martes, 31 de marzo de 2015

La Estructura del Discurso Parusíaco (II de II)

I Parte

II.- La Estructura.

a) Externa.

Es tanta la similitud entre las estructuras externas de ambos Discursos que, a no dudarlo, ha sido ésta y no otra la ocasión que ha generado la identificación de los Discursos y consiguientemente, toda la confusión e interminable variedad de opiniones a la hora de interpretar todos estos pasajes.

Lucas nos trae la pregunta, y por lo tanto, la respuesta de la destrucción del Templo, mientras Mateo y Marcos lo hacen en lo que se refiere a la Parusía. En ambos casos preguntan por el tiempo y la señal y la respuesta del Señor es estructuralmente la misma pero con diferencia de contenido:

En el caso de San Lucas tenemos:

1) Sucesos anteriores a la destrucción de Jerusalén y del Templo pero que, sin embargo, no son signos (vers. 8-19).

2) El signo propiamente tal de la destrucción: sitio a Jerusalén por los ejércitos (vers. 20) seguido de las calamidades que le han de acaecer a los judíos, las cuales Nuestro Señor extiende hasta el cumplimiento de “el tiempo de los gentiles” (vers. 21-24).

3) Juicio de las Naciones seguido de la Parusía (vers. 25-28).

4) El signo próximo de la Parusía: el reverdecer de la Higuera y de los otros árboles (vers. 29-31).

5) Confirmación de sus palabras (vers. 32-33).

6) Exhortación a la vigilancia (vers. 34-36).


Mientras que en el caso de San Marcos (y Mt.) tenemos:

1) Sucesos anteriores a la Parusía pero que, sin embargo, no son signos (vers. 5-13) sino tan sólo el comienzo de los dolores.

2) El signo remoto de la Parusía: el Anticristo profanando el Templo (vers. 14-23).

3) Juicio de las Naciones seguido de la Parusía y del Rapto de la Iglesia (vers. 24-27).

4) El signo próximo de la Parusía: el reverdecer de la Higuera (vers. 28-29).

5) Confirmación de sus palabras (vers. 30-31).

6) Respuesta al “cuándo” será la Parusía y exhortación a la vigilancia (vers. 32-37).



Como se vé, la estructura es muy similar, aunque no tanto como para no delatar una duplicidad de Discursos.


b) Interna

La estructura interna del Discurso parece estar dada por dos adverbios usados en las preguntas, los cuales poseen un sentido preciso y que, a su vez, son tenidos en cuenta a la hora de las respuestas[1].

Veamos las tres preguntas:

Mateo XXIV

3. Estando sentado en el Monte de los Olivos, se acercaron a Él sus discípulos en particular, y le dijeron: "Dinos ¿cuándo (πότε) será esto, y cuál será la señal de tu parusía y de la consumación del siglo?”.


Marcos XIII

3. Y cuando estaba sentado en el Monte de los Olivos, frente al Templo, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4. "Dinos ¿cuándo (πότε) será esto? Y ¿cuál será la señal cuando (ὅταν) todo esto esté a punto de consumarse?".

Lucas XXI

7. Le preguntaron, pues: "Maestro, ¿cuándo (πότε) será esto y cuál será la señal cuando (ὅταν) esto está a punto de suceder?”.


En los tres casos la pregunta es doble: cuándo sucederá, es decir cuándo será el momento exacto: πότε, y cuál será la señal: ὅταν.

En el caso de Lucas se pregunta por la destrucción del Templo y en Marcos por la Parusía.

Analicemos primero a San Lucas:

Con respecto a la señal (ὅταν) nos da dos señales de la destrucción del Templo:

9. Cuando (ὅταν) oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterroricéis; esto debe suceder primero, pero no es enseguida el fin".

20. "Más cuando (ὅταν) veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca.

Es decir, por un lado les da una no-señal (guerra y revoluciones) y luego el signo correspondiente: Jerusalén cercada por ejércitos y la conducta que deben tener una vez visto (v. 21).

Sin embargo, en lo que respecta al momento exacto (πότε), Nuestro Señor no dice una sola palabra y la razón no es difícil de adivinar: lo que les debe importar a los Cristianos es conocer el signo de la destrucción de Jerusalén y el Templo para así poder huir. Saber el momento exacto de la destrucción no les sirve de nada.

Pero es preciso notar que en cuanto al signo (ὅταν) Jesús continuó hablando, pero no ya de la señal de la destrucción del Templo sino de su Segunda Venida, narrada en los v. 25 ss.

En los vv. 29-31 leemos:

29. Y les dijo una parábola: "Mirad la higuera y los otros árboles:
30. cuando (ὅταν) brotan, al verlos reconocéis por vosotros mismos que el verano está cerca.
31. Así también, cuando (ὅταν) veáis que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca.

Como ya lo hemos dicho, estas palabras motivaron la pregunta más precisa de los Apóstoles en el Monte de los Olivos.


En Marcos, a su vez, vemos el mismo procedimiento:

3. Y cuando estaba sentado en el Monte de los Olivos, frente al Templo, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4. "Dinos ¿cuándo (πότε) será esto? Y ¿cuál será la señal cuando (ὅταν) todo esto esté a punto de consumarse?".

Jesús comienza, una vez más, respondiendo por la señal (ὅταν).

7. Mas cuando (ὅταν) oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis. Esto debe suceder, pero no es todavía el fin.

14. "Más cuando (ὅταν) veáis la abominación de la desolación estando él (de pie) allí donde no debe – ¡entienda el que lee!-, entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas;

28 "De la higuera aprended la parábola: cuando (ὅταν) ya sus ramas se ponen tiernas y brotan sus hojas, reconocéis que está cerca el verano.
29 así también, cuando (ὅταν) veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.

Con lo cual tenemos, una vez más, el mismo procedimiento anterior: no-signos (guerras y rumores de guerra, es decir el segundo Sello del Apocalipsis); signo remoto (Abominación de la Desolación en el Lugar Santo) y por último, el signo próximo, que es el mismo del Discurso de Lucas (Juicio de las Naciones - Higuera).

Y con respecto al momento exacto de la Parusía (πότε) volvemos a ver lo mismo que en San Lucas, es decir, falta de respuesta.

32. Más en cuanto al día aquel y a la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
33. "¡Tened cuidado!, ¡Estad alertas!, porque no sabéis cuándo (πότε) será el tiempo;
34. como un hombre que partiendo para otro país, dejó su casa, y dio a sus siervos la potestad, a cada uno su tarea, y al portero encomendó que velase.
35. Velad, pues, porque no sabéis cuándo (πότε) volverá el Señor de la casa, si en la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o en la mañana,
36. no sea que volviendo de improviso, os encuentre dormidos.

Y así, Jesús se niega rotundamente a darnos a conocer el día y la hora de su Venida, encareciéndonos, en cambio, la vigilancia.

Esto que venimos diciendo, lo resume muy bien Dupont, comentando el Discurso de San Marcos cuando dice[2]:

Las conexiones cronológicas son las primeras en llamar la atención, pues se sitúan directamente en la línea de la pregunta que introduce el discurso: “Dinos ¿cuándo (πότε) será esto? Y ¿cuál será la señal cuando (ὅταν) todo esto esté a punto de consumarse?" (v. 4).
Notemos primero las dos conexiones que hacen directamente eco en la cuestión inicial: “Mas cuando (ὅταν δὲ) oigáis hablar de guerras…” (v. 7), “Más cuando (ὅταν δὲ) veáis la abominación de la desolación…” (v. 14). Estas dos precisiones temporales tienen evidentemente un alcance estructural. La primera encuentra su prolongación en el final del v. 7: “Pero no es todavía el fin”, y la del v. 8: “Esto es el comienzo de los dolores”. El segundo comanda los adverbios del v. 14b: “Entonces…” (τότε), y del v. 21: “y entonces…” (καὶ τότε).
El v. 24 introduce el episodio decisivo de la venida del Hijo del hombre por la más circunstanciada indicación temporal de todo el discurso: “Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella…”. Esta indicación encuentra su prolongación en las dos precisiones “Y entonces” que introducen el v. 26 y el 27.
En relación al tiempo aludido en los vv. 24-27, la comparación de la higuera parece acompañar por detrás porque indica a los discípulos lo que deberán comprender “Cuando veáis que suceden estas cosas” (v. 29): la expresión repite la del v. 14. Difícilmente se separará de estos vv. 28-29 la afirmación solemne del v. 30 referido a la inminencia temporal del conjunto de los sucesos de la cual hemos hablado: “En verdad os digo, la generación esta no pasará hasta que todas estas cosas sucedan”. La solemnidad de esta declaración se apoya además por la manera en que el v. 31 subraya la autoridad divina de la palabra de Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
El v. 32 concierne un problema de tiempo muy diferente de los que hablaban los versículos precedentes: “Más en cuanto al día aquel y a la hora…”. No se forzaría mucho el sentido si se tradujera: “Por el contrario (δὲ), por lo que concierne (Περὶ) ese día o esa hora…”. De la ignorancia de ese día o de esa hora, los vv. 33-37 sacan una consecuencia práctica: hay que velar. Esta exhortación está apoyada por la repetición de la indicación temporal del v. 32, pero variando lo términos: “No sabéis cuándo (πότε) será el tiempo” (v. 33), “No sabéis cuándo (πότε) volverá el Señor de la casa, si en la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o en la mañana” (v. 35).
El conjunto de las anotaciones cronológicas que venimos de revelar sugieren ya que haya en el discurso secciones distintas que se relacionan a períodos temporales diferentes: los vv. 7-8 consideran un período que no corresponde ni a la de la gran tribulación de los vv. 14-23, ni a la de la venida del Hijo del hombre, descripta en los vv. 24-27. Los vv. 28-31 hablan de la inminencia de los sucesos, mientras que los vv. 32-37 subrayan la incertidumbre del momento exacto”.

Y más adelante[3]:

“… su comienzo marca vigorosamente que se pasa a un nuevo tema: “Más en cuanto al (peri dé) día aquel y a la hora…”. Introduce así el tema de la ignorancia del momento exacto, tema sobre el cual los vv. 33-37 injertan su llamado insistiendo a estar vigilante.
Otra particularidad llama la atención sobre la relación que une este desarrollo con la pregunta del v. 4. El objeto de esta pregunta era doble. Los discípulos primero habían expresado el deseo de saber “cuándo serán estas cosas”. Sobre el “cuando”, el πότε, esta interrogación concernía la fecha, el momento preciso del suceso futuro. Luego habían precisado su pregunta hablando del “signo” utilizando otro adverbio de tiempo, ὅταν: “Y ¿cuál será la señal cuando (ὅταν) todo esto esté a punto de consumarse?". A este segundo miembro de la pregunta fue consagrada toda la primera parte del discurso (vv. 5-23): “cuando (ὅταν) oigáis hablar…” (v. 7), “cuando veáis…” (v. 14). También se refiere a este segundo miembro de la pregunta los vv. 28 y 29, repitiendo dos veces el mismo adverbio ὅταν: “cuando” la higuera brota, “cuando veáis que suceden estas cosas”. Por el contrario, los vv. 33 y 35 revienen a la pregunta πότε: “no sabéis cuándo será el tiempo… no sabéis cuándo volverá el Señor de la casa”.
La consideración del contenido de estos dos versículos no puede más que confirmar esta división en dos secciones, la primera de las cuales insiste sobre la certeza de la inminencia de los sucesos sobre los que se habla (vv. 28.31), mientras que la segunda subraya la incertidumbre en la que uno está en lo que respecta al momento preciso (vv. 32-27). El contraste es evidentemente intencional. Pone en relieve dos aspectos, aparentemente contradictorios pero en realidad complementarios, de la actitud que debe inspirar a los discípulos la perspectiva del fin”.

Vale!





[1] Este pequeño análisis echa fácilmente por tierra la afirmación de algunos exégetas de que los Apóstoles preguntaron todo en confuso, y de otros que van tan lejos en afirmar que incluso la respuesta de Nuestro Señor fue un tanto confusa.

¡Lo que puede una mala causa!

[2] Op. cit. pag. 10-11.

[3] Op. cit. pag. 34-35.