domingo, 26 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (VI de VII)

 c) Distribución de la tierra conquistada: XIII a XXIV

 Después de las guerras, la tierra descansa y es dividida, lo cual nos lleva directamente a los últimos 9 capítulos de Ezequiel donde describe minuciosamente el nuevo Templo de Jerusalén durante el Milenio, como así también el reparto de la tierra, todo lo cual vemos claramente aquí en figura.

Toda esta sección reúne los datos y nombres de las ciudades que le cupo a cada una de las tribus en suerte, y la verdad que no hay mucho más para notar.

 a) Lo que sí es importante, en lo que hace a la cronología de todos estos acontecimientos, es reparar en lo que dice Caleb a Josué cuando le pide la ciudad de Hebrón:

 

Jos. XIV, 7-12: “Tenía yo cuarenta años cuando Moisés, siervo de Jehová, me envió desde Cadesbarnea a explorar el país, y yo le referí lo que tenía en mi corazón. Mis hermanos que conmigo habían subido desanimaron al pueblo, pero yo seguí fielmente a Jehová, mi Dios. En aquel día juró Moisés, diciendo: «La tierra que tu pie ha pisado será porción tuya y de tus hijos para siempre; por cuanto has seguido fielmente a Jehová, mi Dios». Y ahora, he aquí que Jehová me ha conservado la vida, como lo prometió, durante los cuarenta y cinco años, desde que Jehová dijo esta palabra a Moisés cuando Israel andaba por el desierto. Mira, tengo actualmente ochenta y cinco años, y todavía hoy estoy tan robusto como estaba en aquel tiempo en que Moisés me envió. La fuerza que tenía entonces la tengo todavía hoy, para luchar, para salir y para entrar. Ahora bien, dame esta montaña de la cual habló Jehová aquel día”.

 

Y acá uno podría preguntarse: ¿y a mí de qué me sirve saber esto?

Bueno, vamos a hacer ahora un poco de matemática:

 Moisés envió a los 12 exploradores cuando Caleb tenía 40 años.

Las guerras terminan cuando Caleb tiene 85.

Ahora bien, sabemos por el libro de los Números (cap. XIII-XIV) que los judíos se rebelaron y que no quisieron tomar la tierra prometida, con lo cual Dios los castigó con tantos años cuanto duró la expedición, la cual fue de 40 días, lo que nos da 40 años de estadía en el desierto.

Pero estos 40 años no son completos como los contamos nosotros sino 38 completos a los cuales hay que sumarles parte del primero y parte del último, como lo reconocen todos los autores, y de hecho lo mismo vemos en la resurrección de Nuestro Señor que estuvo 3 días en el sepulcro: el sábado completo, y parte del viernes más parte del domingo.

Volviendo a los números:

A los 40 años Caleb va a explorar la tierra Santa.

38 años está en el desierto.

O sea que a los 78 años de Caleb comienza lo que se narra en el libro de Josué.

Al terminar las guerras Caleb tiene 85 años.

Con lo cual, todo lo que se narra en el libro de Josué, desde el envío de los dos espías hasta el reparto de la tierra santa, suceden 7 años.

Ahora bien, desde la aparición de los dos Testigos hasta la destrucción del Anticristo hay 7 años. La última Semana de Daniel.

Otra casualidad más.

 b) Lo otro que se puede notar aquí es el lugar que recibe Josué:

 

Jos. XIX, 49-50: “Después de terminar la distribución del país, según sus territorios, los hijos de Israel dieron a Josué, hijo de Nun, una posesión en medio de ellos. Por orden de Jehová le dieron la ciudad que él había solicitado, a saber, Timnatsérah, en la montaña de Efraím; y reedificó la ciudad y habitó allí”.

 

Apoc. XXI, 9-11: “Y vino uno de los siete ángeles (…) y habló conmigo diciendo: “Ven, te mostraré la Novia, la Esposa del Cordero”. Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la ciudad, la santa Jerusalén, descendiendo del cielo desde Dios, teniendo la Gloria de Dios”.

 

Heb. XI, 8-10: “Llamado por la fe, Abrahán obedeció para partirse a un lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba. Por la fe habitó en la tierra de la promesa como en tierra extraña, morando en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba aquella ciudad de fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.

 Es decir, se trata de un lugar alto en ambos casos.