todos han llegado hasta nosotros, y lo que es no menos cierto, tras la aparición del cristianismo, se le agregaron blasfemias contra Nuestro Señor y su santa Iglesia.