5. Y sobre su frente un nombre escrito, un misterio: “Babilonia la grande, la madre de las fornicaciones y de las abominaciones de la tierra”.
Concordancias:
Μέτωπον (frente): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. VII, 3; IX, 4; XIII, 16; XIV, 1.9; XX, 4; XXII, 4.
Ὄνομα (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4.
Γεγραμμένον (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XIV, 1; XVII, 8; XIX, 12.16; XX, 12.15; XXI, 12.27.
Μυστήριον (misterio): cfr. Mt. XIII, 11; Mc. IV, 11; Lc. VIII, 10; Ef. I, 9-11; Col. II, 2; Apoc. I, 20; X, 7; XVII, 7.
Βαβυλὼν (Babilonia):
cfr. Mt. I, 11-12.17; Hech. VII, 43; I Ped. V, 13; Apoc. XIV, 8; XVI, 19;
XVIII, 2.10.21.
Βαβυλὼν ἡ μεγάλη (Babilonia, la grande): cfr. Dan. IV, 27; Mt. VII, 24-27; Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 14; XVI, 12 (Éufrates); XVI, 19 (¿Babilonia?) XIV, 8; XVI, 21; XVII, 1.18; XVIII, 2.16.18-19.21; XIX, 2 (Babilonia). Ver Apoc. XVIII, 10: “Babilonia,
la ciudad, la fuerte”.
ἡ μήτηρ (la madre): Hapax en el Apoc.
Πορνῶν (fornicaciones): cfr. Mt. V, 32; Hech. XV, 20.29; XXI, 25; Apoc. II, 21; IX, 21; XIV, 8; XVII, 2.4; XVIII, 3; XIX, 2. Ver Apoc. II, 14.20; XVIII, 9. Ver Mt. V, 27-28.32; XIX, 18; Mc. X, 19; Lc. XVI, 18; XVIII, 20; Apoc. II, 22.
βδελυγμάτων (abominaciones): Cfr. Mt. XXIV, 15; Mc. XIII, 14; Lc. XVI, 15; Apoc. XVII, 4; XXI, 27. Ver Apoc. II, 22; XXI, 8.
γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; III, 10; V, 3.6.10.13; VI, 4.8.10.13.15; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX 1.3-4; X, 2.5-6.8; XI, 4.6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 3.6-7.15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 2.8.18; XVIII, 1.3.9.11.23-24; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24.
Notas Lingüísticas:
Allo: “πορνων puede ser el genitivo sea de πόρνῃ (prostituta), sea de πόρνος (corrupción), según que se acentúe πορνῶν o πόρνων; ambos sentidos convienen igualmente”.
Comentario:
Madre
de las fornicaciones: con los Reyes de la
tierra. Cfr. XVII, 2.
Madre de las abominaciones de la tierra: con los Habitantes de la tierra.
“Misterio” puede formar parte del nombre escrito o no.
Parecería que se debe traducir “fornicaciones” porque “prostituta” es usado siempre en singular en el Apocalipsis y referido a Babilonia, con lo cual Babilonia no podría ser la madre de “Babilonias”.
Straubinger: “Este misterio de una Babilonia alegórica (¿?), que asombra grandemente a Juan (v. 6), parece ser la culminación del misterio de la iniquidad revelado por San Pablo en II Tes. II, 7 ss., refiriéndose tal vez a alguna potestad instalada allí como capital de la mundanidad y quizá con apariencias de piedad como el Falso Profeta (XIII, 11; II Tim. III, 5, etc.)”.
Misterio no es sinónimo de alegoría, sino de un sentido profundo y relativo a los tiempos del fin; cuando hay alegoría o simbolismo, el mismo Apocalipsis lo explica: XI, 8; XVII, 15, etc.
Straubinger: “Madre de los fornicarios: es decir, de los que como ella fornican con la idolatría y los valores y glorias del mundo (cf. v. 2). La extrema fuerza del lenguaje empleado con esta ramera recuerda las expresiones usadas contra Jerusalén en Ez. XVI (véanse allí las notas)”.
Ramos García (Apoc.): “Misterio: tal vez entre paréntesis: “entiende místicamente el título escrito”. De donde también se seguiría que no se trata de verdadera fornicación sino de idolatría”.
6. Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y me maravillé, al verla, con maravilla grande.
Concordancias:
Γυναῖκα (mujer): cfr. Mt. V, 28; XIII, 33; Lc. XIII, 21; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 1.4.6.13-17; XIV, 4; XVII, 3-4.7.9.18; XIX, 7; XXI, 9.
Μεθύουσαν (ebria): cfr. Mt. XXIV, 49; I Tes. V, 7.
αἵματος (sangre): cfr. Mt. XXIII, 30.35; Lc. XI, 50-51; Apoc. VI, 12; XIV, 20 (?); XIX, 13 (Juicio de las Naciones); VI, 10 (Mártires del quinto Sello); VIII, 7-8 (1 y 2 Trompetas); XI, 6 (Poder de los 2 Testigos, agua en sangre (¿relacionado con las 2 Trompetas?)); XVI, 3-4.6 (2 y 3 Copa); XVIII, 24; XIX, 2 (Babilonia). Ver Apoc. I, 5; V, 9; VII, 12 (Mártires del Anticristo); XII, 11 (Mujer que huye al desierto).
Ἁγίων (santos): cfr. Mt. XXVII, 52; Hech. IX, 13; XXVI, 10; I Cor. VI, 2; Ef. I, 18; II, 19; III, 18; IV, 12; Col. I, 12; I Tes. III, 13; II Tes. I, 10; Apoc. V, 8; VIII, 3-4; XI, 18; XIII, 7.10; XIV, 12; XVI, 6; XVIII, 20.24; XIX, 8; XX, 9; XXII, 11.21. Ver Apoc. XX, 6.
Μάρτυσίν (testigos): cfr. Lc. XI, 48; XXIV, 48; Hech. I, 8.22; II, 32; III, 15; V, 32; X, 39.41; XIII, 31; XXII, 15; XXVI, 16; Apoc. I, 5; II, 13; III, 14; XI, 3. Ver Apoc. X, 7; XI, 10.18; XVI, 6; XVIII, 20.24; XXII, 6.9.
Τῶν μαρτύρων Ἰησοῦ (los Testigos de Jesús) = Apoc. XI, 3: τοῖς δυσὶν μάρτυσίν μου (mis dos Testigos).
Ἐθαύμασα (maravillé): cfr. Jud. I, 16; Apoc. XIII, 3; XVII, 7-8.
θαῦμα (maravilla): Hapax en el Apoc. Ver Apoc. XIII, 3; XVII, 7-8.
Notas Lingüísticas:
Zerwick: “θαῦμα: (observo con admiración): algo admirable;
estupor, admiración; acusativo de objeto interno para ἐθαύμασα: “Me
admiré en gran manera”.
Comentario:
Estos testigos de Jesús parecen ser los dos Testigos del cap. XI; cfr. XI, 18; XVI, 6 y Excursus XII, mientras que los Santos corresponden a los mártires del Anticristo. Ver Excursus XIII.
Straubinger: “Ebria de la sangre: Cf. XVI, 6. Juan había visto ya a la Bestia (XIII, 1) pero no a la mujer. Su grande asombro, según explican los comentaristas, procede de verlas juntas… Esta ebriedad, que no es de la Bestia sino de la mujer, es interpretada tanto como la responsabilidad por la sangre cristiana derramada (cf. Mt. XXIII, 34 s) cuanto como una actitud soberbia que usurpa los méritos de los mártires y santos revistiéndose hipócritamente de ellos”.
No nos parece que esta última opción tenga algún fundamento en el Texto; sí, en cambio la primera, que tiene a su favor XVI, 6; XVIII, 24 y XIX, 2.
Alápide: “… lo mismo sucederá en el fin del mundo cuando Roma, habiendo vuelto al paganismo, perseguirá, expulsará o matará a Cristo y a los cristianos, y sobre todo al Papa, como se ve por este versículo y por XVIII, 20.24”.
Fillion: “Miratus sum: Juan ya había visto a la Bestia (XIII, 1), pero
no había contemplado todavía a la mujer, y por el hecho de estar sentada sobre
la Bestia sentía que debía haber entre estos dos seres nefastos, una relación
cuya natura desconocía. De ahí su gran asombro”.