jueves, 19 de diciembre de 2024

La pronunciación del Tetragrámaton, por P. Drach (III de VI)

  II. El profeta Jeremías no se contentó con anunciar la simiente de David que iba a reinar en la tierra y obrar en ella la justicia y la justificación; incluso predijo su nombre. “Y el nombre con que será llamado, es éste: Jehová nuestro Justo” (Jer. XXIII, 6). La Septuaginta encontró una grave dificultad en traducir este versículo al griego. Era importante conservar en el griego el nombre del Mesías venidero[1]; por otra parte, estos doctores se habían obligado a no poner en su versión el nombre Jehová, porque ya en su tiempo el nombre inefable no se pronunciaba públicamente. Se decidieron por la solución más adecuada para eliminar estas dificultades. Si no se pronunciaba el nombre terrible, no tenían escrúpulos hasta el punto de abstenerse de los nombres propios tetragramatóforos, es decir, como hemos explicado, combinados con el tetragrámaton. En lugar de traducir, pues, como dice el texto original: "Jehová nuestro tzedek (Justo)", pusieron el nombre propio compuesto que es el quinto de la primera lista que hemos dado arriba, y que no es otra cosa que Jehová y tzedek, צדק, combinados. καὶ τοῦτο τὸ ὄνομα… Ιωσεδεκ (Y éste es su nombre… Ihosedek).

De esta circunstancia podemos sacar la legítima conclusión de que el יהו, yeho, de los nombres propios compuestos era realmente el nombre inefable. 

III. El siguiente pasaje del Zohar, parte 1, fol. 6, col. 21, bastaría por sí solo para mostrar que, en los tiempos más antiguos, los judíos consideraban como al mismo tetragrámaton, el yeho que entra en la composición de los nombres propios.

Precederemos nuestra cita con una observación que explicará su significado. El nombre Yoseph, יוסף (José), es sólo una contracción del nombre, escrito en pleno, יהוסף, Yehoseph, como leemos en Sal. LXXXI, v. 6.

Ven y considera, dice el Zohar, dado que José guardó la pureza de esta alianza (de la circuncisión), y no le falló, no sólo llegó a ser ilustre en este mundo, y en el mundo venidero, sino que también el Santísimo, bendito sea, lo condecoró con Su propio nombre". 

IV. Si es indiscutible para todos los críticos juiciosos que este יהו, yeho, de los nombres propios hebreos es realmente el tetragrámaton יהוה, Yehova, todo el mundo está también de acuerdo en que estos nombres se leen como están escritos. En cuanto a los judíos, nunca pensaron que se podía leer de otra manera. Acabamos de ver que la Septuaginta también pronunció yehotzedek, ya que transcribieron este nombre en letras griegas por Ιωσεδεκ. Ahora bien, los que quieren que se pronuncie Adonai en lugar de Yehova, si quisieran ser coherentes consigo mismos, no deberían pronunciar los tetragramatóforos: Yehohhanan (Joannes), Yehonatan (Jonathan), Yehotzedek (Josedec), etc., sino Adohhanan, Adonatan, Adotzedek, etc. Saben bien que esta manera de leer sería contradictoria con el uso de todos los tiempos, y con las versiones antiguas de la Biblia en todos los idiomas.

 V. No es cierto que las vocales con las que vemos puntuado el tetragrámaton sean las de Adonai, pues en ese caso habría bajo la yod del nombre inefable, no una e muy corta (scheva), sino una a muy corta (hatef-patah). Y no se diga que si esta a no se ha colocado debajo de la yod es porque, según las reglas de la gramática, esta letra no es susceptible de una vocal compuesta muy corta (hatef), pues en ֱיהוִֹה , a quien los Masoretas han prestado verdaderamente las vocales del nombre divino אֱלֹהִים֙ Elohim, la yod ha recibido efectivamente una vocal compuesta muy corta, aunque por su naturaleza no es susceptible de ella. Louis Capelle, que es uno de los líderes de los Adonistas, responde a este argumento con una observación que le parece muy ingeniosa. El tetragrámaton puntuado de esta última manera, dice, se encuentra muy raramente, y no se ha hecho ningún esfuerzo para hacer el cambio de vocales que la gramática requeriría. El docto ministro protestante, que no quería reconocer otra autoridad que la Biblia, demuestra aquí que no estaba excesivamente familiarizado con el texto del volumen sagrado. El tetragrámaton puntuado de esta manera, ֱיהוִֹה es tan raro en la Biblia que sólo en el libro de Ezequiel lo encontramos doscientas once veces.

Estamos persuadidos de que, por el contrario, las vocales del nombre אדני, Adonai, que en la lectura los judíos substituyen por el tetragrámaton, son las de este último nombre; pues se puntúa irregularmente אֲדֹנָ֤י con una a larga (kamatz), mientras que la gramática requeriría אֲדֹנַי con una a corta (patah). Pero si estas son las vocales de Yehova, todo se explica. El kamatz es la tercera vocal de Yehova, y la scheva de la yod debe haber cambiado necesariamente en hatef-patah bajo la letra gutural א.

 VI. Como la sinagoga, a consecuencia de la prohibición de pronunciar habitualmente el tetragrámaton tal como está escrito, lo había substituido en la lectura por el nombre Adonai, los Masoretas, cuando añadieron (adpinxerunt) a la Biblia signos para indicar las vocales, a fin de fijar el modo de lectura de todo el volumen sagrado, tuvieron que dar a las letras serviles ב,ו,כ,ל,מ, prefijos del tetragrámaton, las vocales por las que se pronuncian delante de su substituto Adonai: a saber, ba, בַ; va, וַ; ca, כַ; la, לַ; , מֵ.

Pero delante de los nombres propios tetragramatóforos, donde el nombre venerable conserva su pronunciación natural, estas mismas letras serviles retoman también la vocal que les conviene delante de la yod marcada con una scheva móvil, es decir, el hharik largo que absorbe esta scheva, בִי, וִי, כִי, לִי, מִי.

Por la misma razón, los Masoretas debían marcar con el daghesch kal las letras ב, ג, ד, כ, פ, ת, con las que comienza la palabra que sigue al tetragrámaton. Porque, según la gramática, estas letras, al ser iniciales, deben marcarse con un punto daghesch cuando van después de una quiescente sensible, como la yod al final de la palabra Adonai אדני, pero no después de una quiescente muda, como la he al final de la palabra Yehova, יהוה.



[1] La importancia de este nombre radica en que corresponde, en cuanto al sentido, al adorable nombre Jesús, que significa: la salvación de Jehová.