domingo, 21 de diciembre de 2025

Introducción a los Evangelios Sinópticos (III de V)

      7. Finalidad: Probar a los judíos que Jesucristo es el Mesías prometido y profetizado.

 8. Argumentos internos que corroboran que el Evangelio fue escrito por un judío y que tenía conocimientos en lo relativo al dinero.

El autor conoce muy bien las condiciones:

a) Geográficas: habla de lugares grandes, pequeños, muy pequeños (Decápolis, Tiro, Cesarea de Filipo, Corazaín, Betsaida, Nazareth, Getsemaní, Calvario, etc.) sin ninguna aclaración y apenas indica los lugares por donde pasó Jesús, porque los supone conocidos.

b) Políticas: nombra los diversos rectores de Israel sin hacer ninguna aclaración (Herodes, Arquelao, Herodes Antipas, Pilatos, Caifás, Filipo).

c) Religiosas: Cita el A.T. como autoridad suprema inapelable para probar el cumplimiento de las profecías en Jesucristo.

d) Pecuniarias: Es el único que habla sobre el tributo de didracma que había que pagar (XVII, 24) y especifica bien qué clase de tributo se le pagaba al César cuando lo llama “moneda del tributo” (XXII, 19), mientras que Marcos y Lucas le dan el nombre común “denario”.

Que Mateo fue su autor también se ve porque (sin dudas por humildad), cuando da el catálogo de los Apóstoles agrega el adjetivo “publicano” a su nombre y se coloca en el octavo lugar y no en el séptimo, como en las demás listas[1].

 

 

8. Plan general del primer Evangelio

     

El molde general en que ha volcado San Mateo la materia evangélica puede decirse que es el mismo de San Marcos, porque responde al de la primitiva catequesis de San Pedro: Predicación y bautismo de Juan, ministerio en Galilea, subida a Jerusalén, pasión y resurrección.

El primer Evangelio empieza con la genealogía del Señor, su concepción sobrenatural, la adoración de los Magos y el destierro en Egipto. Dos capítulos propios.

El ministerio que precede a la pasión y resurrección se puede dividir en cinco grandes secciones, cada una de las cuales tiene una parte narrativa y otra didáctica. Cinco grandes bloques de hechos y cinco de discursos. El bloque de los hechos se puede relacionar con el que le sigue de los discursos.

Estas cinco partes están bien definidas, porque cada una termina con la misma fórmula: Cuando Jesús hubo acabado estos discursos…

Este final de los cinco discursos no es casual y revela en su autor una división y un plan.

El evangelio de San Mateo está ordenado por temas, por materia y no tanto por orden cronológico; es decir, San Mateo juntó enseñanzas de Cristo dadas en diversas oportunidades y las colocó todas juntas como si hubieran sido dichas al mismo tiempo. Esto explica, por ejemplo, por qué su Discurso Parusíaco es mucho más extenso (abarca dos capítulos: XXIV-XXV) que el de los otros dos evangelistas.

 Primera sección: Consta de los hechos que inician el ministerio en Galilea y revelan la persona del Señor (IV, 12-25). Es una breve preparación para el primer discurso, la carta magna del reino, el sermón del Monte (VI, 1-VII, 29). Se termina con la frase hecha: Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, las turbas estaban llenas de admiración por su doctrina (VII, 28).

 Segunda sección: Consta igualmente de hechos y discurso. Los hechos son una serie seguida de milagros, que abarca dos capítulos. El discurso trata de las enseñanzas que da el Señor a los apóstoles y propagandistas de su reino (IX, 36-X, 42). Cuando Jesús hubo acabado de dar sus instrucciones a sus doce discípulos partió de allí a enseñar y predicar en las ciudades de ellos (XI, 1).

 Tercera sección: Comprende diversos hechos, que revelan la mala preparación de los judíos y la rebeldía que había profetizado Isaías (XI, 1-XII, 50). Con ellos se pretende justificar el lenguaje un tanto misterioso de las parábolas sobre el reino (XIII, 1-52). Cuando Jesús terminó estas parábolas, partió de allí (XIII, 53).

 Cuarta sección: Encierra los últimos hechos de Galilea (XIII, 53-XVII, 26) y que en alguna manera se pueden relacionar con el discurso que dirige a los discípulos más fieles. La consigna que les da el Maestro es de humildad, caridad y edificación mutua. Las reglas que deben gobernar los diversos miembros del reino (XVIII, 1-XIX, 1).

 Quinta sección: Está unida con la entrada y ministerio en Jerusalén. Los hechos preparan las disputas con los escribas y fariseos. Aquí ha reunido todas las recriminaciones que les hace el Señor (XXI, 28-XXIII, 39). Todo se dirige al supremo y último discurso escatológico (XXIV, 1-XXV, 46).

 

Es decir, se puede apreciar en San Mateo una división relacionada con el reino de Dios, con la Iglesia que iba a fundar: Fundación/Principios (sermón del Monte) – Preparación de los Apóstoles y discípulosRechazo de IsraelPreparación más acabada de los Apóstoles e institución del primado de PedroFin del reino de Dios (Parusía).

San Mateo, como su profesión de recaudador de impuestos parece sugerirlo, era un hombre metódico, ordenado, lo que puede haber influido en la división de su Evangelio.

Lo más característico del primer Evangelio son estas cinco secciones con sus cinco discursos, que responden a un verdadero plan y método literario del autor. Al fondo esencial de cada uno de ellos, que está en su situación histórica propia, se han podido juntar materiales de diversos tiempos y circunstancias, emparentados lógicamente con el núcleo central.

Este plan general es hijo de un temperamento literario particular, de un espíritu que se recrea en la idea, en la substancia de las cosas. San Mateo es una mentalidad fuerte y seria, que no se pierde en el detalle, sino que va al grano. Los hechos se subordinan a la doctrina, revistiendo siempre un valor secundario.

El hecho como hecho no cuenta, cuenta más la idea y la doctrina que encierra, el valor que aporta a la tesis general del libro. Este plan general ejercerá una influencia grande en la manera de escribir, en las narraciones de los hechos y en la historia de la predicación.

Para resumir: a la idea madre de la predicación de San Pedro, San Mateo, como testigo ocular de los acontecimientos, ha usado el esqueleto, pero lo ha rellenado con un método propio, con cinco grandes bloques unidos lógicamente, y a este bloque de cinco partes le agregó la infancia y la pasión, muerte, resurrección y ascensión.



[1] Notan los autores que el primero, quinto y noveno nombre son siempre los mismos en las listas (Mt. X, 2-4; Mc. III, 13-19; Lc. VI, 12-16; Hech. I, 13), a saber: Pedro, Felipe y Santiago el menor. Es decir, había como tres grupos de cuatro Apóstoles cada uno. Dentro de cada grupo los nombres son los mismos, pero están puestos en distinto orden.

Es decir, San Mateo se puso en el último lugar (de su grupo).