III) Edición y Traducción. -
Hemos
dejado las críticas más importantes para el final.
Antes
que nada, digamos que ha sido una feliz idea (si bien no siempre la han sabido
mantener) la de utilizar la edición de Nácar-Colunga del año 1944, aunque,
lamentablemente, hay algunas imprecisiones en esta traducción (generalmente
tenida, y con razón, como una de las mejores).
En
dos oportunidades (pag. 287 y 313) se cita Apocalipsis XIII, 3 traducido
de esta manera:
“Y
ví a la primera de las cabezas como
herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada…”.
Pero
lamentablemente hay que señalar aquí una imprecisión, pues el original dice una (μίαν), como lo traducen la
gran mayoría de los exégetas, y con razón. Y esto que parece menor no lo es
tanto a la hora de interpretar todo ese oscurísimo pasaje, aunque no entraremos
en el mismo, por razones obvias.
Dicho
lo cual, pasemos a la parte más desagradable.
El
libro presenta tantos, pero tantos y tan groseros errores tanto gramaticales
como ortográficos que uno no puede menos que maravillarse, teniendo como
tenemos hoy en día instrumentos tan eficaces para corregirlos; hubiera bastado
pasar el texto a un archivo Word para que se pudieran enmendar sin problemas la
gran mayoría.
Vamos
a hacer un pequeño listado como para
que el lector tenga alguna idea.
Pag.
39: “Con estas últimas palabras queda de forma manifiesta que se ha de reprobar del juicio de Cayo Romano…”.
La
falta del acento es clara, pero no sólo eso, sino que se repite a través de
todo el libro, tanto para éste como para otros casos similares.
Pag.
41, 59, 62, 107 x2, 142, 181 x2; 209; 213; 222 x2; 240; 246; 259; 281; 301;
303; 306/7; 309; 312; 315/6; 322; 361/2; 367 x2; 386 x2; 388; 391; 395; 402/3.
Pag.
69: “Si pues ni Abraham ni su descendencia, es decir, aquellos que han sido
justificados por la fe, no han
recibido aún su herencia sobre la tierra…”.
El no sobra, pues hay dos negaciones.
Pag.
89: “E hizo Dios en seis días las obras
de sus manos y las acabo el día
séptimo”.
Leer
acabó.
Pag.
112: “Mt. 26, 20”.
Donde
cita el Discurso Parusíaco. Leer, pues, 24,
20.
Pag.
131: “En efecto el primer día se hizo la luz…”.
Leer:
“En efecto, en el primer día…”.
Pag.
143: “Papías, quien entonces era obispo de Hierópolis
en Asía…”.
Leer:
Hierápolis en Asia.
Pag.
147: “… sobre los hombres mortales y caminantes, todavía sobreviviente…”.
Leer:
sobrevivientes
Pag.
149: “Esto dice P. Mendive”.
Leer:
el P. Mendive.
Pag.
151: “la verdadera doctrina de N. san
Jesucristo”.
Pag.
170: “Por lo que no es correcto restringir y entender el sentido de aquellas
palabras al mundo conocido por los hebreos en tiempo de Salomón, pues realmente
son palabras generales, pero significan
toda la tierra, el orbe universal”.
Nos
parece que habría que leer: que.
Pag.
182: “Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones”.
Leer:
en o como testimonio. Lo mismo en pag. 259 y 264.
Pag.
184: “Según San Pablo, antes de la venida de los días del Señor…”.
De
dónde sale el plural es una incógnita.
Pag.
193: “este fue la determinación…”.
Pag.
209: “Acerca el punto a tratar…”.
Leer:
del.
Pag.
218: “cualquiera manifestación”.
Pag.
222: “Si vendrá la aquella paz
predicha…”.
Y
así por el estilo durante todo el libro, que apenas si hemos recorrido algo más
de la mitad.
Pero
esto no es todo, ni lo más grave.