viernes, 25 de septiembre de 2020

La Disputa de Tortosa (XVII de XXXVIII)

    5) Condición de los Rabinos: 

El Mesías dominará todo el universo (Num. 24, 17; Sal. LXXI, 8-10; Zac. IX, 10); bajo él no habrá más guerras (Is. II, 4; Miq. IV, 3-4; Zac. IX, 10) y todas las naciones conocerán y servirán a Dios (Sof. III, 1; Zac. XIV, 16-17). 

 

Respuesta de Jerónimo: 

Que el Mesías dominará a todo el universo, Jerónimo lo concede sin dificultad, pues así está en el Salmo LXXI, alegado por los rabinos. Pero sostiene que así se ha cumplido, ya que por todo el mundo está extendida la fe de Jesucristo, pues los mismos sarracenos le tienen como verdadero Mesías (sic!). Respecto a la paz de ese reino, la refiere a la ausencia de guerra diabólica (?), habiendo sido el demonio vencido por Cristo y desapareciendo del mundo la idolatría (sic!); por lo demás, mantener a todo el mundo en paz material perpetua es cosa imposible (?). 

 

Contrarréplica de los Rabinos: 

Los Rabinos replicaron (ses. 37) que el reino de Cristo abarca propiamente sólo a los cristianos, ya que sólo éstos observan su ley; la guerra diabólica sigue en pie, pues aún hay tentaciones, y no debe restringirse esa guerra a sólo la idolatría; y en cuanto a la posibilidad de una paz material universal por obra del Mesías, no ve el judío dificultad alguna.

 

Contrarréplica de Jerónimo: 

Lo que afirma el Salmo LXXI se verifica suficientemente por el hecho de que en todas partes hay numerosos cristianos que acatan y obedecen a esa potestad y en muchas partes son en mayoría; tanto más que el Salmo LXXI se refiere también a Salomón (como tipo del Mesías) y, no obstante, su reino se extendía solamente desde Tifsa hasta Gaza (III Rey. IV, 24). 

También explicó mejor la ausencia de guerra diabólica: pecasen o no pecasen, todos los hombres estaban sometidos a la potestad diabólica; ello era una consecuencia del pecado de Adán. 

Pero el Mesías arrebató al demonio ese poder (cf. Midrash de Ruth IV, 18). Indicio claro de esa derrota del demonio es la cesación de la idolatría. Tentaciones sigue habiendo, pero todo hombre puede ser vencedor. Respecto a la paz material universal, Jerónimo insiste en su imposibilidad. 

 

Opinión del P. Pacios: 

Sobre la primera respuesta dice escuetamente: “no nos parece muy eficiente” y sobre la segunda, cree que explicó un poco mejor los textos bíblicos, excepto el de la paz universal donde dice con buen tino: 

Tiene razón si se consideran las cosas bajo el punto de vista humano; pero no hay que olvidar que para Dios nada hay imposible, y por eso creemos no debe insistirse en este argumento”. 

No hay ninguna razón para objetarle estas cosas a Jerónimo en materia de la paz universal y no en las demás respuestas. 

 

Nuestra opinión: 

Creemos que la respuesta de Jerónimo no resiste el menor análisis. 

Los textos, que se pueden multiplicar por decenas, son claros y contundentes. Ni siquiera son condicionales. 

El problema, siempre el mismo problema, es que, al quitar el Milenio, este sistema no tiene dónde poner todos estos acontecimientos y se ve forzado a alegorizar. 

La primera respuesta de Jerónimo es a todas luces falsas: argumentar que el Mesías reina porque la fe está extendida en todo el mundo (¡América ni siquiera había sido evangelizada!), que los musulmanes reconocen a Jesús como Mesías (¿de qué está hablando?), que el demonio no hace la guerra o que no hay idolatría, todas estas cosas van en contra no ya de las Escrituras sino de lo que ven claramente nuestros ojos. 

En su contrarréplica tuvo que modificar algunas cosas porque era evidente su error, pero, aun así, las cosas no son mucho mejores. Los Salmos no hablan que en muchas partes va a haber buenos católicos que adoren y obedezcan a Dios, ni tampoco habla de Salomón en sentido literal y el Mesías en sentido típico (¡oh, eterno comodín que no haces más que confundir!). 

Mantuvo, sin embargo, su creencia de que había cesado la idolatría, lo cual es un disparate histórico muy grande. 

¡Las cosas que hay que decir para defender una mala causa! Y esperemos que los alegóricos sepan escarmentar en carne ajena. 

Lo menos que se puede decir de su argumentación es lo que dice el P. Pacios sobre la paz universal y extenderlo a las demás respuestas.