domingo, 12 de abril de 2020

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis (II edición) (XII de XV)


VII. Los Reyes de la Tierra

Apoc. I, 5: “Y de Jesucristo, el Testigo, el fiel, el Primogénito de los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados en su sangre…”.

Apoc. VI, 15: “Y los reyes de la tierra y los magnates y los tribunos y los ricos y los fuertes y todo siervo y libre se escondieron en las cuevas y en las peñas de los montes”.

Apoc. XVII, 1-2: “Y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí: te mostraré el juicio de la ramera, la grande, la sentada sobre aguas muchas; con la cual fornicaron los reyes de la tierra y se embriagaron los que habitan la tierra, con el vino de su fornicación”.

Apoc. XVII, 18: “Y la Mujer que has visto es la ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los reyes de la tierra”.

Apoc. XVIII, 3: “Porque del vino del furor de su fornicación bebieron todas las naciones y (¿esto es?) los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra con el poder de su lujo se enriquecieron”.

Apoc. XVIII, 9: “Y llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y (¿esto es?) vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio”.

Apoc. XIX, 19: “Y vi a la Bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos congregados, hacer la guerra contra el sentado sobre el caballo y contra su ejército”.

Apoc. XXI, 24: “Y caminarán las naciones a su luz y los reyes de la tierra traen su gloria a ella”.


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Lo primero que tenemos que decir es que este grupo de Reyes se identifica con los Reyes de todo el orbe, como podemos constatar con la simple comparación de algunos textos:

Apoc. XVIII, 1-3: “Después de esto vi otro ángel descendiendo del cielo, teniendo autoridad grande y la tierra se iluminó con su gloria. Y clamó con fuerte voz, diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande y se hizo habitación de demonios y prisión de todo espíritu impuro y prisión de toda ave impura y odiada. Porque del vino del furor de su fornicación bebieron todas las naciones y (¿esto es?) los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra con el poder de su lujo se enriquecieron”.

Y su pasaje paralelo:

Apoc. XIV, 8: “Y otro, un segundo ángel, siguió diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que del vino del furor de su fornicación abrevó a todas las naciones”.

Como así también:


Apoc. XIX, 19: “Y vi a la Bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos congregados, hacer la guerra contra el sentado sobre el caballo y contra su ejército”.

Y su paralelo:
   
Apoc. XVI, 13-16: “Y ví de la boca del Dragón y de la boca de la Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) espíritus tres, impuros, como ranas. Son, en efecto, espíritus de demonios que hacen signos, los que salen a los reyes de todo el mundo habitado, para congregarlos para la guerra del día, el grande, de Dios, el Todopoderoso. He aquí que vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos, para que no ande desnudo ni vean su vergüenza. Y los congregó en el lugar, el que se llama en hebreo “Harmagedón”.

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De los textos enumerados al comienzo podemos sacar las siguientes consecuencias:

1) Los reyes de la tierra fornicarán con Babilonia, la gran ramera, la cual dominará sobre todos ellos.

2) Serán unos de los mayores perjudicados cuando Babilonia sea destruida, razón por la cual prorrumpirán en grandes llantos y lamentos.

3) Vivirán en el lujo.

4) Junto con otros grupos (de los que hablaremos a continuación), se unirán a las dos Bestias, para luchar contra Cristo.

5) Serán muertos durante el juicio de las Naciones que tendrá lugar durante los 45 días posteriores a la aniquilación del reinado del Anticristo.

6) Es interesante notar que este mismo grupo de reyes vuelve a aparecer durante el Milenio, pero esta vez sometido a Cristo Rey (Apoc. XXI, 24)[1].

De hecho, parece que el Antiguo Testamento alude a este grupo, tanto antes como durante el Milenio:

I) Antes del Milenio:

Sal II, 1-2: “¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos meditan cosas vanas? Conciértanse los reyes de la tierra, y los príncipes conspiran a una contra Yahvé y contra su Ungido…”[2].

Sal. LXXV, 13: “Hasta la furia de Edom redundará en tu gloria, y los sobrevivientes de Emat te festejarán: haced votos y cumplidlos a Yahvé, vuestro Dios, y todos los pueblos en derredor suyo traigan ofrendas al Temible; a Él, que quita el aliento a los príncipes; al Terrible para los reyes de la tierra”.

Is. XXIV, 21: “En aquel día Yahvé juzgará a la milicia del cielo en lo alto, y aquí abajo a los reyes de la tierra. Serán juntados como se junta a los presos en la mazmorra, quedarán encerrados en el calabozo, y después de muchos días serán juzgados. La luna se enrojecerá y el sol se oscurecerá, porque Yahvé de los ejércitos reinará en el monté Sión y en Jerusalén, y delante de sus ancianos (resplandecerá) su gloria[3]”.

Ez. XXVII, 33: (Elegía sobre Tiro) “Con las ganancias de tu comercio marítimo hartabas a muchos pueblos; con la abundancia de tus riquezas y de tus mercancías enriquecías a los reyes de la tierra[4].

II) Durante el Milenio:

Tob. XIV, 5-9: “A la hora de su muerte llamó a sí a su hijo Tobías y a los siete jóvenes hijos de éste, nietos suyos y les dijo: “La ruina de Nínive está cerca; pues la palabra del Señor no dejará de cumplirse; nuestros hermanos que están dispersos fuera de la tierra de Israel, volverán a ella; será repoblada toda su tierra desierta, y reedificada de nuevo la casa de Dios, que fue allí entregada a las llamas. Volverán allá todos los que temen a Dios; los gentiles abandonarán sus ídolos y vendrán a Jerusalén para morar en ella. Allí se regocijarán todos los reyes de la tierra, adorando al Rey de Israel[5]”.

Sal. CI, 14-17: “Tú te levantarás y serás propicio a Sión, porque tiempo es ya de que te apiades de ella; ha llegado la hora. Ya tus siervos aman las piedras. Sienten compasión de sus ruinas. Así, oh Yahvé, los gentiles reverenciarán tu Nombre, y tu gloria todos los reyes de la tierra, porque Yahvé habrá restaurado a Sión, y Él se mostrará en su gloria[6]”.

Sal CXXXVII, 4-5: “Te alabarán Yahvé todos los reyes de la tierra cuando hayan oído los oráculos de tu boca; y cantarán los caminos de Yahvé: “Grande es ciertamente la gloria de Yahvé”[7].

Sal. CXLVIII, 11: “Alabad a Yahvé desde la tierra… reyes de la tierra y pueblos todos…”.

Cfr. también Sal. LXXXVIII, 28.

Además, este grupo parece tener relación no sólo con “los habitantes de la tierra”, que serían sus súbditos, sino también con los mercaderes de la tierra, que son aquellos que se enriquecen gracias a Babilonia, la capital y centro del capitalismo mundial.

Apoc. XVIII, 3: “Porque del vino del furor de su fornicación bebieron todas las naciones y (¿esto es?) los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra con el poder de su lujo se enriquecieron”.

Apoc. XVIII, 11: “Y los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque su cargamento nadie compra ya…”, cfr. también v. 15.

Apoc. XVIII, 23: “Y luz de lámpara no alumbrará en tí ya y voz de esposo y esposa no se oirá en tí ya, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra…”[8].



[1] Este versículo parece confirmar la opinión de Lacunza en donde dice que los dos últimos capítulos del Apocalipsis es una descripción del Reino Milenario.

[2] Straubinger dice:

Gramática concuerda este pasaje con Ap. XIX, 19…”.

[3] Pasaje claramente escatológico como lo indican Straubinger y Lacunza (Tomo 1, pag. 122 y Tomo 4, pag. 16, ed. de M. Belgrano).

[4] Straubinger:

“Hay en este pasaje, como lo muestra Gramática, muchas expresiones semejantes a las que se usan para la Babilonia apocalíptica (cfr. Apoc. XVIII, 11-19; Sal. CXXXVI, 8 y nota). Véase XXVI, 1 y nota”.

[5] Straubinger:

“Véase XIII, 14. Profecía acerca de la vocación de las gentes y del triunfo final de la Iglesia después de la conversión de Israel (Rom. XI, 25) y de la destrucción del Anticristo (II Tes. II, 8; Ap. XIX, 11 ss). Sobre esto dice Santo Tomás: “Después de la muerte del Anticristo habrá para la Iglesia doble motivo de consolación, a saber: la paz y la multiplicación de la fe, pues entonces todos los judíos se convertirán a la fe de Cristo”.

Notemos que Tobías anuncia aquí el fin del cautiverio de Israel en forma tan majestuosa que es fácil comprobar que nunca se ha cumplido hasta el día de hoy. Sobre este tema nada mejor que el Fenómeno VII de Lacunza “Babilonia y sus cautivos”. La Babilonia del Apocalipsis es llamada aquí “Nínive”, así como en Ez. XXVII es llamada “Tiro”.

[6] Sin dudas, hay una clara referencia al Milenio.

Straubinger comenta:

“Admirable promesa mesiánica: todos los pueblos y reyes adorarán al verdadero Dios. Esto no se cumplió en el regreso a Babilonia (Sal. XCV, 1 y nota); está vinculado, como expresa Santo Tomás, a la conversión de Israel. “La gloria divina está interesada en la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y que parecían perdidos y sin esperanza” (Calès)… “Según una de las más grandiosas ideas de los profetas, la restauración de Israel tendrá por coronamiento la conversión de las naciones. Así se establecerá el reino de Dios sobre la tierra (Desnoyers)…”.

[7] Calès, citado por Straubinger:

Un día los reyes de las naciones se convertirán al verdadero Dios al ver qué promesas había hecho Él a Israel por sus profetas y cómo las ha realizado maravillosamente…”.

[8] Estos magnates (mercaderes) de la tierra también serán muertos durante el juicio de las Naciones como lo vemos en Apoc. VI, 15.