2) Condición de los Rabinos:
“En el retorno de esa cautividad, tendrán lugar milagros estupendos (Miq. VII, 15; Is. XI, 12-16) que debían hacerse para que volvieran a su tierra los hijos de Israel dispersos, y uno de ellos era la división del mar y ninguna de estas cosas tuvo cumplimiento en los milagros de Cristo” (cf. ses. 37).
Respuesta de Jerónimo:
Los milagros anunciados por Mich. VII, 15, se cumplieron sobreabundantemente, pues Jesús hizo muchos más milagros y mayores que Moisés y el milagro profetizado en Is. XI, 15, se cumplió con Alejandro Magno, que dividió el Nilo (“la lengua del mar de Egipto”) en siete partes para poder vadearlo, y así hizo fácil el retorno de los judíos que aún no habían vuelto, y lo mismo hizo con el Éufrates.
Opinión del P. Pacios:
Respuesta buena (no nos atreveríamos a decir la verdadera, pero sí es plausible), a la que tampoco los rabinos replicaron.
Nuestra opinión:
Hemos de confesar que por momentos tenemos la sensación de estar leyendo dos libros diferentes y nos asombra tanto la respuesta de Jerónimo como el silencio de los Rabinos.
Veamos el contexto de Miqueas (vv. 11-17):
“Llegará el día de la reedificación de tus muros, en aquel día será retirada la Ley. Entonces vendrán a ti, desde Asiria y las ciudades de Egipto, y desde Egipto hasta el río; de mar a mar, y de monte a monte. Y la tierra será devastada a causa de sus habitantes. Éste será el fruto de sus obras. ¡Apacienta a tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que habita solitario en la selva, en medio del Carmelo! ¡Pazcan ellos en Basan y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Le haré ver prodigios como en los días de tu salida del país de Egipto. Lo verán las naciones, y se avergonzarán de toda su fuerza; pondrán la mano sobre su boca, y sus oídos quedarán sordos. Lamerán el polvo como la serpiente; como los reptiles de la tierra, saldrán temblando de sus escondrijos; llenos de temor se llegarán a Yahvé, nuestro Dios, y se sobrecogerán de temor ante ti”.
Se anuncia aquí, como bien lo indica Straubinger con un pequeño subtítulo, la restauración de Israel: sus muros son reedificados, volverán a habitar en su tierra, y los prodigios serán como los que obró Dios cuando sacó a Israel de Egipto, es decir, pondrá fin al cautiverio por medio de milagros estupendos que producirán la conversión de las naciones.
Huelga decir que ninguna de estas cosas ha ocurrido.
En el pasaje de Isaías (XI, 10-16) ocurre otro tanto:
“En aquel día la raíz de Isaí se alzará como bandera para los pueblos; la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada. En aquel día el Señor extenderá nuevamente su mano, para rescatar los restos de su pueblo que aún quedaren, de Asiria, de Egipto, de Patros, de Etiopia, de Elam, de Sinear, de Hamat y de las islas del mar. Alzará una bandera entre los gentiles, y reunirá los desterrados de Israel; y congregará a los dispersos de Judá, de los cuatro puntos de la tierra. Cesará la envidia de Efraím, y serán exterminados los enemigos de Judá. Efraím no envidiará más a Judá, y Judá no hará más guerra a Efraím. Se lanzarán, al occidente, sobre los flancos de los filisteos y juntos saquearán a los hijos del Oriente; sobre Edom y Moab extenderán la mano, y los hijos de Ammón les prestarán obediencia. Yahvé herirá con el anatema la lengua del mar de Egipto, y levantará con impetuoso furor su mano sobre el río, lo partirá en siete arroyos, de modo que se pueda pasar en sandalias. Así habrá un camino para los restos de su pueblo, para los que quedaren de Asiria, como lo hubo para Israel el día de su salida del país de Egipto”.
Una vez más, Straubinger, con buen tino, subtitula todo este pasaje: “Restauración de Israel”.
Los cautivos vuelven de todas partes del mundo y no sólo de Babilonia, y además se vuelve a unir Israel en un solo Reino y no en dos como estuvo tras la muerte de Salomón.
No vemos cómo se puede
entender esto literalmente de algún suceso pasado.